Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

viernes, 1 de febrero de 2013

Biografía

Luis M. Campos

Luis M. Campos nació en Angamacutiro el 3 de mayo de 1913. Por un breve tiempo fue alumno del Seminario de Morelia; estudió en la Escuela Normal y obtuvo su título de profesor; más tarde se inscribió en el Colegio de San Nicolás y en la Escuela de Leyes; como abogado desempeñó varios empleos, tanto en el ramo civil como en el militar; fue gerente del Colegio Nicolaita en dos ocasiones. Tu trabajo poético apareció en periódicos dedicados a los campesinos y obreros; participó en Juegos Florares, en donde obtuvo varios premios. En forma de folleto o libros se publicaron: Canción del amor inmarcesible; Grito de admonición y de combate; Acuarela de la vieja Antequera; Arenga lírica y Nuestro Señor Don Quijote. Toda su obra se ve enmarcada en el género de poesía socialista o revolucionaria. El Lic. Campos falleció en Morelia el 15 de febrero de 1971.

El Poema Sinfónico

La espumosa canción que ayer te diera
a beber en el verso, está olvidada
como las noches gélidas,
como las alboradas
que imprimieron sus huellas misteriosas
en las azules páginas
de las horas coquetas,
que serpentearon como fuente clara,
para perderse silenciosamente
en el remanso gris de las distancias.
Mi canción, el presagio
que a ti se acerca con abiertas alas,
quiere tener sabor añejo
como el vino de Málaga;
o bien, en el calor del mes de mayo,
ser cantarito de agua,
¡cantarito de barro humedecido
por tu beso febril, Guadalajara!
Te palpa en el undívago horizonte
mi perspectiva vaga,
como sobre la charca del silencio
se adivinan las sedas perfumadas
de los romanticismos enfermizos
y las horas pasadas,
¡imágenes vivientes de mil labios!
¡fuentes inagotables de fragancias!
¡Que te palpen mis sueños!
¡Que te abracen mis ansias…!
En las vegas floridas del recuerdo
me arrullan manos pálidas,
envidia de las nieves
de las alboradas.
Los lagos musicales de mi tierra
beben la noche inmensa en tus miradas
y con la sombra de esa noche regia,
-mansión iridiscente y perfumada-
construyen en el hueco
de sus panidas flautas,
la canción polifónica del viento,
ungida con los besos de sus aguas.
Bebe entonces. Mi verso hecho de barro
es cantarito de agua
que bien puede calmar tu sed de ensueño
tras de una larga
y funeral jornada,
por sus yermos de todas las angustias
y los senderos de la noche ingrata.
Se inclinan reverentes mis estrofas
para decirte: pasa,
y deponen mis ímpetus de lucha
y ante tu alcurnia rasgan
sus viejos estandartes,
y para ver la rara
joya de esos tus labios incitantes
sumisamente se apagan
sus antorchas de rojas floraciones
y sus gritos de invictas barricadas.
Bebe entonces, morena taumaturga;
bebe entonces, sinfónica y preclara
ciudad azul,
como remanso de agua
de los lagos sonoros
de mi tierra tarasca.
Si la vida es beber, bebamos sueños
que así se seca el cauce de las lágrimas;
si la vida es beber, bebe recuerdos
que así se acortan todas las distancias;
si apurar es la vida, hagamos siempre,
de la cumbre gigante y la hondonada,
y del dantesco grito de las sombras,
y las virutas de la aurora pálida
y las migajas del ocaso anémico,
un cantarito de agua;
cantarito de barro humedecido
por la fragancia de una boca lánguida,
y la miel del arrullo que revienta
triunfal en la garganta,
y la liturgia mágica del beso
en que envuelves tú, Guadalajara.
Seamos dos perspectivas que se adueñan
y que borrando la distancia se aman;
que mis versos sean bridas de tu anhelo
y tus trenzas me sirvan de canana…
seré clavel de fuego de un disparo
que ya sueña en hacerse barricada,
que decapite al Cristo de burgueses
y subliminice al Cristo de los parias.


Algo Mío


Una Sola Mirada

Con solo una mirada de ternura
me supiste robar el corazón,
y te amé intensamente con locura,
con la locura del más grande amor.

Mujer que me hechizó
con su mirar
lleno de amor.

Mujer que perfumó
mi corazón
y mi dolor.

Tú fuiste como un sol
que con su luz
me iluminó
y así la oscuridad
de mi existir
se disipó.

Tu divino calor
tendió la paz
que me envolvió

Y mi queja por ti,
en un cantar
se convirtió

Mario Carreño

Historia

Salvatierra, una Lectura Profana
Historiografía de la Fundación de la Ciudad

Conforme a lo dispuesto por la Real Cédula dada en Cuenca el 12 de junio de 1642, para conceder títulos y privilegios a varias poblaciones; más la solicitud de don Agustín Carranza y Salcedo y el ofrecimiento de don Gabriel López de Peralta de las tierras del Mayorazgo de Tarimoro, el 9 de febrero de 1644 el virrey don García Sarmiento de Sotomayor; Conde de Salvatierra y Marqués de Sobroso firmó el ordenamiento para la fundación de la Ciudad, declarando:

“Por el presente, en nombre de su Majestad y como su Virrey y Lugarteniente, concedo licencia y facultad para que en dicho puesto y congregación del antiguo Pueblo de Chochones, se funde una Ciudad de Españoles, conforme a la traza que se diese con toda policía, que se intitule y llame la “CIUDAD DE SAN ANDRÉS SALVATIERRA”.

El 31 de marzo se presentó el título a don Lope de Monsalve y Armendáriz, Caballero de la Orden de Santiago, Alcalde Mayor de la Villa de Celaya, quien obedeció el decreto, mandando se guardara y se cumpliera, sacando testimonio para los autos de Cabildo.

El día siguiente, 1 de abril de 1644, el Escribano Real don Felipe Santiago presentó la orden de la fundación a don Juan Izquierdo, quien fungía como Teniente de Alcalde Mayor en Guatzindeo y de inmediato procedió a la ejecución. Seguramente con el repique de las campanas de la antigua iglesia de San francisco y el insistente pregón den un tambor, como se acostumbraba hacer para promulgar en voz alta los asuntos de interés público, se reunieron los vecinos en el sitio conocido como La plaza del Pueblito de Chochones, ubicado entre el molino de Gugorrón y la iglesia de San Francisco.

El padre fray Diego Díaz, procurador y guardián del convento, celebró la misa al Espíritu Santo y predicó el padre fray Agustín de la Madre de Dios, lector del convento de Celaya de la Orden de las Carmelitas Descalzos, pasando los asistentes a la casa de don Juan Izquierdo, que se encontraba en el sitio que ocupa actualmente el convento de San Francisco donde se celebró la primera sesión de cabildos y elección de Alcaldes Ordinarios, quedando integrado el primer Justicia y Regimiento de la Ciudad de Salvatierra.

Don Gabriel López de Peralta, al recibir el despacho donde se le nombró Corregidor y Teniente de Capitán General y Renta de las Alcabalas, giró un oficio el 22 de febrero de 1644 a don Gonzalo Tello de Sandoval, quien estaba comisionado por el Ayuntamiento de la villa de Celaya, para gestionar la composición de tierras y aguas. Don Gabriel, con carácter de Corregidor, solicitó quedar exento del pago correspondiente a la composición de las tierras que tenía en el Valle de Tarimoro y Chichimecas, por los servicios prestados para la fundación de la nueva ciudad. Por el dictamen pronunciado por la Real Audiencia, en que aprobó aquella solicitud, se reconoció la inclusión de las tierras de valle de Guatzindeo, lo que representaba un gasto de 20 mil pesos de oro común.

San Andrés de los Chochones

Donde hay agua, luz y tierra fértil, sólo puede haber hombres de bien. El sol quemó la piel de sus hijos para que labraran la inmensidad. Chichimecas, purépechas y posteriormente los indios de Oaxaca, lograron un accidentado sincretismo que no opuso resistencia a la colonización, porque eran hombres de trabajo. Consultando varios testimonios, se deduce que a mediados del siglo XVI los chochones fueron un pueblo fundado por 4 indios procedentes de Oaxaca, que ayudaron a la pacificación de la Provincia Chichimeca.

De acuerdo con Rogelio Martínez / IGABE, en la población de Santa María Nativitas, ubicada en el corazón de la Mixteca, sus habitantes son chocholtecos, y su rasgo distintivo es su fe hacia la Virgen de la Natividad. Los chochos, chocholtecas o chochones se llaman a sí mismos “runixa ngiigua”, que significa “los que hablan el idioma”.

Como ya es una costumbre y tradición, los habitantes de Santa María Nativitas o bien chocholtecas, festejan su feria patronal en el mes de septiembre en honor a la Virgen de la Natividad, para lo cual no les importa gastar una gran cantidad de dinero; los chocholtecos mantienen algunas de sus creencias y rituales antiguos, y aunque practican el catolicismo, veneran a seres sobrenaturales, como los señores o “dueños” de cerros y manantiales, la madre Tierra, los dioses de la lluvia y el viento, y la deidad asociada con la Luna.

Ciudad

Con la tarde de los tiempos, Salvatierra fué considerada como una ciudad casi exclusiva de españoles, lo que facilitó que el 1 de abril de 1644 se le concediera el título de Ciudad de San Andrés de Salvatierra, en virtud de las ordenanzas expedidas el 9 de febrero del mismo año por el Virrey García Sarmiento de Sotomayor. Fué la primera Cédula Real dispensada para una ciudad perteneciente al actual Estado de Guanajuato, por Felipe IV, Rey de España.

Conocido es que los pobladores hacían sus escudos de armas, con las obligadas dispensa, y que en ellos se ponían los símbolos que representaban a las comunidades.

Miguel Alejo López, Cronista de la Ciudad de San Andrés de Salvatierra, lega un impresionante trabajo sobre los secretos heráldicos del escudo. Nos dice que fué en enero de 1828 cuando el escudo fué adoptado por los vecinos, y precisa que el cuadrante superior derecho ostenta tres atados o haces de trigo, que representan los tres molinos de trigo que existieron en la ciudad: Mayorazgo o de la Marquesa; de la Esperanza y el de la Ciudad.

