Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

miércoles, 11 de abril de 2012

Reflexiones

Necesito de Él

Necesito de Él
lo necesito
porque sin Él soy nada
de lo que soy
me dió la vida
me da el sustento
me ha dado todo
de lo que soy
cómo no amarlo
si es mi Dios.
Necesito de Él
de su presencia,
necesito de Él
para existir
más que del aire
más que del agua
más que la Tierra
más que del Sol
de Él, necesito
para vivir.
Necesito de Él
porque me ama
porque me cuida siempre
de todo mal
si soy su hijo
y me perdona
y me da otra
oportunidad
Oh, Jesucristo
cuánta bondad.
Necesito de Él
hasta la muerte
y después de esta vida
todavía más
porque la vida
nunca se acaba
y después sigue
la eternidad,
con Dios tendremos
Felicidad.

R H R

Testimonios de Cristo Resucitado
42 Años de Heroico Sacerdocio en la Cárcel
Padre Anton Luli S.J., albanés

“Bendigo al Señor, que a mí, su pobre y débil ministro, me ha dado la gracia de permanecer fiel durante una vida de prácticamente marcada por las cadenas. Sólo su gracia podía hacer esto. Acababa de ser ordenado sacerdote cuando a mi país, Albania, llegó la dictadura comunista y la persecución religiosa más despiadada. Algunos de mis hermanos en el sacerdocio, después de un proceso lleno de falsedades y engaño, fueron fusilados y murieron mártires de la fe. Así celebraron, como pan partido y sangre derramada por la salvación de mi país, su última Eucaristía personal. Era el año 1946.

A mí el Señor me pidió, por el contrario, que abriera los brazos y me dejara clavar en la cruz y así celebrara, en el ministerio que me era prohibido y con una vida transcurrida entre cadenas y torturas de todo tipo, mi Eucaristía, mi sacrificio sacerdotal.

El 19 de diciembre de 1947 me arrestaron con la acusación de agitación y propaganda contra el gobierno. Viví diecisiete años de cárcel estricta y muchos otros de trabajos forzados. Mi primera prisión, en aquel gélido mes de diciembre en una pequeña aldea de las montañas de Escútari, fué un cuarto de baño.

Allí permanecí nueve meses, obligado a estar agachado sobre excrementos endurecidos y sin poder enderezarme completamente por la estrechez del lugar. La noche de Navidad de ese año -¿cómo podía olvidarla?- me sacaron de ese lugar y me llevaron a otro cuarto de baño en el segundo piso de la prisión, me obligaron a desvestirme y me colgaron con una cuerda que me pasaba bajo las axilas. Estaba desnudo y apenas podía tocar el suelo con la punta de los pies. Sentía que mi cuerpo desfallecía lenta e inexorablemente. El frío me subía poco a poco por el cuerpo y, cuando llegó al pecho y estaba para parárseme el corazón, lancé un grito de agonía. Acudieron mis verdugos, me bajaron y me llenaron de puntapiés. Esa noche, en ese lugar y en la soledad de ese primer suplicio, viví el sentido verdadero de la Encarnación y de la cruz.

Pero en esos sufrimientos tuve a mi lado y dentro de mí la consoladora presencia del Señor Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, a veces, incluso, con una ayuda que no puedo menos que definir “extraordinaria”, pues era muy grande la alegría y el consuelo que me comunicaba.

Pero nunca he guardado rencor hacia los que, humanamente hablando, me robaron la vida. Después de la liberación, me encontré por casualidad en la calle con uno de mis verdugos: sentí compasión por él, fuí a su encuentro y lo abracé.

Me liberaron en la amnistía del año 1989. Tenía 79 años.

Ésta experiencia sacerdotal en todos estos años; una experiencia, ciertamente muy particular con respecto a la de muchos sacerdotes, pero desde luego no única: son millares los sacerdotes que en su vida han sufrido persecución a causa del sacerdocio de Cristo. Experiencias diversas, pero todas unificadas por el amor. El sacerdote es, ante todo, una persona que ha conocido el amor; el sacerdote es un hombre que vive para amar: para amar a Cristo y para amar a todos en Él, en cualquier situación de vida, incluso dando la vida”. (Religionenlibertad.com)

Existe un cortometraje que vale la pena ver porque nos invita a revalorar hoy la persona del sacerdote http://youtu.be/ym2vbroDFJ.

Tomado de la Revista Católica “Inquietud Nueva”

Historia

El Marquesado de Salvatierra

G L DE P

El Virrey puso gran diligencia en el asunto por el interés que tenía para que existiera una ciudad que llevara y perpetuara su nombre, y así cuatro meses después, el 9 de febrero de 1644, legalizó la existencia de la ciudad, que dice así (continuación):

Con la declaración de que a las poblaciones circunvecinas se ha de dejar su tierra y Distrito, como más antiguas, y menos en las cuatro leguas en que no alcanzaren, tengan su jurisdicción por aquella parte la dicha ciudad, y en la Administración de Justicia, se dan con atención de guardarla con igualdad a las partes; con que en las criminales no se pueda proceder a una pena de muerte, de efusión de sangre y mutilación de miembros, sino que en tales casos, las causas las remitan a la Real Sala del Crimen, quedando los presos a buen recaudo para que se obre en ello como determinare, y se advierte que los dichos Alcaldes ordinarios no han de tener jurisdicción para con los indios, porque esto ha de tocar al Regidor, que se nombrase y solo han de poder conocer de las cosas tocantes a indios los dichos Alcaldes en prevención, prenderlos y recibir información y sin proceder a más, remitir las causas al Corregidor, el cual y los dichos Alcaldes, Regidores, ante el Escribano de su Cabildo, puedan por término de 30 años primeros siguientes señalar a cada uno dos solares ordinarios para casa y jardín y población, y fuera de ella dos suertes para huerta y otras dos para viñas y olivares y cuatro caballerías de tierra para labor y, para riego de ellas el agua necesaria de la del Río Grande o acequias, lo cual se entiende en perpetuidad por merced que en nombre de su Majestad les hago de todo ello, con que dentro de dos años edifiquen la casa y hagan vecindades de 10 años continuos, que lo son desde que se les haga el dicho repartimiento, y dentro de ellos se les prohíbe el poder vender y enajenar lo que les repartieren, ni cosa de ellos, y con la aclaración que han de asistir personalmente sin hacer ausencia, so pena que si la hicieren 4 meses continuos, sin licencia por escrito del Cabildo de Justicia y Regimiento, lo pierden todo y quede vaco para que lo puedan repartir a otros dos vecinos, que han de ser admitidos dentro de un año a lo más largo, dividiéndose en los dos la heredad de fuera de la población, aplicando la casa edificada al primer vecino enteramente y al segundo, darle el solar en que la edifique y, si dentro de un año no se acomodare en la forma, quede para su Majestad todo lo que queda vaco, y se advierte que la licencia para las ausencias la ha de dar la Justicia, Cabildo y Regimiento una vez sola y no más y, en caso que convenga darse más veces, ha de pertenecer a los señores Virreyes, como también hacer merced de los dichos repartimientos de tierras, aguas y solares después de pasados los treinta años que se conceden a la ciudad y los que en este tiempo se hicieren en conformidad de la facultad que se concede, han de ser con calidad de llevar a probación de Gobierno y lo mismo de las selecciones de Alcaldes que se hicieren en cada año el día de año nuevo, como es costumbre en todas las ciudades y Villas que la han de tener dentro de treinta días; con atención a que los electos un año, no lo pueden ser al siguiente y lo sean siempre los de más votos y, en caso de igualdad, vote el Corregidor y en su ausencia el Alcalde Ordinario más antiguo y sea en suerte por la parte a quien diere el voto; y señalo una legua de tierra de largo y un cuarto de legua de ancho para ejido del ganado menor y potrero con que esté cercado y sin perjuicio de tercero y así mismo concedo licencia para que puedan hacer a su costa las tomas y sacas de agua del Río y acequias, sin perjuicio de tercero y prohibido y debiendo sin expresa licencia mía y de los señores Virreyes mis sucesores, no se pueda admitir por vecino a ninguno que lo sea de las poblaciones circunvecinos, como son Celaya, Salamanca, San Miguel, San Felipe, León, Querétaro, Valladolid y otros cualesquiera, por tiempo de veinte años, y así mismo doy facultad a dicha Justicia, Cabildo y Regimientos para que a los vecinos que después de asentada la población viniesen de nuevo a continuarla, les puedan dar y repartir la mitad de lo que se dio a los primeros y con las mismas cargas y gravámenes y caso que se ofrezca quien quiera dar algún dinero por ser admitido a la vecindad, permito que se pueda reducir sin que no pase de ciento y cincuenta pesos que se han de ir aplicando para propios de la ciudad y esto por los dichos 30 años, y solamente con que antes venga a probación del Gobierno en las tales vecindades, y así mismo concedo a dicha ciudad dentro del ámbito de ella 6 vecindades con lo a ellas perteneciente, a título de propiedad y para propio de ellas y una cuadra de las calles que han de salir a la plaza principal, donde se hagan Casas Reales y de Cabildo, mesón y otras casas para propios y para mejoramiento de esta población concedo que pueda tomar, dentro de los términos de las cuatro leguas que están señalados los sitios que en ellos se incluyeren y sus dueños los hayan de dejar o dejen libres y desembarazados y para este efecto sacando el ganado y apero pagando la ciudad las tierras y ejidos que se tomaren como está dispuesto generalmente en las mercedes que se conceden de tierras y algunos o alguno de los vecinos fundadores no acudieran a pagar y contribuir lo que les fué repartido por la Justicia, Cabildo y Regimiento, así para esto como para hacer la toma y saca de agua acequial, y lo demás necesario a la fundación, se proceda contra ellos y sean excluidos del número de fundadores para que no gocen de las preeminencias y privilegios que han de tener los demás vecinos y para el buen Gobierno de la República, el dicho Cabildo, Justicia y Regimiento puedan hacer y hagan ordenanzas, con que para usar de ellas tengan confirmación del Gobierno, y para mayor quietud y conservación de la vecindad y por evitar los daños e inconvenientes que podrían resultar de que los negros y mulatos traigan armas, mando que no las puedan traer, ni se les permita, aunque tengan licencia para ello, ni la Justicia de la ciudad lo consienta en sus términos y atento a que el territorio y jurisdicción que se han concedido a la dicha población, son cuatro leguas y las estancias que se suelen pedir para ganados mayores han de ser tres leguas del poblado, conforme al estilo común no ha de poder la dicha ciudad dar ni conceder estancias para ganados mayores excepto criaderos, convenientes para estos ganados; y los Alcaldes Ordinarios y más antiguos, endejando este ejercicio, han de quedar electos los años siguientes para Alcaldes de Mes, que lo han de ser en la ciudad y sus términos teniendo Juzgado donde conozcan y despachen de los casos, guardando lo dispuesto por las ordenanzas y el dicho Cabildo y Regimiento, que han de poder hacer las cañadas que les parecieren, conforme a las leyes del Reino y estilo de las ciudades y Villas de Castilla, para el pasaje de los ganados, para que no hagan daños, y declaro que si algunas poblaciones se hicieren dentro de los términos de la dicha ciudad, con licencia de Gobierno y con asentamiento de dicho Cabildo y Regimiento, siendo de españoles, se sigan y gobiernen las ordenanzas de dicha ciudad con las que les diere, siendo confirmada por los señores Virreyes, y en cuanto a la jurisdicción a éstas, como a las que se poblaren de indios, estén sujetas al Corregidor de dicha ciudad, la cual dentro de sus términos han de poder hacer los puentes y barcos que hubieren visto y les fueren para la seguridad y pasaje de la gente de ganados, tomando para estas obras para ayuda de costa lo que se impusiere de barcajes y portales, los cuales han de ser tasados por el Gobierno, procediendo orden para la imposición y concedo a la dicha ciudad y sus vecinos todas las honras, gracias y primicias, exenciones y libertades, prerrogativas, inmunidades y privilegios que le tocan y están concedidos a las demás ciudades y villas de los reinos de España y estos se deben guardar, y en cuanto a esas capitulaciones que se contienen en los pedimentos de dicho Agustín Carranza Salcedo, a que se refiere el parecer inserto, por orden particular se declararán las que se han de observar en la dicha fundación y lo a él perteneciente, y en lo pedido por Don Gabriel López de Peralta de que se haga merced del oficio de perpetuo de Corregidor y Teniente de Capitán General y Renta en las alcabalas que se causaren en las tierras que ha ofrecido y lo demás pedido en su pedimento, reserva a determinar lo conveniente para cuando el dicho señor Don Gabriel López de Peralta exhiba recados de lo que han sentado los pastos de los sitios de ganados mayor que da para la población y están despoblados, para que contestando de ellos y de lo que se le debe según las mercedes que pide, y mando a todos y cualesquiera Justicias que en la fundación de la dicha ciudad y en las tomas y sacas de agua y lo demás que se va concediendo, no pongan ni consientan poner impedimento, antes den el favor y ayuda necesaria para ello y caso que haya necesidad de algún sitio o sitios que se incluyan en el dicho territorio y convenga se quiten para dicha fundación, antes de hacerlo, por parte de sus sueños y de la ciudad se nombren personas que tasen su valor y en caso de discordia se reserve a mí nombrar tercero y por lo que se basare y apreciare éste, pase la dicha ciudad vecina de ella dando luego fianzas de pagar al dueño lo que importare; y los labradores que tuvieren haciendas dentro de las dichas 4 leguas, se junten a vivir y recibir en la ciudad y hacer casas y asiento dentro de un año, pena de perdidas las haciendas, para lo cual se les haga notoria esta cláusula, y dicho Cabildo y Regimiento darán poder a procurador conocido que salga a la causa, y donde non, se harán y notificarán los autos en los estrados, que declaro por bastantes y les parará tan entero perjuicio como si en persona se notificara según el hecho. En la ciudad de México, a nueve días del mes de febrero de 1644, mil seiscientos cuarenta y cuatro años. El conde de Salvatierra. Por mandato de su Excelencia, Luis de Tovar Godínez.

