Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

martes, 3 de diciembre de 2013

Reflexiones

Virgencita Morena

Virgencita morena de Guadalupe,
la criatura más bella de toda la creación,
la Estrella más brillante del universo,
es la Reina del Cielo, es la Madre de Dios.

Virgencita morena de Guadalupe,
escúchame un momento, pon atención,
porque Tú eres mi madre, por eso vengo a cantarte,
te canto con el alma y todo el corazón.

Virgencita morena de Guadalupe,
te alabo porque eres Madre de Dios,
te alabo porque eres Reina del Cielo,
porque así lo quiso Jesús nuestro Señor.

Virgencita morena de Guadalupe,
cuántas cosas bonitas dicen de ti,
aquellos que te invocan Tú los escuchas
porque no hay otra madre que sea mejor que Tú.

Virgencita morena de Guadalupe,
quisiera pedirte que en tu oración
que ruegues por tus hijos que sufren tanto
en el cuerpo, en el alma y el corazón.

Virgencita morena de Guadalupe,
la criatura más bella de toda la creación,
la Estrella más brillante del universo,
es la Reina del Cielo, es la Madre de Dios
es la Reina del Cielo, es la Madre de Dios.

Letra y Música:
R H R



Lupe Lupita

Por amor has bajado del cielo Lupita,
del alma.
Por amor porque así lo ha querido
nuestro Padre Dios
por querer salvar a tus hijos
de todo peligro
porque los amas tanto
con todo tu corazón.
Dichoso el hombre que está protegido
por tan buena madre,
si Nuestra Señora de Guadalupe
es su protección,
no habrá tormenta que sea suficiente
para derribarlo
si tiene una madre que lo ama
de corazón.
Santo Dios mira qué pensabas
al darnos tu madre
la criatura más buena y hermosa
de la Creación
con tan gran regalo todos los humanos
estamos en deuda
sólo pagaremos amándola tanto
como lo haces Tú.
Lupe, Lupita, eres Tú la Reina
de los mexicanos
y de los hermanos que vienen de fuera
de cualquier nación.
por eso te amamos y siempre aclamamos
a tu Santo Nombre
y por ti llegamos a Cristo tu Hijo
nuestra salvación
y por ti llegamos a Cristo tu Hijo
Dios nuestro Señor.

Letra y Música:
R H R

La Historia de un Amor

Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando esté se apaga, en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:
-Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno y sufrió un infarto. Cayó.

Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido. Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. en un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas.

Él, pidió a mi hermano teólogo que le dijera dónde podría estar mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte, conjeturó cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió que lo lleváramos al cementerio; eran las once de la noche, pero a él no le importó y sin más tuvimos que conducirlo hasta aquel lugar.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador y con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: “Fueron 55 buenos años… ¿saben?, nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así”.

Hizo una pausa y se limpió la cara: “Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, cuando cambié de empleo”. Continuó: “Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad y perdonamos nuestros errores… Ahora que estoy frente a su tumba, le doy gracias a Dios por haber sido yo quien padeciera este dolor, porque no me hubiera gustado que ella viviera esta angustia”.

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Después de unos instantes, pidió que volviéramos a casa.

Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo, no tiene que ver mucho con el erotismo, más bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas. Desde entonces entendí que sí existe el amor verdadero.


“El matrimonio es el resultado del amor, como el vinagre del vino”
Lord Byron


Tomadas del Libro: “Reflexiones y Pensamientos
para lograr un Matrimonio Feliz”

Bibliografía


Miguel Aceves Mejía
(El rey del falsete)


Intérprete y actor mexicano conocido como el rey del falsete. Fué estrella del cine mexicano en la época de oro y está considerado por los especialistas como pilar fundamental de la canción campirana mexicana y para muchos, el más grande de sus intérpretes. Sus interpretaciones abarcaron todos los géneros folclóricos de la nación azteca.

Desde una perspectiva puramente histórica y a diferencia de otros grandes artistas de la época de oro, Miguel Aceves Mejía no tuvo la “suerte” de morir joven y en plena gloria; tal vez por ello no llegó a ser un mito, y su nombre, al igual que su inmenso legado como cantante, ha quedado a veces, injustamente relegado a un segundo plano.

Se destacan entre sus éxitos: La barca de Guaymas, El pastor, La del rebozo blanco y Se me hizo fácil, así como: Yo tenía un chorro de voz, Vaya con Dios, La Malagueña, El Jinete y Cuatro caminos. Como compositor produjo El pescado nadador y Oh, gran Dios, aunque su fuerte fué la interpretación. Intérprete y actor, Miguel Aceves Mejía nació en Chihuahua el 15 de noviembre de 1915. Comenzó su actividad artística en una compañía teatral ambulante, y en 1938, registró su primera grabación secundado por el trío Los Porteños. Esta actividad la alternaba con su trabajo de mecánico automotriz, en la ciudad de México.