Tomado del Libro: “Salvatierra, una Lectura Profana”
de Luis Montes de Oca y Sergio Hernández Saucedo


Historia y Evolución de Salvatierra

La Vida Colonial Salvaterrense, 1644-1810 (continuación)

La Hacienda de Maravatío del Encinal

El origen de esta hacienda y el modo de cómo vino a ser propiedad de los Carmelitas, es un hecho que merece un amplio comentario, además de los problemas que generó entre las órdenes religiosas de los Carmelitas y los Agustinos en el valle de Huatzindeo. Entre los fundadores de la Villa de Zelaya, se contó a Juan de Illanes (ya tratado con anterioridad), un colono poblador que mediante compras a particulares y otras concesiones, formó las haciendas de Santo Tomás (1604), la Concepción y San Buenaventura (1583). El 16 de enero de 1590, se abrió su testamento en la labor de San Buenaventura ante el teniente de alcalde mayor, declarando a su yerno Martín Hernández (el viejo), como heredero universal de sus bienes, éste a su vez, otorgó el 12 de enero de 1610 su disposición testamentaria.

Entre la numerosa familia que procreó, figuraron dos mujeres religiosas del convento de las Clarisas de México, llamadas Sor Melchora de los Reyes y Sor Antonio de San Martín, cuyas dotes, así como, un préstamo que dicho convento hizo a su hijo Martín Hernández (el mozo) por 8,815 pesos de oro común, y que garantizó, mediante una hipoteca de 30 caballerías de tierra en el valle de Huatzindeo. Dicha deuda no había sido pagada, cuando Martín Hernández (el mozo) otorgó su testamento en 1635, las mojas Clarisas lo demandaron, haciendo rematar las haciendas, y por no haber postores, se adjudicaron a las mismas religiosas por un valor de 32,000 pesos, que incluía: el capital, los réditos, y 3500 pesos de las dotes.

Como las instituciones de las Clarisas no permitían más inmuebles que sus conventos e iglesias, sus superiores no consintieron que fueran propietarias de estas tierras, ordenándoles que las vendiesen.

Las haciendas de Santo Tomás y San Buenaventura, como contiguas, se fusionaron en una sola, fueron denominadas simplemente hacienda de Maravatío, como una sola propiedad, años después, se segregaría la de Santo Tomás.

La hacienda fué adquirida por D. Rafael Hernández y su esposa Dña. Paula Enríquez de Guzmán, por remate otorgado el 20 de octubre de 1642, reconociendo el adeudo a favor de las religiosas por 18,000 pesos, de los cuales, entregaron 14,000, y quedando un saldo de 4,000 pesos de oro común.

Ambos fueron bienhechores de los Carmelitas Descalzos de Salvatierra, por lo que, el 25 de octubre de 1656, en el Definitorio de la orden, se concedió al matrimonio y a sus herederos el altar mayor de la iglesia del convento para sepultura. Don Rafael Hernández otorgó disposición testamentaria de todos sus bienes a favor del convento de los Carmelitas de Salvatierra, el 15 de marzo de 1658, ante el escribano público y de cabildo con cargo a sufragios.

El 24 de enero de 1665, la Real Audiencia amparó la posesión del convento sobre la hacienda, por haber satisfecho el saldo que se adeudaba a las monjas Clarisas, la posesión fué confirmada por el virrey Marqués de Mancera, el 20 de julio de 1666. La propiedad siguió creciendo. El 19 de noviembre de 1665, el Cabildo les concedió dos criaderos para ganado mayor y menor en términos de la hacienda de Maravatío, corriendo por la serranía de arriba por la parte sur, abarcando la hacienda de Santa Teresa y llegando hasta el puesto de Pejo. Un año después, el 11 de junio de 1666, compró al convento la hacienda de la Concepción, juntando con esto, la propiedad primitiva de Juan de Illanes.

Esta propiedad fué vendida por los religiosos al capitán José Salgari y a don Miguel Yurritia, la venta no prosperó como debiera por la quiebra económica de los compradores, debiendo ser rescatada por el convento en el año de 1688. La hacienda de Maravatío habría de causar entre otros litigios, uno muy prolongado con los religiosos Agustinos de San Nicolás, desde noviembre de 1583, la Real Audiencia concedió una merced de tierras a la esposa de Martín Hernández (el viejo) de 5 caballerías de tierra junto al arroyo del pueblo de Maravatío (Santiago Maravatío), esta merced fué cancelada por la misma Audiencia y restituida a los Agustinos en 1646, como los Carmelitas eran los herederos de las tierras de Martín Hernández, siguieron el pleito, hubo negociaciones que se estancaron por muchos años.

La vieja hacienda de San Elías Maravatío, mejor conocida en nuestros días como pueblo de Maravatío del Encinal, tiene una rica y gloriosa historia estrechamente ligada a nuestra ciudad. Maravatío en vocablo tarasco significa lugar precioso y florido, y en náhuatl se llamaba Pitoyocan o Quetzalco, que representaba a la serpiente emplumada, a su inseparable cerro de Tetillas, le daban el nombre de Taresaugarua. El 2 de noviembre de 1732, se impuso a la comunidad celebrar la fiesta de San Elías con toda solemnidad, así como, la de Santa Teresa, patrona de la hacienda.

A su Cristo, conocido bajo la advocación del Señor del Encinal, el pueblo entero le celebra su fiesta cada día primero de enero, de Él se cuenta, que en tiempos remotos apareció en el solar de Nicolás Lule en la Lagunilla del Carmen, entre un monte poblado de encinos. Era traído cada año a la capilla de la hacienda, de donde un buen día, ya no lo pudieron sacar, se acabó la hacienda y los hacendados, pero no la fe del pueblo en su milagroso Cristo, le construyeron su propia casa en la galera misma.

La Vida Religiosa

En la época colonial en general, pero sobre todo, en el periodo que comprende desde la fundación de la ciudad hasta la secularización del curato, la actividad de la vida cotidiana estuvo regida e influenciada por costumbres, maneras y organizaciones, de carácter religioso, lo que propició la acumulación de un gran poder por parte de las órdenes regulares asentadas en la jurisdicción de Salvatierra: Carmelitas, Franciscanos y Agustinos.

La ciudad y su jurisdicción fueron un feudo monacal; las inmensas propiedades de los Agustinos en San Nicolás; las haciendas y propiedades de los Carmelitas; en menor grado las tierras de labor y la calera de los Franciscanos; y a partir de 1767, con la secularización del curato, el clero secular se integró de lleno a la actividad religiosa económica.

Esta actividad, estuvo determinada y accionada por instituciones y mecanismos socio religiosos, que rigieron y reglamentaron todos los aspectos de la vida de la población, entre lo más significativo, se pueden señalar: a las doctrinas, los diezmos, las cofradías, las Bulas de la Santa Cruzada, las capellanías y los bienhechores.

Las doctrinas fueron el medio imprescindible para lograr la evangelización del nuevo mundo, esto es, que después de la conquista de las armas, tenía que darse la conquista espiritual de todo un pueblo. desde la primera mitad del siglo XVI, se establecieron en el valle de Huatzindeo las primeras doctrinas en Eménguaro, Urireo, Huatzindeo y Chochones.

Era de tal importancia la doctrina, que al erigirse la parroquia en febrero de 1643, el nombramiento del párroco fué el de cura ministro de doctrina. Ésta en un principio.
se impartía en el atrio de los templos, presidida por la cruz atrial. En Salvatierra sólo queda en pie la del atrio del templo de San Juan, por circunstancias de la época, los feligreses de los pueblos y rancherías que acudían a ella no hablaban el idioma castellano, por ser indios tarascos y otomíes, lo que dificultaba la correcta administración de los sacramentos, se daba el caso de la confesión, en la que los sacerdotes tenían que emplear a un intérprete, con la consecuente relajación del secreto de confesión, esto propició que las autoridades virreinales, obligarán a los frailes a aprender el idioma de los naturales en el término de un año, so pena de pagar cien pesos de multa, y en caso de rebeldía, serían cesados de su ministerio.

Los registros en los libros eran rígidos y acuciosos, pues el cura ministro de doctrina, los debía llevar, de bautizos, matrimonios defunciones. En forma detallada y certificada debía remitir al obispado información sobre el estado espiritual de su feligresía, como la que se describe enseguida. Para la cuaresma de 1643, la primera que se daba como curato, el obispado ordenó levantar un padrón de todos los feligreses del partido, donde se mencionara la condición y la calidad de cada uno, certificando como había cumplido cada uno sus obligaciones con la Santa Madre Iglesia, con la instrucción, de que si alguno faltaba de confesarse, sería llamado y citado con tiempo para que lo hiciera, si no comparecía, fuera español, mestizo, negro o mulato, los declararía por públicos excomulgados. La doctrina también se impartía en las escuelas de primeras letras, como la establecida por los religiosos Franciscanos en su convento, en la que se preparaba a los niños en el arte de leer, contar y en la doctrina cristiana.

Los diezmos fueron otro factor importante en la vida religiosa de la Colonia. El hospitalillo de Huatzindeo, fundado a mediados del siglo XVI, en opinión de algunos historiadores estuvo destinado a la recolección de diezmos. Estos se debían pagar en efectivo o especie fácilmente realizable en dinero, era obligación de todo fiel cristiano pagarlos, aumentando con esto, la preocupación de los obispados por controlar a sus curatos con un fin económico, pues las tierras fértiles y pobladas eran sinónimas de riqueza. Cuando el curato de Salvatierra estuvo a cargo de los religiosos Franciscanos, los diezmos se recolectaban en el convento mismo, al secularizarse éste, se compró una casa en la plazuela 2 de abril, conocida en ese tiempo como Plazuela del Diezmo, la casa siguió siendo propiedad eclesiástica hasta hace poco tiempo.

Las cofradías, aunque de carácter religioso, fueron en Salvatierra las primeras organizaciones formales que existieron. Desde 1635, se fundaron en Huatzindeo las cofradías de las Ánimas y la del Santísimo Sacramento, con el tiempo, fueron trasladadas al pueblo de Chochones poco antes de la erección del curato. En 1580, se creó la cofradía de María Santísima de la Asunción de Urireo, y en 1581, la cofradía de la Inmaculada Concepción en Eménguaro. En 1661, al erigirse la vicaria fija ayuda de parroquia de San Nicolás de los Agustinos, se crearon las cofradías de las Ánimas para los españoles y criollos, y la de la Virgen de los Remedios para los naturales. Por esos años, se creó también la Tercera Orden Franciscana, que empezó a construir su templo (hoy San Antonio), y en 1724, la cofradía de Ntra. Sra. del Carmen.