Dos meses después de la fundación, funcionaba el primer Cabildo “con oficios adquiridos a título oneroso según la costumbre de la época”. Quedó integrado por:

Corregidor:
Alcaldes ordinarios:

Gabriel López de Peralta
Mateo de Aranda Paniagua
Juan Pérez de Figueroa

Regidores:

Felipe Jiménez Larios
Hernando Luis de Saavedra
Cristóbal de Estrada Balbin
Miguel de Piña Molina
Rafael Vaca
Francisco Bravo
Cristóbal Daza
Depositario General: Francisco Méndez Tovar
Escribano de Cabildo: Martín Lucio Negrete
Alférez Mayor: Juan de Melgar
Escribano Público: Antonio Guerra
Alférez Real: Rafael Hernández
Provincial de Hermandad: Baltasar López de Soria

Tomado del Libro: “El Marquesado de Salvatierra”
de Francisco Vera Figueroa

Historia y Evolución de Salvatierra

Marco Contextual de Salvatierra; su entorno geopolítico (continuación)

Las fundaciones legales de los pueblos, villas y ciudades que conforman los Valles Abajeños, son las siguientes (continúa del número anterior):

Moroleón; fundado como pueblo el 27 de septiembre de 1845; el Decreto No. 6 del H. Congreso del Estado del 11 de diciembre de 1908 que lo eleva a la categoría de villa; se eleva a la categoría de ciudad a la Villa de Moroleón por Decreto del H. Congreso del Estado del 23 de abril de 1929.

Santiago Maravatío; fundado como pueblo el 24 de enero de 1540; es erigido en municipalidad en 1867 sujeto al Partido de Yuriria; el 20 de diciembre de 1891 pasa a ser municipalidad sujeta al Distrito de Salvatierra; alcanza el título de ciudad el 28 de julio de 1989.

Tarandacuao de la Constancia; fundado como pueblo el 27 de abril de 1612; por Decreto No. 53 del Congreso del Estado del 14 de julio de 1861 es denominado Pueblo de Tarandacuao; el 16 de mayo de 1885, Tarandacuao de la Constancia es municipalidad sujeta al Partido de Acámbaro; se erige en villa la Población de Tarandacuao el 30 de junio de 1949; y en ciudad el 28 de julio de 1989.

San Miguel de Tarimoro (hoy Tarimoro); se funda como pueblo el 5 de diciembre de 1563; Tarimoro es distrito del estado el 20 de diciembre de 1891; por Decreto del 16 de diciembre de 1910 del H. Congreso del Estado, Tarimoro se llamará Ciudad Joaquín Obregón González y se eleva a la categoría de ciudad; en 1911 se deja sin efecto el Decreto anterior, pero mantiene el título de ciudad.

San Miguel Uriangato (hoy Uriangato); fundado en 1560, es erigido en pueblo el 19 de noviembre de 1845; se eleva a la categoría de villa el Pueblo de Uriangato el 11 de diciembre de 1908; y alcanza el título de ciudad el 28 de julio de 1989.

Yuririapúndaro (hoy Yuriria); fundada como pueblo el 12 de febrero de 1540; Yuriria es partido del estado a partir del 14 de abril de 1826; el 16 de mayo de 1885 es partido del Departamento de Celaya; el 20 de diciembre de 1891 es distrito del estado con jurisdicción en Uriangato; por el Decreto No. 14 del Congreso del Estado del 1 de enero de 1914, Yuriria alcanza el título de ciudad.

En el ámbito eclesiástico, las poblaciones de los Valles Abajeños han pertenecido desde la época de la conquista y evangelización al obispado de Michoacán (hoy arzobispado de Morelia), con excepción de Cortazar, que pertenece ala diócesis de Celaya. Los curatos no secularizados, pertenecen; los de Acámbaro, Jerécuaro, Coroneo, Tarandacuao y Cortazar a los religiosos Franciscanos de la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán; y los de Yuriria, Uriangato y Moroleón, a la orden de los Agustinos de la provincia michoacana de San Nicolás de Tolentino.

La Ciudad y el Municipio

La ciudad de Salvatierra, cabecera del municipio del mismo nombre, está situada a los 20°13’ de latitud Norte y 100°53’ de longitud Oeste, la estación del ferrocarril se encuentra a 1782 m. sobre el nivel del mar, y el Jardín Principal a 1749 m. Dentro del municipio las comunidades con altitudes mayores a los 2000 m. son: El Rosillo 2400 m., El Tambor 2200 m., Las Cruces 2160 m., Las Presitas 2150 m., El Pirul 2140 m., La Lagunilla del Carmen 2130 m., El Mosquero 2100 m., San Pablo Pejo 2070 m., San Rafael del Moral 2050 m., La Estancia del Carmen de Maravatío 2040 m., y Las Cañas 2010 m., Las comunidades con las altitudes más bajas son: Betania 1730 m., Cupareo y Gervasio Mendoza 1735 m., El Capulín, Rancho de Guadalupe, La Magdalena y San Nicolás de los Agustinos con 1740 m., El territorio municipal queda comprendido dentro de los meridianos extremos 100°43’57” y 101°07’22”, al Oeste del meridiano de Greenwich, y entre los paralelos extremos 20°00’51” y 20°22’04” de latitud Norte. La temperatura media anual es de 19°2 C., la temperatura media más alta es en mayo con 22°1 C., la temperatura media más baja es en enero con 15°4 C., la temperatura máxima registrada ha sido de 42°, el 5 de agosto 1940, y la más baja registrada ha sido de -4°, el 12 de enero de 1956.

