Todos lo sabemos: en la naturaleza y en la vida manifestada en las plantas, en los animales y en los hombres existe algo que llamamos los pares de opuestos. Existe el bien y, en forma inseparable, existe el mal; existe la salud y la enfermedad; el amor y el odio, el trabajo y el descanso; la vida y la muerte.
La muerte se realiza para terminar un ciclo de vida. Es el comienzo de otra vida, la vida eterna.
Todo el ser que tiene vida la recibe del Creador, el conducto de la vida humana es la madre. La madre es una mujer y por esa razón está revestida de tanta dignidad y lleva desde su nacimiento una carga de aptitudes y cualidades: la dedicación, la delicadeza y sobre todo el amor.
El hombre nace, crece, tiene hijos y... muere, pasa a otra vida, la vida del espíritu. Para llegar a esa vida que no tiene final pasa por la vida material y en ella el ser humano debe trabajar para conseguir el sustento de esa vida y conservarla por obligación.
Obligación de manejarla por el camino del bien, hasta llegar a la perfección humana; por eso trabaja estudiando, labrando la tierra y fabricando objetos, produciendo lo necesario para cubrir su cuerpo y para alimentarlo.
Existen muchas formas de trabajar: una de ellas es la venta de productos. Para vender se necesita habilidad: en la calle, en la banqueta, en las plazas. Tienden su mercancía unos hombres llamados merolicos. Atraen a la gente con diversión y, una vez que obtienen de ella la atención, les venden su mercancía.
Los merolicos en la calle pintan una raya con gis para que la gente no esté tan cerca de ellos y no estorben su trabajo. Algunos, se sirven de títeres, otros usan animalitos amaestrados como changos, perritos, arañas o víboras. Estos animalitos tienen nombres graciosos y el merolico empieza así:
“Fuera de la línea que no me dejan trabajar” y llama a su ayudante: “Chumino, animal del demonio, ven a mis brazos y dile a esta gente cómo te llamas”. El animalito no habla pero se arrastra graciosamente o da maromas en el suelo; la gente está atenta y el merolico dice: “Esta cajita que ven en mis manos tiene un bálsamo milagroso, es bálsamo de Fierabrás”.
“Señora, si su marido se levanta en las noches y le duele la espalda, tome un poco de bálsamo y aplíquelo en la espalda, cúbralo con cobijas gruesas, cuide que no le de un aire colado y a la mañana siguiente su marido amanecerá cantando y se irá a trabajar contento.
Compre Fierabrás, es muy barato, en cualquier farmacia se lo venden a diez pesos, hoy me ha ordenado el laboratorio que lo ponga en sus manos por la mínima cantidad de cinco pesos. La señorita quiere dos, el señor se lleva tres.
Niño, niño, no le jales la cola a mi perrito porque te muerde. A ver Coscolino, muévele la colita, échale una maroma. Y continúa diciendo rápidamente y sin equivocarse:
“Señora, si usted manda a su chiquito por un kilo de jitomate, y le trae cebollas, présteme su atención; no le diga que es un tonto ni mucho menos le diga que su parece a su padre, ese niño se equivoca porque tiene lombrices”.
“Hágame caso, en un vaso con agua ponga diez gotas de limón, agregue dos gotas de aceite de ricino, medio ajo machacado en el molcajete y mézclelo con una cucharada de este frasco que contiene una solución llamada salta pa’tras. No me de veinte pesos, no me de quince pesos, en la farmacia se lo venden a cinco pesos y hoy, por ser propaganda, se lo lleva de oferta a dos por diez pesos”.
Señor, si usted ve pasar a la hermosa vecina que vive cerca de su casa y usted le dice “¡mamacita que buena estás!” No señor, eso es por fuera porque por dentro se la están comiendo los animalejos. Lleve Fierabrás antes de que se me termine.
Señor, usted llegó rengueando y su médico le dijo que tiene reumas, no señor, “usté” tiene juanetes y callos, póngase bálsamo Fierabrás y ráspelos con piedra pómez y desaparecerán de inmediato.
¿Pide cuatro frascos? ¡Llévese ocho por la mínima cantidad de cuarenta pesos! Para que le invite un tratamiento a su compadre.
Ya no se escuchan los gritos del merolico porque se acerca un carro nuevecito de hace treinta años con un altavoz viene anunciando: “Para hoy el Cine Rex presenta dos colosales películas: el Enmascarado contra las momias y el Regreso del Piporro. Aproveche la función popular de los miércoles al dos por uno, paga dos y entra uno.