En su repertorio inicial se cuenta boleros y ritmos afrocubanos. A partir de 1948 se dedicó exclusivamente al género ranchero y tras la muerte de Jorge Negrete y Pedro Infante, incursionó en el cine, interviniendo en 60 películas. Grabó más de mil canciones en 90 discos que abarcaron todos los géneros folclóricos de México. El gerente de catálogo de Sony-BMG, Jorge Ibarra, quien mantuvo con Aceves Mejía una relación amistosa y profesional desde 1967, estuvo con él unos días antes de su muerte.”Sólo se comunicaba apretando las manos”. Lo último que publicaron de él fué un álbum con un DVD y un CD, titulado “Las número 1 de Miguel Aceves Mejía”, con 25 grandes éxitos.

Siempre estuvo en la disquera RCA Víctor, a la que llegó en 1945. Fueron 61 años de ser artista exclusivo. Muchas canciones suyas se pasaron de grabación de pasta a cinta magnetofónica y otras se perdieron. Fué uno de los artistas que más han grabado. Compuso El pescado nadador y Oh, gran Dios. Su fuerte no fué la composición, pero brilló como intérprete. “Sus discos se siguen vendiendo, como los de Amalia Mendoza La Tariácuri, en grandes volúmenes, cada vez que sale uno se superan 8 mil ó 10 mil unidades. Grabó unos 35 LP, aunque muchas canciones se quedaron en discos de 45 RPM y otros en pasta dura de 78 RPM”.

Para Ibarra, Aceves Mejía es considerado, con Jorge Negrete y Pedro Infante, uno de los tres grandes de la época dorada de la canción ranchera. “Nadie mejor que él llevó la música ranchera al exterior. Fué el primero que la hizo triunfar, aunque en algunos países había estado antes Jorge Negrete. Aceves Mejía no se inició como cantante de ranchero, pues en 1945 cantaba boleros y tangos. Empezó a grabar rancheras en 1948. Algunos conocedores, como Rubén Fuentes, descubrieron sus cualidades”.

El gerente de Sony-BMG destacó la impresión de verlo con sondas y débil en la habitación 401 del Santa Elena. Su esposa, la argentina Rita Martínez, apenas podía comunicarse de la impresión. Recuerdo su alegría cuando vió su disco de la colección “Las cien grandes de RCA”, en la Hacienda Los Morales, en 2001. Pero hace tres años y medio comenzaron a complicarse sus afecciones. Tanto que Juan
Perea, su asistente, es quien cobraba las regalías.

Ibarra agregó que Aceves Mejía “conquistó” primero que nadie en México a los argentinos. Jorge Negrete llevó la canción ranchera por primera vez, pero fué él quien provocó el boom en 1951. Llenaba todos los lugares donde se presentaba. El huapango “Ruega por nosotros”, un tipo de baile melodioso que se ejecuta taconeando, lo convirtió en amigo personal del entonces presidente de Argentina el general Juan Domingo Perón. En España también fué grande; ahí la versión “No volveré”, de Aceves Mejía, fué un éxito de dimensiones mayores.

Nació en Ciudad Juárez, aunque sus padres eran de los Altos de Jalisco. Sus duetos son inolvidables, como los que hizo con Libertad Lamarque, Marco Antonio Muñiz y Pedro Vargas. Como actor… no era su fuerte. Fué el creador del falsete (nota falsa) y lo oficializó mundialmente. Los huapangueros también se echaban su falsecito, pero quien lo perfeccionó y lo proyectó fué Aceves Mejía. Luego lo reforzó con el mariachi.

Para Ibarra, “Aceves Mejía fué un hombre hecho en la vida. No tuvo título universitario, pero estudió cuando cursar la primaria era equivalente a secundaria o preparatoria de ahora. Sabía mucho, pero de la vida. Fué muy noble. En 1968 iba con mucha prisa a la RCA, en Cuitláhuac; lo abordaron varios muchachos, a quienes les dijo que no podía atenderlos. Regresó y les dió 20 pesos a cada uno, y ordenó que les dieran un disco. Así era él. Les dijo: “Esto les va a servir más que las rayas que hago yo”.

Es difícil decir cuáles son sus mejores canciones. La más representativa fué La Malagueña, pues fué la más difundida. Pedro Infante y Jorge Negrete grabaron temas que estuvieron primero en la voz de Aceves Mejía. Él dió a conocer a José Alfredo Jiménez. La obra del autor de Camino de Guanajuato la difundió nacional e internacionalmente Miguel Aceves Mejía. Junto a Rubén Fuentes, inició una auténtica revolución musical a principios de los cincuenta que marcaría para siempre la canción ranchera.

Fué quien grabó, primero que nadie, “El jinete” de José Alfredo Jiménez. Luego siguieron “Ella”, “Guitarras de media noche”, “Serenata huasteca” y muchas más. Otro éxito fué “Virgen de Zapopan”. Su segundo disco ranchero fué con sólo temas de José Alfredo. También dió a conocer a Tomás Méndez, con “Gorrioncillo pecho amarillo”. Siendo uno de los últimos ídolos de la época de oro, falleció el lunes 6 de noviembre de 2006 en el Hospital Santa Elena del Distrito Federal, a la edad de 90 años, luego de permanecer dos semanas en el nosocomio, afectado por neumonía.

