Los indígenas, durante el tiempo de la Colonia, en casi todo lo que hacían eran menospreciados, vejados y juzgados con rigidez, por tanto siendo el caballo un animal muy útil en la conquista, le tuvieron gran estima y no fue fácil permitir que los recién conquistados, los tuvieran, ni siquiera para amansarlos, pues se temía que descubrieran uno de sus secretos claves en la lucha por la conquista y los derrotaran.
Una de las primeras autorizaciones de que se tiene conocimiento - porque existe escrito -, fue la otorgada por el Marqués de Guadalcazar Don Diego Fernández de Córdova, quien otorgó autorización por mandato del Virrey Luis de Tovar Godínez al padre jesuita Gabriel de Tapia - procurador de la Compañía de Jesús - para que 22 indios, montarán a caballo, y así poder cuidar y pastorear más de 100 mil cabezas de ganado menor pertenecientes a la Hacienda de Santa Lucía, filial de la de San Javier en el distrito de Pachuca - ahora Estado de Hidalgo -. Esto ocurrió el 16 de noviembre de 1619, en la primera mitad del siglo XVII..
Ya en 1555, segunda mitad del siglo XVI, el segundo Virrey de la Nueva España, Don Luís de Velasco, había puesto en uso una montura distinta a la que usaban los españoles; así surgieron las primeras sillas mexicanas y los primeros frenos de estilo diferente, con características propias para las necesidades vaqueriles de la Nueva España.
Los caciques Otomíes, Nicolás Montañéz; Fernando de Tapia y el instructor Fray Pedro Barrientos, contribuyeron mucho a la cimentación de la cacharrería. ( Años 1531 a 1555 ). Por ese tiempo el santo varón Sebastián de Aparicio, adquirió la hacienda de Careaga, - entre Azcapotzalco y Tlalnepantla, en el Estado de México -, donde de se dedico a la agricultura y la ganadería, enseñando los indígenas que no mostraron interés en la agricultura una nueva actividad; la doma de bovinos y más tarde la del ganado caballar, a pesar de estar prohibido hacerlo, pues su uso era reservado sólo a los conquistadores. Surgiendo así este nuevo oficio que luego se extendió floreciente desde la Mesa Central, a todos los confines del Virreinato con el nombre de Charrería. Este ejemplar y virtuoso varón a los 71 años dejó la actividad civil donando sus propiedades al convento de Santa Clara en el Estado de México.
Así nació la charrería en las haciendas de los estados de Hidalgo, - cuna de la Charrería -, Puebla y Estado de México, extendiéndose más tarde por toda la Nueva España y floreciendo en el Virreinato de la Nueva Galicia, - actual Estado de Jalisco y sus alrededores-.
Posteriormente y poco a poco la Charrería creció, al generalizarse el uso de los caballos entre los habitantes de nuestro país, donde los hacendados y sus servidores de confianza hacían gala de su pericia y destreza en el manejo de los animales, consumando útiles y valiosas maniobras con arrojo, valentía y pericia.
En 1880 la Charrería profesional tuvo su origen, fue entonces cuando apareció el famoso "Charro Ponciano” cuyas hazañas reconocemos por los corridos y canciones.
Su nombre fue Ponciano Díaz, originario de la Hacienda de Atenco, en el Estado de Hidalgo - la primera ganadería que se estableció en América -, dio gran impulso e incremento a la Charrería, convirtiéndola en espectáculo de valentía y pericia digna de admirar. Combinaba la Charrería con la Tauromaquia, siendo así el primero en ejecutar la suerte de banderillas a caballo, inventada por Ignacio Gadea, otro charro mexicano, que perteneció al equipo de Don Ponciano Díaz, junto con Agustín y Vicente Oropeza, Celso González, Vicente Conde y Manuel González Aragón, pioneros de la Charrería actual con quienes partió a España en 1889, a dar una exhibición de Charrería y Toros al estilo mexicano.
En 1894 se reunió en Monterrey un grupo de 12 Charros capitaneados por Vicente Oropeza que salieron por primera vez a Nueva York y recorrieron varios lugares de aquel país con grandes éxitos. A Vicente Oropeza los norteamericanos le dieron el calificativo de Campeón de Lazo en el mundo, sorprendidos de la maestría y destreza con que floreada y lazaba.
En 1900 hubo otra expedición de charros a París, promocionando el arte de la Cacharrería, quienes después viajaron a Europa con otros grupos de charros, los que regresaban contentos y gloriosos por la aceptación de lo que exhibían.
De entonces a la fecha, se han efectuado muchas excursiones al extranjero llevando esta inmortal tradición y arte. La mayoría a países donde existe alguna tradición relacionada con el uso del caballo, entre los países que sobresalen están: Argentina, Colombia; Venezuela, Chile; Estados Unidos, Canadá, España, Francia y Portugal.
La Charrería ha sido tema de poetas, pintores, músicos, historiadores, artesanos y personas de reconocida cultura; todos ellos amantes de nuestras tradiciones y raíces.
La Charrería por otra parte esta relacionada con la sastrería, sombrerería, platería, zapatería, fustería, talabartería, curtiduría, fabricación de sarapes, elaboración de reatas, herrajes, bordados y trabajos en pita. Así que, adentrándose en el tema de la Charrería, resulta interesante hasta para tomarlo como un tema para un programa cultural, a nivel escolar por tratarse de un valor histórico muy importantes.
La Charrería fue declarada “Deporte Nacional” por el Sr. presidente de la República Don Manuel Ávila Camacho, e instituido el 14 de septiembre como “Día del Charro”.
Por lo cual debe quedar claro que la Charrería nació en el campo y se reglamento en la ciudad, surgiendo la primera asociación en el Distrito Federal, con el nombre de “La Nacional” el 4 de junio de 1921. Posteriormente surge el 29 de abril de 1923, la segunda asociación de la República con el nombre de “club Nacional de Charros Potosinos”, ahora Potosina de Charros en la capital del Estado de San Luis Potosí y, el 8 de agosto de 1923, en Toluca Estado de México, la tercera asociación de charros del estado de México.
El 16 de diciembre de 1933 se funda la Federación Nacional de Charros que se dio a la doble y fructífera tarea de agrupar a todas las asociaciones de charros del país, para organizar competencias y elaborar un reglamento común que unificará criterios en la práctica de este deporte nacional.
La práctica de la Charrería se divide en 10 suertes, llamadas así porque el éxito de la ejecución dependerá en gran parte de la voluntad de la bestia con la cual se van a ejecutar, pues aunque exista la experiencia suficiente, en algunas ocasiones el animal no se presta y estas ejecuciones no se realizan con el lucimiento y éxito esperados.
El deporte de la Charrería está catalogado como uno de los más completos porque se practica al aire libre y en el se activan todos los músculos del cuerpo al comenzar el movimiento del caballo, o al aplicar la fuerza de poder a poder con los animales que están siendo sometidos.
Los Charros no perciben sueldo por actuar, aunque tengan que recorrer grandes distancias para hacerlo, y la cooperación que el público da por presenciar una charreada, subsidia parcialmente los gastos de la misma, siendo que el saldo lo pagan los integrantes del equipo o a veces toda la asociación. Ahí estriba también la nobleza del deporte, pues arriesgan su integridad siempre, desde que comienza su relación con el caballo, quien no tiene palabra de honor por nada y menos en cuestión de temperamento. Por lo cual se dice que, en el momento de meter el pie en el primer estribo, se toca el escalón más importante para llegar al cielo, acortando así la distancia entre este mundo y el de la eternidad.
Es el único deporte en el cual pueden quedarse a deber puntos, por no ejecutar las suertes bien, de tal modo que su resultado podría ser de 0 por no ejecutar la suerte, meno los puntos que acumule negativos como sanción por hacerlo además mal.
Cada año se ejecutan competencias entre los equipos del Estado para eliminarse y tiene derecho a competir en el Congreso Nacional, donde se eliminarán entre todos los de la República, para seleccionar a los mejores equipos del país. Tanto en los Congresos Estatales como en los Nacionales.
Los Congresos Nacionales de Charrería son muy solicitados por los gobiernos de los principales Estados, por la afluencia turística que éstos generan y por la difusión que se da a una importante tradición..
La Charrería esta considerada como reserva del Ejército en la rama de caballería, por lo que además de la disciplina deportiva, existe la obligación de observar ciertas normas adicionales al deporte.
En la Charrería todo esta reglamentado, hasta el modo de vestir; por lo cual conviene leer algo relacionado con la misma señalado en el reglamento de competencias. Para vestir con propiedad, pues debemos tener en mente que los colores adecuados en la práctica de la Charrería, deben ser colores serios, quedan eliminados - definitivamente - aquellos que son llamativos. Nunca deben verse en la Charrería, todos los tintes claros que denigren o pongan en tela de juicio la virilidad de quien los usa.
Actualmente, los adornos de las chaquetas deben ser sobrios y de buen gusto; pues en estos tiempos lo más sencillo es lo más moderno, a excepción de los trajes y pantalones " cachiruleados” o adornados en minuciosa y artesanal combinación de gamuzas cortadas con gran maestría y esmero, lo que resulta ser una valiosa artesanía.
La camisa, cuando se usa con traje debe ser clara, estilo Charro, con botones de hueso en forma de pequeños bolillos alargados, a los cuales se les denomina " Tarugos " tomado el nombre de los trozos de madera prismática que se usaba en algunos pisos antiguos.
La corbata debe ser en forma de moños y en colores serios, siendo el color rojo el único permitido; por ser alegre y combinarse con todo.
Los zapatos deben ser de una pieza y contar con tacón plano espuelero. Cafés en sus distintas tonalidades, y grises ( éstos últimos más difíciles de combinar ) usando negros sólo con traje negro, o muy oscuro y de preferencia cuando no se necesite montar.
Para abreviar, sólo recordaré que actualmente existen cinco atuendos reglamentados por la Federación, estos son: el de Faenas, Media Gala, Atuendo de Gala, Gran Gala y Etiqueta ( estos dos últimos propios para usarse en ceremonias especiales o fiestas de noche).