La temporada de lluvias comprende, de la segunda quincena de junio a la primera quincena de octubre, el promedio de precipitación anual es de 750 mm., el valor histórico máximo se obtuvo en el año de 1958, con 1217.3 mm., y el más bajo en 1957, con 445.9 mm., con un promedio anual de granizadas de 0.9%, y de heladas de 12.7%, sólo se recuerda una nevada en 100 años. De febrero a agosto, dominan los vientos del Suroeste, y de septiembre a enero del Sureste, la cifra dominante anual es de SW-8. El clima clasificado en el sistema de Köppen es “el más seco de los templados subhúmedos, con régimen de lluvias en verano”; (A) C (Wo) (W) (a) g.

El municipio colinda al Norte con Cortazar, al Noreste con Jaral del Progreso, al Este con Tarimoro, al Sureste con Acámbaro, al Suroeste con el estado de Michoacán (municipio de Santa Ana Maya), y al Oeste con Yuriria y Santiago Maravatío. Tiene una extensión de 507.7 kilómetros cuadrados que representan el 1.66% del territorio estatal.

La ciudad está sobre un lomerío que constituye una especie de balcón al valle de Huatzindeo. El valle, de suelos aluviales, ocupa casi la mitad Norte del municipio, en tanto que, en la porción Sur domina la roca basáltica. Las alturas más notables son las limítrofes, de las cuales, sólo una parte de ellas pertenece al municipio, éstas son: el cerro del Culiacán al Noroeste, la sierra de Pejo al Sur, y Parácuaro al Sureste. En el interior se encuentran, los cerros de: Cupareo, Tetillas, El Carmen, y los lomeríos de la sierra de Urireo. Tienen áreas más o menos pequeñas cubiertas de encino, casahuate, palo blanco, patol, puchote y huisache.

En su hidrografía, el río Lerma riega el municipio del Sureste al Noroeste en un recorrido de 50 Km. regulando sus avenidas las presas de Tepuxtepec y Solís. Dentro del municipio, el Lerma recibe las aguas de los arroyos de Tarimoro y Culiacán, unidos en terrenos del ejido de San José del Carmen. En el pueblo de El Sabino, y de hecho sobre el lindero con el municipio de Jaral del Progreso, se encuentra la represa de Lomo de Toro, donde se deriva el agua del Lerma para las unidades de riego de Cortazar, Salamanca, Valle de Santiago y Abasolo, así como la corriente tributaria de la Laguna de Yuriria.

Existe en Salvatierra toda una red de canales de riego que datan de la época colonia, del margen derecho se desprenden los canales Gugorrones y Ardillas, del margen izquierdo los canales Maravatío y San Nicolás (San Pedro). Hay en el territorio bastantes manantiales, destacan los de la Angostura y Urireo que sirvieron de proveedores de agua potable a Salvatierra por muchos años, además el de aguas termales de Ballesteros y el de sulfurosas medicinales de San Juan (en términos del ejido de Urireo), ambos desaprovechados. Los yacimientos de piedra caliza del ejido de La Calera tienen una extensión de 70 mil metros cuadrados, una reserva estimada de 32 millones de toneladas y un contenido del 80% de carbonato de calcio. Junto hay un depósito de pómez granulada altamente cementante, pero ambos permanecen inexplotados racional y técnicamente.

En la evolución geopolítica, Salvatierra ha sufrido los cambios al igual que los demás municipios de la región de los Valles Abajeños. Lo que hoy es el territorio municipal perteneció al corregimiento de Yuririapúndaro (hoy Yuriria), hasta la fundación de la alcaldía mayor de Zelaya (hoy Celaya) en 1571. Nuestra ciudad y su territorio dependían del alcalde mayor, quien nombraba un teniente de alcalde mayor que lo representara. Al erigirse en 1786, la intendencia de Guanajuato con las alcaldías mayores de: Guanajuato, León, San Luis de la Paz, San Miguel el Grande y Celaya, Salvatierra quedó bajo la jurisdicción de ésta última, junto con los corregimientos de Salamanca y Valle de Santiago. A partir de entonces, se nombraron delegados para las cabeceras de las antiguas alcaldías mayores y subdelegados para los corregimientos.

En le época independiente se dieron los siguientes cambios: En la Constitución Política del Estado de Guanajuato promulgada el 14 de abril de 1826, Salvatierra fué partido del estado; el 18 de julio de 1827 por el Decreto No. 34 del Congreso del estado, Salvatierra fué partido sujeto al departamento de Celaya; Salvatierra fué cabecera del distrito de Celaya por disposición del Gobierno del estado, por las circunstancias políticas provocadas por la intervención francesa, el 15 de enero de 1863, con categoría de subprefectura, fué agregada Salvatierra al departamento de Querétaro, por efectos de la Ley Sobre División Territorial promulgada por Maximiliano el 3 de marzo de 1865.

Al restablecimiento de la república, Salvatierra recuperó su estatus de 1827; por efectos de la Ley Orgánica para el Gobierno y Administración Interior de las Jefaturas Políticas del estado, del 20 de diciembre de 1891, Salvatierra fué distrito del estado con jurisdicción en Urireo, Eménguaro y Pejo; con la nueva Constitución Política del estado de Guanajuato, promulgada el 16 de septiembre de 1917, Salvatierra adquirió la categoría de municipio del estado, esta categoría, fué refrenda en las reformas del 7 de julio de 1968 y 17 de febrero de 1984; de acuerdo a la Ley Orgánica Municipal, promulgada el 28 de julio de 1989, Salvatierra es ciudad y cabecera del municipio del mismo nombre.

Por jurisdicción eclesiástica, el municipio de Salvatierra ha pertenecido históricamente al arzobispado de Morelia (antiguo obispado de Michoacán), está contemplado su territorio dentro de la zona episcopal número 3 Bajío, denominada De La Luz, que comprende las foranías: 16 de Salamanca, 17 de Valle de Santiago, 18 de Moroleón, 19 de Salvatierra, 20 de Tarimoro y 21 de Huandacareo, estando toda ella a cargo de un vicario episcopal.

La ciudad está dividida en tres parroquias: la de la Luz, la de Capuchinas y la de la Sagrada Familia, además de las capellanías del Oratorio de los Dolores y el templo de Ntra. Sra. de Guadalupe en Las Ardillas, y que, junto con las parroquias de Urireo y Eménguaro, forman la foranía de Salvatierra (la número 19). En la parroquia de Capuchinas está la cabecera de esta foranía. Las parroquias restantes ubicadas dentro del territorio municipal son: Santo Tomás, San Pedro de los Naranjos, Maravatío del Encinal, Ranchito del Salvador, La Quemada, San Nicolás de los Agustinos y El Sabino, todas ellas pertenecen a la foranía número 20 de Tarimoro.

El clero regular fué el primero en llegar a lo que hoy es Salvatierra; los Franciscanos tienen el convento de San Buenaventura, pertenece a la provincia de San Pedro y San Pablo de Michoacán, su casa Provincial está en la ciudad de Querétaro; la orden de los Carmelitas Descalzos tienen el convento de San Ángelo Mártir, pertenecen a la provincia de San Alberto de México, su provincial radica en la ciudad de México, tienen un total de 16 casas en todo el país.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López

Narraciones

“Los Refranes”
Por : R M P

Los refranes, o dichos populares, vienen a ser como una filosofía popular inventados no sabemos por quién ni en qué tiempo. Estos refranes contienen verdades muy provechosas, pues desde luego fueron compuestos por personas muy observadoras y de mucha experiencia en lo referente al comportamiento humano. Casi todos los refranes son como sentencias muy edificantes que la gente no les hace caso o no las toma en cuenta y más bien los refranes se dicen como frases chistosas para hacer reír a los amigos. Sin embargo, conviene tomarlos más en serio, pues nos ayudarían en gran medida para evitarnos numerosos fracasos en este mundo cruel y engañoso.

Vamos a analizar algunos de ellos, por ejemplo este: EL QUE CON LOBOS SE JUNTA A AULLAR SE ENSEÑA. Esto es una verdad, si nos juntamos con una palomilla de malandrines, borrachos, tahúres o degenerados que gustan de la pornografía, parranderos, en fin, con amigos entregados a los vicios que envilecen el espíritu y enferman los cuerpos no esperemos nada bueno de esos amigos o amigas. Para precavernos de tan fatales consecuencias, conviene a jóvenes y viejos, huir prontamente de tan nefastas compañías, pues como dice este otro refrán: “DIME CON QUIÉN ANDAS Y TE DIRÉ QUIÉN ERES”. Naturalmente que si frecuentamos a tipos de mala fama, quiere decir que nosotros armonizamos con esa gente y nadie se equivoca cuando aplican esta apreciación sobre nosotros, pues es exacto.

Entonces, si queremos mantener una reputación aceptable ante la sociedad honesta, debemos seleccionar nuestras amistades a fin de no perturbar la paz social y se nos guarden las consideraciones debidas. Estas reglas deben ser tenidas muy en cuenta en hombres y mujeres de todas las edades y de todos los niveles sociales. Todos los refranes son muy parecidos, pues señalan en forma sencilla los grandes males que acechan por doquier a hombres y mujeres. Otro refrán, sinónimo de los anteriores, es este: “LAS MALAS JUNTAS CORROMPEN”. Sí, es muy cierto. Los malos hábitos son contagiosos, son semejantes a las manías: cuántos muchachos y muchachas han sido corrompidos por gente mala de costumbres perniciosas.