Historia

CRISTIADA
por : David Hernández Ramos

A propósito de la Cristiada, película extranjera que aborda el tema de la mal llamada Guerra Cristera –en realidad agresión del “gobierno” de Plutarco Elías Calles, en contra de la Iglesia Católica en México, como veremos más adelante- Es importante enterarnos, aunque sea muy superficialmente de los orígenes, desarrollo y conclusión del conflicto siguiendo a prestigiados historiadores como Salvador Borrego y el Padre Regis Planchet entre otros. Dice Salvador Borrego en su libro “América Peligra” lo siguiente: En 1924, el Consejo Supremo Masónico celebrado en Ginebra, Suiza, acordó iniciar una nueva etapa de la descatolización violenta de Iberoamérica y escogió a México.

Para entonces se iniciaba el régimen callista con muchos altos funcionarios que eran activos miembros de las logias masónicas. Y este grupo dependiente de las logias de Estados Unidos, juntamente con los numerosos amigos y consejeros, israelitas de Calles, fueron el núcleo propulsor de la lucha antireligiosa. Plutarco, que era masón grado 33, hizo suyo el acuerdo de Ginebra y trató de provocar un cisma en el catolicismo mexicano. El 21 de febrero de 1925 el templo de la soledad fué invadido por un grupo de gente armada que preparó la CROM (organización obrera) y el sacerdote católico Joaquín Pérez se proclamó patriarca de la Iglesia Católica mexicana. El padre Pérez pertenecía a la logia “Amigos de la Luz” de Oaxaca. Los católicos trataron de recuperar el Templo de la Soledad, hubo un muerto y Calles envió a la policía a proteger a los asaltantes para que se quedaran con el templo. Luego le entregó al Padre Pérez la Iglesia de Corpus Christi de la Avenida Juárez en el Distrito Federal. A continuación fallaron otros golpes cismáticos para apoderarse de los templos de Santo Tomás, San Hipólito Loreto y algunos más. El Obispo de Tacámbaro, Leopoldo Lara y Torres, dijo que varios funcionarios trataron inútilmente de que diversos sacerdotes secundaran el cisma.

Después del fracasado intento de dividir a los católicos siguieron otros actos hostiles como el de la legislatura de Tabasco que decretó que todos los sacerdotes fueran casados: como las clausuras en Guadalajara de los seminarios mayor y menor y de los conventos del Calvario de las Madres Reparadoras y de las Adoratrices. A la vez se hizo evidente la simpatía oficial por el protestantismo y Calles les regaló cien mil pesos para construir su edificio, los que mas ayudaban en esa tarea de penetración protestante, eran el secretario de Relaciones Aarón Sáenz, Pastor Metodista y su hermano Moisés, Subsecretario de Educación y Obispo Protestante.

La tensión entre Calles y los Católicos iba en aumento, Calles presionaba a los gobernadores para que limitaran el número de templos y de sacerdotes. Si la Constitución se aplicaba rigurosamente, la Iglesia pasaría a ser una dependencia oficial; a los sacerdotes se les consideraría como profesionales sujetos a registro y quedaba así abierta la posibilidad de que a unos se les permitiera ejercer su ministerio y a otros no. Calles no estaba reformando la Constitución expedida por Carranza en 1917, sino simplemente tratando de aplicarla con el espíritu anticatólico con que fué concebida para ponerse en vigor en el momento que internacionalmente se diera la orden. Calles no era un innovador en este asunto sino un continuador. No abría un nuevo camino sino daba un paso más por el camino que ya estaba trazado.

Así pues, lo que hacía Calles no era nada nuevo en esencia sino un paso más en la milenaria lucha entre Cristo y sus enemigos. Ahora bien, Calles puso particular empeño en lograr ese “adelanto” y en enero de 1926 obtuvo facultades especiales del Congreso para reformar el código penal en materia religiosa y a la vez expidió la ley reglamentaria del artículo 130 Constitucional, llamada Ley Calles. Todo esto tendiente a reducir el número de sacerdotes y de templos. ¿Cuál era la llamada Ley Calles? Consistió en una serie de reformas que Calles hizo al Código Penal de los cuales artículos se citan a continuación, tomados del libro de la profesora Soledad Reynoso titulado “La Mujer en la Cristiada”:

Artículo 6: Quedan prohibidos los votos religiosos y las órdenes monásticas; los conventos será disueltos por las autoridades y quienes vuelvan a reunirse en comunidad serás castigados con uno o dos años de prisión y los superiores de las órdenes con seis años de cárcel.

Artículo 7: Las personas que induzcan a un menor a ingresar en una orden monástica, sufrirán la pena de arresto.

Artículo 10: Ni privada ni públicamente podrán formular los sacerdotes crítica alguna de las leyes, o del gobierno, bajo pena de uno a cinco años de prisión.

Artículo 21: La Iglesia no podrá adquirir, poseer o administrar bienes raíces, ni capitales impuestos sobre ellos.

Basta la aplicación de estos cuatro puntos para asfixiar totalmente a la religión católica en México. Ante esta situación, la jerarquía de la iglesia protestó, la respuesta fué que no le quedaba más opción que obedecer o tomar las armas.