Lo menos que debe usar quien desee o practique la Charrería, es el traje de Faena. Este consiste en un sombrero liso de fieltro o Palma, camisa estilo pachuqueño, de cuello pegado o corto, tipo militar, pantalón de corte charro, aunque sea sin adornos, botines estilo charro, corbata de moño en color serio, espuelas y chaparreras.
En otros tiempos no había tantos escrúpulos en el uso del atuendo charro por qué estas actividades se desarrollaban sólo en el campo, pero ahora debe presentarse el Charro vestido lo mejor posible, o sea con la mayor propiedad, conservando así la tradición y una personalidad uniforme de categoría y buen gusto. Y, en esto debe tenerse cuidado, pues con frecuencia vemos algunos cantantes, artistas y mariachis, portando trajes charros que denigran a la Charrería; además usan el pelo largo, lo cual también está prohibido por el reglamento de Charrería, por ser anti estético, antihigiénico y de poca personalidad.
La charrería se transformó en el único Deporte Nacional que existe... habrán otros más populares, pero ninguno que encarne la mexicanidad como éste.
Durante la Revolución Mexicana, mucha gente del campo, gente de a caballo, se unió al movimiento en varios estados, viéndose en la necesidad de suspender sus labores campiranas. Concluido el periodo revolucionario y debido entre otras causas, a la desaparición de las haciendas ganaderas se continuó ejercitando la charrería, pero ya no como una necesidad, sino como deporte.
El traslado de las esencias charras y campiranas a las urbes motivó la creación de las Asociaciones y como consecuencia la construcción de los lienzos como lugares idóneos para cumplir con los reglamentos y formalidades de los eventos; hoy existen más de 650 lienzos charros en toda la República Mexicana.
Ante la preocupación de los charros por la difusión de su arte, el orden y el respeto de los estatutos, se iniciaron pláticas para crear una Federación Nacional de Charros, misma que se fundó en la Ciudad de México el 16 de diciembre del año de 1933. Esta institución central de la charrería organizada, agrupa en la actualidad a más de 1500 asociaciones debidamente constituidas y diseminadas por todo el territorio nacional.
La Charreria en Aguascalientes
La Charreria en México nace en el siglo pasado, basada en las faenas propias del campo y la ganadería. Los antecedentes de la práctica de esta disciplina en el Estado de Aguascalientes se inicia en la labores propias en los campos, ranchos y haciendas, esparcidas por el territorio del Reino de Nueva Galicia, de la entonces Villa de la Asunción de las Aguas Calientes, ya entrando el siglo XX, se observa la practica de la charreria a través de un rudimentario reglamento que solo aplicaba algunas sencillas normas en la práctica llevadas a la competencia, es así como los camellones de la Alameda se convierte en el primer escenario popular de la Charreria en Aguascalientes.
La charreria hoy en día
Se encuentra catalogada como la imagen representativa del deporte más mexicano por excelencia. En la actualidad son parte importante de la fuerza montada del ejército, es así como los charros que oficialmente están considerados reserva armada, son símbolo de patriotismo y mexicanidad, razón por la cual se les autoriza concluir las paradas militares del 16 de septiembre y participar en diversos desfiles y eventos cívicos que se realizan con motivo de festejos a la patria.
El Charro, comprometido con su país ha ido perfeccionando y depurando las faenas campiranas, dando lugar a un deporte espectáculo, ya que en él se funde la tradición con la valentía, el peligro con la gallardía, la caballerosidad con el compañerismo, lo cual como resultado da una charreada.
La palabra “Charro” parece derivarse del término “zar” que en vasco significa campesino. Sin embargo, más allá de las palabras y sus orígenes, el charro mexicano tiene tanto de vasco como de andaluz o indígena.
La sangre del charro es mestiza como lo es su tradición. La historia de la charrería está unida a la de los caballos europeos llegados a América. Los “cuacos”, como se les dice cariñosamente, son los verdaderos iniciadores de la charrería mexicana.
LOS CABALLOS EN MÉXICO
En 1519, Hernán Cortés desembarcó con 16 caballos en las costas de lo que es hoy la República Mexicana. Para la población indígena, que nunca antes había visto a aquel animal, caballo y jinete le parecieron uno mismo. Apenas fundada la Villa Rica de la Veracruz, llegaron refuerzos integrados por más jinetes, por supuesto, acompañados de sus respectivos caballos. En la conquista de México participaron muchos caballos, aunque casi todos son anónimos, algunos aparecen con nombre y descripción en el testimonio que Bernal Díaz del Castillo dejó. Registra el nacimiento del primer potro en tierra americana, hijo de una yegua castaña.
Los conquistadores usaban espada, puñal y lanza, sus trajes correspondían a la moda de la época, estaban formados por armaduras de metal y a veces, mallas, yelmo y rodela del mismo material. Así como sus atuendos eran especiales, también lo eran los aperos de sus caballos; todos portaban una barda (especie de protección o armadura) que los cubría desde la cabeza hasta parte de las ancas, hecha de baqueta y fierro. Había varios tipos de silla: la brida, la media, la estradiota y la jineta.
La caballería pesada montaba la “brida”, que tenía estribos largos y camas de freno anchas. La silla media o bastarda, era intermedia entre la jineta y la brida. La estradiota, parecida a la brida en sus estribos largos y la cama del freno ancha, era muy larga y estaba diseñada para que los muslos del jinete, estirados, se encajaran en ella, a veces llevaba una arandela metálica para resguardar la mano del caballero.
La llegada de caballos y los enfrentamientos bélicos hicieron que los animales que salvaron su vida huyeran a los montes, donde se reprodujeron. Estos cimarrones fueron los primeros caballos que los indígenas poseyeron y aprendieron a domesticar, aunque les estaba prohibido, so pena de muerte, montarlos. Para los españoles estaba claro que los caballos, mulas y armas de conquista eran un peligro potencial si estaban en en manos de los indígenas y criollos en la Nueva España.
Desde 1572 hasta 1611 hay ordenanzas en las que explícitamente se restringe tanto el uso de caballos y mulas como el de armas entre los indios. Desde el principio los peninsulares se esforzaron en la crianza de ganado caballar y bovino, y para ello usaron la mano de obra de la tierra conquistada.
Cuando el poder imperial de la Corona española estaba bien establecido en las colonias habían cambiado las circunstancias y las necesidades de los españoles. Se obligaron a modificar la legislación respecto a los caballos. El primer escrito del que se tiene noticia, lo otorgó el virrey Luis de Tovar Godínez en 1619, mediante el cual, autorizó que 20 indígenas de la Hacienda de San Javier, ubicada en lo que hoy es el Estado de Hidalgo, montaran “caballos con silla, freno y espuelas”.
Los caballos eran parte de los bienes que enorgullecían a los propietarios. Pasear a caballo por las calles vestido de gala para mostrar la calidad del binomio caballo-jinete como pareja indisoluble, era la mejor manera de hacer patente dicho orgullo. Los jinetes y sus monturas fueron parte de las celebraciones especiales. La fiesta de San Hipólito, que se celebraba el 13 de agosto, era una de las más tradicionales. Desde el virrey hasta las autoridades religiosas y los conquistadores viejos, exitosos o no, desfilaban a caballo en lo que se conocía como el paseo del Pendón.
Posteriormente, se celebraron las fiestas de las cañas para festejar la llegada del Viejo Continente de las autoridades, la consagración de los templos y las imágenes y los aniversarios de los poderosos. El derroche y la fastuosidad eran habituales.
NACIMIENTO DE LA CHARRERÍA
A partir de este momento, los mismos terratenientes, que eran españoles, obtuvieron autorizaciones para que los indios a su servicio pudieran montar. Una vez a caballo, los indígenas tuvieron que adaptar aparejos, aperos e indumentaria especiales para tal efecto. Los materiales empleados fueron los mismos de los que disponían antes de la llegada de los conquistadores, agregando otros de lana, de origen europeo. Las fibras naturales como la lechuguilla o el maguey sirvieron para hacer cuerdas y reatas. Las pieles de venado para confeccionar pantalones resistentes. Hasta que de los materiales accesibles y su propia inventiva surgió un estilo de indumentaria que, con el tiempo, conformó lo que hoy es el atuendo del charro mexicano.
Algunos dicen que el pionero de la charrería fue el cacique chichimeca Nicolás Montañéz, quien se alió con el virrey Velasco I en las luchas por la conquista de Querétaro en el siglo XVI. Otros sostienen que el beato Sebastián de Aparicio (1502-1596) es el verdadero padre de la charrería, ya que él fue quien se dedicó a enseñarle a los indigenas tanto las artes de la montura como el cuidado del ganado caballar y bovino. Las grandes haciendas poseían ganado mayor, los vaqueros y caporales, para atender su trabajo, empezaron a desarrollar destrezas que posteriormente se convirtieron en actividades divertidas y de lucimiento en las que los vaqueros mostraban sus habilidades para lazar o colear al ganado.
La charrería, con el tiempo, pasó de ser una labor rural local a un arte nacional, que se extendió en todo el territorio de la Nueva España.
EL ARTE DE LA CHARRERÍA
Tiene su origen concreto en Salamanca. El charro de ese lugar usa pantalón negro bastante ceñido, polainas, chaleco de cuero de mediavaca oscuro, chaleco y chaquetilla igualmente de color oscuro con botonadura y filigrana bordada. El sombrero es calañés, con gruesas toquillas y entorchados de oro y plata o de vivos colores realizados por artesanos. La mujer lleva traje negro, blanco o dorado. Porta además refajo, dengue, delantal y camisa de mangas.
La indumentaria del charro mexicano se adaptó a las faenas del campo, a la ganadería en concreto. Lleva pantalones untados carentes de polainas que le facilitan montar, la chaquetilla se adapta fácilmente a los movimientos que hace para lazar y correr. Luce zapatos finos de una sola pieza de color café, negro o caoba. Si usa botas, lleva las llamadas federicas, de tubo bajo y bien lustradas. Con ellas interpreta el Jarabe Tapatío o cualquier otro baile típico como el de Los Compadres o los sones costeños como El Chihualteco, La Culebra, El Maracumbé o El Venadito.
