Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

viernes, 1 de noviembre de 2013

Poesías

En la Niebla del Tiempo
al P. T. Muñoz Ledo y al Padre Gil y al P. Victorino


En la niebla del tiempo,
señorial y divino,
emerge tu recuerdo de profeta
con sus enormes brazos de río
sembrando la Palabra en las conciencias
como lluvia fecunda de rocío,
con ojos de horizonte
y corazón abierto al infinito.

El regazo divino engendró en ti
mil océanos máximos de amigo,
canto y muerte en sus castos,
en sus senos olas de amor y abrigo.

Reciedumbre de padre
con fuerza y poderío,
maestro y guía lúcido,
forjador de caminos,
de ilusiones y manos que bendicen
tendidas al servicio.

Desfilan cincuenta años,
siervos viejos heridos
con dardos del recuerdo
de ayeres inocentes que se han ido:
las clases de español,
los campos deportivos,
la plegaria en el templo en las mañanas,
meditaciones del amor divino,
del recreo de los patios
en el polvo sumidos,
los jicotes salvajes,
el viejo Alcántar perseguido,
los ventanales rotos
con temblores de frío,
los jardines en ciernes,

Chombis, su rabanito
y Chucho con agüitas de enfermero
curando escalofríos.
Eronga, gran palacio de hermosura
entre lagos y montes y caminos,
fuego encendido con amor de guares,
ternura del hechizo,
plenas de vino y luz fragante
las copas de los pinos,
Paco sus ojos pone en Agnes
con un amor divino…

Estos y más ayeres,
gaviotas de recuerdos que se han ido.

Solo tú permaneces,
doble de Cristo amigo.

Sólo tú, viejo faro,
vigilas nuestras noches encendido
y guardas en los mares del recuerdo
el vuelo de las garzas del olvido.

Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón



Quiero

Quiero que penetre en mi alma
la mirada de tus ojos,
y quiero que tus sonrojos,
como el mar en mansa calma
sean testigos amorosos
de dos seres que se aman.

Quiero que en tus alegrías
me tengas siempre presente
cuando en aquellos días
me cantabas tus canciones
acariciando mi frente.

Quiero verte siempre hermosa,
quiero que seas la más bella,
que ni el brillo de una estrella
aunque hermosa toda ella,
nunca opaque tu belleza.

Quiero que aún cuando mis ojos
ya sin luz, no puedan verte,
les guíes en medio de abrojos…
y los cierres a mi muerte.

J. E R B.


Se les Recordará siempre

La vida un día se nos va
y solo quedan los cuerpos
cremados o sepultados,
ya nada más son recuerdos.

Si en vida hice el bien,
si me porté a la altura,
del justo que hizo el bien,
recibiré la ventura
de los justos yo también.
Más si obré con dolo,
y en mí no hubo caridad,
recibiré el oprobio
por toda la eternidad.

Roguemos por nuestros muertos
ahora que tenemos vida,
para cuando ya no estemos
nos recuerden los que vivan.

Ya que con el tiempo iremos
a gozar allá en el Cielo,
o al infierno bajaremos
por no haber sido tan buenos.

J. E R B


Quiero

Quiero pensar, tener la mente abierta,
despiertos los sentidos, y viva la ilusión.
Creer que todo puedo, saber que he vencido,
tener libre mi alma y limpio el corazón.

Quiero volar como vuelan las aves,
sin medir los espacios y siempre retomar,
cruzar el mar abierto, posarme en los trigales,
elevarme a los cielos y jamás naufragar.

Quiero volar, mirar desde la altura,
vagar hasta el abismo, recorrer el lugar,
beber agua del río, llenarme hasta el hastío,
tomar miel de las flores, mi hambre mitigar.

Quiero cantar a Dios un canto ignoto,
que llegue hasta su oído el trino de mi amor.
Posarme entre sus manos mi sueño más remoto,
exhalar un suspiro y ahí terminar.

I S J.


Adiós

El tiempo pasa, jamás regresa,
corren las aguas, no volverán.
Así la vida se va acabando
y los recuerdos se perderán.

Como quisiera que algo quedara,
pero imposible algo dejar.
Vamos de paso, somos la nada
y terminamos sin nada más.

Adiós la vida con sus primores
juventud bella, vuela, se va.
Todo termina como las flores
que se marchitan, vida fugaz.

I S J.


El Mandato

Señora de vestido blanco
¿por qué llegas sigilosa?
¿por qué vienes a perturbar
la paz y la alegría
de la que hemos gozado,
trayendo ese alo frío
donde nadie te ha llamado?
¿Por qué haces llorar a la gente
por donde tú pasas,
dejando tristeza y dolor,
soledad y vacío?
¿Será que cumples el mandato
que el Señor te ha encomendado
de decir: “hasta aquí has llegado,
tus días se han terminado”?

J B



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