Muy importante fué el carácter formal de las cofradías, para existir, sus constituciones o estatutos para constituirse y funcionar, debían ser aprobados por el obispado y protocolizados ante escribano real, también daba fe pública, de los acuerdos y elecciones de dirigentes en las asambleas convocadas para el caso.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López


Aztlán: origen y destino

Real el Mito de Aztlán

El legendario y mítico Aztlán, que quiere decir “tierras blancas” (como lo eran gran parte de las tierras de Utah), hoy ha dejado de ser una leyenda y pasa a la realidad; localizado en los terrenos que ocupaban las tribus Utes y Payutes, en los alrededores del Lago Salado de Utah, en los Estados Unidos. Tribus que según registros todavía habitaban esos lugares 750 años a.C., y de donde salieron también las primeras tribus que poblaron territorio mexicano, aproximadamente tres mil años a.C. También partieron de allí las seis tribus nahuatlacas que llegaron antes que los Aztecas al Valle de México: acolhúas, culúas, tepanecas, tlatepozcas, chalcas y tlahuicas. Todas hablaban la lengua náhuatl y también, como los Aztecas, pasaron por Chicomoztóc, sitio perdido en los acantilados rocosos de Nuevo México.

Los Aztecas estaban muy orgullosos de ser originarios de uno de los lugares más sagrados del planeta, ese lugar era Aztlán, “un lugar donde el hombre puede tener contacto en todo momento con los dioses”. Algo debe de tener ese lugar y no ha de ser por casualidad que a ese mismo lugar hayan llegado a establecerse los mormones, una de las religiones más importantes de los Estados Unidos y que crece rápidamente por el mundo. Por el año 1039 d. C., dadas las duras condiciones climáticas que imperaban en el sagrado lugar, Hutzíton o Huitzílton, quien era un sacerdote jefe de Aztlán, ordenó a su pueblo salir en peregrinación y buscar la nueva Tierra Sagrada, donde fundarían una gran ciudad, la más grande del Universo. Estas fechas coinciden con el tiempo en que las zonas septentrionales de América cruzaban por duras sequías y las tierras se estaban desertificando por las drásticas condiciones del clima.

Huitzílton murió en el año 1116 d. C., y después de su muerte fué divinizado y llamado Huitzilopóchtli, Mextli o Mexi, derivando de este dios el nombre de nuestro país y nuestro gentilicio. Huitzilopóchtli también ordenó que posterior a su muerte, el pueblo Azteca de Aztlán fuera llamado mexica o mexicano. Pero el pueblo Azteca, mantuvo su nombre hasta la llegada de los españoles en que caen en una profunda confusión y en el más salvaje exterminio. Así vivieron 300 años sin identidad propia, hasta después de 1821 cuando, consumada la Independencia, vuelve a formarse el Imperio Mexicano, dándoles nuevamente su identidad. A la muerte de Huitzilopóchtli, se inició la peregrinación ordenada y sus restos acompañaron la procesión, pasando por Chicomoztóc en el año 1160, llegando al Valle de México en el año 1215, concluyendo su viaje al llegar vaticinado por Mexi, el 18 de julio de 1325, donde fundaron la Nueva Ciudad Sagrada a la que llamaron Tenochtitlán, en honor a Tenoch, último sacerdote Azteca que los guió hasta ese lugar.

En la Nueva Ciudad Sagrada, construyeron el Templo Mayor en honor a Huitzilopóchtli y ahí mismo depositaron sus restos. Este Templo más tarde lo compartió con Tláloc, el dios del agua, y con Quetzalcóatl, dios de la sabiduría, que los Aztecas adoptaron de la cultura Tolteca, extinguida un poco antes de que llegaran al Valle de México. Los Aztecas se mantuvieron unidos espiritualmente con el lugar de donde eran oriundos y todo el tiempo mantuvieron viva la ilusión de regresar algún día a donde se encontraban sus raíces. Sabían que Aztlán se encontraba muy lejos, al norte del Valle de Anáhuac. Sin embargo, se habían realizado una multitud de largos viajes de exploración sin el menor éxito.

Uno de los viajes más importantes fué el que ordenó el sacerdote Tlacaélel, portador del emblema sagrado, quien reunió a varios hombres y nombró como comandante al joven guerrero, con grado de Caballero Tigre, Tlecatzin, quien se organizó para ir en busca de la Ciudad Sagrada de Aztlán. Se reunieron las provisiones necesarias para un viaje muy largo, se hicieron los preparativos y se realizaron ceremonias religiosas que favorecieran la expedición y para que los dioses cuidaran de los expedicionarios. Con todas las condiciones a favor y los arreglos pertinentes, se emprendió el viaje y en unas cuantas semanas se llegó a los límites del imperio. A su paso por las comunidades bajo su dominio, se abastecieron de provisiones varias veces. Por fin llegó a lugares desconocidos, aunque los Aztecas sí eran conocidos más allá de sus dominios, por tal motivo nunca fueron atacados porque se conocía la fuerza de sus guerreros. Todavía en estos lugares pudieron conseguir provisiones, pero pronto llegaron a zonas áridas y despobladas, con climas extremosos donde se tuvieron que valer de sus habilidades para poder conseguir las provisiones necesarias para continuar con el viaje.

Llegaron a lugares donde empezaron a tener ataques de tribus bárbaras, batallas de las que salieron victoriosos. Finalmente llegan a un albergue donde pudieron descansar y recuperarse de tan agobiante viaje. Después de atravesar tantas tierras, tanto ríos y tantas peripecias, Tlacaélel pensó que la Ciudad Sagrada de Aztlán había desaparecido. Pero a pesar de los resultados negativos, continuaron el viaje con el fin de cumplir la misión encomendada. Días después llegaron a una población devastada; seguramente alguna tribu bárbara había matado a todos los hombres, mujeres y niños, y saqueando la ciudad. Se detuvieron para dar sepultura a los cuerpos que yacían sobre el suelo y rescatar las pocas provisiones que habían dejado los saqueadores. Durante las tareas de saneamiento del lugar, se encontraron con una niña, que presa del miedo trató de huir, pero fué atrapada y llevada con Tlacaélel, quien la tranquilizó y ganó su confianza. Aunque hablaba una lengua diferente, la niña los condujo a una cueva muy grande y con múltiples pasillos, donde después de varios días de exploración, en una sala de la cueva encontraron un sinnúmero de jeroglíficos detalladamente esculpidos, a manera de código.

Tlacaélel y Tlecatzin tenían la formación y los conocimientos necesarios para descifrar aquellos símbolos impresos con gran maestría. Al ir descifrando los jeroglíficos, Tlacaélel se sorprendió al darse cuenta que aquella narración era la propia historia de Aztlán. Descifrados los códigos, fueron copiados y se planificó el viaje de retorno, con la confirmación de la existencia de la Ciudad Sagrada de Aztlán y la idea de que los astros marcaron el destino de su desaparición. Con los códigos y la niña, a la que llamaron Macuilxochitl, emprendieron el viaje de regreso y en el camino a Tenochtitlán, se encontraron con los hombres de una segunda expedición que había sido enviada en su búsqueda, con el fin de apoyarlos y continuar con la misión de buscar la Ciudad Sagrada de Aztlán. Pero con todo lo acontecido, decidieron regresar juntas a la Nueva Ciudad Sagrada de Tenochtitlán.

Más de 30 lugares se han disputado ser la Ciudad Sagrada de Aztlán, sitio de origen de los Aztecas, entre ellos están: Nuevo México, Arizona, Sonora, Chihuahua, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Jalisco, Aguascalientes, Michoacán, Guanajuato, Estado de México y Ciudad de México. Pero sólo el Lago Salado de Utah cuenta con los requisitos para ser la Ciudad Sagrada de Aztlán, origen de varias tribus con lenguas parecidas, tierras blancas en los alrededores, lugar que sufrió drásticas condiciones climáticas en el tiempo en que se dieron las migraciones al sur, y suficientemente alejado para que un viaje pudiera durar más de 165 años para llegar al Valle de México.

Así quedaron unidos dos sitios estratégicos para el desarrollo de las civilizaciones, el Lago Salado de Utah y el Lago Salado de Anáhuac, en el Valle de México. Esto localiza e identifica a la ciudad perdida de Aztlán, sitio confirmado por los hallazgos arqueológicos, etnológicos y lingüísticos que se han revelado a lo largo de esta ruta. Evidencias que confirman el sitio de Aztlán por la similitud en las costumbres, deidades, rituales, danzas, ceremonias, tallados, pinturas, la cultura del maíz y, especialmente, las lenguas yuto-aztecas que dominaron entre las tribus. Todas estas evidencias se fueron quedando, dispersando y diferenciando durante su desplazamiento a través de la ruta Aztlán-Tenochtitlán desde el tercer milenio antes de Cristo.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Palmerín: florecimiento de la canción yucateca, 1922-1928 (continuación)

La Difusión

La canción yucateca surgió definitivamente y se propagó en toda la república gracias a la proyección de dos de sus más grandes artistas: Pepe Domínguez, incansable difusor y conocedor profundo del estilo de la canción trovadoresca, y Guty Cárdenas, el talentoso joven prodigio de la canción yucateca, cuya obra, interrumpida por su trágica y prematura muerte, pudo colocarlo –gracias a su innegable belleza y originalidad- entre los grandes de la canción mexicana.

Pepe Domínguez, a la cabeza del quinteto Mérida, fué el responsable de la extraordinaria difusión de la canción yucateca durante los años veinte. En 1922, Pepe Domínguez entonces activo en la ciudad de Mérida, hizo la música de “Rayito de sol” que tuvo un gran éxito. En 1926, popularizó en La Habana su canción “Linda muñequita”. En 1928, realizó dos giras por la república difundiendo toda la obra de los autores yucatecos y de su cosecha, aquel apasionado “Beso asesino” que tan bien define su estilo romántico y su “Aires del Mayab” de inspiración más bien campirana.

La meteórica carrera de Guty Cárdenas como cantante, iniciada en la propia Mérida al ser descubierto su interesante talento por Tata Nacho, pareció opacar durante algún tiempo el valor auténtico de una obra que cuenta entre sus canciones más logradas creaciones juveniles, como “Flor” y la emotiva “Nunca”, premiadas en un certamen en 1927 en el Teatro Lírico de la ciudad de México. Rubén Darío Herrera grabó para la compañía fonográfica Brunswick varios disco de éxito en los años treinta, pero fuera totalmente del género trovadoresco: el fox “Luces de cabaret” y “Muñequita de placer”.