Su atuendo, según el evento en que participe, es de cuatro clases: de faena, de media gala, de gala y el de las grandes ceremonias. Por lo general luce sombrero de fieltro o de palma, chaqueta de gamuza, tela, o bien blusa, pantalón de gamuza con tres mancuernas a cada lado, zapatos de una sola pieza de color café o bayos, corbata en forma de mariposa y la funda del revólver. El caballo o la yegua que monta lleva silla de esqueleto o de canteras, reata, freno y otros arreos.
La charrería, en su forma más primitiva, nació en los campos del actual Estado de Querétaro. Sus formas más elaboradas empezaron a desarrollarse en los Estados de Hidalgo y de México. Las formas más contemporáneas y que más se asemejan al arte charro que conocemos actualmente se dieron en los Estados de Guanajuato, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero y Colima. Pero la verdadera cuna de la charrería es el Estado de Jalisco, donde nació el charro Colima y Jalisco. La charrería, como disciplina deportiva, arte y acto suceptible de premios y concursos data oficialmente de 1930, año en que tuvo lugar en el Distrito Federal la primera competencia charra, la cual, desde sus orígenes, obedece a un reglamento estricto y a un código de comportamiento que todo charro debe cumplir cabalmente.
Historia del Traje de Charro
El traje de charro como simbolo de identidad de México, por su tradicion de origen campirano refleja parte de la cultura e identidad nacional.
El traje de cahrro representa lo mexicano y antes que nada, al mexicano surgido del mestiso a partir del siglo XVI.
A finales del siglo XVIII, el traje de charro y sus complementos eran finisimos trabajos artesanales y de gran calidad, destacandose entre otras, los bordados, botonaduras de oro y plata, exagerados por su ornamentacion y coloridos.
A mediados del siglo XIX, fue modificado y definido el traje de charro, reflejando una imagen, que hasta en la actualidad se fue procurando conservar los detalles originales de su diseño.
A Maximiliano de Habsburgo, lo cautivo el pais, asi como el arte de la charreria. Por eso gusto de vestirse de charro, su rropa fue confeccionada apegandose en lo general a la ropa charra, aunque de paño negro y con detalles muy propios, tales como chaqueta corta y sin adornos; el pantalon cerrado con doble botonadura pero desechando las botas altas de gamuza. Gusto de tocarse con un sombrero negro de ala planchado con toquilla y galon de plata.
Puede afirmarse que llevo y ennoblecio la prenda, no por tratar de ganar simpatia, que a pesar de todo la obtuvo mas que otra cosa por su porte.
Gusto de viajar algunas ocaciones por rutas charras, siendo bien recibido en las ricas haciendas pulqueras y ganaderas, de las que conocio muy a fondo sus costumbres.
En efecto hubo identidad y lo siguieron gran cantidad de charros adinerados y hacendados que como de costumbre tambien procuraban dar la mejor imagen, exagerando siempre su imagen, en las botonaduras en oro y plata.
Actualmente para México las personas que visten este atuendo en otros piases, REPRESENTAN A LOS MEJORES EMBAJADORES DE NUESTRA IDENTIDAD NACIONAL.
En el siglo XIX, durante la época de la colonia, los terratenientes, poseedores de ganado y propietarios de grandes extensiones de tierra, fueron los mayormente beneficiados con la economía rural, para la cual, requirieron de gran cantidad de trabajadores.
Las haciendas prósperas, llegaron a emplear varios centenares de peones permanentes, un tanto eventuales y en menor cantidad de arrendatarios y de aparceros que se encontraban en los límites de las haciendas, esparcidos en rancherías o congregaciones y en pequeños caseríos.
El agro mexicano giró durante varios siglos en torno a la economía de las haciendas, predominando aquellas criadoras de ganado mayor, en donde
surgieron, una significativa escala de trabajadores protagonistas de hechos que darían origen al charro y a la charrería.
Los trabajadores de las Haciendas, teniendo mayor injerencia la población de libre movilidad como los arrendatarios, aparceros y rancheros, dejaron grata memoria escrita de aquellas faenas camperas, finalizadas en festejo, conocidas como Rodeos.
Conforme a lo reglamentado en 1574, el rodeo era una batida circular que hacían los vaqueros montados en sus caballos para bajar el ganado de las serranías y concentrarlo en un punto donde se haría la selección de animales, ayudándose de largas puyas con punta de hierro, similares a las garrochas.
Los animales sin marca “orejones” se repartían entre los distintos “señores de ganado”, y los de marca desconocida eran entregados a los representantes de las autoridades virreinales como bienes mostrencos.
La faena de amansar y arrendar o hacer a la rienda los caballos que, como el ganado bovino se habían multiplicado en estado semi-salvaje en las grandes planicies, requería de hombres diestros y entrenados.
Para separar el ganado que vagaba sin reconocer límites de la Hacienda a la que pertenecían, se designaba un sitio llamado rodeo. Ahí se reunían para contar, reconocer y vender el ganado mayor.
Enseguida los vaqueros marcaban a las bestias con el hierro del hacendado en sitios especialmente designados, ocasión que se convertía en una celebración colectiva.
Nacieron entonces los herraderos y así algunos animales eran elegidos para la agricultura o el transporte, y se procedía a caparlos para facilitar las labores.
La actividad conocida como “Coleadero” surgió como una necesidad, pues a menudo, las haciendas tenían demasiado ganado; una vez que los animales estaban separados, los vaqueros acostumbraban derribarlos, tirándolos por la cola. Surgía así entre los jinetes un enfrentamiento amistoso-deportivo.
Los Charros… De sus andanzas y faenas…
Durante las dos primeras décadas del siglo XX tenían todavía lugar los rodeos, llamados entonces jaripeos.
En el corral mayor se llevaba a cabo la concentración de animales para iniciar la selección en dos pequeños corrales anexos y realizar las tareas de conteo, herraje y capazón, implicando la participación de experimentados jinetes, muy hábiles en el manejo de las reatas para las lazadas de los animales.
A los jaripeos se invitaba a connotados charros, expertos en las lides de lazar, colear y jinetear el ganado.
Participaban también los señores hacendados y el espectáculo era presenciado por sus familiares y por la población ranchera de los alrededores.
Para dar de comer a toda esa concurrencia, eran sacrificados tres o cuatro novillos y se preparaba una suculenta carne acompañada de las populares tortillas recién echas en los comales.
No faltaba el tequila en botellas o bules que se acostumbraba beber a boca de botella, pasando de mano en mano. El Tequila era traído de las tabernas cercanas que lo producían.
La música daba el último toque a la fiesta campirana amenizada por un conjunto de mariachi de alguno de los ranchos próximos.
Entre los de a caballo, no faltaban los desafíos de tirar una botella al suelo, y a carrera tendida, levantarla sin caer del caballo…
El Charro protagonista en la Historia de México…
A lo largo de la Colonia y en la época de la Independencia, abundaron los hechos importantes de nuestra historia en los que el hombre a caballo jugó un papel de vital importancia, tanto en las luchas, como en el mantenimiento de la paz, y gracias a sus hazañas los charros consolidaron su figura.
El antecedente de cómo se fue conformando la charrería como grupo importante, se remonta al siglo XVIII, cuando un contingente de soldados llamados “Dragones de la Cuera”, vigilaban los presidios desde Bahía Matagorda, en el Golfo, hasta el río Sacramento, en California del Norte.
El grupo protegía a la Nueva España de las invasiones de los indios bárbaros, allá por 1730.
De la vestimenta de estos soldados, sobresalía la cuera de ante, que resultaba resistente a las flechas y hacía las veces del “escahuipil” de la época prehispánica.
Esta prenda tenía mangas y llegaba hasta las rodillas; estaba acojinada por dentro con piel de borrego y era usada con un cinturón de piel cruzado al pecho. En las bolsas de la cuera, estaban bordadas las armas del rey.
El Chinaco… antecedente más directo del charro…
Durante la guerra de Independencia, se les nombraba “cuerudos” y eran conocidos por su habilidad con el manejo de la reata para lazar “realistas” en la región del bajío. Consumada la Independencia, la personalidad del charro, aguerrido y poderoso, surge para dominar las fuerzas de la naturaleza y acrisolar la riqueza de nuestro recién nacido país.
Durante la guerra de 1847, los charros, no solo usaban con maestría la reata y el machete. Don Pablo de Verástegui, hacendado de Río Verde, convocó a una guerrilla contra el invasor ejército norteamericano.
Durante el Porfiriato, se hicieron famosos los “Rurales”, un cuerpo de voluntarios cuya misión consistía en perseguir a los ladrones y a los asaltantes que asolaban el campo mexicano, haciendo intransitables los caminos de México.
El grupo estaba formado por hombres que vestían como charros, con la clásica indumentaria, portando sombrero gris galoneado en plata.
Como parte de la Secretaría de Guerra participaban en los desfiles del 5 de mayo y 16 de septiembre y eran ovacionados por la concurrencia.
Los Rurales en la época porfiriana
Durante la época de la Revolución y el reparto agrario, muchas Haciendas desaparecieron o quedaron irremediablemente fraccionadas.
Inicia entonces el éxodo masivo del hombre de campo hacia los centros urbanos.
Con nostalgia, tanto el antiguo hacendado como sus caporales y vaqueros, buscan un lugar en dónde recrear las faenas campiranas que orgullosamente habían desempeñado en las haciendas, las estancias y los ranchos.
Así nacen las Asociaciones y los Lienzos Charros y la Charrería se convierte en deporte nacional y espectáculo sin precedentes.
Los Charros… De sus atuendos y atavíos…
El notable historiador Luis Pérez Verdía en su libro “Historia Particular de Jalisco” (1911) hace referencia al ranchero rico que: “…usaba vestido de cuero o de género de lana, mangas o sarape de estambre o de Saltillo, que alcanzaba el precio de una onza de oro, botas de montar llamadas de campana con ataduras de cuero o fuertes cintas de color y sobrero de ancha falda…”
El traje charro tiene, entre sus antecedentes, los atuendos de los jinetes hispanos, quienes hacían prendas verdaderamente extraordinarias, especialmente suntuosas, con adornos de plata y oro.
Según algunos historiadores, su origen principal está en el traje de Salamanca, España, al que también se llamaba “Charro”.
Maximiliano fue sin duda uno de los grandes promotores del traje de charro.