Pero, quietos, ya se oyen los gritos y tamborazos que cada año acompañan al circo; vienen en primer lugar las bastoneras, les siguen los enanitos dando maromas, después pasan los payasos con zapatotes, pantalones bombachos y sus caras pintadas, lindas amazonas montan los caballos árabes que les renta Cipriano año con año. Los temibles leones vienen dormidos en sus jaulas y los elefantes se divierten bañando a los chiquillos inquietos.
En otras actividades ocupan su tiempo los humanos. Hay quienes trabajan la tierra; en el desmonte, el barbecho, la siembra y la cosecha, otros son quienes llevan los productos al mercado.
Algunos trabajan en las fábricas transformando las materias primas en productos que sirven en el hogar, en la oficina en… la vida. En fin, en esta vida, afortunadamente, todo es trabajo y desafortunados son los que no lo tienen.
Don José Rubén Romero hace decir a su personaje “Pito Pérez” que no hay mayor desgracia que la de morirse; pero se le escapó pensar en la tristeza, la desesperación y la depresión que causa el desempleo. Existen muchos factores que son causa directa del desempleo y el solo citarlos obligaría a un análisis por somero que sea.
Así pues, el trabajo debe ser respetado y considerarse como un bien excelso que produce satisfactores para sí mismo y para la familia y para la sociedad.
“El que no trabaje, que no coma” San Pablo.
A los maestros les cuesta mucho trabajo enseñar a leer, a escribir, a estudiar y a aprender y que no es otra cosa que retener las enseñanzas obtenidas por lo ya hecho; es aprovechar el conocimiento empírico, la experiencia.
Es frecuente que al mencionar las fuentes del trabajo, olvidemos una actividad noble y hermosa como es el arte.
Aunque ya haya tratado este tema en otro apartado, creo conveniente definir y establecer algunos conceptos que he leído sobre el arte en general y las bellas artes en particular:
Así debemos de reconocer que los arquitectos, escultores, los pintores, los músicos, considerados en ellos están los compositores, los escritores de novelas, historia, guiones de cine, teatro, radio y televisión y los poetas realizan un trabajo dentro del área de la belleza y de los sentimientos humanos.
Trabajan dentro de la misma área los intérpretes de música, los bailarines, los artistas de cine, teatro, radio, televisión, no debemos olvidar a los declamadores.
Una línea más de trabajo son los conductores de carrozas, trenes y tranvías, automóviles, autobuses y aviones, en fin, aurigas, nautas y astronautas
Todo lo que el hombre hace, si lo hace bien, merece los nombres y calificativos de arte y artístico; pero el calificativo de bellas artes lo merecen solamente las actividades que crean belleza. Así pues, arte es el conjunto de reglas para hacer bien algo. Debemos concluir que el ser humano, cuando hace bien las cosas es un artífice, un creador del arte.
Hace poco me pidió mi hermano mayor que le dijera una definición corta y sencilla de lo que es la filosofía y le dijera también, quiénes son filósofos. De inmediato llegaron a mi mente los conceptos que establece el maestro José Aceves Magdaleno:
En el origen de las palabras, en su significado y forma se establece que la palabra filosofía procede de los vocablos griegos fileo que significa amar, y Sofía que significa sabiduría.
Vamos muy bien, pero es necesario destacar el verbo “fileo”, que además de amar, tiene el significado de tender hacia, aspirar, desear. Es indispensable tener presente este significado y así poder decir con acierto que filósofo es aquel que tiene amor al saber y sobre todo que busca el conocimiento.
Aquel que aspira a algo, aquel que busca el conocimiento aunque ignore muchas cosas es, sobre todo, y en el más estricto sentido de la palabra un “FILÓSOFO”, aunque no sea un “SOFÓS”, esto es, sabio. “Si el término filosofía significa amor a la sabiduría o al saber, filósofo será el amante de la sabiduría”. No el que la tiene, sino el que la busca.
“Se atribuye a Pitágoras (496-580 a.C.) la precisión del término filósofo. Cuando León, rey de los Fliacos, preguntó a Pitágoras cuál era su profesión, éste contestó que no era un sabio (sofós) sino simplemente un filósofo (amante de la sabiduría, aspirante a ella).”
“El mismo Pitágoras decía que el nombre de sabio solo convenía a Dios, porque lo sabe todo, y que el hombre debe contentarse con amar y buscar la sabiduría, con ser filósofo. Esta misma idea la encontramos en el Fedro, Diálogo de Platón, donde Platón pone en boca de Sócrates estas palabras “El nombre de sabio, mi querido Fedro, me parece que sólo conviene a Dios; mejor les vendría el de amigo de la sabiduría, y estaría más en armonía con la debilidad humana” (Diálogos, Ed. Porrúa, p. 661).