Éxodo

La última generación de cancioneros yucatecos desarrolló sus actividades por lo general fuera de la península; el propio Palmerín llegó a México a principios de los cuarenta, continuando una migración iniciada una década atrás por el quinteto Yucatán, el dueto Domínguez Castillo, Rubén Darío Herrera y muchos conjuntos trovadores. Los ocasionales retornos o vacaciones de alguno de los triunfadores eran un acontecimiento en la ciudad de Mérida; el 20 de febrero de 1930, Guty pasaba una temporada en su ciudad natal y en el Diario de Yucatán alardea de su contrato con la Columbia Phonograph Co. de Nueva York.

A pesar de la ausencia de sus primeras figuras, la vida musical en Yucatán continuó su propio curso, aunque en su mayor parte alimentada por las glorias del pasado reciente o de los prestigios ya hechos. El 6 de enero de 1935, el ayuntamiento de la ciudad de Mérida organizó un festival para dar a conocer la trayectoria de la canción yucateca de 1890 a la fecha.

Las Últimas Décadas

En 1949 se formó la Sociedad Artística Ricardo Palmerín y en torno a ella giraría la vida musical y la creación trovadoresca de la península, animada de vez en cuando por la llegada de algún artista del Distrito Federal, tan célebre como Agustín Lara, quien ejerciera una influencia notable con algunos de los representantes de la última generación de cancioneros que se dieron a conocer en la Sociedad Palmerín.

Pastor Cervera, Juan Acereto y Enrique (Coqui) Navarro son compositores innegablemente dotados como melodistas. Al prescindir del tradicional letrista elaborando sus propias letras (a veces defectuosas), crean una diferente estructura alejada del estilo tradicional:

EN TUS OJOS

Y lejos de conquistar tantas grandezas
el hielo de tu desdén va marchitando
el encanto azul de tus ternezas.
Pastor Cervera


CAUTIVO DE AMOR

Dardo de amor fué
tu mirada soñadora
aquí en mi alma se clavó
con ansias nuevas
resucitando por fin
aquel poema ya sepultado.
Juan Acereto

Pastor Cervera, el Revolucionario de la Trova, según Baqueiro Foster, dió a conocer en la radio y la televisión nacionales un sinnúmero de canciones entre las que podrían citarse “Amor y dolor”, “Ansia” y “Así te adoro”.

Juan Acereto, también muy conocido por sus cualidades de fino cantor, es autor de “Cautivo de Amor” y “Cuando tú llegaste”. Enrique (Coqui) Navarro (1934), autor de la original canción “Despierta Paloma”, formó en su adolescencia, en 1949, un trío junto con René Frías y Polo García. No deja de ser significativo que ese trío haya sido bautizado por Los Panchos en gira por Yucatán, como Los Panchitos. En efecto, el estilo de los conjuntos yucatecos se asemejaba cada vez más al estilo del trío de México; los bambucos y las claves tendían a desaparecer y sólo prevalecía el bolero romántico al estilo de Los Panchos.

En la actualidad, algunos grupos como el trío Montejo y Los Magaña tratan de mantener el repertorio tradicional de canciones yucatecas. Fuera de Pastor Cervera, quien ha hecho su carrera musical en la península y es un vivo ejemplo de trovador bohemio que compone sus propias obras y aún canta canciones de Palmerín, sería difícil mencionar un compositor al estilo de los antiguos trovadores.

La canción peninsular es hoy día sobre todo motivo de conmemoraciones y remembranzas. Las tradiciones, al igual que las personas que las representan, desaparecen. Nuevas sensibilidades, nuevos ambientes, crearán tal vez nuevas tradiciones. Para decirlo con las palabras del letrista yucateco Ricardo López Méndez, en una oración dedicada al fallecido Palmerín:

Es contigo una época la que cierra los ojos
y una voz cancionera la que deja de ser.
¡Cómo las golondrinas, que se van con los sueños
con todos los recuerdos, te nos vas tú también!

(continuará…)

El Rincón para Niños

El Lobo y el Grullo

Había un lobo viejo que era el terror de los habitantes racionales e irracionales de una comarca, por su astucia y voracidad. Un día atrapó el lobo a un infeliz cordero, que devoró en pocos instantes, entreteniéndose luego en saborear un hueso que se le atravesó en la garganta.

En vano hacía esfuerzos desesperados para sacarse el hueso, hasta que casi asfixiado, se dirigió a la casa de un grullo, doctor en cirugía, muy afamado, que vivía en la comarca. Al entrar el lobo desfallecido en el laboratorio del doctor Grullo, éste se atemorizó al ver a su inesperado cliente, creyendo que venía a comérselo, o que e hallaba atacado de hidrofobia; parapetándose el doctor detrás de su bufete, por vía de precaución.

El lobo, haciendo un esfuerzo extraordinario, sin pode articular un aullido, se levantó sobre sus piernas traseras mostrando al doctor Grullo la causa de su dolencia. El doctor, procurando disimular el miedo, se caló las antiparras, y afectando un sentimiento, causado más bien por la presencia de tan temible cliente, que por el dolor que a éste le causara el hueso, le dijo con toda la gravedad de un grullo:
-Siento advertir a usted que teniendo que practicar una peligrosa y difícil operación para extraerle el hueso, le aconsejo que se arrepienta de sus pecados y haga su testamento cuanto antes por lo que pueda suceder.

El lobo que por astuto y viejo comprendió el misterio que encerraba aquel consejo, se afligió tanto, que prometió al doctor Grullo no volver a matar corderos vivos, ni comérselos muertos en el resto de su vida, si escapaba con ella de la operación. Y en cuanto a testar, como que toda su hacienda la traía consigo, no se preocupó de la suerte que correrían sus herederos presuntos después de su muerte, y se preparó a sufrir la operación, resignado aunque temeroso.

El doctor Grullo, al verlo dispuesto, volvió a practicar nuevo examen, exigiendo al lobo que jurase cumplir su promesa; el afligido lobo, con acento ahogado a causa del hueso, dijo con la solemnidad posible en semejante estado:
-Lo juro.

Inmediatamente el doctor Grullo abrió el par de tenazas que constituyen su pico, las aplicó al hueso, y de un tirón salió éste de la garganta del lobo, como la muela de una mandíbula por mano de experto dentista.

Sin cuidarse de manifestar su gratitud al hábil cirujano, se despidió el lobo, mientras el doctor Grullo se disponía a colgar el hueso al lado de os demás objetos y esqueletos de animales que figuraban en las paredes de su laboratorio, como en los museos de historia natural.

Dos días después de este suceso, oyó decir el doctor Grullo que un lobo viejo, hambriento, había entrado en un corral devorado varios corderos de una manada.
-”¡Ese es mi cliente!” –exclamó el doctor Grullo; y al convencerse de que no se había equivocado, añadió: “Es una verdad incuestionable que en juramentos de lobo y mansedumbre de jaguar, no hay qué fiar”.

Tomado del Libro “Alma Latina”

Narraciones

Los Maestros del Siglo XVIII

Todos sabemos que la escuela la forman los maestros y sus pupilos, no importa dónde se encuentren o si el edificio es adecuado o no; lo que importa es que se de adecuadamente el proceso enseñanza-aprendizaje. Sin pretender hacer comparaciones sobre el sentido de responsabilidad y entrega a la labor docente de los antiguos con el de los actuales maestros, se reconstruyó en esta narración, las actitudes y valores de los maestros de antaño; con dos documentos que consignan su quehacer en la época colonial salvaterrense.

El primero de ellos está fechado el 29 de septiembre de 1719, y fue suscrito ante el Escribano Público y de Cabildo de Salvatierra. El segundo fechado el 18 de enero de 1802, contiene un informe de las actividades del maestro en la conducción de la escuela parroquial, dirigido al Cura y Juez Eclesiástico de la época, también en nuestra Ciudad. Por lo que se refiere al primer documento; Don José Brito Serrano, maestro de escuela pública a cargo de la enseñanza de varios niños, se dió cuenta del perjuicio que les causaba en su preparación sus continuas pero necesarias ausencias a la clase.

El Maestro Brito decidió nombrar a un ayudante que lo sustituyera mientras él estuviere ausente de la ciudad. Nombró a Juan López Pallares como ayudante, pero mediante escritura pública, donde hace constar lo siguiente:

“En la ciudad de Salvatierra, a veintinueve días del mes de septiembre de mil setecientos diecinueve, ante mí el Escribano Público y testigos pareció Don José Brito serrano, vecino de esta ciudad y maestro examinado en el arte de leer, escribir y contar en los lugares de esta Nueva España, como consta en la carta de examen que pasó en la Corte de la Ciudad de México a los treinta días del mes de junio del año pasado de mil setecientos diecisiete por ante Gabriel de Mendieta Rebollo, Escribano Mayor de Cabildo, y dijo: que por cuanto el susodicho tiene su escuela pública en esta dicha ciudad de niños hijos de diferentes sujetos a a cual dicha enseñanza no puede asistir por algunas demoras que hace fuera de la jurisdicción y en esta ciudad, de que puede redundar el que se atrasen sus discípulos, en cuya conformidad y para cumplir con el juramento que tiene hecho en dicha carta de examen, nombrada y nombró pos su sustituto a Juan Pallares, vecino de esta ciudad para que el susodicho, pos sus ausencias y enfermedades, asista a dicha escuela y enseñanza con todo esmero, enseñando y cuidando a los muchachos que hay y que hubiere en adelante, para lo cual le da todos gajes de ella y sea por el tiempo que necesitare la enseñanza perfecta y sin disminución de toda destreza en el arte de leer, escribir y contar de cuatro hijos que tiene a su cargo de Diego Bermúdez –un pudiente de ese tiempo- quien le tiene pagada la cantidad por lo referido como consta en la escritura de obligación que le tiene hecha ante mí el presente escribano, y para el uso de dicha escuela le da al dicho Juan Pallares todo el poder y facultad que por derecho puede y le es concedido para poner ayudante, y se entiende que no le ha de poder quitar el uso al susodicho hasta tanto que enseñe a dichos cuatro muchachos y les dé perfectamente bien adoctrinados y diestros en saber leer, escribir y contar.