En sus viajes, el emperador se hacía acompañar por “gente de a caballo” que lucía con mucho orgullo su indumentaria.
Maximiliano prefería la chaquetilla corta sin adornos y el pantalón ajustado con botonadura de plata; el sombrero que complementaba su atavío era de ala planchada galoneado en plata, así como la toquilla del mismo material.
Para los patrones, se confeccio-naban sarapes y jorongos, con pantalones de jerga en blanco y negro.
Para los peones, además de chaquetas, calzoneras y pantalones de cuero, pantalones de jerga en rojo y negro. Las mujeres, estaban encargadas de bordar las camisas de padres, hermanos y novios.
A los sombreros se les fueron agregando bordados distintos que hacían juego con el resto del traje: dibujos de flores, águilas, búhos o serpientes; todo en plata u oro, según los gustos y las posibilidades del dueño.
El atuendo Charro de ayer y de ahora ...
El atuendo charro ha tenido dos etapas importantes:
La correspondiente a la época de Maximiliano y la que sigue vigente hasta nuestros días.
Como parte importante del traje de charro, Las espuelas… fabricadas en Amozoc, Puebla… “cuyo pavón no borra el tiempo, ni el andar maltrata…”, según reza el refrán popular, mantienen vigente la herencia del diseño árabe y español.
El atuendo del caballo con sus arreos, hacen juego con la vestimenta de su dueño.
La silla ha sufrido modificaciones, conforme fueron surgiendo nuevas labores con el ganado.
La anquera, descendiente de la gualdrapa, que es como una enaguilla de cuero grueso que cubre el anca del caballo y va ribeteada alrededor de su parte baja con zarcillos o brincos, hermosamente calados, de los cuales cuelgan algunos adornos lamados “higas y cascajos” a los que la gente de campo llama “ruidosos”. Este aditamento sirve para amansar al potro y asentarle el paso y es muy útil para ayudar a su educación, además de que lo defiende de las cornadas de los toros.
El Nuevo Charro…
La fiesta charra, se inicia con el desfile general de los charros participantes y de las Adelitas de alguna Escaramuza, quienes recorren en sus corceles el ruedo y rinden honores a la bandera.
Enseguida se suceden, de acuerdo al orden establecido, las diferentes suertes, que entre las más conocidas podemos mencionar: La Cola de Caballo, el Pialar, el Coleadero, la Jineteada de Toro, la Terna, el Jineteo de Yeguas, las Manganas y el Paso de la Muerte.
Podemos decir que la Charrería es la práctica de la equitación a la usanza mexicana, siendo ésta una de nuestras tradiciones más representativas, donde el mestizo exalta la herencia hispana e indígena con lances valerosos e intrépidos, y la mujer hace gala de su femineidad y entrega, enmarcados en una fiesta plena de colorido y música.
Todas y cada una de las suertes que dan forma al Deporte Charro tuvieron su origen en el campo, en tiempos de la Conquista y la Colonia (1519 - 1810) aún cuando los indígenas sufrían la pena de muerte si se les sorprendía montando a caballo. Sin embargo, hombres como Fray Pedro de Barrientos y Sebestián de Aparicio (considerado el padre de la charrería) impulsaron a los nativos, abolieron esa ley y enseñaron a los naturales el arte de la monta y la crianza del ganado, ya que en el siglo XVI el auge de la ganadería era palpable y el mestizo se convirtió en un diestro y experimentado jinete quien bajo la sombra de nuestro cielo, teniendo como frontera el horizonte de la Patria, creó, dentro de las faenas campiranas como herraderos, capaderos y tuzaderos, lo que hoy en día es reconocido como el único Deporte Nacional, la Charrería.
Así mismo, la figura del Charro ya sea como tal o como Chinaco, es notoria en todas y cada una de las luchas que tuvieron lugar en nuestro país a lo largo de la historia, principalmente en la Revolución, la cual dio pauta a la urbanización poniendo fin al auge de las Haciendas que a partir del siglo XVII aparecieron como unidad económica.
Fue así que muchos hombres del campo se trasladaron a las ciudades añorando su vida anterior, porque se juntaron y buscaron lugares para seguir practicando las suertes charras.
Esto dio como resultado que en 1919, en la ciudad de Guadalajara, se formara la primera agrupación formal llamada Charros de Jalisco y más tarde se fundaron muchas asociaciones a lo largo de la República Mexicana, construyendo y acondicionando lienzos Charros donde poder charrear, entonces, amistosamente unos contra otros.
Actualmente se cuenta con más de 900 asociaciones en México y alrededor de 180 en 8 estados de la Unión Americana, así como unos 300 grupos de escaramuzas todos ellos siguiendo el objetivo social que la Charrería se trazó desde sus inicios impulsando los ejercicios que se basen en la equitación mexicana, así como la conservación del traje y las costumbres nacionales.
Es importante mencionar el apoyo de Don Pascual Ortiz Rubio, quien siendo presidente de México, instauró en 1930 el 14 de septiembre como el Día del Charro y decretó el traje de Charro se considerara como símbolo de nacionalidad. Asimismo el General Abelardo L. Rodríguez bajo su mandato en 1932, decretó a la Charrería como el único Deporte Nacional, siendo hoy por hoy, la Federación de Charros la que más deportistas afiliados tiene ante la Confederación Deportiva Mexicana.
Por todo lo anteriormente mencionado vemos la figura del charro no sólo es símbolo de la mexicanidad sino un guardián constante de las tradiciones de su pueblo con plena conciencia de la preciada herencia depositada en sus manos hace siglos.
El Charro, comprometido con su país ha ido perfeccionando y depurando las faenas empiranas, dando lugar a un deporte espectáculo, ya que en él se funde la tradición con la valentía, el peligro con la gallardía, la caballerosidad con el compañerismo, lo cual como resultado da una charreada.
Las 10 suertes charras
El deporte de la Charrería no es solo servirse de las fuerzas del caballo o de domesticarlo, sino de educarle y describir la forma más bella de realizar, con creatividad individual cada una de las faenas del campo.
- Cala de Caballo
Primera de las suertes que requiere gran disciplina y entendimiento pleno entre jinete y cabalgadura, ya que se demostrará la buena rienda y mansedumbre del animal, comprenderá brío buen gobierno, estribo, mansedumbre, andadura, postura de cabeza y cola, etc.; y se toma en cuenta la velocidad, la manera de meter las patas y las huellas que haya marcado el caballo al rayar en tres tiempos como máximo.
- Píales en el Lienzo
Detener la carrera de una yegua que pasa a galope tendido por el lienzo del corral al ruedo lazándole las patas, estando el jinete montado y teniendo tres oportunidades el lanzador a una distancia de cuatro metros como mínimo.
- Coleadero
El charro montado cuenta con 60 metros para derribar un toro en plena carrera tirándole de la cola realizando movimientos reglamentarios, como saludar con la mano derecha en la lorenzana (orilla del sombrero), "pachonea" que consiste en dar una nalgada al toro, agarrando la cola del animal y enredándola en la pierna derecha, accionando y abriendo el caballo, estirándolo para provocar la caída del toro dependiendo de esta y la menor distancia, la puntuación.
- Jineteo de Toro:
Consiste en montar un toro detenido de un "pretal" que rodea el cuerpo del animal y provocar un mayor corcoveo. No cuenta el tiempo que dura el jinete montado sino que no caiga y que no sea ayudado por sus compañeros o una barda para bajarse.
- Terna en el ruedo:
Esta se compone de lazo a la cabeza, en donde tres charros tienen tres oportunidades para lazar el toro previamente jineteado, a la cabeza o los cuernos ganando puntos de acuerdo al floreo de soga que realice. Así como el pial en el ruedo, donde los dos lanzadores restantes deben lanzar al animal de las patas traseras con las restantes oportunidades y condiciones de puntuación. Se cuenta con ocho minutos de tiempo para realizar ambos.
- Jineteo de Yegua:
Montar una yegua bruta detenida de un pretal, donde el charro adorna su jineteo con el juego de piernas.
- Manganas a Pie:
Conocida como "La Parte Romántica de la Charrería", ya que el charro elabora filigranas y giros en el aire con su reata para lazar una yegua de las patas delanteras o "manos" que pasa frente a él a toda velocidad y así derribarla, tirando su mangana a una distancia no menor de cuatro metros. El competidor cuenta con tres oportunidades.
- Manganas a Caballo
Consiste en realizar la misma faena de a pie, sólo que montado en su cabalgadura, florea su reata y derriba a la yegua lanzándole las manos y amarrando la soga en la cabeza de la silla. El charro cuenta con tres oportunidades. En ambos casos la calificación de la mangana depende del grado de dificultad que le imprima el charro al floreo de reata previo a la presentación de la mangana, su cuaje y derribo, en el que la yegua deberá rendir para que cuente la ejecución, costillar y paleta en el piso.
- Paso de la Muerte:
Consiste en que el charro ejecutante, montando a pelo en su caballo manso, deberá pasar a los lomos de una yegua bruta que corre alrededor del ruedo a galope tendido, sujetándose únicamente de las greñas y con las piernas abarcando la panza del animal, para resistir los reparos de éste, debiéndose bajar hasta que deje de reparar.
A excepción de la cala de caballo y el jineteo, en todas las demás faenas el charro tiene tres oportunidades para realizarlas y es ayudado por tres compañeros cuando es necesario arrear al animal.
- La Escaramuza Charra:
Se conoce al conjunto de ejercicios ecuestres que a galope realiza un grupo de niñas o señoritas vestidas de rancheras mexicanas y montadas al estilo a mujeriegas.
La mujer del charro y su familia se integran a esta bella práctica y contribuyen a la solidez de la sociedad, y hacen una fiesta jalisciense y mexicana sin igual, que conserva la riqueza pura de nuestras tradiciones.
De esta forma se cierra esta fiesta que demuestra la destreza y disciplina necesaria para mantener viva la Charrería que hoy por hoy se ha convertido en la imagen de México y en el único Deporte Nacional por excelencia.