Chicas inocentes han sido engañadas por amiguitas de costumbres perversas y malintencionadas. Mujeres de mente sana ya casadas, pueden ser desviadas del recto camino debido a una mala vecina de conducta inmoral e interesadas en la perdición de tal o cual persona de buenos pensamientos, sin contar las “alcahuetas” que por dinero son capaces de buscar la forma de interesar a una buena mujer, en favor del insano deseo de un hombre inoportuno, de esos que gustan de quebrantar matrimonios bien constituidos, para jactarse de que son muy hombres. .

Por eso, los padres de familia y los esposos deben estar siempre alerta, para percibir cualquier peligro de quienes merodean en su derredor aplicando una disimulada perspicacia, a fin de prevenir cualquier golpe en su contra. Pues la confianza mata al hombre. Por último tenemos este otro refrán: “MAS VALE SOLO QUE MAL ACOMPAÑADO”. ¡Claro!, es mejor andar solo que en compañía de un mal amigo. Cuántos jóvenes se hicieron drogadictos, borrachos, mentirosos, maledicientes, ladrones, plebes, etc., por andar en junta con pandilleros, que abundan en los antros. En cambio, los buenos amigos siempre nos dejan algún beneficio y en momentos de alguna necesidad, siempre nos ayudan y nos consuelan. Un amigo decente, inteligente y culto, nos dignifica y de él podemos hasta recibir alguna enseñanza moral y de buenos propósitos.

Ahora bien, si queremos refinarnos más en este terreno de los refranes y consejos con inigualable sabiduría, basta con leer y meditar “EL LIBRO DE LOS PROVERBIOS” del Antiguo Testamento de la Sagrada Biblia Católica, donde se han formado los más grandes moralistas de todos los tiempos. Pero a condición de que sus enseñanzas se lleven a la práctica. Sus buenos resultados son seguros y en cierta forma son hasta muy amenos dejando un sabor intelectual bastante agradable.

Por cierto, en estos momentos me estoy acordando de un párrafo chistoso, que me está haciendo reír, dice así: “DEL NOPAL SE ACUERDAN DE ÉL SOLO CUANDO TIENE TUNAS”. Esto es muy cierto; cuando el hombre o la mujer tienen dinero, cuántas amistades se acercan a ellos. Todos manifestando mucha amabilidad, ya sea que pidan un favor o simplemente para saludar a los afortunados. ¡Claro! Como reza esta otra verdad: PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO. Si el que tiene dinero es hombre viejo, lo tratan muy bien sus hijos, sus nueras y sus nietos.

Pero si el viejo o la vieja está en la inopia, pobre y enfermo… ¡Dios mío!, qué asco con ese viejo cochino, enfada, fastidia. ¡Ah!, pero si aquella persona es un funcionario de gobierno, le sobrarán invitaciones a comer y a tomarse la copa. Será admirado por todos y él se sentirá volando muy arriba. Aunque en muchos casos dice otra verdad: LA SUBIDA MÁS ALTA SUELE SER LA CAÍDA MÁS LASTIMOSA. Por eso hay que tener presente la filosofía de Sócrates, para no sentirnos lo que no somos.

Curioso fué el siguiente caso: Hubo aquí en Salvatierra un presidente municipal de fechas recientes que llegó a decir: “AQUÍ EN SALVATIERRA, NUNCA HUBO NI HABRÁ JAMÁS OTRO MANDATARIO MUNICIPAL SUPERIOR A MI”. Hasta esos extremos llegó este hombre loco y embrutecido porque sus seguidores rastreros y mentirosos, le hicieron creer tan insensata ilusión.

Yo creo, que muchos chistes y refranes provienen de casos semejantes, por ejemplo este otro, que fué muy cierto y que por muchos años circuló aquí en Salvatierra, fué así: Allá por la década de los años 30 del anterior siglo, tomó posesión del Gobierno Municipal de Salvatierra un ciudadano de nombre Doroteo Espitia.

Un día él y sus seguidores fueron a la cantina principal a tomarse unas copas. Ya a “medios chiles”, el mandatario alzó su copa y dijo: “A ver amigos, díganme: ¿QUIÉN SOY YO?”. El más sobresaliente dijo: “Es usted don Doroteo Espitia”. -No, -contestó el mandatario. El siguiente adulador con melosa voz dijo: “Es usted el hombre más rico y respetado del Barrio de San Juan”. -Tampoco, -gruñó el aludido. Entonces un tercero medio desafiante casi gritó: “ES USTED EL PRESIDENTE MUNICIPAL”. Entonces, al oír tal expresión, el presidente soltó una carcajada y rojo de emoción dijo a sus amigos: “¡CASI NADA…!”

Por muchos años, esta expresión de don Teodoro se hizo dicho en Salvatierra pronunciándolo la gente muy a menudo en las charlas de sobremesa y por todos lados. Así pues, los dichos populares y refranes son como la salsa que sazona los platillos en la mesa. Si se dicen en momentos oportunos haremos mas placenteras las reuniones de amigos.


La Enseñanza del Padre Peña

El Padre Peña se paró en la entrada del salón de clases y todos corrimos a nuestros lugares y guardamos silencio, absoluto silencio. Ya teníamos diez minutos o más de estar echando relajo: nos lanzábamos papeles unos a otros, hacíamos señas burlescas y soltábamos grandes carcajadas.

El padre Tiburcio, encargado de cuidarnos a esa hora, empezó a llamar la atención con calma; después subió la voz, enseguida amenazó, se desgañitó, dio golpes en la mesa y ni así, no había forma de que nos calláramos y nos comportáramos bien. Pero bastó que el padre Peña llegara, cruzara los brazos y adoptara un gesto adusto para que todo volviera a la calma.

¿Qué pasó? ¿Qué poder oculto tenía el padre Peña para logra que le obedeciéramos con una simple mirada, poder del que, por lo visto, carecía el padre Tiburcio? La respuesta a este enigma –que el mismo padre Peña, como buen pedagogo, nos dio- constituye una de las grandes enseñanzas de mi juventud y ha sido de gran utilidad a lo largo de mi vida.

Esto sucedió durante mi segundo año en el Seminario Diocesano de Morelia y nos encontrábamos en lo que llamábamos “horas de estudio” después de asistir por la mañana a una escuela fuera del seminario donde cursábamos las materias propias de una secundaria federal. Esto se hacía con el objeto de que los estudios tuvieran reconocimiento oficial. Por la tarde, en las instalaciones del seminario, se completaba nuestra educación para el sacerdocio mediante la impartición de las materias de latín y español, y además, debíamos dedicar dos horas diarias a estudiar y hacer tareas.

Desde un principio, el padre Peña fué el prefecto, el responsable de la disciplina. Durante el primer año dedicaba todo su tiempo a esta función e incluso nos acompañaba a la secundaria. Al iniciar el segundo año le enviaron un ayudante, el padre Tiburcio –un diácono que se encontraba a prueba antes de tomar los votos definitivos, algo usual en la carrera sacerdotal, al que se podría describir como alguien “bonachón” –ambos se turnaban el cuidado del grupo.

Después de que el padre Peña puso orden, el padre Tiburcio entendió la situación y se retiró. Todos esperábamos un fuerte regaño, al menos, si no es que la aplicación de sanciones. Pero no fué así. El padre Peña respiró hondo y empezó a hablar: “Voy a aprovechar esta ocasión para que aprendas algo que te puede ser de utilidad en tu vida” –así se dirigía al grupo, en segunda persona del singular, un método pedagógico usado por él y que provocaba que cada uno se sintiera especialmente aludido-. Continuó: “¿Te acuerdas el día que llegaste al seminario, cómo me comporté contigo? ¿Por qué crees que lo hice?

Ese primer día, a diferencia de que alguien nos recibiera con los brazos abiertos y nos orientara personalizadamente o por ciudad de procedencia –de Salvatierra llegamos siete- un joven seminarista nos dijo dónde dejar nuestro equipaje y que esperáramos instrucciones en el patio. Ahí estuvimos toda la tarde mientras llegaban los muchachos de otras ciudades de Michoacán y de Guanajuato. El padre Peña pasó tres o cuatro veces muy serio, sin saludar, aun cuando ya conocía a algunos de los nuevos seminaristas. “Ése es el padre Peña, él se va a encargar de nosotros”, nos decían o susurraban los sabihondos que nunca faltan. Y nadie entendía por qué no se acercaba y nos dirigía unas palabras de bienvenida.

Al anochecer nos llevaron a un comedor enorme y al terminar de cenar se apareció el padre Peña en el atril, y con una voz fuerte y gran autoridad nos empezó a regañar: que si algunos veníamos porque creíamos que el seminario era jugar futbol y nadar todo el día, pues ¡que no!, que de lo que se trataba era de cumplir el reglamento al cien por ciento; que probablemente el cura de nuestro pueblo nos había engañado contándonos cosas agradables, que si era así nos podíamos regresar a nuestra casa; que si nos daba “mamitis” (aquí todos reímos nerviosamente) también nos podíamos regresar; que si nos quedábamos era para cumplir el reglamento siempre y en todo lugar. Y remató: “Si hay alguno que se quiera regresar y no tiene dinero para el pasaje, yo con mucho gusto se lo regalo”.