Y yo el dicho Juan Pallares, que presente soy, otorgo que acepto este nombramiento y me obligo a cumplir con su tenor y forma y a su enseñanza como va dicha a dichos cuatro muchachos, y a educarlos, y también a todos los demás que fueren a mi cargo, sin faltar a las horas competentes del día de trabajo Y a la firmeza de lo dicho obligamos nuestras personas y bienes habidos y por haber, con poderío de las Reales Justicias de cualesquiera parte que sean y especial a las de esta ciudad a cuyo fuero nos sometemos; renunciamos el nuestro, jurisdicción, domicilio, y vecindad, Ley Sic convenirit, para que nos lo hagan guardar y cumplir por todo rigor y derecho y como si fuera por sentencia pasada y cosa juzgada; renunciamos leyes a nuestro favor con la general del derecho. Y los otorgantes, a quien yo el Escribano Público doy fe que conozco, así lo otorgaron y firmaron, siendo testigos Francisco Ortiz, Juan de Rojas y Francisco Blanco de Medrano, vecinos de esta ciudad. José Domingo Brito. –Rúbrica-. Juan López Pallares. –Rúbrica-. Ante mí, Agustín Gómez, Escribano Público y de Cabildo. –Rúbrica-”.

Al maestro, de veras le importaban mucho; sus alumnos, su trabajo y su prestigio.

El segundo documento es un informe que rinde el maestro Don José Antonio Altamirano al Párroco y Juez Eclesiástico de Salvatierra, sobre las actividades de la escuela pública. Este informe se debe, porque cuando se secularizaron los curatos, el clero tuvo la obligación de fundar las escuelas públicas parroquiales, según los ordenamientos el párroco y juez eclesiástico tendría bajo su cuidado la enseñanza, en especial la de los niños y niñas.

En Salvatierra la escuela parroquial tiene sus orígenes en el año de 1753, cuando Don Lorenzo Rodríguez, vecino de esta ciudad, otorgó por testamento signado en Valladolid un capital de 4,500 pesos para que con sus réditos se formara y fundara una escuela para la educación y beneficio común de todos los niños. El maestro que fuera designado quedaría obligado a enseñarles a leer, escribir, contar y estudiar la Doctrina Cristiana sin pago alguno. Además tendría la obligación de salir de su escuela acompañado por sus alumnos todas las noches rezando en público el Rosario a María Santísima, cuya imagen debería salir con decencia, acompañándola con luces y velas, y cuando no fuera posible por el mal tiempo, se rezaría en la Capilla de Ntra. Sra. de la Luz quedando a cargo del párroco.

Para llevar a efecto la fundación formal de la escuela, los aspirantes a maestros deberían presentar muestra de su escritura y caligrafía, para que el párroco con la asistencia de seis vecinos principales examinara los trabajos y calificara quién sería al más capaz para desempeñar el puesto. El maestro designado para esta noble tarea fué Don José Antonio Altamirano. La escuela estuvo provisionalmente en la Calle Real –hoy Hidalgo-, luego fué trasladada a la casa que ocupaba la hoy esquina norte que forman las Calles de Morelos y Leandro Valle.

Para la fecha del documento en mención; Don José Antonio Altamirano tenía veinte años de servicio como maestro, haciendo referencia de que tenía cuarenta y tantos niños a su cargo, casi todos ellos eran pobres, hijos de viuda, y todos los indios que solicitaban su admisión al párroco.

El informe dice lo siguiente:

“Reglamento de la escuela pública de esta ciudad que tiene el maestro José Antonio Altamirano, que recibe y admite a todos los pobres huérfanos, hijos de viuda e indígenas, según mandato del fundador de esta obra pía: representándolo el Sr. Cura y Juez Eclesiástico de esta ciudad”.

“Primeramente se abre la escuela a las siete y media de la mañana, comenzando a entra los niños a esa hora alabando a María Santísima en la puerta, tomando enseguida sus respectivos lugares y dándoles la lección de aquel día; a las ocho de la mañana se toma la table de acientos de niños –léase lista de asistencia- llamándoles por su nombre para conocer los que faltan dando aviso a sus correspondientes casas; y luego inmediatamente se ponen a leer los que ya saben, para que éstos tengan cuidado de dirigir a los que empiezan; concluido esto, toman sus correspondientes libros para que en la mañana lean en ellos y en la tarde en carta –en voz alta- los que la leen; a las diez del día comienzo a tomar la lección personalmente y sin valerme de persona alguna, para tener tiempo de tomarla a cuarenta y tantos niños, quedándome solo un cuarto de hora después de la acostumbrada hora de salida de una escuela pública; en ese cuarto de hora corrijo planas, rezan la tablar de contar, y leyéndoles día con día la Ortografía del insigne maestro Juan Claudio Asnar de Polanco; en la tarde ya entrados en esta escuela, se acostumbra leer la tabla de hacer cuentas para niños y hacer sus asientos –léase operaciones- respectivos; a las tres y media de la tarde tomo la lección, veo las cuentas en los cuadernos y registro las planas; concluido esto, rezo con ellos el Rosario a María Santísima ofreciéndolo con sus correspondientes oraciones por el alma del bienhechor de esta obra pía; concluido este ejercicio se reza la Doctrina Cristiana según la cartilla de R.P. Ripalda además de las cuatro oraciones, los mandamientos y los artículos de fe; el sábado por la mañana van en comunidad a misa y se toma lección del catecismo y en la tarde del mismo sábado es la adoración del Señor ante su imagen con flores y velas, y por la noche su Rosario por las calles con sus faroles encendidos, como bien consta a Vuestra Excelencia; y porque así consta lo firmo hoy 18 de enero de 1802. José Antonio Altamirano –Rúbrica-.

Vaya que sí les importaba la educación a los maestros de antaño; ¡Que Dios se los haya pagado con el Cielo!.

Nuestras Calles

¿Por qué se llaman o se llamaron así nuestras calles? ¿Quién o quienes las bautizaron con tal o cual nombre? O simplemente nos hacemos la pregunta: ¿Y quién era ese fulano? En los nombres de nuestras calles está intrínseca nuestra historia. Esos nombres tuvieron un alto contenido del sentir y pensar de nuestra gente a través del espacio y del tiempo. Sus nombres representan o representaron infinidad de conceptos, los hay; de héroes nacionales; de hechos históricos, tanto nacionales como locales; de persona, cosas y lugares; también los hay tradicionales y de viejas leyendas; y no podían faltar los motivos religiosos.

Las historias de nuestras calles son las siguientes:

La Calle de H. Colegio Militar se llamó hasta hace unos veinticinco años Calle de Alderete, es una calle relativamente nueva, se abrió hasta principios del siglo XX. La bautizaron con este nombre en honor a Andrés de Alderete, supuesto fundador de nuestra ciudad en el año de 1643. Esta versión de la fundación la plasma en su crónica el Sr. Canónigo de la Catedral de Morelia Don José Guadalupe Romero en la visita que realizó a esta ciudad en el año de 1860. Según nuestros historiadores: el Lic. Melchor Vera, Don Vicente Ruiz Arias, Don Jesús García García y otros, coinciden en señalar que Andrés de Alderete no existió, y no se sabe de donde tomó su nombre el Canónigo Romero, pues el referido fundador no aparece por ninguna parte en los documentos de la fundación.

La Calle de Fernando Dávila fué dedicada a principios del siglo XX a un general que llevó este nombre. Fué él quien en el año de 1917 al mando de sus fuerzas hizo posible la retirada del temible bandolero Inés Chávez García y sus huestes acantonadas en el Pueblo de San Nicolás de los Agustinos acosando a nuestra ciudad. Además fué Gobernador del Estado en el año de 1916. A esta calle se le llamó en un principio Calle del Portal y en la primera época independiente se le reconoció como calle de la Columna, ambos nombres se debieron a que empieza precisamente en el lado oriente del viejo Portal de los Carmelitas, hoy de la Columna.

A principios del siglo XX, el antiguo Callejón de Cuauthemón, hoy Calle de Arteaga, fué bautizada con este nombre en honor al General José María Arteaga, militar republicano de la época juarista que combatió a conservadores y franceses en esta zona, siendo fusilado en la ciudad de Uruapan en el año de 1865. Esta calle data de esta época, fué abierta cuando se fraccionó la Huerta del Carmen con motivo de la desamortización de los bienes del clero decretada por el mismo Presidente Juárez.

Nuestra Calle de Ocampo, que antiguamente llegaba hasta la altura de la Calle de Zaragoza, se le llamó recién fundada la ciudad Calle de las Zacaterías o de Zacateros por venderse en ella el pasto para los animales. Durante todo el siglo XIX y principios del XX se le denominó Calle del Pinzán, por existir en ella esos árboles que nosotros conocemos más comúnmente como guamúchil y que dan esas sabrosas bolitas amarillas. Al fraccionarse la Huerta del Carmen, esta calle se prolongó hacia el sur, tomando el nombre de Calle de la Estación, por ser una de las que nos llevan a ese lugar.

La Calle de Madero tuvo varias denominaciones en sus diferentes tramos; desde el costado del Templo de San Antonio a la esquina que hace con Hidalgo, se le llamó primero calle de la Tercera Orden, después a la cuadra comprendida entre las Calles de Esquiveles, por vivir allí la Familia Esquivel y Vargas, luego como Calle de la Alhóndiga, ya que en ella estaba tal edificio –hoy Jardín de Niños Cuauhtémoc”, y por último Calle de la Enseñanza por la escuela allí ubicada; a esta calle en el tramo comprendido entre la Calle Juárez y la salida a Celaya, se le conoció como Calle de San José y luego Calle de la Capilla, ya que en la esquina que forma con la Calle de Ocampo, se encontraba en la época colonial una capilla dedicada a este Santo Patriarca.

La Calle de Zaragoza fué conocida siempre como Calle de Zavala o Calle Real de Zavala. Existen dos versiones acerca del origen de su nombre; la primera versión la sustenta nuestro historiador Ruiz Arias, asegura que se debió al apellido del primer arrendador del Molino del Mayorazgo de las Ardillas; la segunda versión asegura que fué nuestra gente por no decirle Camino Real a Zalaya –Celaya- le decía Zavala.

La Calle de Degollado fué conocida como Calle de la Carnicería. En ella se vendía este producto de consumo popular traído del rastro, distante a una cuadra; en la Calle de Zarco. Se le conoció después como Calle de la Clemencia en honor al Santo Cristo venerado en el templo de Santo Domingo. Con el tiempo tuvo dos nombres más: Calle de la Parra a la cuadra donde se encuentra la Iglesia y Calle de las Sinforosas a la cuadra siguiente. Esto debido a una santa devoción de los vecinos, sobre todo de las mujeres, a Santa Sinforosa, esposa de San Getulio y sus siete hijos mártires, celebraban su festividad cada 18 de julio.