Otras Suertes Charras
Historia de la Charrería
Jineteo de yegua, Manganas a pie y a caballo
Jineteo de toro y terna en el ruedo
Coleaderos
Una de las primeras autorizaciones de que se tiene conocimiento - porque existe escrito -, fue la otorgada por el Marqués de Guadalcazar Don Diego Fernández de Córdova, quien otorgó autorización por mandato del Virrey Luis de Tovar Godínez al padre jesuita Gabriel de Tapia - procurador de la Compañía de Jesús - para que 22 indios, montarán a caballo, y así poder cuidar y pastorear más de 100 mil cabezas de ganado menor pertenecientes a la Hacienda de Santa Lucía, filial de la de San Javier en el distrito de Pachuca - ahora Estado de Hidalgo -. Esto ocurrió el 16 de noviembre de 1619, en la primera mitad del siglo XVII..
Ya en 1555, segunda mitad del siglo XVI, el segundo Virrey de la Nueva España, Don Luís de Velasco, había puesto en uso una montura distinta a la que usaban los españoles; así surgieron las primeras sillas mexicanas y los primeros frenos de estilo diferente, con características propias para las necesidades vaqueriles de la Nueva España.
Los caciques Otomíes, Nicolás Montañéz; Fernando de Tapia y el instructor Fray Pedro Barrientos, contribuyeron mucho a la cimentación de la cacharrería. ( Años 1531 a 1555 ). Por ese tiempo el santo varón Sebastián de Aparicio, adquirió la hacienda de Careaga, - entre Azcapotzalco y Tlalnepantla, en el Estado de México -, donde de se dedico a la agricultura y la ganadería, enseñando los indígenas que no mostraron interés en la agricultura una nueva actividad; la doma de bovinos y más tarde la del ganado caballar, a pesar de estar prohibido hacerlo, pues su uso era reservado sólo a los conquistadores. Surgiendo así este nuevo oficio que luego se extendió floreciente desde la Mesa Central, a todos los confines del Virreinato con el nombre de Charrería. Este ejemplar y virtuoso varón a los 71 años dejó la actividad civil donando sus propiedades al convento de Santa Clara en el Estado de México.
Así nació la charrería en las haciendas de los estados de Hidalgo, - cuna de la Charrería -, Puebla y Estado de México, extendiéndose más tarde por toda la Nueva España y floreciendo en el Virreinato de la Nueva Galicia, - actual Estado de Jalisco y sus alrededores-.
Posteriormente y poco a poco la Charrería creció, al generalizarse el uso de los caballos entre los habitantes de nuestro país, donde los hacendados y sus servidores de confianza hacían gala de su pericia y destreza en el manejo de los animales, consumando útiles y valiosas maniobras con arrojo, valentía y pericia.
En 1880 la Charrería profesional tuvo su origen, fue entonces cuando apareció el famoso "Charro Ponciano” cuyas hazañas reconocemos por los corridos y canciones.
Su nombre fue Ponciano Díaz, originario de la Hacienda de Atenco, en el Estado de Hidalgo - la primera ganadería que se estableció en América -, dio gran impulso e incremento a la Charrería, convirtiéndola en espectáculo de valentía y pericia digna de admirar. Combinaba la Charrería con la Tauromaquia, siendo así el primero en ejecutar la suerte de banderillas a caballo, inventada por Ignacio Gadea, otro charro mexicano, que perteneció al equipo de Don Ponciano Díaz, junto con Agustín y Vicente Oropeza, Celso González, Vicente Conde y Manuel González Aragón, pioneros de la Charrería actual con quienes partió a España en 1889, a dar una exhibición de Charrería y Toros al estilo mexicano.
En 1894 se reunió en Monterrey un grupo de 12 Charros capitaneados por Vicente Oropeza que salieron por primera vez a Nueva York y recorrieron varios lugares de aquel país con grandes éxitos. A Vicente Oropeza los norteamericanos le dieron el calificativo de Campeón de Lazo en el mundo, sorprendidos de la maestría y destreza con que floreada y lazaba.
En 1900 hubo otra expedición de charros a París, promocionando el arte de la Cacharrería, quienes después viajaron a Europa con otros grupos de charros, los que regresaban contentos y gloriosos por la aceptación de lo que exhibían.
De entonces a la fecha, se han efectuado muchas excursiones al extranjero llevando esta inmortal tradición y arte. La mayoría a países donde existe alguna tradición relacionada con el uso del caballo, entre los países que sobresalen están: Argentina, Colombia; Venezuela, Chile; Estados Unidos, Canadá, España, Francia y Portugal.
La Charrería ha sido tema de poetas, pintores, músicos, historiadores, artesanos y personas de reconocida cultura; todos ellos amantes de nuestras tradiciones y raíces.
La Charrería por otra parte esta relacionada con la sastrería, sombrerería, platería, zapatería, fustería, talabartería, curtiduría, fabricación de sarapes, elaboración de reatas, herrajes, bordados y trabajos en pita. Así que, adentrándose en el tema de la Charrería, resulta interesante hasta para tomarlo como un tema para un programa cultural, a nivel escolar por tratarse de un valor histórico muy importantes.
La Charrería fue declarada “Deporte Nacional” por el Sr. presidente de la República Don Manuel Ávila Camacho, e instituido el 14 de septiembre como “Día del Charro”.
Por lo cual debe quedar claro que la Charrería nació en el campo y se reglamento en la ciudad, surgiendo la primera asociación en el Distrito Federal, con el nombre de “La Nacional” el 4 de junio de 1921. Posteriormente surge el 29 de abril de 1923, la segunda asociación de la República con el nombre de “club Nacional de Charros Potosinos”, ahora Potosina de Charros en la capital del Estado de San Luis Potosí y, el 8 de agosto de 1923, en Toluca Estado de México, la tercera asociación de charros del estado de México.
El 16 de diciembre de 1933 se funda la Federación Nacional de Charros que se dio a la doble y fructífera tarea de agrupar a todas las asociaciones de charros del país, para organizar competencias y elaborar un reglamento común que unificará criterios en la práctica de este deporte nacional.
La práctica de la Charrería se divide en 10 suertes, llamadas así porque el éxito de la ejecución dependerá en gran parte de la voluntad de la bestia con la cual se van a ejecutar, pues aunque exista la experiencia suficiente, en algunas ocasiones el animal no se presta y estas ejecuciones no se realizan con el lucimiento y éxito esperados.
El deporte de la Charrería está catalogado como uno de los más completos porque se practica al aire libre y en el se activan todos los músculos del cuerpo al comenzar el movimiento del caballo, o al aplicar la fuerza de poder a poder con los animales que están siendo sometidos.
Los Charros no perciben sueldo por actuar, aunque tengan que recorrer grandes distancias para hacerlo, y la cooperación que el público da por presenciar una charreada, subsidia parcialmente los gastos de la misma, siendo que el saldo lo pagan los integrantes del equipo o a veces toda la asociación. Ahí estriba también la nobleza del deporte, pues arriesgan su integridad siempre, desde que comienza su relación con el caballo, quien no tiene palabra de honor por nada y menos en cuestión de temperamento. Por lo cual se dice que, en el momento de meter el pie en el primer estribo, se toca el escalón más importante para llegar al cielo, acortando así la distancia entre este mundo y el de la eternidad.
Es el único deporte en el cual pueden quedarse a deber puntos, por no ejecutar las suertes bien, de tal modo que su resultado podría ser de 0 por no ejecutar la suerte, meno los puntos que acumule negativos como sanción por hacerlo además mal.
Cada año se ejecutan competencias entre los equipos del Estado para eliminarse y tiene derecho a competir en el Congreso Nacional, donde se eliminarán entre todos los de la República, para seleccionar a los mejores equipos del país. Tanto en los Congresos Estatales como en los Nacionales.
Los Congresos Nacionales de Charrería son muy solicitados por los gobiernos de los principales Estados, por la afluencia turística que éstos generan y por la difusión que se da a una importante tradición..
La Charrería esta considerada como reserva del Ejército en la rama de caballería, por lo que además de la disciplina deportiva, existe la obligación de observar ciertas normas adicionales al deporte.
En la Charrería todo esta reglamentado, hasta el modo de vestir; por lo cual conviene leer algo relacionado con la misma señalado en el reglamento de competencias. Para vestir con propiedad, pues debemos tener en mente que los colores adecuados en la práctica de la Charrería, deben ser colores serios, quedan eliminados - definitivamente - aquellos que son llamativos. Nunca deben verse en la Charrería, todos los tintes claros que denigren o pongan en tela de juicio la virilidad de quien los usa.
Actualmente, los adornos de las chaquetas deben ser sobrios y de buen gusto; pues en estos tiempos lo más sencillo es lo más moderno, a excepción de los trajes y pantalones " cachiruleados” o adornados en minuciosa y artesanal combinación de gamuzas cortadas con gran maestría y esmero, lo que resulta ser una valiosa artesanía.
La camisa, cuando se usa con traje debe ser clara, estilo Charro, con botones de hueso en forma de pequeños bolillos alargados, a los cuales se les denomina " Tarugos " tomado el nombre de los trozos de madera prismática que se usaba en algunos pisos antiguos.
La corbata debe ser en forma de moños y en colores serios, siendo el color rojo el único permitido; por ser alegre y combinarse con todo.
Los zapatos deben ser de una pieza y contar con tacón plano espuelero. Cafés en sus distintas tonalidades, y grises ( éstos últimos más difíciles de combinar ) usando negros sólo con traje negro, o muy oscuro y de preferencia cuando no se necesite montar.
Para abreviar, sólo recordaré que actualmente existen cinco atuendos reglamentados por la Federación, estos son: el de Faenas, Media Gala, Atuendo de Gala, Gran Gala y Etiqueta ( estos dos últimos propios para usarse en ceremonias especiales o fiestas de noche).
Lo menos que debe usar quien desee o practique la Charrería, es el traje de Faena. Este consiste en un sombrero liso de fieltro o Palma, camisa estilo pachuqueño, de cuello pegado o corto, tipo militar, pantalón de corte charro, aunque sea sin adornos, botines estilo charro, corbata de moño en color serio, espuelas y chaparreras.
