Manuel Madero, Poeta de la Intimidad
Este poeta nació en Zinapécuaro (16-jun-1873); en este humilde poblado pasaría los primeros años de su vida. Estudió después en el Seminario de Morelia y en el Colegio de San Nicolás, sin poder concluir sus estudios. Ya en su desempeño laboral, logró cargos modestos en la Administración Pública.
Como poeta, formó parte de los grupos literarios de su tiempo, y en las redacciones de los periódicos y revistas de mayor renombre en la ciudad de Morelia. Se le ha considerado siempre como un poeta de intimidad; poeta que sabe cantar al amor y que deja ver los afectos más cercanos. En un bello poema rinde homenaje a su padre, quien falleciese en 1879. Manuel Madero muere en el año de 1925.
Este poeta nació en Zinapécuaro (16-jun-1873); en este humilde poblado pasaría los primeros años de su vida. Estudió después en el Seminario de Morelia y en el Colegio de San Nicolás, sin poder concluir sus estudios. Ya en su desempeño laboral, logró cargos modestos en la Administración Pública.
Como poeta, formó parte de los grupos literarios de su tiempo, y en las redacciones de los periódicos y revistas de mayor renombre en la ciudad de Morelia. Se le ha considerado siempre como un poeta de intimidad; poeta que sabe cantar al amor y que deja ver los afectos más cercanos. En un bello poema rinde homenaje a su padre, quien falleciese en 1879. Manuel Madero muere en el año de 1925.
¡Oh cuán pronto la torva amargura
clavó su alevoso puñal en mi seno!
¡Qué temprano vinieron las lágrimas!
Las horas de luto… ¡qué pronto vinieron!
Y en el otro le dice a su hermana María:
¡Quiero que llores mucho, hermana mía!
Los vulgares ignoran
que hay un llanto impregnado de poesía
¡qué bienaventurados los que lloran
lágrimas de ternura y alegría!
¡Pero que nunca desengaño impío
-siniestro desencanto-
te llegue a herir, y con el alma ansío
que si algún día derramas ese llanto
lo derrames unido con el mío!
Manuel Madero siempre usó como pseudónimo en su obra literaria X y Z. Aquí, otros hermosos poemas de este autor con el grande anhelo de que los disfruten y puedan conocer un poco más de él a través de su obra.
Amarte
Amarte es mi consuelo.
Cuando me inunda tenebroso duelo
con ansiedad te busca el alma mía.
Es mi amparo tu amor –mi santo anhelo-
¡en qué sombras tan densas viviría
si adorarte no fuera mi consuelo!
Amarte es mi esperanza.
Hay en cada bendita remembranza
de tu cariño, sin igual ternura:
cuando mi mente al porvenir avanza,
en mis blancos ensueños de ventura
eres la luz de mi única esperanza.
Amarte es mi delirio.
Tú dedicas palidez de lirio
se aparece en las olas intranquilas,
y cuando quiero huir de mi martirio,
pensando en el fulgor de tus pupilas
me sumerjo en dulcísimo delirio…
Amarte es mi ventura.
Para ti es el caudal de mi ternura,
es mi mente a tu recuerdo asida,
es mi ideal tu cándida hermosura,
eres todo el encanto de mi vida,
eres toda la luz de mi ventura.
Amarte es mi destino.
Eres mi adoración. ¡Que grato sino
el que me hizo nacer para quererte!
Ante tu casto amor el alma inclino,
vencerá mi pasión aún a la muerte,
porque amarte es mi único destino.
Sueños
Bella, fugaz, aérea, misteriosa,
entre las brumas de la mente mía,
contemplo tu figura luminosa
y mi alma se extasía.
Dame tu amor. Mi espíritu te llama
¡oh de mis sueños fúlgida visión!
Nadie es capaz de amarte como te ama
mi herido corazón.
En el encanto de quimera vana,
escuchar he creído de improviso
tu dulce voz, cual música lejana
de ignoto paraíso.
Dame tu amor, desfallecer me siento
y benditos recuerdos te reclamo;
quiero escuchar el ritmo de tu acento
que me diga: “te amo”.
Mentido instante de ventura lleno,
en una de mis noches intranquilas,
brillo el fulgor purísimo, sereno,
de tus claras pupilas.
Dame tu amor. Mi fúnebre amargura
aparte ya de tu clámide enlutada:
que me dé un océano de ternura
tu límpida mirada.
clavó su alevoso puñal en mi seno!
¡Qué temprano vinieron las lágrimas!
Las horas de luto… ¡qué pronto vinieron!
Y en el otro le dice a su hermana María:
¡Quiero que llores mucho, hermana mía!
Los vulgares ignoran
que hay un llanto impregnado de poesía
¡qué bienaventurados los que lloran
lágrimas de ternura y alegría!
¡Pero que nunca desengaño impío
-siniestro desencanto-
te llegue a herir, y con el alma ansío
que si algún día derramas ese llanto
lo derrames unido con el mío!
Manuel Madero siempre usó como pseudónimo en su obra literaria X y Z. Aquí, otros hermosos poemas de este autor con el grande anhelo de que los disfruten y puedan conocer un poco más de él a través de su obra.
Amarte
Amarte es mi consuelo.
Cuando me inunda tenebroso duelo
con ansiedad te busca el alma mía.
Es mi amparo tu amor –mi santo anhelo-
¡en qué sombras tan densas viviría
si adorarte no fuera mi consuelo!
Amarte es mi esperanza.
Hay en cada bendita remembranza
de tu cariño, sin igual ternura:
cuando mi mente al porvenir avanza,
en mis blancos ensueños de ventura
eres la luz de mi única esperanza.
Amarte es mi delirio.
Tú dedicas palidez de lirio
se aparece en las olas intranquilas,
y cuando quiero huir de mi martirio,
pensando en el fulgor de tus pupilas
me sumerjo en dulcísimo delirio…
Amarte es mi ventura.
Para ti es el caudal de mi ternura,
es mi mente a tu recuerdo asida,
es mi ideal tu cándida hermosura,
eres todo el encanto de mi vida,
eres toda la luz de mi ventura.
Amarte es mi destino.
Eres mi adoración. ¡Que grato sino
el que me hizo nacer para quererte!
Ante tu casto amor el alma inclino,
vencerá mi pasión aún a la muerte,
porque amarte es mi único destino.
Sueños
Bella, fugaz, aérea, misteriosa,
entre las brumas de la mente mía,
contemplo tu figura luminosa
y mi alma se extasía.
Dame tu amor. Mi espíritu te llama
¡oh de mis sueños fúlgida visión!
Nadie es capaz de amarte como te ama
mi herido corazón.
En el encanto de quimera vana,
escuchar he creído de improviso
tu dulce voz, cual música lejana
de ignoto paraíso.
Dame tu amor, desfallecer me siento
y benditos recuerdos te reclamo;
quiero escuchar el ritmo de tu acento
que me diga: “te amo”.
Mentido instante de ventura lleno,
en una de mis noches intranquilas,
brillo el fulgor purísimo, sereno,
de tus claras pupilas.
Dame tu amor. Mi fúnebre amargura
aparte ya de tu clámide enlutada:
que me dé un océano de ternura
tu límpida mirada.
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