La Calle de Altamirano también ha sufrido modificaciones en su nomenclatura, se le ha llamado: Calle del Álamo y después Calle del Bosque y Calle del Fiscal, pero en definitiva el nombre más popular con que se le conoció es Calle de los Chirimoyos, por las ramas y frutos que colgaban sobre su tapia, ahí nada más queda un árbol.

A la calle de Ignacio Ramírez se le conoció con los nombres de: Calle de San Juan y Calle del Socorro, por ser la calle donde está el Templo del Barrio.

La Calle de Manuel Doblado fué conocida durante la colonia como Calle de Pirindas en la cuadra comprendida entre las Calles de Morelos e Hidalgo, por asentarse en ese lugar indígenas pertenecientes a esta etnia otomí y de oficio pescadores en el Río Lerma, al resto se le conoció como Calle de Centeno. Al término de la guerra de independencia se le conoció como Calle de Cortazar, en honor a Don Luis Cortazar, uno de los consumadores de nuestra gesta histórica y padre de la esposa del 7° Marqués de Salvatierra.

A la Calle de Federico Escobedo se le conoció a mediados del Siglo XIX como Calle de Salazar, a partir de los años veinte como Calle de Obregón, a la muerte del Ilustre Humanista y Escritor se le bautizó con su nombre en 1949.
A la Calle de Allende se le llamó Calle de Cortés, pero no en honor al conquistador, sino por haber vivido en ella antiguos vecinos conocidos genéricamente como los Corteses. A principios del siglo XX se le conoció como Calle del Tres Dos, el nombre se debe a una piquera con ese nombre que en ella estuvo.

A la Calle de Guillermo Prieto se le denominaba Calle del Arco, por una construcción de esta naturaleza en una de sus paredes, dicho arco tenía una pila que sirvió por muchos años como proveedora de agua a los vecinos, entre las Calles de Hidalgo y Guerrero.

A la Calle de Leandro Valle se le conoció con nombres diferentes en sus tramos; entre Morelos e Hidalgo, Calle de las Arrecogidas; entre Hidalgo y Juárez, Calle del Señor de Chalma; y entre Juárez y Ocampo, Calle del Sepulturero. Con el tiempo, a toda la calle se le conoció como Callejón del Ángel, con excepción del tramo conocido como la Calle de las Arrecogidas denominándosele Calle del Dr. Ruiz.

El Nombre de Callejón del Padre Eterno tiene su origen en una conocida leyenda, a esta Calle de González Ortega se le conoció también como Calle o Callejón de Moctezuma, en honor al Virrey Conde de Moctezuma, que sucedió a Don García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra.

Estas son pues nuestras calles y sus nombres, dejo a su respetable criterio y buen gusto cuál le parece mejor para cada una de ellas.

Tomadas del Libro: “Leyendas, Cuentos y Narraciones de Salvatierra,
Segunda Parte” de Miguel Alejo López



Un Señalamiento de Dios poco Atendido (Parte II)
Transcrito por : Rodolfo Mújica Pérez

Estimado lector: Hoy termina el relato de Marta, la poseída por el demonio Zabulón, descrito por el reportero Manuel Vidal. Te ruego leerlo con la mejor disposición, es lectura importante en nuestra formación religiosa y hasta científica para aquellos que deseen investigar a fondo esta materia. Es de admirar la fortaleza y estrategia del Padre José Antonio Fortea, uno de los más famosos exorcistas del mundo, en plena batalla campal contra un demonio de la mas alta jerarquía del reino “INFERNAL”. Continúa así:

Exorcismo | Marta, la Poseída (II Parte)

Mientras el padre Fortea sigue conminando a Zabulón, las manos de la joven se ha ido transformando. Son como garras. El exorcista arrecia sus plegarias y sus exhortaciones: “Hoy es el día. Sal, Zabulón. Sal de esta criatura en nombre de Dios”. La joven se desata en temblores. Los gritos se elevan hasta el espanto. Y con voz ronca dice: “Asesinos”. Es entonces cuando el padre Fortea le pregunta por qué no sale y Zabulón le contesta: “Para que la gente crea en Satanás”. Agotado, tras hora y media de lucha, el exorcista se levanta y sale de la capilla. Esto no puede ser una impostura ni un montaje. Hay que tener muchas agallas para dedicarse a esto. Y menos mal que los casos de posesión, según cuenta después el padre Fortea, son muy pocos.

Él lleva cinco años ejerciendo y sólo ha tenido cuatro en España. Pero, mientras preparaba su tesis, asistió a otros 13 exorcismos. Se nota que tiene práctica: manda, templa, insiste y, con voz suave pero enérgica, tortura al diablo sin piedad. Con lo que más le duele. Siempre en nombre de Dios. No parece tener miedo alguno. Y eso que ya sabe lo que es ser atacado por Satanás. Una vez, en un exorcismo, dice que el diablo le hizo sentir la misma sensación y el mismo dolor que el lleva un puñal clavado en el brazo.

Fortea sale de la capilla y mi corazón se acelera, pensando en qué puede ocurrir ahora sin la presencia tranquilizadora del exorcista. Pero no pasa nada. O sí, María, la madre, coge las riendas del rito y comienza a repetir las mismas o parecidas frases del exorcista. Con calma, pero con decisión, parece no dirigirse a su hija, sino al Maligno que la posee:
-En nombre de Cristo te ordeno qué salir.
-No.
-Abre los ojos y mira a la Virgen, le increpa mientras pone a su vista una postal de la Virgen de Fátima. Pero, por toda respuesta, obtiene un bufido. Entonces coge el crucifijo.
-Es tu Creador, ¿lo ves?
-Sí, dice la voz de ultratumba acompañada de rugidos y bufidos constantes.
-Míralo, Zabulón no te resistas. Sabes que es tu día y tu hora. Ha llegado tu día y tu hora.
-Noooo...
-¿Por qué te resistes?
-Estoy harto. Ya te lo dije muchas veces.
-Di a esos señores por qué no te vas.
-Uhhhh.
-Díselo claramente.
-No quiero.
-Díselo en nombre de Cristo.
-Para que crean en Satanás.
-San Jorge, ven. San Jorge, ven. Ven, San Jorge. Sal de ella San Jorge.

La posesa se detiene un segundo, sonríe y dice, con sorna:

-Sal, San Jorge...

Coge al vuelo el error de la improvisada exorcista y lo mismo hará un rato después, con una pequeña equivocación del padre Fortea. Pero María no se da por vencida. Es una auténtica Dolorosa al pie de la cruz de su hija poseída. Me da tanta pena que también yo me arrodillo y, entre lágrimas, suplico a Dios (por lo bajo, no me atrevo a intervenir más directamente) que, por lo que más quiera, libere a Marta. Mi compañero hace lo mismo. Hacía tiempo que no rezaba con tanto fervor.

Entonces entra de nuevo el exorcista, coge una cajita con hostias consagradas del sagrario y se coloca delante de la joven:
-Mira al Rey de Reyes y arrodíllate ante Él.
-No.
-Siervo desobediente y rebelde, arrodíllate, repite el padre Fortea, mientras exhibe la hostia consagrada.
-Asesino, déjame.
-San Jorge, haz que se arrodille.

Y como un resorte, ante la mención de San Jorge, la posesa se arrodilla y el padre Fortea le hace abrir la boca para que reciba la sagrada comunión. Y continúa torturando al diablo que anida en Marta. Tras darle la comunión, coge una Biblia y recita el Apocalipsis: “Entonces el diablo fué arrojado a la lengua de fuego y azufre... allí será atormentado día y noche por los siglos de los siglos.” Y hace repetir al diablo frase por frase.
-Repite: “Cuánto más me hubiera valido seguir a la luz”.
-Cuánto-más-me hubiera-valido-seguir-a-la-luz, -repite a regañadientes y arrastrando cada palabra.

Y así durante un buen rato, el exorcista parece un maestro que enseña a un niño rebelde, que repite a la fuerza, entre bufidos y alaridos, frases como éstas: “Señor, tú eres Rey. Yo soy tu criatura. Nada escapa a tu poder. Eres el Alfa y Omega...”.
-Ya no más. Me estoy cansando, gruñe.

Pero el padre Fortea arrecia en su acoso, coge un banquito y se sienta ante la posesa con un crucifijo en la mano. “Hic est dies”, -repite con fuerza. Por un momento, creo que lo va a conseguir.
-Cuanto más tardes en salir, más gente creerá en Dios. Eres un predicador de Dios. Acércate, siéntate y besa a Cristo crucificado. Dale un beso de respeto y homenaje.

Como zombi, Marta se sienta y se acerca a la cruz. Tiene los ojos en blanco y echa espumarajos por la boca, pero besa el crucifijo. Entonces Fortea la coge suavemente por un brazo, le hace levantar y la obliga a recorrer la capilla y besar a la Virgen y al Sagrario.
-Aquí está Dios. Repite siete veces: Iesus, Iux mundi. –La posesa repite, pero al terminar le lanza una mirada de fuego y le dice:
-Asesino, déjame, no puedo más. Pero el exorcista continúa un buen rato.

Ha pasado otra hora. Fortea se toma un respiro. “Ahora usted”, le dice a la madre. Y sale de la capilla. Y María se inclina sobre su hija y comienza a increpar a Zabulón:
-Tienes qué dejar esta criatura. Por la sangre de Cristo, déjala ya. Sus ángeles están con ella. Vienen los tres arcángeles. La Virgen te va a aplastar la cabeza...

Zabulón sigue bufando y retorciéndose, pero no parece que esté dispuesto a irse. Al rato entra de nuevo el padre Fortea:
-¿No temes la sentencia de Dios?
-Sé cuál es, grita desgarrada.
Solos con la Endemoniada

El padre Fortea mira a la madre: “No se va a ir. Dejémoslo por hoy”. Se levanta y se va. Los gritos se detienen en seco. Noto cierta decepción en el rostro de María. Me da la sensación de que esperaba que fuese hoy. Ha pasado casi tres horas de rodillas, pero en su cara no hay signos de cansancio, sólo de cierta desilusión . Recoge con paciencia la estampa de la Virgen y el crucifijo y sale de la capilla. Mi compañero y yo nos quedamos solos con la endemoniada. Unos segundos que se hacen eternos. Nos hemos quedado pegados al banco, sin respiración. de pronto, se vuelve hacia nosotros, abre los ojos (que ha mantenido en blanco durante res horas) y nos lanza una mirada que no olvidaré mientras viva. Sus ojos son de otro mundo. Nunca vi algo así en mi vida. Al instante, la mirada vuelve a ser la de Marta, que nos sonríe, se levanta con tranquilidad, se sienta en el banco y se quita los calcetines blancos que dobla con sumo cuidado. Noto que apenas suda, a pesar de las tres horas de ejercicio continuo. Se pone los pendientes y nos vuelve a sonreír.
-¿Cómo estás?
-Cansada.
-Sabes lo que ha ocurrido?
-No, no recuerdo. Y mientras nos habla, coge la estampa y el crucifijo, a los que hace un rato tanto odiaba, y los besa con cariño.
-¿Te duele la garganta?
-No.