R R S
La muerte se realiza para terminar un ciclo de vida. Es el comienzo de otra vida, la vida eterna.
Todo el ser que tiene vida la recibe del Creador, el conducto de la vida humana es la madre. La madre es una mujer y por esa razón está revestida de tanta dignidad y lleva desde su nacimiento una carga de aptitudes y cualidades: la dedicación, la delicadeza y sobre todo el amor.
El hombre nace, crece, tiene hijos y... muere, pasa a otra vida, la vida del espíritu. Para llegar a esa vida que no tiene final pasa por la vida material y en ella el ser humano debe trabajar para conseguir el sustento de esa vida y conservarla por obligación.
Obligación de manejarla por el camino del bien, hasta llegar a la perfección humana; por eso trabaja estudiando, labrando la tierra y fabricando objetos, produciendo lo necesario para cubrir su cuerpo y para alimentarlo.
Existen muchas formas de trabajar: una de ellas es la venta de productos. Para vender se necesita habilidad: en la calle, en la banqueta, en las plazas. Tienden su mercancía unos hombres llamados merolicos. Atraen a la gente con diversión y, una vez que obtienen de ella la atención, les venden su mercancía.
Los merolicos en la calle pintan una raya con gis para que la gente no esté tan cerca de ellos y no estorben su trabajo. Algunos, se sirven de títeres, otros usan animalitos amaestrados como changos, perritos, arañas o víboras. Estos animalitos tienen nombres graciosos y el merolico empieza así:
“Fuera de la línea que no me dejan trabajar” y llama a su ayudante: “Chumino, animal del demonio, ven a mis brazos y dile a esta gente cómo te llamas”. El animalito no habla pero se arrastra graciosamente o da maromas en el suelo; la gente está atenta y el merolico dice: “Esta cajita que ven en mis manos tiene un bálsamo milagroso, es bálsamo de Fierabrás”.
“Señora, si su marido se levanta en las noches y le duele la espalda, tome un poco de bálsamo y aplíquelo en la espalda, cúbralo con cobijas gruesas, cuide que no le de un aire colado y a la mañana siguiente su marido amanecerá cantando y se irá a trabajar contento.
Compre Fierabrás, es muy barato, en cualquier farmacia se lo venden a diez pesos, hoy me ha ordenado el laboratorio que lo ponga en sus manos por la mínima cantidad de cinco pesos. La señorita quiere dos, el señor se lleva tres.
Niño, niño, no le jales la cola a mi perrito porque te muerde. A ver Coscolino, muévele la colita, échale una maroma. Y continúa diciendo rápidamente y sin equivocarse:
“Señora, si usted manda a su chiquito por un kilo de jitomate, y le trae cebollas, présteme su atención; no le diga que es un tonto ni mucho menos le diga que su parece a su padre, ese niño se equivoca porque tiene lombrices”.
“Hágame caso, en un vaso con agua ponga diez gotas de limón, agregue dos gotas de aceite de ricino, medio ajo machacado en el molcajete y mézclelo con una cucharada de este frasco que contiene una solución llamada salta pa’tras. No me de veinte pesos, no me de quince pesos, en la farmacia se lo venden a cinco pesos y hoy, por ser propaganda, se lo lleva de oferta a dos por diez pesos”.
Señor, si usted ve pasar a la hermosa vecina que vive cerca de su casa y usted le dice “¡mamacita que buena estás!” No señor, eso es por fuera porque por dentro se la están comiendo los animalejos. Lleve Fierabrás antes de que se me termine.
Señor, usted llegó rengueando y su médico le dijo que tiene reumas, no señor, “usté” tiene juanetes y callos, póngase bálsamo Fierabrás y ráspelos con piedra pómez y desaparecerán de inmediato.
¿Pide cuatro frascos? ¡Llévese ocho por la mínima cantidad de cuarenta pesos! Para que le invite un tratamiento a su compadre.
Ya no se escuchan los gritos del merolico porque se acerca un carro nuevecito de hace treinta años con un altavoz viene anunciando: “Para hoy el Cine Rex presenta dos colosales películas: el Enmascarado contra las momias y el Regreso del Piporro. Aproveche la función popular de los miércoles al dos por uno, paga dos y entra uno.