Lo maravilloso es que al contrario de lo que todos esperábamos a partir de este regaño el padre Peña resultó ser una gran persona: amable, inteligente, interesado en los problemas de cada uno, y gustaba participar en nuestros juegos de futbol, deporte para el que era, por cierto, muy hábil. Pero volviendo al salón de clases, el padre Peña siguió con su lección: “Lo hice por algo que se llama ‘primera impresión’, y es la que te sirve para tus relaciones posteriores. Una mala impresión, nunca te la quitas; una buena impresión, siempre queda. Yo busqué y logré contigo una primera impresión de seriedad y de autoridad para que entre nosotros nunca se perdiera el respeto. Y creo que así ha sido.”

Con una sonrisa maliciosa, prosiguió: “Esto es lo que les digo a quienes como el padre Tiburcio vienen al seminario menor, aunque nunca me hacen caso: que primero establezcan una relación de respeto y autoridad. Pero no, ellos quieren caerles bien a todos y llegan queriendo ser amigos de todos. Y ya ves cuáles son las consecuencias”. Y concluyó con las siguientes palabras: “Nunca olvides que siempre va a existir una primera impresión y si te descuidas ésta va a ser una que tú no quieras o no te convenga. Piensa qué impresión quieres que los demás tengan de ti y planea cómo lograrla. Esto te va servir en tu trabajo y en tu vida, siempre”.

Todavía, al recordar esta anécdota que podría denominar “ejemplar”, me admira la capacidad de enseñanza del padre Peña: él logró la conjunción perfecta entre teoría y práctica, e hizo totalmente verosímil un concepto abstracto en el que no es fácil creer. Es lo que se llama buena pedagogía.

Tomada del Libro: “Relatos de Salvatierra y otros lugares”
de: Víctor M. Navarrete Ruiz



El Tranvía

Los tranvías y los trenes fueron una bella atracción en las ciudades que los tuvieron en la época de Don Porfirio Díaz y después de ella.

San Francisco California, fué durante mucho tiempo del dominio español formando parte de la Nueva España y actualmente es un estado importante de los Estados Unidos. Uno de sus atractivos es el tranvía que presta el servicio de transporte a los ciudadanos.

En el sur del Estado de Guanajuato se conservan las estaciones del tren; en Acámbaro tienen una máquina en miniatura de gran belleza.

A los trenes les falta muy poco tiempo para desaparecer como sucedió a los tranvías.

Quedan algunas líneas en funcionamiento, algunos carros son parte de la atracción en las ferias anuales, fotografías de los trenes y tranvías y recuerdos, muchos recuerdos de la Revolución Mexicana y de algunos hechos históricos.

Con los tranvías se conservan los recuerdos románticos y la añoranza de quienes los vieron y los usaron.

En la ex hacienda de San José del Carmen, en la base del cerro Culiacán, estaba la estación de un carrito que a través de los rieles era jalado por cuatro mulas. Era ruidoso y cuando entraba a Salvatierra por la calle Hidalgo, sus rechinidos avisaban a la gente para que subieran aquellos que iban a la estación del tren.

El cascabeleo del carrito de madera y fierro y el ritmo sonoro de las pezuñas de sus mulas, no eran suficientes para el conductor que tocaba unas campanitas para avisar lo que los ciudadanos ya sabían: que podían subir al tranvía para llegar a la estación.

La estación de Salvatierra estaba justo al terminar las casas de la ciudad, en el medio del campo y más allá se encontraba un vivero y campos deportivos.

Entre los terrenos de la Fábrica La Reforma y la estación del tren, hay un campo que ahora es terroso y con abrojos, pero en los años cuarenta y cincuenta esos campos estaban llenos de flores silvestres formando un tapiz de color rosado, blanco y amarillo.

Las muchachas cortaban las flores para adornar su casa.

El colorido del campo se extendía hasta el pueblito de La Esperanza y las orillas del río.

El día domingo la estación del tren era un paseo para los salvaterrenses y para los pueblos y ranchos vecinos.

Allí se vendían las frutas de horno que son panecillos rellenos de picadillo o de dulce, se vendían jícamas cortadas en tiras o en filetes y se les ponía chile molido y queso desboronado y chorritos de limón y vinagre; había dulces en conserva: calabaza, chilacayotes, naranjas, higos, semillas y otras frutas cocidas con azúcar hasta quedar acarameladas. También había algodón de azúcar, elotes, gelatinas y chicharrón.

Los sábados que no había clases, los niños iban a la vía del tren a poner monedas de cobre y clavos que el tren aplastaba; pero iban principalmente a recoger pedernales, que, como ustedes saben, son piedras que se golpean una contra la otra para producir chispas que caían en la yesca para producir fuego.

Algunas personas de los ranchos venían a conocer el tren que hacía el recorrido de Celaya a Acámbaro pasando por Salvatierra.

Entre la tarde y la noche, el tranvía ya cansado transportaba de regreso a los pasajeros que traían los ojos casi cerrados y las ropas polvorientas; las mulas llevaban el paso más lento, las campanillas que el conductor tocaba con menos brío eran opacadas por las primeras llamadas al rosario de los conventos de Capuchinas, el Carmen y San Francisco.

El domingo se estaba muriendo y nadie lo atendía y en las mesas de las casas, el chocolate humeaba junto a las conchas y las teleras.

Así era el tranvía de Salvatierra y cuentan los vecinos de la Calzada que en algunas noches se escuchan las pezuñas ametaladas de las mulas y las campanillas y los cascabeles del conductor.

R R S

martes, 10 de abril de 2012

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Los Grandes Éxitos del Teatro de Revista
(continuación)

Reproducimos el siguiente anatema del poeta Luis. G. Urbina, publicado en El Mundo Ilustrado (junio de 1908).

La tanda es un divertimiento cómodo y barato. Nuestra pereza intelectual, nuestra flacidez moral, nos inclinan naturalmente del lado de un espectáculo frívolo y ligero, que no pide preparaciones previas, ni exige el ejercicio del pensamiento o del sentimiento, sino que, sacudiendo los instintos, excitando las maldades antropológicas, rascando e irritando las innatas perversidades, pone en los labios humanos una risa de fauno beodo y quema un grano de tentación torpe en las almas amodorradas. Las autoridades fruncen de cuando en cuando el ceño y dan órdenes prohibitivas y severas; hacen enmudecer una copla; destierran un epigrama ponzoñoso; retocan una frase cruda; le ponen camisa de fuerza a una mímica picaresca. Pero no cortan, no pueden cortar de raíz el árbol robusto de la tanda. Arrancan ramajes, mas el tronco queda en pie lleno de savia. A su sombra venenosa se tiende el público, displicente y ahíto, pero habituado ya al espectáculo como un mendigo a su bodrio. Nuestras obras nacionales, en el “género chico” hasta hoy, no son otra cosa que imitaciones burdas y tontas de las cacharrerías literarias ultramarinas. Cortamos sobre aquel viejo y corriente patrón, muestra fofa y mal tejida estameña artística. En todas partes hay “género chico” es verdad; sólo que en los grandes centros de civilización no constituye un espectáculo de primer orden. Son en cualquier rincón el refugio del gusto rufián y de la curiosidad extranjera.

Cualquier exceso que saliera del decoro indispensable podía ser reprimido por la dura mano de la censura. Por aquellos años, el Teatro María Guerrero, convertido en “la catedral de los autores del género chico”, presentó la obra del “sicalíptico” joven Carlos Fernández Ortega con bailables y couplets de José Torres Quintero titulada México festivo; el engendro fué suprimido de inmediato por sus frases de doble sentido y sus “calambures” al rojo vivo. Pronto, la empresa corrigió la obra y las familias que se habían ausentado del teatro pudieron concurrir a él sin temor al bochorno.

A principios de siglo, los teatros Principal, María Guerrero y Manuel Briseño acaparaban toda la producción nacional de autores del género chico, pero el Teatro María Guerrero continuó siendo antes y después de 1910 el “templo y palenque” más visitado y popular de cuantos teatros hubo dedicados al género.

Las obras mexicanas, generadas en abundancia, apuntaban hacia todos los temas posibles; en el María Guerrero se representaban El pájaro azul, Frivolidades, El país de la alegría y Don Juan de Huarache con críticas políticas, en el teatro Apolo aparecieron algunas piezas mexicanas como El baño de Venus y El rosario de Amozoc y en el Teatro Díaz de León se presentaba la popularísima Chin chun chan.

En la programación de 1911, aparece ya como zarzuelista uno de los más importantes creadores de música y canciones de revista, don Lauro D. Uranga, autor de la música de “Héroe del día”, “La onda fría” y “El rosario de Amozoc”. Esta última había sido criticada por El Diario, en su edición del 10 de julio de 1910, por hacer mofa del apóstol san Pedro y “desvirtuar con calembours de pulquería la serena belleza del cristianismo”, a más de que su música “no sonaba a nada y pasaba inadvertida”.

Dentro de esta semblanza, no podrían dejar de mencionarse al lado del Teatro Principal y sus famosas tandas de opereta o zarzuela, a los actores, cantantes y personajes preferidos de la primera década de este siglo. Un actor consentido del público fué Anastasio Otero, Tacho, que el año 1910 era el mejor intérprete de los tipos del pueblo mexicano, en particular el pelado arrabalero, y puede considerarse un precursor del personaje “Cantinflas”. Él estrenó en 1904 el “payo” de Chin chun chan; y además de este personaje, inventó un charro muy gracioso en la revista Fiat de José F. Elizondo, así como un peladito arrabalero en el Pájaro Azul; trabajó en el Teatro Principal y en el Lírico, y al lado de Lupe Rivas Cacho creó toda una gama de personajes populares.