Hasta aquí, la profesora Soledad Reynoso, continuamos con don Salvador Borrego: Los católicos alegaban que el gobierno no tenía por qué arrogarse el derecho de supeditar el ejercicio del sacerdocio a un registro que en cualquier momento podía conceder o negar, ni mucho menos el de reducir el número de sacerdotes. La Secretaría de Educación expidió un reglamento en que prohibía cualquier enseñanza religiosa en las escuelas particulares, éstas no deberían ostentar nombres relacionados con el catolicismo; no podían tener oratorio o comunicación con capillas, ni tampoco debería haber en ellas “decoraciones, pinturas, estampas, esculturas y objetos de intención o naturaleza religiosa”.

Hubo a continuación en todo el país, clausuras de colegios católicos, seminarios y monasterios. Durante febrero fueron expulsados 185 sacerdotes, 50 monjas fueron desterradas a Guatemala. Todo esto contrastaba con el hecho de que en Saltillo se abría un nuevo colegio protestante, con la representación de Calles, además de los 200 que ya funcionaban en el país. Durante los primeros tres meses de 1926, fueron detenidos cientos de sacerdotes, y para abril, el número de los expulsados ascendía a 200. Por su parte, el Arzobispo de Baltimore primado de los Estados Unidos decía en su pastoral del 11 de abril:

“Nuestro gobierno no ha hecho otra cosa durante los últimos doce años que intervenir en los asuntos de México… Calles está ahora en el poder y continúa la persecución contra la Iglesia porque sabe que está de acuerdo con Washington… Nosotros mediante nuestro gobierno armamos a los bandidos de Calles. Nuestra amistad lo alienta en su nefasta empresa de destruir la idea de Dios en el corazón de millones de mexicanos”.

El conflicto religioso continuaba agravándose. En Querétaro fué disuelta a tiros una manifestación de católicos y hubo 2 muertos. En Yucatán fueron prohibidas las pilas de agua bendita “por razones higiénicas”. La reglamentación del artículo 130 constitucional entró en vigor el 31 de julio de 1926 y en protesta el Clero dejó de oficiar en los templos desde el 1 de agosto. Los agrupaciones católicos recabaron dos millones de firmas para pedir al Congreso de la Unión que las innovaciones callistas fueran derogadas, pero no se les hizo, el menor caso. Previamente, calles había dicho que los católicos sólo tenían dos caminos: acudir al Congreso o tomar las armas. Y como el congreso dijo que las demandas de los católicos habían sido inspiradas por los obispos y que estos no tenían capacidad legal para ejercer el derecho de petición en materia política, no quedó -según lo dicho por Calles- más camino que el de las armas.

La tensión era tan grande que ya el 29 de julio Daniel Sánchez y otro agente habían matado en Puebla a José Farfán porque no quiso quitar del aparador de su negocio un letreo que decía: “Viva Cristo Rey”. Para el mes de septiembre, ya eran 192 los colegios católicos, seminarios y conventos clausurados. La liga de defensa de la libertad religiosa consultó con el comité Episcopal el aspecto moral de una rebelión armada. Por conducto del Obispo de Tabasco Pascual Díaz, el episcopado contestó que cuando hay evidencia de tiranía y fallan los medios políticos, es lícito recurrir a la fuerza. Como algo sospechaba el gobierno, se acrecentaron los cateos y las aprehensiones de dirigentes o presuntos dirigentes católicos.

En esos días ya se hallaba en marcha una de las más intensas persecuciones religiosas habidas en México, acercad de la cual el Papa Pío XI habría de decir que era una “de las peores sufridas por la Cristiandad”. La fecha acordada para la rebelión fué el 1 de enero de 1927 y en diferentes lugares comenzaron a surgir dispersas partidas de Cristeros llamados así por su grito de “VIVA CRISTO REY”. Los principales grupos surgieron en Jalisco y fueron secundados en Michoacán, Guanajuato, Durango, Morelos y Oaxaca. Más tarde en Zacatecas, Aguascalientes, Sinaloa, Colima, Estado de México y Veracruz. Los “Cristeros” carecían de suficiente armamento y de apoyo logístico para formar un frente de combate. Su lucha se tenía que circunscribir a la táctica de guerrilla a acciones más o menos audaces. Se trataba de un frente fluido siempre cambiante. El General Callista Cristóbal Rodríguez dice de los Cristeros: “Escondiéndose más que alejándose en cuevas como los hombres primitivos de las cavernas, en medio de sobresaltos continuos mal alimentados esperando ser de un momento a otro atacados… Los cerros, las barrancas y el inmenso cielo fueron testigos mudos de su intranquila vida, durmiendo a la intemperie, bajos los rigores del frío y de la lluvia. ¡Una verdadera vida de perros!”

Los Cristeros carecían también de servicios médicos para sus heridos. El médico que les prestara auxilio y no los denunciara inmediatamente a las autoridades se hacía acreedor a la muerte sin juicio alguno. Tampoco tenían los Cristeros servicio de intendencia que les garantizara agua y comida. Pero ante las debilidades de su organización la peor de todas era la escasez de armas y municiones. A mediados de 1927 operaban 18,000 Cristeros aunque con muy reducida capacidad de fuego, pues muchos de sus rifles eran de caza o de tiro al blanco y no disponían de máuseres de tiro rápido como los de las tropas callistas y los agraristas. Mucho menos de ametralladoras, radiocomunicación, ferrocarriles y camiones. A veces la escasez de municiones los obligaba a suspender combates que iban ganando.