En otros tiempos no había tantos escrúpulos en el uso del atuendo charro por qué estas actividades se desarrollaban sólo en el campo, pero ahora debe presentarse el Charro vestido lo mejor posible, o sea con la mayor propiedad, conservando así la tradición y una personalidad uniforme de categoría y buen gusto. Y, en esto debe tenerse cuidado, pues con frecuencia vemos algunos cantantes, artistas y mariachis, portando trajes charros que denigran a la Charrería; además usan el pelo largo, lo cual también está prohibido por el reglamento de Charrería, por ser anti estético, antihigiénico y de poca personalidad.
La charrería se transformó en el único Deporte Nacional que existe... habrán otros más populares, pero ninguno que encarne la mexicanidad como éste.
Durante la Revolución Mexicana, mucha gente del campo, gente de a caballo, se unió al movimiento en varios estados, viéndose en la necesidad de suspender sus labores campiranas. Concluido el periodo revolucionario y debido entre otras causas, a la desaparición de las haciendas ganaderas se continuó ejercitando la charrería, pero ya no como una necesidad, sino como deporte.
El traslado de las esencias charras y campiranas a las urbes motivó la creación de las Asociaciones y como consecuencia la construcción de los lienzos como lugares idóneos para cumplir con los reglamentos y formalidades de los eventos; hoy existen más de 650 lienzos charros en toda la República Mexicana.
Ante la preocupación de los charros por la difusión de su arte, el orden y el respeto de los estatutos, se iniciaron pláticas para crear una Federación Nacional de Charros, misma que se fundó en la Ciudad de México el 16 de diciembre del año de 1933. Esta institución central de la charrería organizada, agrupa en la actualidad a más de 1500 asociaciones debidamente constituidas y diseminadas por todo el territorio nacional.
La Charreria en Aguascalientes
La Charreria en México nace en el siglo pasado, basada en las faenas propias del campo y la ganadería. Los antecedentes de la práctica de esta disciplina en el Estado de Aguascalientes se inicia en la labores propias en los campos, ranchos y haciendas, esparcidas por el territorio del Reino de Nueva Galicia, de la entonces Villa de la Asunción de las Aguas Calientes, ya entrando el siglo XX, se observa la practica de la charreria a través de un rudimentario reglamento que solo aplicaba algunas sencillas normas en la práctica llevadas a la competencia, es así como los camellones de la Alameda se convierte en el primer escenario popular de la Charreria en Aguascalientes.
La charreria hoy en día
Se encuentra catalogada como la imagen representativa del deporte más mexicano por excelencia. En la actualidad son parte importante de la fuerza montada del ejército, es así como los charros que oficialmente están considerados reserva armada, son símbolo de patriotismo y mexicanidad, razón por la cual se les autoriza concluir las paradas militares del 16 de septiembre y participar en diversos desfiles y eventos cívicos que se realizan con motivo de festejos a la patria.
El Charro, comprometido con su país ha ido perfeccionando y depurando las faenas campiranas, dando lugar a un deporte espectáculo, ya que en él se funde la tradición con la valentía, el peligro con la gallardía, la caballerosidad con el compañerismo, lo cual como resultado da una charreada.
La palabra “Charro” parece derivarse del término “zar” que en vasco significa campesino. Sin embargo, más allá de las palabras y sus orígenes, el charro mexicano tiene tanto de vasco como de andaluz o indígena.
La sangre del charro es mestiza como lo es su tradición. La historia de la charrería está unida a la de los caballos europeos llegados a América. Los “cuacos”, como se les dice cariñosamente, son los verdaderos iniciadores de la charrería mexicana.
LOS CABALLOS EN MÉXICO
En 1519, Hernán Cortés desembarcó con 16 caballos en las costas de lo que es hoy la República Mexicana. Para la población indígena, que nunca antes había visto a aquel animal, caballo y jinete le parecieron uno mismo. Apenas fundada la Villa Rica de la Veracruz, llegaron refuerzos integrados por más jinetes, por supuesto, acompañados de sus respectivos caballos. En la conquista de México participaron muchos caballos, aunque casi todos son anónimos, algunos aparecen con nombre y descripción en el testimonio que Bernal Díaz del Castillo dejó. Registra el nacimiento del primer potro en tierra americana, hijo de una yegua castaña.
Los conquistadores usaban espada, puñal y lanza, sus trajes correspondían a la moda de la época, estaban formados por armaduras de metal y a veces, mallas, yelmo y rodela del mismo material. Así como sus atuendos eran especiales, también lo eran los aperos de sus caballos; todos portaban una barda (especie de protección o armadura) que los cubría desde la cabeza hasta parte de las ancas, hecha de baqueta y fierro. Había varios tipos de silla: la brida, la media, la estradiota y la jineta.
La caballería pesada montaba la “brida”, que tenía estribos largos y camas de freno anchas. La silla media o bastarda, era intermedia entre la jineta y la brida. La estradiota, parecida a la brida en sus estribos largos y la cama del freno ancha, era muy larga y estaba diseñada para que los muslos del jinete, estirados, se encajaran en ella, a veces llevaba una arandela metálica para resguardar la mano del caballero.
La llegada de caballos y los enfrentamientos bélicos hicieron que los animales que salvaron su vida huyeran a los montes, donde se reprodujeron. Estos cimarrones fueron los primeros caballos que los indígenas poseyeron y aprendieron a domesticar, aunque les estaba prohibido, so pena de muerte, montarlos. Para los españoles estaba claro que los caballos, mulas y armas de conquista eran un peligro potencial si estaban en en manos de los indígenas y criollos en la Nueva España.
Desde 1572 hasta 1611 hay ordenanzas en las que explícitamente se restringe tanto el uso de caballos y mulas como el de armas entre los indios. Desde el principio los peninsulares se esforzaron en la crianza de ganado caballar y bovino, y para ello usaron la mano de obra de la tierra conquistada.
Cuando el poder imperial de la Corona española estaba bien establecido en las colonias habían cambiado las circunstancias y las necesidades de los españoles. Se obligaron a modificar la legislación respecto a los caballos. El primer escrito del que se tiene noticia, lo otorgó el virrey Luis de Tovar Godínez en 1619, mediante el cual, autorizó que 20 indígenas de la Hacienda de San Javier, ubicada en lo que hoy es el Estado de Hidalgo, montaran “caballos con silla, freno y espuelas”.
Los caballos eran parte de los bienes que enorgullecían a los propietarios. Pasear a caballo por las calles vestido de gala para mostrar la calidad del binomio caballo-jinete como pareja indisoluble, era la mejor manera de hacer patente dicho orgullo. Los jinetes y sus monturas fueron parte de las celebraciones especiales. La fiesta de San Hipólito, que se celebraba el 13 de agosto, era una de las más tradicionales. Desde el virrey hasta las autoridades religiosas y los conquistadores viejos, exitosos o no, desfilaban a caballo en lo que se conocía como el paseo del Pendón.
Posteriormente, se celebraron las fiestas de las cañas para festejar la llegada del Viejo Continente de las autoridades, la consagración de los templos y las imágenes y los aniversarios de los poderosos. El derroche y la fastuosidad eran habituales.
NACIMIENTO DE LA CHARRERÍA
A partir de este momento, los mismos terratenientes, que eran españoles, obtuvieron autorizaciones para que los indios a su servicio pudieran montar. Una vez a caballo, los indígenas tuvieron que adaptar aparejos, aperos e indumentaria especiales para tal efecto. Los materiales empleados fueron los mismos de los que disponían antes de la llegada de los conquistadores, agregando otros de lana, de origen europeo. Las fibras naturales como la lechuguilla o el maguey sirvieron para hacer cuerdas y reatas. Las pieles de venado para confeccionar pantalones resistentes. Hasta que de los materiales accesibles y su propia inventiva surgió un estilo de indumentaria que, con el tiempo, conformó lo que hoy es el atuendo del charro mexicano.
Algunos dicen que el pionero de la charrería fue el cacique chichimeca Nicolás Montañéz, quien se alió con el virrey Velasco I en las luchas por la conquista de Querétaro en el siglo XVI. Otros sostienen que el beato Sebastián de Aparicio (1502-1596) es el verdadero padre de la charrería, ya que él fue quien se dedicó a enseñarle a los indigenas tanto las artes de la montura como el cuidado del ganado caballar y bovino. Las grandes haciendas poseían ganado mayor, los vaqueros y caporales, para atender su trabajo, empezaron a desarrollar destrezas que posteriormente se convirtieron en actividades divertidas y de lucimiento en las que los vaqueros mostraban sus habilidades para lazar o colear al ganado.
La charrería, con el tiempo, pasó de ser una labor rural local a un arte nacional, que se extendió en todo el territorio de la Nueva España.
EL ARTE DE LA CHARRERÍA
Tiene su origen concreto en Salamanca. El charro de ese lugar usa pantalón negro bastante ceñido, polainas, chaleco de cuero de mediavaca oscuro, chaleco y chaquetilla igualmente de color oscuro con botonadura y filigrana bordada. El sombrero es calañés, con gruesas toquillas y entorchados de oro y plata o de vivos colores realizados por artesanos. La mujer lleva traje negro, blanco o dorado. Porta además refajo, dengue, delantal y camisa de mangas.
La indumentaria del charro mexicano se adaptó a las faenas del campo, a la ganadería en concreto. Lleva pantalones untados carentes de polainas que le facilitan montar, la chaquetilla se adapta fácilmente a los movimientos que hace para lazar y correr. Luce zapatos finos de una sola pieza de color café, negro o caoba. Si usa botas, lleva las llamadas federicas, de tubo bajo y bien lustradas. Con ellas interpreta el Jarabe Tapatío o cualquier otro baile típico como el de Los Compadres o los sones costeños como El Chihualteco, La Culebra, El Maracumbé o El Venadito.
Su atuendo, según el evento en que participe, es de cuatro clases: de faena, de media gala, de gala y el de las grandes ceremonias. Por lo general luce sombrero de fieltro o de palma, chaqueta de gamuza, tela, o bien blusa, pantalón de gamuza con tres mancuernas a cada lado, zapatos de una sola pieza de color café o bayos, corbata en forma de mariposa y la funda del revólver. El caballo o la yegua que monta lleva silla de esqueleto o de canteras, reata, freno y otros arreos.