En los teatros de barriada, en donde se gestaba el género mexicano, surgieron otros personajes típicos que serían revividos en épocas posteriores. Emilia Trujillo, primera gran triple mexicana, dio realce a personajes de chinas, peladitas e inditas. Su “borrachita” de la revista México nuevo sirvió de modelo a infinidad de imitaciones. Pero la tiple cuyo recuerdo persiste a través del tiempo es sin duda la cantante española María Conesa, cuya presencia constante en los teatros ligeros de México duró más de cuatro décadas. Esta artista, toda una leyenda, célebre por su gracia escénica y agradable voz, tuvo la impecable costumbre de incluir en su repertorio y desde su primera gira un amplísimo muestrario de canciones mexicanas.

El repertorio de los teatros ligeros hasta 1911 permaneció más o menos ligando a los estilos y modas establecidas en el género. Una revista estrenada en 1904 constituyó el prototipo de lo que sería la típica producción de revista: la obra Chin chun chan, con música del español Luis G. Jordá y texto de José F. Elizondo; ingeniosa comedia de errores en un hotel de la ciudad de México con la cómica presencia del embajador de China en México, Chin chun chan obtuvo un éxito inmediato y tan duradero en los teatros de revista, que se siguió programando hasta el año 1946.

Cuando se habla del teatro de revista, la mayoría de los aficionados piensa en una representación con sketches más o menos improvisados, intercalados con una carretada de canciones. En realidad, lo que dio en llamarse “Teatro de revista” abarcaba muy diferentes géneros, estilos e intenciones. Por un lado y en un lugar preponderante, se encontraba la obra de contenido político. Su crítica sagaz, su burla despiadada que durante tantos años sufrieron, a veces con estoicismo y otras con impaciencia, los hombres públicos mexicanos nos da la medida del grado de libertad de expresión y crítica o total ausencia de ella que existió durante los diferentes gobiernos.

La revista México nuevo fué la primera obra de contenido político y como resultado fueron a dar a la cárcel sus autores, Ortega y Fernández Benedicto. Tenemos referencias de una obra puesta en 1907 titulada Rebelión, cuyo tema inspirado en la explotación de los peones del estado de Yucatán obligó a salir de México a sus autores Lorenzo Rosado y Arturo Cosgaya. Otra obra del mismo tenor y perseguida igualmente fué la zarzuela En la hacienda (1907) de Federico Carlos Kegel con música de Roberto Contreras. Su tema era revolucionario y con un tono apasionado llevaba a escena el maltrato de los peones y justificaba el asesinato de un hacendado abusivo.

Al lado de la crítica social, también se hicieron obras que presentaban la alternativa política del maderismo. Dentro de este grupo, hicieron época parodias como El tenorio maderista porque aparecía Madero, Bernardo Reyes, Porfirio Díaz y otros personajes del momento.

Los años más violentos de la Revolución no dejaron de ser glosados en revistas que, aparentando ligereza y despreocupación, no dejaban de arriesgarse tomando partido por uno u otro bando. El 14 de mayo de 1913, en pleno huertismo, José F. Elizondo y el músico Rafael Gascón estrenaron El país de la metralla. Tras de estruendoso éxito en numerosas representaciones, Elizondo se vió forzado a huir a La Habana a tiempo que Gascón, oculto en su domicilio, perdió la razón y falleció poco después.

(continuará…)

Rincón para niños

Pintura

Este poema es a la pintura,
al artista que pintó la Mona Lisa,
que pintó una pera,
al que pintó una sonrisa.

Un pintor no es aquel que pinta por pintar,
sino el que pinta el futuro y quiere soñar,
el futuro que todos quieren cambiar,
el futuro que pronto ha de llegar.

Gracias Da Vinci por pintar la Mona Lisa
por pintar tu sueño,
ojalá tu trabajo te haya dado una sonrisa,
ojalá tu sueño no haya sido en vano.

G T R R
(11 años de edad)


Yo no sé

Yo no sé qué pasará mañana,
yo no sé qué pasa hoy,
pero de una cosa estoy seguro:
que Dios está conmigo
porque ahora estoy vivo.

Yo no sé qué pasará mañana,
yo no sé qué pasa hoy,
yo no sé si se acabará el mundo
o me acabaré yo.

Yo no soy adivino,
yo no soy mago,
yo soy un niño
que confía mucho en Dios,
y que tengo alma de niño.

Pero yo sí estoy seguro de algo:
de que si todos los niños del mundo
nos ponemos a estudiar,
el día de mañana
seremos y dejaremos un mundo mejor.

G T R R

El Rey que fué a Cachemira

Muchos años ha, un príncipe y una princesa de la India se enamoraron, pero sus padres estaban en guerra y los enamorados se escaparon juntos y se ocultaron en un espeso bosque.

Más he aquí que, cuando por la noche estaba el príncipe buscando alimento, un bandolero se llevó a la princesa. Una vez en su cueva, metió en ella a la joven y se echó a dormir; ella se levantó, ató fuertemente al ladrón y disfrazándose con su traje, montó a caballo y corrió en busca del príncipe. Cabalgó toda la noche sin encontrarlo, y a la mañana siguiente llegó a la gran ciudad de Cachemira.

Estaban sus calles llenas de gente que contemplaba ansiosamente a un elefante. Era la causa de ello que el rey de la ciudad y toda su familia habían muerto y el pueblo deseaba encontrar un nuevo rey que lo gobernase. Ahora bien, era creencia común en la India que un elefante en libertad podía indicar quién era de sangre real, y por esto habían soltado a uno de estos animales, en espera de que reconociera al futuro monarca.

Con gran sorpresa de todos, el animal se dirigió a la princesa disfrazada y se arrodilló ante ella. El pueblo rompió en gritos de alegría y conduciéndola al palacio la coronó de rey. Púsose ella vestiduras reales y nadie pensó que no fuera hombre.

Pero cuando un día el príncipe pasó por la ciudad en su busca, ella dijo al pueblo la verdad; éste, contento con su sabia dirección, no mostró disgusto alguno, sino que hizo rey al príncipe, el cual se casó con la princesa, que siguió ciñendo la corona real.

30 de Abril
¡Feliz Día del Niño!

Algo mío

La Niña Triste

Son sus ojos encendidos como el sol,
su sonrisa es un alegre cascabel,
y al oír el tierno acento de su voz
siento un dulce cosquilleo aquí en mi ser.

Es graciosa y tan bonita cual botón
de una rosa que comienza a reventar,
pero el alma se estremece de dolor
cuando sola en un rincón la veo llorar.

Se me llena de tristeza el corazón
cuando miro sus ojitos lagrimear
por la falta de cariño y comprensión
que en la gente que es mayor no puede hallar.

En el mundo hay muchos niños como tú
que son víctimas de seres sin amor,
que descargan sin piedad en la niñez
su impotencia, su coraje y su rencor.

No estés triste mi niña
ven conmigo a jugar,
deja el llanto y sonríe
que tu risa es mi paz.

Porque ya no estás sola
pues tu amigo yo soy
yo te cuido y te cuida
desde el Cielo el Señor.

Mario Carreño



Biografía

Jesús Romero Flores

Jesús Romero Flores nace en La Piedad el 28 de abril de 1885. Realizó sus primeros estudios en su ciudad natal, para después trasladarse al Seminario de Morelia y terminar sus estudios profesionales en el Colegio de San Nicolás, de donde obtuvo su título de Profesor de Instrucción Pública. Al regresar a La Piedad fundó la escuela particular Colegio León XIII. Desde sus años de seminarista comenzó a publicar poemas en El Bien Social y en La Libertad; ya en su ciudad fundó los semanarios Don Quijote y El Distrito.

En 1906, Don Quijote convocó a un concurso literario y, como se suspendiera el periódico, el concurso no llegó a realizarse, por lo cual Donato Arenas y José Gallegos publicaron el siguiente soneto a Romero Flores:

¡Jesús!.. así exclamaba leyendo tus “Celajes”
hambrientos de matices, por más que te sonrojes.
(Si oírlo te molesta, no es bueno que te enojes:
ya sabes que entre “puetas” las bromas son salvajes)

Romero que a “los montes azules” hacen viajes,
donde a tu “musa pálida” de los cabellos cojes…
Jesús Romero, amigo, no es bueno que te arrojes
a promover concursos y que después te rajes.

¿Flores? También las riegas. En el bregar no cejes,
mentor infatigable que a la niñez diriges;
la polka japonesa preciso es que ya dejes;
Olvida el baile exótico, no escribas versos mijes;
que te dirán los zoilos, si sales de tus ejes:
Jesús Romero Flores, ¿por qué no te corriges?

Sin embargo, a pesar de esos deslices, siempre se ha reconocido a Romero Flores como un poeta en toda la extensión de la palabra, quien supo cultivar con sabiduría la belleza en sus versos.