Durante 1927 fueron ejecutados por lo menos 26 sacerdotes, unos por oficiar sin el requisito del registro oficial y otros por ayudar a los Cristeros. Para el abastecimiento de municiones, los Cristeros dependían de agentes que operaban en ciudades o poblados, siempre jugándose la vida. Pequeñas cantidades de cartuchos eran ocultados en sacos de cemento o en cajas de jabón y llevadas a determinados lugares para surtir a los Cristeros. Los descubiertos en estas actividades sufrían duros tormentos para que denunciaran a sus compañeros y morían en pocas horas.

Se formaron brigadas femeninas “Juana de Arco” a fin de ayudar en esos menesteres y naturalmente cuando las mujeres eran descubiertas, corrían horrible suerte antes de perecer. El General callista Cristóbal Rodríguez, hace el siguiente relato: “A muchas de estas jóvenes y guapas señoritas les costaba caro su osadía. Con este fin (de abastecer a los Cristeros) las mujeres organizaban días de campo, en donde señoritas y damas de la mejor sociedad en canastas de comida llevaban cartuchos”. A finales de 1927 operaban 20,000 hombres en forma regular y 10,000 en forma intermitente en 17 estados del país. La situación para el régimen callista no era muy tranquilizadora, aunque seguía teniendo un enorme margen de superioridad en armas y recursos económicos.

Por esa época, los Cristeros vivieron días de incertidumbre acerca de una nueva arma conque iba a combatírseles, el gobierno había recibido de Estados Unidos 13 aviones de guerra con ametralladores y bombas ligeras, en un principio los Cristeros pensaron que la aviación podría causarles grandes daños, pero después de algunos sustos se dieron cuenta que el bombardeo era todavía muy impreciso. Pero a la mucha sangre derramada, la lucha religiosa en México era más fuerte en 1929 que en 1925, a pesar de que la maquinaria oficial callista había empleado desde el intento de cisma religioso y la aplicación de varias leyes persecutorias hasta el terror y la muerte, pero no había triunfado. Aunque tampoco había sido vencida.

Así fué como la masonería internacional se vió forzada a hacer un alto. No a prescindir de sus anhelos, sino a aplazarlos en busca de un mejor momento y mejor táctica. No a hacer la paz sino una tregua mientras reanudaba la lucha con mejores armas y mejor posición. Y fué así como surgió súbitamente en el régimen callista la propuesta de un arreglo del conflicto religioso. En 1929 quedaba claro que ni el ejército lograba sofocar la rebelión Cristera ni los católicos conseguían que su gesta derribase al gobierno anticlerical. Eliminado Obregón, asumió la presidencia una marioneta de Calles, Emilio Portes Gil (el “manchado”) quien bajo el patrocinio del Embajador de los Estados Unidos, celebró negociaciones con varios prelados y concluyó con ellos los llamados “arreglos” que pusieron fin al conflicto Cristero. El embajador redactó el texto que fué traducido al castellano y firmado por ambas partes en papel sin membrete y sin más garantías, quedaba disuelto el Ejército Cristero, llamado Guardia Nacional; el gobierno NO CANCELABA LA LEGISLACIÓN ANTI-RELIGIOSA pero se comprometía a no aplicarla y aceptaba un régimen de tolerancias.

Sin embargo, tras deponer sus armas, se produjeron numerosos asesinatos y represalias. Ricardo de la Cierva, historiador español, continúa Salvador Borrego Y en efecto, los Cristeros, cristianos del siglo XX quedaron a merced de los leones. El compromiso del gobierno de conceder pasaportes a los amnistiados fué violado por numerosos funcionarios sedientos de venganza, DESPUÉS DE RENDIR LAS ARMAS, VALIENTES JEFES Y OFICIALES DE LA GUARDIA NACIONAL, E INCLUSO TROPA CRISTERA FUERON ASESINADOS, en diversas partes del país. SI NO SE LES HABÍA PODIDO ABATIR EN EL COMBATE, ERA FÁCIL LIQUIDARLOS, YA RENDIDOS.

La lista de estas víctimas es enorme, se afirma que más de 3000 católicos fueron asesinados después del armisticio. El general Jesús Degollado, último jefe de la Guardia Nacional, dice que perecieron más Cristeros después de rendir las armas que durante los combates. Según los registros de la Guardia Nacional, murieron en campaña 4797 Cristeros”. Ahora veamos lo que dice respecto a “los arreglos” el padre Regis Planchet:

“Nunca como entonces, a fines de 1928 y principios de 1929 habían sido los Cristeros más fuertes, más organizados, más numerosos. Contaban con más de 20,000 hombres armados. AUNQUE SIN SUELDO, SIN INDUMENTARIA, CON INSUFICIENTE ARMAMENTO, Y JEFES IMPROVISADOS, LOS CRISTEROS, POBRES EN ARMAS PERO RICOS EN VIRTUDES MILITARES, dominaban parte considerable del país. Es un hecho comprobado que tuvo el gobierno grandes pérdidas como en el Combate de Colima en noviembre de 1928; que la mitad de un regimiento de un batallón perdió la vida, sin contar los heridos y los fugitivos además de otras derrotas que tenía prohibido publicar la prensa.