La charrería, en su forma más primitiva, nació en los campos del actual Estado de Querétaro. Sus formas más elaboradas empezaron a desarrollarse en los Estados de Hidalgo y de México. Las formas más contemporáneas y que más se asemejan al arte charro que conocemos actualmente se dieron en los Estados de Guanajuato, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero y Colima. Pero la verdadera cuna de la charrería es el Estado de Jalisco, donde nació el charro Colima y Jalisco. La charrería, como disciplina deportiva, arte y acto suceptible de premios y concursos data oficialmente de 1930, año en que tuvo lugar en el Distrito Federal la primera competencia charra, la cual, desde sus orígenes, obedece a un reglamento estricto y a un código de comportamiento que todo charro debe cumplir cabalmente.
Historia del Traje de Charro
El traje de charro como simbolo de identidad de México, por su tradicion de origen campirano refleja parte de la cultura e identidad nacional.
El traje de cahrro representa lo mexicano y antes que nada, al mexicano surgido del mestiso a partir del siglo XVI.
A finales del siglo XVIII, el traje de charro y sus complementos eran finisimos trabajos artesanales y de gran calidad, destacandose entre otras, los bordados, botonaduras de oro y plata, exagerados por su ornamentacion y coloridos.
A mediados del siglo XIX, fue modificado y definido el traje de charro, reflejando una imagen, que hasta en la actualidad se fue procurando conservar los detalles originales de su diseño.
A Maximiliano de Habsburgo, lo cautivo el pais, asi como el arte de la charreria. Por eso gusto de vestirse de charro, su rropa fue confeccionada apegandose en lo general a la ropa charra, aunque de paño negro y con detalles muy propios, tales como chaqueta corta y sin adornos; el pantalon cerrado con doble botonadura pero desechando las botas altas de gamuza. Gusto de tocarse con un sombrero negro de ala planchado con toquilla y galon de plata.
Puede afirmarse que llevo y ennoblecio la prenda, no por tratar de ganar simpatia, que a pesar de todo la obtuvo mas que otra cosa por su porte.
Gusto de viajar algunas ocaciones por rutas charras, siendo bien recibido en las ricas haciendas pulqueras y ganaderas, de las que conocio muy a fondo sus costumbres.
En efecto hubo identidad y lo siguieron gran cantidad de charros adinerados y hacendados que como de costumbre tambien procuraban dar la mejor imagen, exagerando siempre su imagen, en las botonaduras en oro y plata.
Actualmente para México las personas que visten este atuendo en otros piases, REPRESENTAN A LOS MEJORES EMBAJADORES DE NUESTRA IDENTIDAD NACIONAL.
En el siglo XIX, durante la época de la colonia, los terratenientes, poseedores de ganado y propietarios de grandes extensiones de tierra, fueron los mayormente beneficiados con la economía rural, para la cual, requirieron de gran cantidad de trabajadores.
Las haciendas prósperas, llegaron a emplear varios centenares de peones permanentes, un tanto eventuales y en menor cantidad de arrendatarios y de aparceros que se encontraban en los límites de las haciendas, esparcidos en rancherías o congregaciones y en pequeños caseríos.
El agro mexicano giró durante varios siglos en torno a la economía de las haciendas, predominando aquellas criadoras de ganado mayor, en donde
surgieron, una significativa escala de trabajadores protagonistas de hechos que darían origen al charro y a la charrería.
Los trabajadores de las Haciendas, teniendo mayor injerencia la población de libre movilidad como los arrendatarios, aparceros y rancheros, dejaron grata memoria escrita de aquellas faenas camperas, finalizadas en festejo, conocidas como Rodeos.
Charros en la época colonial
Conforme a lo reglamentado en 1574, el rodeo era una batida circular que hacían los vaqueros montados en sus caballos para bajar el ganado de las serranías y concentrarlo en un punto donde se haría la selección de animales, ayudándose de largas puyas con punta de hierro, similares a las garrochas.
Los animales sin marca “orejones” se repartían entre los distintos “señores de ganado”, y los de marca desconocida eran entregados a los representantes de las autoridades virreinales como bienes mostrencos.
La faena de amansar y arrendar o hacer a la rienda los caballos que, como el ganado bovino se habían multiplicado en estado semi-salvaje en las grandes planicies, requería de hombres diestros y entrenados.
Para separar el ganado que vagaba sin reconocer límites de la Hacienda a la que pertenecían, se designaba un sitio llamado rodeo. Ahí se reunían para contar, reconocer y vender el ganado mayor.
Enseguida los vaqueros marcaban a las bestias con el hierro del hacendado en sitios especialmente designados, ocasión que se convertía en una celebración colectiva.
Nacieron entonces los herraderos y así algunos animales eran elegidos para la agricultura o el transporte, y se procedía a caparlos para facilitar las labores.
La actividad conocida como “Coleadero” surgió como una necesidad, pues a menudo, las haciendas tenían demasiado ganado; una vez que los animales estaban separados, los vaqueros acostumbraban derribarlos, tirándolos por la cola. Surgía así entre los jinetes un enfrentamiento amistoso-deportivo.
Los Charros… De sus andanzas y faenas…
Durante las dos primeras décadas del siglo XX tenían todavía lugar los rodeos, llamados entonces jaripeos.
En el corral mayor se llevaba a cabo la concentración de animales para iniciar la selección en dos pequeños corrales anexos y realizar las tareas de conteo, herraje y capazón, implicando la participación de experimentados jinetes, muy hábiles en el manejo de las reatas para las lazadas de los animales.
A los jaripeos se invitaba a connotados charros, expertos en las lides de lazar, colear y jinetear el ganado.
Participaban también los señores hacendados y el espectáculo era presenciado por sus familiares y por la población ranchera de los alrededores.
Para dar de comer a toda esa concurrencia, eran sacrificados tres o cuatro novillos y se preparaba una suculenta carne acompañada de las populares tortillas recién echas en los comales.
No faltaba el tequila en botellas o bules que se acostumbraba beber a boca de botella, pasando de mano en mano. El Tequila era traído de las tabernas cercanas que lo producían.
La música daba el último toque a la fiesta campirana amenizada por un conjunto de mariachi de alguno de los ranchos próximos.
Entre los de a caballo, no faltaban los desafíos de tirar una botella al suelo, y a carrera tendida, levantarla sin caer del caballo…
El Charro protagonista en la Historia de México…
A lo largo de la Colonia y en la época de la Independencia, abundaron los hechos importantes de nuestra historia en los que el hombre a caballo jugó un papel de vital importancia, tanto en las luchas, como en el mantenimiento de la paz, y gracias a sus hazañas los charros consolidaron su figura.
El antecedente de cómo se fue conformando la charrería como grupo importante, se remonta al siglo XVIII, cuando un contingente de soldados llamados “Dragones de la Cuera”, vigilaban los presidios desde Bahía Matagorda, en el Golfo, hasta el río Sacramento, en California del Norte.
El grupo protegía a la Nueva España de las invasiones de los indios bárbaros, allá por 1730.
De la vestimenta de estos soldados, sobresalía la cuera de ante, que resultaba resistente a las flechas y hacía las veces del “escahuipil” de la época prehispánica.
Esta prenda tenía mangas y llegaba hasta las rodillas; estaba acojinada por dentro con piel de borrego y era usada con un cinturón de piel cruzado al pecho. En las bolsas de la cuera, estaban bordadas las armas del rey.
El Chinaco… antecedente más directo del charro…
Durante la guerra de Independencia, se les nombraba “cuerudos” y eran conocidos por su habilidad con el manejo de la reata para lazar “realistas” en la región del bajío. Consumada la Independencia, la personalidad del charro, aguerrido y poderoso, surge para dominar las fuerzas de la naturaleza y acrisolar la riqueza de nuestro recién nacido país.
Durante la guerra de 1847, los charros, no solo usaban con maestría la reata y el machete. Don Pablo de Verástegui, hacendado de Río Verde, convocó a una guerrilla contra el invasor ejército norteamericano.
Chinaco en Chapultepec
Durante el Porfiriato, se hicieron famosos los “Rurales”, un cuerpo de voluntarios cuya misión consistía en perseguir a los ladrones y a los asaltantes que asolaban el campo mexicano, haciendo intransitables los caminos de México.
El grupo estaba formado por hombres que vestían como charros, con la clásica indumentaria, portando sombrero gris galoneado en plata.
Como parte de la Secretaría de Guerra participaban en los desfiles del 5 de mayo y 16 de septiembre y eran ovacionados por la concurrencia.
Los Rurales en la época porfiriana
Durante la época de la Revolución y el reparto agrario, muchas Haciendas desaparecieron o quedaron irremediablemente fraccionadas.
Inicia entonces el éxodo masivo del hombre de campo hacia los centros urbanos.
Con nostalgia, tanto el antiguo hacendado como sus caporales y vaqueros, buscan un lugar en dónde recrear las faenas campiranas que orgullosamente habían desempeñado en las haciendas, las estancias y los ranchos.
Así nacen las Asociaciones y los Lienzos Charros y la Charrería se convierte en deporte nacional y espectáculo sin precedentes.
Los Rurales en la época porfiriana
Los Charros… De sus atuendos y atavíos…
El notable historiador Luis Pérez Verdía en su libro “Historia Particular de Jalisco” (1911) hace referencia al ranchero rico que: “…usaba vestido de cuero o de género de lana, mangas o sarape de estambre o de Saltillo, que alcanzaba el precio de una onza de oro, botas de montar llamadas de campana con ataduras de cuero o fuertes cintas de color y sobrero de ancha falda…”
El traje charro tiene, entre sus antecedentes, los atuendos de los jinetes hispanos, quienes hacían prendas verdaderamente extraordinarias, especialmente suntuosas, con adornos de plata y oro.
Según algunos historiadores, su origen principal está en el traje de Salamanca, España, al que también se llamaba “Charro”.
Maximiliano de Hamburgo
Maximiliano fue sin duda uno de los grandes promotores del traje de charro.
En sus viajes, el emperador se hacía acompañar por “gente de a caballo” que lucía con mucho orgullo su indumentaria.
Maximiliano prefería la chaquetilla corta sin adornos y el pantalón ajustado con botonadura de plata; el sombrero que complementaba su atavío era de ala planchada galoneado en plata, así como la toquilla del mismo material.