LA CASA DE MIS TÍAS

Hoy volví a ver la casa de mis tías
en la mansa quietud de la plazuela
de mi ciudad y recordé los días
de infancia, a la salida de la escuela.
Con sus pesados muros
su sombra la parroquia proyectaba;
a otro lado se alzaba,
con su sombrío portal
de cárcel y la Casa Consistorial.
Yo era pequeño, e iba
al hombro mi bolsillo
de percal despintado,
donde a veces guardaba algún membrillo
un “Fleury” y un “Amigo” deshojado.
¡Qué olor de vieja casa conventual!
Con amplios corredores,
en donde siempre tristes y sombrías
deambulaban mis tías:
doña María Josefa, doña Antonia,
Doña Mariana (que era mi madrina)
doña Librada, todas con su cara cetrina
y con su falda de amplia crinolina.
Tarde por tarde yo me detenía,
trasponiendo el lumbral de la cancela
al volver de la escuela…
¡Y qué cosas aquellas que veía!
En el amplio portal una bordaba
algún paño de altar, o corporales,
con un dibujo caprichoso y vario;
mientras una leía a Francisco de Sales,
otra en silencio hacía
ramos para la fiesta del Rosario
Cuando había visita
esta era de Fray Luis de Portugal:
se abría entonces la espaciosa sala
con muebles de caoba y malaquita;
y, bajo sus capelos de cristal,
santos de Guatemala
adornados con flores
y múltiples esferas de colores.
Todas en el estrado se sentaban
y sólo al contestar la vista alzaban;
se comentaba el último sermón,
contábanse milagros
de San Judas Tadeo o San Ramón
y de San Malaquías
se hablaba de las santas profecías.
Yo embobado escuchaba
tanta sutil historia
que el tiempo desterró de mi memoria.
Cuando el sueño me hacía cabecear
llevándome a mi casa a descansar.
¡Oh la vieja casona de mis tías,
en la quieta plazuela,
que me hace recordar aquellos días
de infancia, a la salida de la escuela!

Leyendas

El Encuentro

Era el 6 de diciembre de 1899, faltaban escasos 25 días para que terminara el siglo XIX. En la ciudad de Huamantla Tlax. recibía la ordenación sacerdotal Federico Escobedo.

Salvatierra prometía mucho, contaba con dos fábricas textiles: “La Reforma” desde 1845, y la de “Batanes” desde 1880. La primera fundada por Don Eusebio González y la segunda por Don Juan Argomedo. el ferrocarril había llegado por primera vez en 1882. A unos meses de despertado el siglo XX; en 1900 se introdujo la luz eléctrica producida por los hijos de Argomedo en Batanes, en lo que hoy es el Seminario Menor de “Cristo Rey” de los sacerdotes Operarios del Reino de Cristo. Para 1908 el jefe político Don Enrique Montenegro empezó a construir el Mercado Hidalgo, en lo que había sido la Plaza de los Perros, fué inaugurado en 1910 y se terminó su fachada en 1912.

Pero llegó el movimiento revolucionario que sacudió a todo México, por ende, a nuestra ciudad. La región era asolada por el gavillero Inés Chávez García, que llegó hasta el pueblo de San Nicolás de los Agustinos. El bandolero salvaterrense Sacramento Vieyra sembró el pánico en los pueblos de Santiago Maravatío y San Pedro de los Naranjos. Y Benito Canales hacía de las suyas en el norte del municipio, sin embargo los salvaterrenses siguieron trabajando y el “Teatro Ideal” fué inaugurado en 1914.

Todavía no salíamos de las luchas intestinas por el poder en el país, cuando llegó el conflicto cristero y la consecuente suspensión de cultos, los templos fueron cerrados quedando en manos de juntas de vecinos a partir del 1 de agosto de 1926. El curato hizo entrega de los objetos valiosos a Don Jesús Nieto para su cuidado y resguardo. El párroco Don Rafael Lemus buscó refugio en el curato de Pénjamo. Al año siguiente, otro salvaterrense el Dr. Jesús Guisa y Acevedo, perseguido por sus ideas, buscó refugio en los Estados Unidos, donde permaneció hasta el término del conflicto.

La feligresía salvaterrense se conmocionó en 1928, con el martirio y muerte del sacerdote franciscano Fray José Pérez, que fué velado en el anexo al templo de Santo Domingo, recibiendo cristiana sepultura en nuestra ciudad.

Todos estos hechos fueron más llevaderos gracias a la prudencia y sapiencia del entonces Presidente Municipal, el Dr. Díaz Barriga.

Con el correr de los años llegó 1939, con ello, la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de la Luz. Ese 24 de mayo en la noche, en la velada cultural que se ofreció en el “Teatro Ideal”, se dio la magia del encuentro de salvaterrenses, magia de reflexión y comunión con Salvatierra, y su Protectora. El retórico discurso de Don Jesús Guisa y Acevedo; la poesía del Padre José de la Luz Ojeda; y la presencia del humanista y Arcade Romano Don Federico Escobedo. Hoy, a casi sesenta años de esa noche, ¿no necesitaremos los salvaterrenses otro encuentro, para poder prometer algo en este fin de siglo, como hace cien años?. Ojalá se volviera a repetir aquella velada.

Leyendas Tomadas del Libro: “Leyendas, Cuentos y Narraciones de Salvatierra, Recopilación” de Miguel Alejo López


La Perla de La Angostura

Viejas crónicas prehispánicas de la región recogidas y perpetuadas por los primeros misioneros y pobladores llegados al Valle de Guatzindeo, nos trasmiten una bella leyenda de estas tierras. El fértil valle rodeado de bellos cerros y montañas, atravesado en toda su magnitud por el imponente río Tololotlán o Chilchahuapan -hoy Lerma-. Fué lugar de encuentros y desencuentros entre los pueblos de razas y costumbres diversas que en él confluyeron.

El gran río era una frontera natural; al sur Mesoamérica, donde habitaban los refinados y cultos tarascos en su bien organizado Reino de Michoacán; al norte Aridoamérica, donde moraban pueblos nómadas de costumbres bárbaras, conocidos genéricamente como chichimecas.

Mientras las leyes y costumbres de los tarascos estaban destinadas a mantener el orden social; las normas de convivencia de los chichimecas lo eran para la supervivencia en función de los alimentos existentes.

Estos últimos se organizaban en pequeñas bandas nómadas, sobreviviendo con los frutos y raíces silvestres que las mujeres recolectaban y el producto de la caza que realizaban los hombres.

Eran diestros en el manejo del arco y la flecha, dormían en el suelo o hasta en pantanos, vestían pieles o andaban desnudos sin bañarse y con la cara pintada o rayada. Sus costumbres hoy nos llenarían de pavor o de indignación moral, eran crueles rayando en lo espartano; si nacían gemelos, al más débil lo abandonaban para que muriera presa de las inclemencias del medio; si nacía con algún defecto físico sufría igual suerte; si por desgracia la madre moría en el momento del parto, se le enterraba con el recién nacido aún vivo, pues no había quién se hiciera cargo de él.

Pero el valle era lugar de confluencia de razas y el gran río su frontera. Como tal y como todas las fronteras del mundo, lo mercantil no podía faltar. El comercio es el mecanismo por excelencia para que el hombre se allegue bienes y cosas para satisfacer sus necesidades.

A orillas del Tololotlán se realizaba esta actividad según costumbre era cada mes en la noche de luna llena. Los tarascos traían peces, conchas y moluscos frescos de Pátzcuaro, jícaras matizadas de colores y frutas exóticas de la Tierra Caliente recibiendo a cambio de los chichimecas: sal, ayates y pieles, cuentas de ópalo de la Sierra Gorda y saetas de obsidiana. Este comercio se realizaba por trueque; es decir, cosa por cosa.

En una noche de tianguis en la que la luna brillaba como nunca, unos nobles tarascos vieron a una hermosa joven chichimeca asomándose entre los sabinos del río. A la luz de la luna se dejaba ver la silueta de la muchacha de formas exquisitas coronadas por una hermosa cabellera negra, que le caía sobre los hombros, dándole un aspecto atractivo y enigmático.

Los nobles pensaron que la hermosa chica era digna de ser una de las mujeres de su rey. Decidieron comprársela a su padre a cambio de una hermosa perla de gran tamaño.

El trato se cerró.

De la muchacha nunca se supo más, pero el padre lleno de remordimientos caminaba las noches enteras sin rumbo fijo, llevando fuertemente apretada en una de sus manos la perla que le habían dado a cambio de su hija, sin que su recuerdo se borrara de su mente.

Una noche, desesperado caminando por el campo, se detuvo en un pequeño montículo de piedra, en el silencio de la noche vió la inmensidad del valle y las imponentes siluetas de los cerros que lo rodean como celosos guardianes. Con todas sus fuerzas y gritando lastimeramente lanzó al vacío la hermosa perla que tantos y tristes recuerdos le provocaba.

Dicen las crónicas que en el lugar donde cayó la perla, nació un hermoso manantial de aguas claras y frescas que apagaron la sed de los habitantes del valle.

Así brotó y así nació nuestro venero de la Angostura.

La Calle de las Ánimas

Era de madrugada en una de esas calurosas noches de mayo cuando las lluvias todavía no llegan. Delfino caminaba presuroso por la acera de nuestro atrio parroquial, tomando la Calle de Juárez rumbo a la clínica del Seguro Social, había tenido qué salir de emergencia de un retiro espiritual que estaba tomando con sus compañeros del grupo cristiano al que pertenecía, le avisaron que su esposa estaba enferma y había sido internada en ese lugar.

Cruzó la Calle de Manuel Doblado, frente a la Plaza de Toros, se le apareció de pronto un gran perro negro, tenía los ojos enrojecidos como brazas de carbón y mostraba un hocico blanco de espuma lista para arrojarse sobre él.

Delfino sintió un frío extraño en su espalda, sus cabellos se pusieron tiesos y se le enchinó la piel. Lo único que atinó a hacer fué apretar con toda la fuerza de su mano el Cristo que pendía de su cuello, era el que usaba en sus reuniones de Cristiandad. Como por arte de magia, dando un fuerte alarido de dolor, el perro desapareció en veloz carrera rumbo a la carretera.