Y su voz es tan suave como cuando llegó. Nadie diría que por esa misma garganta salieron aullidos durante tres horas.
-¿Sabes por qué estás aquí?
-Sí, eso lo sé. Sé que tengo...

No termina la frase. Respetamos su silencio. Salimos y nos sentamos en un salón contiguo los cinco. Marta está tranquila. Vuelve a ser la chiquilla tímida de antes. “Todas las noches”, nos cuenta María, “antes de acostarme cojo el crucifijo, del que nunca me separo, y bendigo mi habitación: “En nombre de Dios, malos espíritus salid de esta habitación. Y ella, antes de acostarse, siempre me pregunta: “Mamá, has bendecido la habitación?”. Pero aún así pasa miedo. Como Cuando las manos de su hija se convirtieron en garras al tocar la cruz o cuando la persigue con los dedos abiertos, en forma de cuernos, para clavárselos en los ojos. “Siempre amenazas que, afortunadamente, nunca cumple”.

Y antes de despedirse, repite una súplica: “Que se conciencien la gente y los obispos. Que haya muchos más exorcistas”. Abraza a su hija, se suben las dos al coche del padre Fortea y se van. Marta se vuelve y nos mira. Sus ojos son el grito de angustia del esclavo encadenado. El padre Fortea queda en llamarme cuando se produzca la liberación definitiva.

Rezo por Marta y por su madre. Lo que vi no es un montaje.

Así es Zabulón

“No habla demasiado, pero es muy inteligente”. Así describe el padre Fortea a Zabulón, el enemigo contra el que viene luchando desde hace siete meses. Al principio, el padre Fortea pensó simplemente que así se llamaba el décimo hijo de Jacob y Lía, su mujer. Después, investigando un poco más, cayó en la cuenta de que se las estaba viendo con uno de los demonios más poderosos del infierno.

Ha aparecido sólo tres veces en la Historia. La primera, en Ludón (Francia), en el siglo XVI. Casi todas las monjas de un convento quedaron poseídas por multitud de diablos, que las atormentaban sin pausa. El jefe era Zabulón. La segunda fué en los años 50’s., en un caso de exorcismo realizado por el padre Cándido, el exorcista italiano maestro del padre Amorth. Y ahora, ha vuelto a aparecer.

Estimado Lector: por lo que has leído, ya viste cómo se las gasta Satanás, por eso y para librarse de esa amenaza, es preciso estar cerca de Dios y de su Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, renunciando al mismo tiempo a las tentaciones que nos presenta el maligno, explicadas con bastante claridad por nuestros sacerdotes-predicadores de la palabra divina. Al respecto puedes leer los libros escritos por los padres exorcistas, Gabriel Amorth, José Antonio Fortea, Corrado Balducci y otros autores que tratan a fondo esta cuestión que todos, católicos y de todas las otras religiones deben saber, pues el maligno ataca a todo el género humano.

Pues como dice el Padre Gabriel Amorth: “Llegan a mí católicos, protestantes, budistas, mahometanos, ateos y políticos de varias naciones. Yo los atiendo y no por eso les digo que abandonen sus creencias; solamente les doy algunas indicaciones para su protección.

Bueno, amable lector, espero que este relato haya sido de tu completo agrado.

Fin


Poesía

Amigo

Como un río de esperanza
llegas a mi,
cuando más sola estaba
ahí estás,
cuanto deseo y acepto
esta amistad.

Quédate aquí
donde haces falta
y con tu alegría
mueve mi corazón
para no morir.

Te necesito:
ayúdame a sentir
de nuevo
que estoy viva
y juntos viviremos
esta bella amistad.

I S J.



Amor

Cuando el amor florece
la plenitud no hace falta.
Todo es tan armonioso
que flota sólo el amor.
Mostrando sus mil colores
y las faces de su aureola,
su olor tan exquisito, su delicia, su candor

El amor es la belleza
de los ojos que se miran
de los labios que se tocan
de las manos que se dan.
El amor es algo puro,
algo neutro, algo exacto,
el amor es lo perfecto.
El Amor es Sólo Dios.

I S J.


Espera

Espera, acaso llegue, lo que tanto has anhelado,
mira a lo lejos quizás en lontananza
brille acaso esa chispa que nos da la esperanza.
Sé constante en la espera, con la fe del caminante
que si no percibe sombra, la encuentra más delante.

Espera, esa espera que no llega,
que se alarga, que no existe;
que se llora, que nos cansa,
que te anima, que te llama.

Puede ser eterna espera, pero es mejor esperar
esa cita que no llega y que nunca llegará.

I S J.

Solo e Incomprendido

Pasó por esta vida
sumido en su tristeza
al ver que en su tierra
nadie lo comprendió.

Cansado de rogar
un mendrugo de amor,
no pudo soportar
otra desilusión.

Al verse despreciado,
sólo e incomprendido,
se marchó desolado,
se perdió en el camino
llevándose consigo
su alma adolorida
y el corazón partido.

Ojalá y algún día
vuelva a él la esperanza
y un rayito de luz
llene de Paz su Alma.

E R B.

Pintor

Pintor que plasmas tus lienzos
con tan hermosos colores,
pintando campiranos paisajes
o hermoso jardín con flores.

Suculentos manjares pintados
en un gran bodegón,
o en acuarelas difusas
mostrándonos tu pasión.

Si pintas tus sentimientos
que guarda tu corazón,
¿Por qué no pintas los míos
para que tengan color?

Para que ya no sean grises,
que sea un gran resplandor,
para guardar entre ellos
mi tristeza y mi dolor.

J B


Ven Conmigo

Apenas recuerdo el día
cuando escuché tu llanto:
“Deja todo y ven conmigo”.
Yo apacentaba rebaños
que pacían entre lirios
en el verdor de los campos
y bebían las estrellas
al sorber agua en los charcos...
“Deja todo y ven conmigo”
cantan la selva y los pájaros
y su canto lo repiten
los mirasoles del prado,
el eco de las cañadas
y el alma verde del llano.
Dejé rebaños y ríos,
dejé colinas y prados
y con alma en suspenso
me encaminé al Seminario.
¡Qué rebaños tan distintos
encontré en el Seminario,
rebaños de mil ideales,
libros, oración y cantos,
inmensa fraternidad,
ejemplo de Padres santos,
templo de Padres santos,
templo de apóstoles grandes,
amistad limpia de hermanos,
santidad sacerdotal...
En mi sacerdocio nuevo
apaciento otro rebaño,
más bello que los corderos
y más rico que los campos,
más sabio que aquellos libros
de mi viejo Seminario:
el rebaño que soñé
de vírgenes y de santos,
de reyes y de Profetas
y de mártires descalzos...
Es una felicidad
responder a tu llamado
y vivir en realidad
el ideal del Seminario
y el sueño de mi niñez
al servir a tu rebaño.

Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón

Reflexiones

Reflexiones sobre la Amistad y el Amor

Sabio es aquel que enriquece su vida con amistades.
Jamás encontrarás un amigo si buscas a alguien que sea perfecto.
Es mejor evitar que tu amigo caiga, a tener que ayudarlo a levantarse.
Un buen amigo seguirá pensando que eres un tipo brillante a pesar de que andes un poco apagado de vez en cuando.
Trata a tus amigos como a una cuenta bancaria: procura no sacar demasiado.
Las personas que saben refrenar la lengua, rara vez tienen problemas para retener amigos.
Un verdadero amigo te dirá la verdad aunque de momento te ofenda.
No olvidemos que el aprecio es algo que todo el mundo aprecia.
Si un amigo se equivoca no se lo eches en cara. Échalo al olvido.
Podemos extender la mano de la amistad, pero no podemos obligar al otro a que la tome.
Estamos equivocados si pensamos que la amistad es algo que se recibe y no algo que se da.
Procura ganar amigos antes que intentar ganar clientes.
Interesándose por los demás, uno puede hacer más amigos en dos meses, que los que podría hacer en dos años tratando de que los demás se interesen por uno.
Un enemigo declarado puede ser muy malo, pero un falso amigo es aún peor.
Haz bien a tu amigo para que continúe siéndolo, y a tu enemigo para convertirlo en amigo.
Por muy inútil que sea un hombre, vale más su amistad que su odio.
La amistad sólo se mantiene con vida mientras la alimentamos con bondad, compasión y comprensión.
Una verdadera amistad se parece a la buena salud: no se aprecia su valor hasta que uno la pierde.
Un buen amigo es alguien que está a tu lado cuando necesitas cuidado.
Te ganas más amigos con los oídos que con la boca.
Si plantas amor, cosecharás amor. Si plantas amistad, recogerás amistad.
Un amigo de verdad jamás se interpone en tu camino, a menos que estés yendo cuesta abajo.
Un amigo de verdad es alguien que permanece a tu lado aún después de conocerte muy bien.
Nadie puede enriquecerse tanto que pueda darse el lujo de perder un amigo.
Si fueras otro, ¿Querrías ser amigo tuyo?
En el éxito, nuestros te conocen; en la adversidad, conocemos a nuestros amigos.
La prosperidad gana amigos, la adversidad los pone a prueba.
Un amigo de verdad te alegrará con su presencia, y te recordará en sus oraciones.
Nuestros amigos nos aman a pesar de nuestros errores; nuestros enemigos nos odian a pesar de nuestras virtudes.
Cuantas más discusiones ganes, más amigos perderás.
No hay enemigo más peligroso que el amigo que no sabe si está o no de tu lado.
Llama con bastante frecuencia a la puerta de tus amigos y dentro de poco no encontrarás a ninguno en casa.
Si tus amistades más allegadas aun tienen una actitud neutral hacia Cristo, algo malo pasa con tu vida cristiana.
Las faltas son gordas cuando el amor es flaco.
El amor cubre multitud de faltas y echa un velo sobre innumerables pecados.
Crees en el amor tanto como amas.
El amor son dos almas con un mismo pensamiento, dos corazones con un mismo palpitar.
Tú eres un patito feo... ¡Hasta que alguien te ama!
Sentirse amado es el regalo más valioso que uno puede recibir.
Donde hay amor hay completa confianza.
El mismo viento que apaga velas, atiza incendios, por eso las dificultades pueden apagar un pequeño amor, pero avivan uno grande.
Si no es con amor, ¡no es según Dios!
El amor derrite, no rompe.
Es imposible desperdiciar amor.
Amor es el Poder y la Luz de Dios.
El amor es Dios, ¡Dios es Amor!
Aún el más pequeñito puede entender el amor.
¡Un poquito de amor llega muy lejos!
¡El amor no puede fallar, el amor lo conquista todo!
¡Qué belleza debe tener, qué virtud, el Dios que hizo algo tan bueno como tú!
El amor es una emoción que te impulsa a hacer algo bueno.