Y en la batalla de Tepatitlán en abril de 1929, dos meses antes de “los arreglos”, fueron completamente aniquilados unos 800 a 900 hombres. Viendo el gobierno maltrecho de Portes Gil (lacayo de Calles) cómo sus tropas eran vencidas “cedió dijo Pío XI ante la firme actitud de los católicos oprimidos y dió a conocer que deseaba llegar a un arreglo”. Para los Cristeros era difícil aceptar las condiciones de desarme que les proponía un enemigo desleal (el gobierno) por considerarlo, como su sentencia de muerte. Presentían que al entregar las armas, bajo la palabra de honor de un presidente sin honor serían CAZADOS Y MATADOS COMO FIERAS SALVAJES, después de aquella lucha gigantesca de 3 años en que sin más elementos de guerra que los arrancados al enemigo, ningún día pasó en que no pelearon a veces contra 65,000 federales y 100,000 agraristas armados hasta los dientes, realizando la hazaña increíble de tener a raya durante 3 años el ejército de Calles.

“Nuestra fuerza -decía el general Gorastieta (jefe de los Cristeros)- es la que impulsa al tirano para solucionar el conflicto, solicitando a los obispos mediante unas falsas promesas el que los Cristeros le entreguen las armas, porque estas son un serio peligro para el gobierno. Antes de nuestro movimiento nunca quiso el gobierno oír a los obispos”.

En poco tiempo 500 Cristeros que se habían amnistiado, eran vilmente fusilados o asesinados en sus casas, sus propiedades confiscadas, sus parientes perseguidos, sin contar unos 5,000 Cristeros y centenares de sacerdotes y religiosas víctimas de una feroz persecución pocas veces excedida en la historia de los verdugos de la humanidad”.

Damos por concluido este interesante y apasionante episodio sobre el conflicto religioso en México (1926-1929) (entre cuyas numerosas víctimas se cuenta el Padre Elías del Socorro Nieves asesinado en la Cañada de Caracheo y el Padre José Pérez, también asesinado cerca de Salvatierra, con una serie de versos dedicados con respeto y admiración para los:

Valientes Soldados de Cristo Rey

¿Quién cantará tus proezas
Soldado de Cristo Rey?
Esas hazañas inmensas
por detener a la grey.

Tres años de cruenta lucha
y no lograron vencerte
la desventaja era mucha
pero tu fe fué mas fuerte.

Un gobierno inhumano
te empujó a la rebelión,
¿El delito? Ser Cristiano
y practicar tu religión.

Soldado de Cristo Rey,
con tu derecho en la mano,
luchaste contra esa ley
impuesta por el tirano.

Campesinos y estudiantes,
profesionistas y obreros,
elementos integrantes
del Ejército Cristero.

Sólo el Cielo fué testigo
tus muchas penalidades
el carecer de un abrigo
para tus enfermedades.

Armas y sus municiones
escaseaban por completo
pese a las incomprensiones
aumentaba el movimiento.

Muchas fueron las razones
que salvaron al tirano
la falta de municiones
y el apoyo americano.

Fué abandonado a su suerte
por los prelados ingenuos
los “sentenciaron a muerte”
al firmar esos arreglos.

Por obediencia aceptaron
entregarles los fusiles
ya indefensos los mataron
se asegura fueron miles.

Los Padres Vega y Pedroza,
y sus compañeros leales
con Enrique y Gómez Loza
“Terror” de los federales.

Soldados de Cristo Rey
admira tu fe y coraje
recibe hoy como ayer
este sincero homenaje.


Padre Pro

Otra víctima de la persecución religiosa en México fué el Beato Miguel Agustín Pro, Sacerdote Jesuita, que nació en el pueblo de Guadalupe en el estado de Zacatecas el 13 de enero de 1891 y martirizado en la ciudad de México el 23 de noviembre de 1927 por órdenes de Plutarco Elías Calles. ¿Delito? Ser Sacerdote Católico.

Noviembre, día veintitrés,
era el año veintisiete,
la persecución Cristera
cobró una víctima más.
Al Padre Pro fusilaron
y nunca le comprobaron
esa acusación falaz
que impunemente le hiciera
el tirano Presidente
y verdugo Elías Calles.

El Padre Pro, inocente
se dirigió al pelotón,
mirándolos fijamente
musitaba una oración
perdonó a sus enemigos,
confortó a sus compañeros
y con sus brazos en Cruz
gritó con voz elocuente
el lema de los Cristeros*
y entregó su alma a Jesús.

David Hernández Ramos

* Los Cristeros morían gritando: ¡Viva Cristo Rey, y la Virgen de Guadalupe!
Su fiesta se celebra el 23 de noviembre

Narraciones

Nuestros Seres Queridos en el “Más Allá”
por : Rodolfo Mújica Pérez

Algunos predicadores religiosos en sus sermones, refiriéndose al “Más Allá” afirman a los fieles que allá en el Cielo no existe el reconocimiento recíproco de nuestros seres queridos, es decir; los padres no reconocen a sus hijos, ni sus hijos a sus padres, aunque se vean. Tampoco los esposos, los abuelos, los tíos y los amigos. Ello se debe a que en el Cielo seremos como Ángeles. Dicen también que en el Cielo solo se reconocerán “los compadres”, como cuando vivieron en la tierra.