Este tramo de la Calle Juárez comprendido entre la de 16 de septiembre y la carretera, data casi inmediatamente después de la fundación, cuando se hizo el reparto de solares entre los primeros pobladores. Se le conoció primero con el nombre de Calle de Maguelles por más de medio siglo. Con motivo de la secularización del curato tomó el nombre de Calle de la Luz, nombre que duró unos treinta años hasta 1808 aproximadamente.

Por esos años del siglo XIX, a esta calle se le empezó a conocer como la Calle de las Ánimas, por los sucedidos que en ella acontecieron y que paso a relatar. En una vieja casona de adobe y teja aledaña al Pantano de Cantarranas, nombre con el que se conoció por muchos años a un baldío ubicado en lo que hoy es la Plaza de Toros, se había asentado una congregación de adeptos al espiritismo y los ritos satánicos.

Tal cofradía tenía muchos socios y socias, casi todas de edad madura, teniendo como rasgo común; ser mediocres, fracasados y renegados.

Por esos días llegó al Convento de los Carmelitas Descalzos en Salvatierra, un sacerdote joven que al decir de la gente poseía dones extraordinarios, entre ellos; carismático, ahuyentador de demonios y de espíritus del mal. El fraile pronto se dio cuenta de la existencia de tal congregación, decidiendo desterrarla para siempre de Salvatierra.

Se presentó a una de sus reuniones disfrazado de un viejo pordiosero, entre la penumbra de la sesión pudo observar que un ser extraño la presidía. Llegado el momento más importante del rito, el fraile sacó de entre sus ropas un Santo Cristo, levantándolo enseguida con su mano derecha y pronunciando fuertemente unas palabras ininteligibles para todos los presentes.

Exhortó al espíritu del mal a abandonar el lugar y a la congregación, enseguida se escucharon fuertes truenos y gemidos lastimeros entre destellantes relámpagos rojos y amarillos.

Pasado esto, los asistentes a la reunión se arrodillaron ante el Cristo que portaba el fraile, juntos se arrepintieron y oraron para suplicar el perdón del cielo por semejantes actos. Para ahuyentar el mal, se decidió encomendar esta calle a las Ánimas Benditas del Santo Purgatorio, de ahí su nombre que perduró casi cien años.

El perro no es más que uno de esos espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas, buscando adeptos ahora que la calle ha perdido su nombre.

Leyendas Tomadas del Libro: “Leyendas, Cuentos y Narraciones de Salvatierra, Segunda Parte” de Miguel Alejo López

Los Carcamanes

Hace más de siglo y medio que vinieron a establecerse a esta ciudad dos hermanos extranjeros procedentes de Europa, según se decía por entonces. Su apellido Karkaman fué degenerado en “Los Carcamanes” para referirse a ambos.

Su ocupación de comerciante, pronto los hizo muy populares. La casa en que vivieron, aún puede verse al fondo, a la izquierda, de la que se llama Plazuela de San José, por su proximidad al Templo de este nombre. Es una casa de tres pisos, de la cual los hermanos ocuparon el entresuelo.

La vida transcurría tranquila y bonancible para los hermanos, pero un mal día, al amanecer la mañana del 2 de junio de 1803, ocurrió como reguero de pólvora la noticia de que los vecinos habían encontrado los cuerpos yertos de los hermanos “Carcamanes”. Y cuentan cuando entraron a la casa que se hallaba abierta, el cuadro que se ofrecía a su vista era horrible, trágico y espeluznante.

Un doble asesinato para robarlos, fué la primera hipótesis que se formó en torno a su inesperada muerte. Sin embargo, la realidad fué otra. Una joven también bella como frívola que allí vivía, fué hallada también con una tremenda herida en medio del corazón esa misma mañana del 2 de junio, la frívola doncella sostenía relaciones amorosas con los hermanos, Arturo y Nicolás.

El primero, poseído de profunda cólera, esperó a que llegara el segundo y, como acontece en estos casos, ni el parentesco ni la vida en común a través de los años fueron obstáculo para que ocurriera la terrible tragedia.

En ciega e iracunda pelea se trabaron los “Carcamanes”, de la cual quedó tendido Nicolás. Arturo, a pesar de hallarse muy mal herido, apoyándose en la pared con las manos ensangrentadas llegó hasta donde vivía la infiel y en su propio lecho la asesinó, volviéndose luego a su casa, donde se suicidó con la misma arma homicida.

Tomada del Libro: “Leyendas de Guanajuato, Historia y Cultura”

Poesías

La Vida Sigue


Que no me tumbe el odio,
menos el rencor,
ni aquella tristeza,
ni aquel dolor.
Porque existe la vida
como sigue el amor
y nada se termina
mientras exista “Dios”.

Son grandes los mares
y todos los ríos
y no se han secado,
siguen siempre activos.

Florecen los cerros,
aquellos más muertos,
dan sus florecitas
aún los desiertos.

Y dan su perfume
que sube hasta “Dios”
la ruda y retama,
el mirto, el cedrón.

Todo es armonioso
bello, esplendoroso
el cielo estrellado
el sol luminoso.

El cuerpo descansa
al anochecer
y vuelve el movimiento
al amanecer.

Que siga la vida
con sus mil colores
con sus noches bellas
y sus ruiseñores.

Y yo enamorada
de este hermoso ser
rezo el Padre Nuestro
al anochecer.

I S J.


Tiempo de Perdón


Es la mano del frustrado anhelo
del que nunca amó y tiene celo
es el que su alma ruda entristecida
porque nunca logró vencer la vida.

Es el pensamiento malo,
de aquel que nunca amó a su hermano.
Es en total que no logró su anhelo
y estrujó en su pecho, su brutal despecho.

No pensó en el tiempo limitado
en que mejor es salir vencido
y buscar otro tiempo para vivir en paz
y no desesperado.

I S J.

Petición

No me aleje Señor de tus destinos,
ni esté sediento de placeres vanos,
porque frágiles somos los humanos,
que olvidamos designios tan divinos.

Que me duela Señor ver los espinos,
que a tu frente ciñeron los romanos,
sean tus llagas estampas en mis manos
y me hiera la piedra en los caminos.

Contrito ante el altar esté contigo,
de dolor exhalar si es necesario,
sé para mí ¡Mi Dios! como un amigo.

No me dejes estar tan solitario,
ni dejes que me aceche el enemigo,
ayúdame a llegar a tu santuario.

J. D S R


¿Qué Miras en el Pobre…?

¿Qué miras en el pobre, Jesús mío,
sino su pequeñez y su torpeza?
Y sin embargo le abres tú la presa
de tu amor y lo inundas como un río.

Soy ese pobre y con escalofrío
miro que ingrato te cerré mi pieza,
menosprecié tu amor y tu riqueza
y me quedé desnudo, muerto y frío.

¿Cómo pude negarme a tal amor
y tal riqueza despreciar perdido
si eres mi única herencia tú, Señor?

Perdona que tan cruel te haya ofendido
y con tu gracia abre mi corazón
a la ternura de tu amor herido.

Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón




“No me mueve, mi Dios”

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor de tal manera
que aunque no hubiera cielo yo te amara,
y aunque no hubiera infierno te temiera.
No me tienes que dar por qué te quiera,
porque aunque cuanto espero no esperara
lo mismo que te quiero te quisiera.

Fray M de G


Los Niños

Una ves estaba en un lugar
observando a unos niños que jugaban;
corrían uno tras otro y saltaban
tomados de la mano hasta formar
un círculo y luego así cantaban:

“Papito Jesús, Te queremos ver,
llévanos al Cielo, Te queremos conocer;
porque somos niños, Tú nos quieres bien,
nos das alimento, nos das de beber.

Cuida a mi mamita, socorre a papá,
los queremos mucho, nos aman también;
Papito Jesús, a todos los hombres
hazles entender que los amas mucho,
que se porten bien.

Que ya no haya guerras, que no haya rencores,
nosotros los niños, seremos mejores.

Diosito querido, Papito Adorado
bendice a los niños, a quien amas tanto
queremos un día, estar a tu lado”.

Me quedé conmovido al escucharlos,
la inocencia de un niño es admirable;
sólo el ruego de un niño logrará
que el amor en el mundo se propague.

Jesús ama a los niños
con gran predilección;
quien su inocencia agreda
con maligna intención,
jamás en la otra Vida
recibirá el perdón.

Los niños son como árboles pequeños,
ayúdalos a crecer fuertes y sanos
y así puedan vivir: sirviendo a Dios
a la patria y a sus hermanos.

J. E R B.

Primavera en Otoño

Llegó por fin la primavera
cargada de perfumes y de cantos;
las flores de vastísimos colores
alegran nuestros campos y jardines;
los pájaros se ven alborozados
con cantos cual si fueran mil violines.

La lluvia entre los montes forma arroyos,
llevando en su caudal el agua fresca,
que mitigue la sed de los ganados,
y hará que nuestros campos reverdezcan.

En este marco esposa mía,
en un mes de abril soleado y bello,
unimos ante Dios los corazones
y entre el tuyo y el mío se formó
un solo corazón, colmado de ilusiones.

Cuarenta y ocho años han pasado,
Dios nos ha permitido llegar a ellos,
sigues siendo mi amor, tan esperado,
Dios nos premió con unos hijos buenos,
que con gran devoción nos han amado.

Se siente en nuestro Hogar tu gran presencia
y el calor maternal que tú le infundes,
y cuando alguna vez de él te ausentas
cuando algún imprevisto lo requiere,
se siente la nostalgia de tu ausencia,
y con la soledad, todo es tristeza.

Quiera el Señor que estemos tan unidos
como cuando vivimos nuestra boda,
han pasado los años y seguimos
recordando los dos aquella historia;
el Señor es el dueño del Destino;
a Él amarnos por siempre prometimos.

J. E R B.

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