Pero, quietos, ya se oyen los gritos y tamborazos que cada año acompañan al circo; vienen en primer lugar las bastoneras, les siguen los enanitos dando maromas, después pasan los payasos con zapatotes, pantalones bombachos y sus caras pintadas, lindas amazonas montan los caballos árabes que les renta Cipriano año con año. Los temibles leones vienen dormidos en sus jaulas y los elefantes se divierten bañando a los chiquillos inquietos.
En otras actividades ocupan su tiempo los humanos. Hay quienes trabajan la tierra; en el desmonte, el barbecho, la siembra y la cosecha, otros son quienes llevan los productos al mercado.
Algunos trabajan en las fábricas transformando las materias primas en productos que sirven en el hogar, en la oficina en… la vida. En fin, en esta vida, afortunadamente, todo es trabajo y desafortunados son los que no lo tienen.
Don José Rubén Romero hace decir a su personaje “Pito Pérez” que no hay mayor desgracia que la de morirse; pero se le escapó pensar en la tristeza, la desesperación y la depresión que causa el desempleo. Existen muchos factores que son causa directa del desempleo y el solo citarlos obligaría a un análisis por somero que sea.
Así pues, el trabajo debe ser respetado y considerarse como un bien excelso que produce satisfactores para sí mismo y para la familia y para la sociedad.
“El que no trabaje, que no coma” San Pablo.
A los maestros les cuesta mucho trabajo enseñar a leer, a escribir, a estudiar y a aprender y que no es otra cosa que retener las enseñanzas obtenidas por lo ya hecho; es aprovechar el conocimiento empírico, la experiencia.
Es frecuente que al mencionar las fuentes del trabajo, olvidemos una actividad noble y hermosa como es el arte.
Aunque ya haya tratado este tema en otro apartado, creo conveniente definir y establecer algunos conceptos que he leído sobre el arte en general y las bellas artes en particular:
Así debemos de reconocer que los arquitectos, escultores, los pintores, los músicos, considerados en ellos están los compositores, los escritores de novelas, historia, guiones de cine, teatro, radio y televisión y los poetas realizan un trabajo dentro del área de la belleza y de los sentimientos humanos.
Trabajan dentro de la misma área los intérpretes de música, los bailarines, los artistas de cine, teatro, radio, televisión, no debemos olvidar a los declamadores.
Una línea más de trabajo son los conductores de carrozas, trenes y tranvías, automóviles, autobuses y aviones, en fin, aurigas, nautas y astronautas
Todo lo que el hombre hace, si lo hace bien, merece los nombres y calificativos de arte y artístico; pero el calificativo de bellas artes lo merecen solamente las actividades que crean belleza. Así pues, arte es el conjunto de reglas para hacer bien algo. Debemos concluir que el ser humano, cuando hace bien las cosas es un artífice, un creador del arte.
Hace poco me pidió mi hermano mayor que le dijera una definición corta y sencilla de lo que es la filosofía y le dijera también, quiénes son filósofos. De inmediato llegaron a mi mente los conceptos que establece el maestro José Aceves Magdaleno:
En el origen de las palabras, en su significado y forma se establece que la palabra filosofía procede de los vocablos griegos fileo que significa amar, y Sofía que significa sabiduría.
Vamos muy bien, pero es necesario destacar el verbo “fileo”, que además de amar, tiene el significado de tender hacia, aspirar, desear. Es indispensable tener presente este significado y así poder decir con acierto que filósofo es aquel que tiene amor al saber y sobre todo que busca el conocimiento.
Aquel que aspira a algo, aquel que busca el conocimiento aunque ignore muchas cosas es, sobre todo, y en el más estricto sentido de la palabra un “FILÓSOFO”, aunque no sea un “SOFÓS”, esto es, sabio. “Si el término filosofía significa amor a la sabiduría o al saber, filósofo será el amante de la sabiduría”. No el que la tiene, sino el que la busca.
“Se atribuye a Pitágoras (496-580 a.C.) la precisión del término filósofo. Cuando León, rey de los Fliacos, preguntó a Pitágoras cuál era su profesión, éste contestó que no era un sabio (sofós) sino simplemente un filósofo (amante de la sabiduría, aspirante a ella).”
“El mismo Pitágoras decía que el nombre de sabio solo convenía a Dios, porque lo sabe todo, y que el hombre debe contentarse con amar y buscar la sabiduría, con ser filósofo. Esta misma idea la encontramos en el Fedro, Diálogo de Platón, donde Platón pone en boca de Sócrates estas palabras “El nombre de sabio, mi querido Fedro, me parece que sólo conviene a Dios; mejor les vendría el de amigo de la sabiduría, y estaría más en armonía con la debilidad humana” (Diálogos, Ed. Porrúa, p. 661).
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