Precisamente hace unas semanas, durante la misa, el padre oficiante leyó el contenido del capítulo 2º. versículos 27, 28 y siguientes del Evangelio según San Lucas de la Santa Biblia Cristiana que trata de “La Resurrección”, a la letra dice: “Se acercaron a Jesús algunos seduceos. Esta gente niega que haya resurrección y por eso le plantearon esta cuestión: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: ‘Si un hombre tiene esposa y muere sin dejar hijos, el hermano del difunto debe tomar a la viuda para darle un hijo, que tomará la sucesión del difunto’. Había pues siete hermanos. se casó el primero y murió sin tener hijos. El segundo y el tercero se casaron después con la viuda. Y así los siete, pues todos murieron sin dejar hijos. Finalmente murió también la mujer. Si hay resurrección ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, puesto que los siete la tuvieron?

Jesús les respondió: “los hombres y mujeres de este mundo se casan, pero los que sean juzgados, dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. Además, ya no pueden morir, sino que son como los ángeles. Son también hijos de Dios por haber nacido de la resurrección...””

Con base en estos preceptos, el “padrecito” explicó muy claramente que en el otro mundo desaparece la facultad de reconocerse entre sí los seres queridos, amigos y santos de nuestra devoción, cosa que parece ser que ocurre lo contrario y tan es así que en la sagrada escritura no encontramos ningún término afirmativo en el sentido de que en el otro mundo desaparece la personalidad espiritual, porque es tanto como perder la individualidad de ese ente que somos cada uno de nosotros.

Analizando un poco mas a fondo esta cuestión, resulta ilógico e irrazonable la anulación de nuestro Yo. Eso implica imaginar a un ser espiritual, sin memoria, sin sentimientos de amor y dolor, sin afecto alguno; de tal manera que una resurrección en esa forma puede causar poco interés, ya que ¿de qué nos serviría nuestra resurrección si allá en el Cielo vamos a caminar o a volar como unos idiotas, como zombies con una mente en blanco y carentes de los más sublimes sentimientos como es el de el Amor, para que, como decía San Pablo: “Sin Amor, nada soy”.

Ahora vamos a ver qué nos dicen los mas grandes teólogos al respecto: en su hermosísimo libro titulado “EL MÁS ALLÁ” del Padre Engelbert Krebs, profesor de Teología escrita: “Pero cuando comience para el alma, que ha salido de este mundo la feliz realidad de verse en compañía de todos los santos; entonces iluminada por la luz de la gloria, verá las almas de sus hermanos no ya por medir de conceptos imperfectos, sino en la esencia divina y las conocerá como él mismo es conocido por Dios (CFR. I COR. 13 12). Entonces es cuando la madre conocerá tan íntimamente a su hijo que nada habrá en él oculto a sus ojos. El esposo verá entonces con toda claridad la verdadera hermosura y la profundidad del alma de su esposa, cuyos rayos dieron luz y calor a su alma durante su vida terrena.

Y siguen sus conceptos en torno a la visión que se tiene allá en el Cielo de nuestros seres queridos. De otros grandes autores de lo místico se pueden citar bellísimos conceptos semejantes.

Ahora vamos a hacer hincapié en las evidencias que se tienen en torno a la supervivencia recíproca. Por ejemplo, en Medugorie, Portugal y Rusia, la Santísima Virgen María se ha aparecido a niños videntes y recibido su mensaje. Los niños videntes declaran que han visto a la Virgen María con sus vestiduras hermosísimas, algunas veces con lágrimas en sus ojos por la perdición de tantas almas como ha estado sucediendo en Rusia, por la imposición del Comunismo Ateo al pueblo cristiano de Rusia.

Todos los días hay testimonios de enfermos terminales que afirman ver a su madre o santos de su devoción que lo visitan, platican con él y como que esperan la salida del mundo para acompañarlo en su viaje al más allá. Los investigadores científicos de la talla de Carlos Osis, Dr. Haralsson, Martín Ebon, la doctora Kübler Rosse y otros muchos de renombre; según sus amplios y minuciosos estudios que han realizado en varios hospitales de Estados Unidos, la India y otros lugares sobre personas que murieron y después de algunos minutos han vuelto a la vida. Relatan que vieron y sintieron durante ese lapso de tiempo que estuvieron en el otro mundo.

Los resultados son sorprendentes porque coinciden casi en todos los casos. Lo curioso de asunto es que ya en aquel ambiente sienten tanta felicidad que ya no quieren volver a la Tierra. Dicen haber visto unos jardines hermosísimos. De pronto ven una luz que se les acerca; ellos no pueden dejar de verla, la cual se agranda hasta cubrir totalmente al visitante. Ya saturados de un amor inmenso oyen la voz del Señor que les dice: “regresa a la tierra, tu misión no la has terminado”, entonces es cuando despiertan en el quirófano con la gran sorpresa de médicos y familiares.