Para los patrones, se confeccio-naban sarapes y jorongos, con pantalones de jerga en blanco y negro.
Para los peones, además de chaquetas, calzoneras y pantalones de cuero, pantalones de jerga en rojo y negro. Las mujeres, estaban encargadas de bordar las camisas de padres, hermanos y novios.
A los sombreros se les fueron agregando bordados distintos que hacían juego con el resto del traje: dibujos de flores, águilas, búhos o serpientes; todo en plata u oro, según los gustos y las posibilidades del dueño.
El atuendo Charro de ayer y de ahora ...
El atuendo charro ha tenido dos etapas importantes:
La correspondiente a la época de Maximiliano y la que sigue vigente hasta nuestros días.
Traje de Faena… el más usual para las competencias | Traje de Media Gala… es más ornamentado y se utiliza también para las competencias. |
Traje de Gala… puede usarse a caballo, pero no se utiliza para la ejecución de faenas. | Traje de Etiqueta o Ceremonia… el más elegante de todos, se utiliza en ocasiones muy especiales, pero nunca a caballo. |
Como parte importante del traje de charro, Las espuelas… fabricadas en Amozoc, Puebla… “cuyo pavón no borra el tiempo, ni el andar maltrata…”, según reza el refrán popular, mantienen vigente la herencia del diseño árabe y español.
El atuendo del caballo con sus arreos, hacen juego con la vestimenta de su dueño.
La silla ha sufrido modificaciones, conforme fueron surgiendo nuevas labores con el ganado.
La anquera, descendiente de la gualdrapa, que es como una enaguilla de cuero grueso que cubre el anca del caballo y va ribeteada alrededor de su parte baja con zarcillos o brincos, hermosamente calados, de los cuales cuelgan algunos adornos lamados “higas y cascajos” a los que la gente de campo llama “ruidosos”. Este aditamento sirve para amansar al potro y asentarle el paso y es muy útil para ayudar a su educación, además de que lo defiende de las cornadas de los toros.
El Nuevo Charro…
La fiesta charra, se inicia con el desfile general de los charros participantes y de las Adelitas de alguna Escaramuza, quienes recorren en sus corceles el ruedo y rinden honores a la bandera.
Enseguida se suceden, de acuerdo al orden establecido, las diferentes suertes, que entre las más conocidas podemos mencionar: La Cola de Caballo, el Pialar, el Coleadero, la Jineteada de Toro, la Terna, el Jineteo de Yeguas, las Manganas y el Paso de la Muerte.
Podemos decir que la Charrería es la práctica de la equitación a la usanza mexicana, siendo ésta una de nuestras tradiciones más representativas, donde el mestizo exalta la herencia hispana e indígena con lances valerosos e intrépidos, y la mujer hace gala de su femineidad y entrega, enmarcados en una fiesta plena de colorido y música.
Todas y cada una de las suertes que dan forma al Deporte Charro tuvieron su origen en el campo, en tiempos de la Conquista y la Colonia (1519 - 1810) aún cuando los indígenas sufrían la pena de muerte si se les sorprendía montando a caballo. Sin embargo, hombres como Fray Pedro de Barrientos y Sebestián de Aparicio (considerado el padre de la charrería) impulsaron a los nativos, abolieron esa ley y enseñaron a los naturales el arte de la monta y la crianza del ganado, ya que en el siglo XVI el auge de la ganadería era palpable y el mestizo se convirtió en un diestro y experimentado jinete quien bajo la sombra de nuestro cielo, teniendo como frontera el horizonte de la Patria, creó, dentro de las faenas campiranas como herraderos, capaderos y tuzaderos, lo que hoy en día es reconocido como el único Deporte Nacional, la Charrería.
Así mismo, la figura del Charro ya sea como tal o como Chinaco, es notoria en todas y cada una de las luchas que tuvieron lugar en nuestro país a lo largo de la historia, principalmente en la Revolución, la cual dio pauta a la urbanización poniendo fin al auge de las Haciendas que a partir del siglo XVII aparecieron como unidad económica.
Fue así que muchos hombres del campo se trasladaron a las ciudades añorando su vida anterior, porque se juntaron y buscaron lugares para seguir practicando las suertes charras.
Esto dio como resultado que en 1919, en la ciudad de Guadalajara, se formara la primera agrupación formal llamada Charros de Jalisco y más tarde se fundaron muchas asociaciones a lo largo de la República Mexicana, construyendo y acondicionando lienzos Charros donde poder charrear, entonces, amistosamente unos contra otros.
Actualmente se cuenta con más de 900 asociaciones en México y alrededor de 180 en 8 estados de la Unión Americana, así como unos 300 grupos de escaramuzas todos ellos siguiendo el objetivo social que la Charrería se trazó desde sus inicios impulsando los ejercicios que se basen en la equitación mexicana, así como la conservación del traje y las costumbres nacionales.
Es importante mencionar el apoyo de Don Pascual Ortiz Rubio, quien siendo presidente de México, instauró en 1930 el 14 de septiembre como el Día del Charro y decretó el traje de Charro se considerara como símbolo de nacionalidad. Asimismo el General Abelardo L. Rodríguez bajo su mandato en 1932, decretó a la Charrería como el único Deporte Nacional, siendo hoy por hoy, la Federación de Charros la que más deportistas afiliados tiene ante la Confederación Deportiva Mexicana.
Por todo lo anteriormente mencionado vemos la figura del charro no sólo es símbolo de la mexicanidad sino un guardián constante de las tradiciones de su pueblo con plena conciencia de la preciada herencia depositada en sus manos hace siglos.
El Charro, comprometido con su país ha ido perfeccionando y depurando las faenas empiranas, dando lugar a un deporte espectáculo, ya que en él se funde la tradición con la valentía, el peligro con la gallardía, la caballerosidad con el compañerismo, lo cual como resultado da una charreada.
Las 10 suertes charras
El deporte de la Charrería no es solo servirse de las fuerzas del caballo o de domesticarlo, sino de educarle y describir la forma más bella de realizar, con creatividad individual cada una de las faenas del campo.
- Cala de Caballo
Primera de las suertes que requiere gran disciplina y entendimiento pleno entre jinete y cabalgadura, ya que se demostrará la buena rienda y mansedumbre del animal, comprenderá brío buen gobierno, estribo, mansedumbre, andadura, postura de cabeza y cola, etc.; y se toma en cuenta la velocidad, la manera de meter las patas y las huellas que haya marcado el caballo al rayar en tres tiempos como máximo.
- Píales en el Lienzo
Detener la carrera de una yegua que pasa a galope tendido por el lienzo del corral al ruedo lazándole las patas, estando el jinete montado y teniendo tres oportunidades el lanzador a una distancia de cuatro metros como mínimo.
- Coleadero
El charro montado cuenta con 60 metros para derribar un toro en plena carrera tirándole de la cola realizando movimientos reglamentarios, como saludar con la mano derecha en la lorenzana (orilla del sombrero), "pachonea" que consiste en dar una nalgada al toro, agarrando la cola del animal y enredándola en la pierna derecha, accionando y abriendo el caballo, estirándolo para provocar la caída del toro dependiendo de esta y la menor distancia, la puntuación.
- Jineteo de Toro:
Consiste en montar un toro detenido de un "pretal" que rodea el cuerpo del animal y provocar un mayor corcoveo. No cuenta el tiempo que dura el jinete montado sino que no caiga y que no sea ayudado por sus compañeros o una barda para bajarse.
- Terna en el ruedo:
Esta se compone de lazo a la cabeza, en donde tres charros tienen tres oportunidades para lazar el toro previamente jineteado, a la cabeza o los cuernos ganando puntos de acuerdo al floreo de soga que realice. Así como el pial en el ruedo, donde los dos lanzadores restantes deben lanzar al animal de las patas traseras con las restantes oportunidades y condiciones de puntuación. Se cuenta con ocho minutos de tiempo para realizar ambos.
- Jineteo de Yegua:
Montar una yegua bruta detenida de un pretal, donde el charro adorna su jineteo con el juego de piernas.
- Manganas a Pie:
Conocida como "La Parte Romántica de la Charrería", ya que el charro elabora filigranas y giros en el aire con su reata para lazar una yegua de las patas delanteras o "manos" que pasa frente a él a toda velocidad y así derribarla, tirando su mangana a una distancia no menor de cuatro metros. El competidor cuenta con tres oportunidades.
- Manganas a Caballo
Consiste en realizar la misma faena de a pie, sólo que montado en su cabalgadura, florea su reata y derriba a la yegua lanzándole las manos y amarrando la soga en la cabeza de la silla. El charro cuenta con tres oportunidades. En ambos casos la calificación de la mangana depende del grado de dificultad que le imprima el charro al floreo de reata previo a la presentación de la mangana, su cuaje y derribo, en el que la yegua deberá rendir para que cuente la ejecución, costillar y paleta en el piso.
- Paso de la Muerte:
Consiste en que el charro ejecutante, montando a pelo en su caballo manso, deberá pasar a los lomos de una yegua bruta que corre alrededor del ruedo a galope tendido, sujetándose únicamente de las greñas y con las piernas abarcando la panza del animal, para resistir los reparos de éste, debiéndose bajar hasta que deje de reparar.
A excepción de la cala de caballo y el jineteo, en todas las demás faenas el charro tiene tres oportunidades para realizarlas y es ayudado por tres compañeros cuando es necesario arrear al animal.
- La Escaramuza Charra:
Se conoce al conjunto de ejercicios ecuestres que a galope realiza un grupo de niñas o señoritas vestidas de rancheras mexicanas y montadas al estilo a mujeriegas.
La mujer del charro y su familia se integran a esta bella práctica y contribuyen a la solidez de la sociedad, y hacen una fiesta jalisciense y mexicana sin igual, que conserva la riqueza pura de nuestras tradiciones.
De esta forma se cierra esta fiesta que demuestra la destreza y disciplina necesaria para mantener viva la Charrería que hoy por hoy se ha convertido en la imagen de México y en el único Deporte Nacional por excelencia.
Otras Suertes Charras
Historia de la Charrería
Jineteo de yegua, Manganas a pie y a caballo
Jineteo de toro y terna en el ruedo
Coleaderos