Hay muchos más a tu alrededor que están igual de solitarios y que anhelan tanto tener amor como tú, que sólo están esperando que des tú el primer paso. ¡Lánzate por fe y habla con alguien del amor hoy mismo; trata de hacerle feliz! ¡Ama a alguien hoy!

Descubre las maravillas que puede llegar a hacer el amor. Te encontrarás en un nuevo mundo de amor con el que hasta ahora sólo habías soñado. Puedes disfrutar, junto con otra persona solitaria, de las maravillas del amor; inténtalo nada más. ¡Si das amor, te darán amor!

El Amor, ¿Qué es y Para qué Sirve?
(fragmento)

El amor es uno de los valores humanos mas destacados, se fundamenta en tres ejes: el amor a Dios, el amor a sí mismo y el amor a los demás. El amor es la fuerza, la energía que nos hace vibrar en armonía con la gente. Es el motivador inicial de toda acción y, en la medida que se pierde la armonía, se corre el riesgo de perder el amor. El amor está integrado por una serie de características sin las cuales perdería su esencia:

1. La Alegría. Para elevar nuestro nivel de autoestima y poder disfrutar de las cosas sencillas, llevando una vida ordenada, pensando siempre positivamente y para hacer que nuestro trabajo sea una fuente de satisfacción.

No podemos, si deseamos vivir felices, contentarnos con nuestra alegría, sino que debemos compartirla y ante la adversidad, no debemos perder el tiempo en lamentarnos ni en quejas inútiles.

2. La Amabilidad. Una persona amable es aquella que por una actitud afectuosa y complaciente, es digna de ser amada. No se presenta por conveniencia sino como una disponibilidad permanente.

3. La Solidaridad. Ser solidarios es capacitarnos para la alegría, la libertad y el amor. Es un compromiso, es apasionarse con el otro.

4. Compromiso. Prometemos con el otro. No es obligación, es prometer y mantener nuestra palabra; es prometer y actuar.

5. Comprensión. Es situarnos en el lugar de la otra persona, es prenderse con el otro. La comprensión y la solidaridad nos mueven a ayudar a quien lo necesite de acuerdo a sus necesidades y hasta el límite de nuestras posibilidades.

6. Generosidad. Es el deseo de complacer y satisfacer a los demás sin pretender algo a cambio; es proporcionar atención, buenas maneras y felicidad. Ser abundante en comprensión.

7. Tolerancia. Es admitir que todos somos diferentes y aceptar estas diferencias de manera amorosa. Sin la tolerancia el más fuerte se come al débil.

8. Bondad. Bondadoso es quien procura para los demás todo lo bueno.

9. Amistad. Es un afecto personal puro y desinteresado, ordinariamente recíproco que nace y se fortalece con el trato.

Marco Tulio Cicerón nos dice: “No es otra cosa la amistad que un sumo consentimiento en las cosas divinas y humanas con amor y benevolencia; don tan grande que no sé si han concedido los dioses (excepto la sabiduría) otro mayor a los mortales”.

La virtud concilia y mantiene las amistades, pues en ella se halla la conveniencia de las cosas, la firmeza y la constancia. El esfuerzo por alcanzar la educación, la cultura y las buenas costumbres, se llama virtud. El hombre virtuoso es el que hace el esfuerzo, el que siempre lucha, el que siempre se levanta. La virtud pues, se encuentra en el camino; el triunfo, la meta, lo ratifican.

“Amor no es otra cosa que tener afecto al que se ama sin interés alguno, pues éste de la misma amistad se saca, aunque menos se busque”.

“La amistad nace de la misma naturaleza del hombre como espontánea inclinación del alma y no de mezquinos egoísmos. Se ama por amar, con un amor de benevolencia y no de interés. Cuando entra el interés, sale la amistad”.

“La amistad supone una elección de amor: se elige al amigo para amarlo”.

En esto difieren la amistad y el parentesco porque: “Si suprimimos el amor y el buen trato, la amistad desaparece, mientras que el parentesco perdura”.

Los elementos que integran la esencia misma de la amistad son tres:

A. Desde luego la igualdad; la amistad encuentra iguales a dos personas o las hace iguales, de un mismo sentir, de un mismo desear o querer. Quien mira a un amigo es como si viera su propia imagen; pero desde luego la igualdad entendida como equivalencia; de la misma cantidad y cualidad. La conformidad en todo no puede existir entre los hombres.

Los hombres nacemos con la misma calidad humana, los mismos derechos y obligaciones y con el paso del tiempo, por medio de la educación, la cultura y los valores humanos adquiridos con el esfuerzo, el trabajo, el valor y el arrojo, van formándose diferencias infranqueables.

¡No hijo! nos decía mi madre, nada de que somos iguales porque ustedes, mis hijos no son maldicioneros, irrespetuosos o flojos; estudien, sean responsables, trabajen, sean educados y respetuosos.

¡No me avergüencen!

En la igualdad no existen privilegios ni mucho menos la transmisión de derechos por parentesco.

La igualdad de las personas es el libre acceso a los empleos, a las jerarquías, grados o escalafones; en la igualdad se recompensa al mérito, al genio, a la virtud y no es la herencia de una casta, raza o de una familia. El puesto más elevado debe llegar al más digno; cuenta solamente la aptitud, no el privilegio. Para las artes, para la ciencia y las letras, no debe haber favor, sino concurso. Esa es la igualdad social.

B. El segundo elemento de la amistad es la fidelidad que se opone a la simulación, al recelo y la ruptura.

“Nada hay tan afrentoso como hacer la guerra a la persona con quien se ha vivido familiarmente”. (M.T. Cicerón)

“Sobre Damón y Pitias, que fueron discípulos de Pitágoras, cuentan que fueron tan fieles amigos, que habiendo condenado a muerte a uno de ellos el tirano Dionisio, para cierto día y habiendo pedido el sentenciado un término mientras dejaba encomendadas y dispuestas las cosas de su casa, salió por fiador el otro amigo, sujetándose a la misma pena si no compareciese el reo. Pero, ¡compareció el día señalado! Y fue tanto lo que admiró el Tirano su mutua lealtad, que les rogó que de allí en adelante lo contasen como amigo”.

C. “El Tercer y último elemento de la amistad consiste en una cierta dulzura en el trato y las maneras pues con el amigo no van la severidad y el rigor”.

“Servir al amigo es hacerle favores, pero exclusivamente los honestos y nobles; es enriquecerlo con lo que uno tiene: virtud, inteligencia, fortuna: Aconsejar al amigo es otra manera de servirlo, nunca con adulación que es el mayor azote de la amistad, siempre con franqueza pero sin acritud” (Cicerón).

El amigo da para recibir, recibe para dar, amonesta y se deja amonestar, de donde surge un mutuo enriquecimiento para plenitud de la personalidad (J.A. Peñalosa).

En la poesía y en la literatura universales, el amor ha sido expresado igual: con sublimes palabras elevados, limpios y excelsos pensamientos.

R R S


Ámense

Ustedes nacieron el uno para el otro y estarán juntos para siempre. Ustedes estarán juntos cuando las alas de la muerte esperanzan sus días. Si, estarán, juntos incluso en la silente memoria de Dios. Pero permitan que haya espacio en su cercanía, y dejen que las brisas de los cielos dancen entre ustedes.

Ámense el uno al otro, mas no hagan del amor una atadura. Dejen que haya un mar en movimiento entre las playas de sus almas. Llénense mutuamente las copas, pero no beban de una sola copa. Compartan su pan, pero no coman del mismo trozo.

Canten, bailen y alégrense, pero cada uno sea independiente; hasta las cuerdas del láud, están solas aunque vibren con la misma música. Den su corazón, pero no en prenda, pues sólo la mano de la vida puede contener los corazones.

Y permanezcan juntos, pero no demasiado; porque los pilares del templo están aparte, y el roble no crece bajo la sombra del ciprés, ni el ciprés bajo la del roble.

Jhalil Gibrán

“El matrimonio es una sucesión de etapas, en las
que siempre tiene que prevalecer el respeto”.

Aunque sabemos que la historia de vida no comienza con el matrimonio, por lo menos sí le podemos asegurar que ésta es una forma de iniciar a vivir. Afortunadamente todos tenemos peculiaridades propias, por lo tanto, cada uno es distinto, y eso es precisamente lo que nos une a nuestra pareja, la cual tiene que valorarnos, y nosotros a él (ella). Decía una famosa canción: “se hace camino al andar”, es decir, que si decidieron unir sus vidas es en principio porque ya se conocen, por lo menos lo suficiente como para saber que pueden caber juntos en el mismo lugar.

No te Enamores del Amor

Enamórate de alguien que: te ame, te espere, te comprenda aún en la locura; de alguien que te ayude, que te guíe, que sea tu apoyo, tu esperanza, tu todo.

Enamórate de alguien que no te traicione, que sea fiel, que sueñe contigo, que sólo piense en ti, en tu rostro, en tu delicadeza, en tu espíritu y no en tu cuerpo o en tus bienes.

Enamórate de alguien que te espere hasta el final, de alguien que sea lo que tú no elijas, lo que no esperes.

Enamórate de alguien que sufra contigo, que ría junto a ti, que seque tus lágrimas, que te abrigue cuando sea necesario, que se alegre con tus alegrías y que te de fuerzas después de un fracaso.

Enamórate de alguien que vuelva a ti después de las peleas, después del desencuentro, de alguien que camine junto a ti, que sea un buen compañero, que respete tus fantasías, tus ilusiones.

Enamórate de alguien que te ame. No te enamores del amor. Enamórate de alguien que esté enamorado de ti.

Anónimo

“La felicidad de un hombre casado, depende
de las personas con quienes se ha casado.”
Oscar Wilde

Tomadas del Libro: “Reflexiones y Pensamientos
para lograr un Matrimonio Feliz”

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