El Dr. Carlis Osis, en su importantísimo libro titulado: “A la Hora de la Muerte”, relata numerosos casos de personas que fallecieron y después de 10, 15 o 20 minutos de de muertos, volvieron a la vida. Ellos han dado su testimonio de lo que vieron. A continuación transcribo estos tres casos:

“No estaba recibiendo ningún sedante, su fiebre era escasa y parecía confuso; aunque era consciente del entorno y las personas que lo rodeaban, respondía con dificultad a las preguntas. Describió su experiencia mientras se estaba produciendo y la volvió a contar después. Dijo que sentía que flotaba y se movía en el aire hacia otro mundo, donde vió unos dioses que estaban sentados y el llamaban. Quería ir a allí y pidió a quienes le rodeaban que le dejaran hacerlo: “déjenme”, “estoy muriéndome”. Se sentía muy feliz al ver aquellas divinidades.

Tuvo la alucinación dos veces aunque insistió en que no era una alucinación, sino algo real. Tras la experiencia, estuvo alegre y dijo que aquel era el mundo donde deseaba vivir. No quería morir antes de la alucinación: estaba muy preocupado por la enfermedad y porque los doctores le ayudaran. Pero ya no le preocupó la muerte, una vez producida la alucinación; parecía mejorar y se sentía feliz por su experiencia. Al cabo de una o dos horas entró en coma profundo y ya no volvió en sí, muriendo dos días mas tarde.

Este otro caso es formidable: un hombre de veinte años que murió de diversas heridas abdominales causadas por disparos, vió a Jesús. “Si voy a ir ahí, no temo a la muerte”, dijo. De tener miedo pasó a sentir serenidad y aceptación . El Señor dijo “yo” le dió la suprema felicidad. El último caso es este otro:

Uno de nuestros encuestados nos contó la siguiente historia de una mujer de cincuenta años que padecía cáncer abdominal. Cuando entré en la habitación, estaba manteniendo una animada conversación con su esposo. Su hijo, que se hallaba sentado al lado de la cama, me dijo: “cree que está hablando con mi padre que murió hace diecisiete años”. Los ojos de la paciente estaban abiertos, pero parecían hallarse en trance. Hablaba con tono monótono “los muchachos están bien…”, “tenemos nietos”, parecía estarle poniendo al tanto de los acontecimientos de la familia producidos desde su muerte. También respondía a varias preguntas que le hacía su marido.

Hace más de cincuenta años que vengo yo interesándome en los estudios de la Psicología, Parapsicología y la Metapsíquica. Al respecto he platicado con muchas personas de mucha seriedad sobre las cuestiones de “la vida después de la muerte”, cosa que en todos los casos son coincidentes. Con esa experiencia yo sostengo que la persona humana no pierde sus facultades morales, intelectuales, afectivas, religiosas, etc., ni su faz ni su memoria, porque al morir “nuestro doble yo” o mejor dicho nuestro doble personalidad que es inmortal se saldrá de su molde físico al morir para entrar a un mundo nuevo que puede ser de infinita felicidad si se portó bien en este mundo, porque si estuvo lejos de Dios y sin buscar la reconciliación y el perdón de Dios. Entonces tendrá graves problemas en el más allá.

Por todo lo anterior, yo no puedo creer que en “El Más Allá” vamos a perder nuestros facultades que Dios nos dió desde un principio; yo más bien creo que esos dones o facultades se avivan más, es decir, se perfeccionan porque actúan ya en esencia, particularmente nuestra memoria y nuestra facultad de sentir EL AMOR por nuestro padre Dios y por nuestros seres queridos, a la luz de la gloria. Ahora, volviendo al asunto de la viuda y sus siete maridos, nada tiene que ver con el reconocimiento de nuestros seres más queridos ya finados, allá en el Reino Celestial, mas bien puede ocurrir que al vernos, lloraremos de gozo al volverlos a encontrar para no separarnos de ellos por toda la eternidad.

Es cierto, porque no puede ser de otro modo, que nosotros ya purificados y aceptados por el Señor, podemos ser semejantes a los ángeles en hermosura y perfección, ya que en el Cielo no hay lugar para la fealdad y la imperfección. Allá en aquella dimensión, todo es perfecto como lo es nuestro Padre Dios. Esta enseñanza la dió a sus hijos Nuestro Señor Jesucristo que es la segunda persona de la Santísima Trinidad.

Bueno, amigo lector, espero le haya gustado este tema, ahora debo decirte que yo te deseo “Una Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”.


Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Los Cincuenta: Apogeo de los Tríos

Pronto, a imitación de Los Panchos, surgieron cientos de grupos con nombres noblemente imaginativos: condes, duques, príncipes, dandys, etcétera.

En 1949 Edmundo Domínguez compuso “Loca pasión” iniciando una avalancha de canciones para trío que hicieron época: “Contigo” de Claudio Estrada, “Limosnero de amor” y “Remolino” de Alberto Videz, junto con “Un solo corazón” de Rafael de Paz. En 1951, la canción “Tres dilemas” de Vicente Garrido dió una nueva forma al bolero y se adaptó perfectamente al nuevo estilo de ejecución del trío. A partir de ese momento, las canciones para trío tuvieron un corte característico: “Luna de octubre”, de José Antonio Michel, y “Ladrona de besos” entraban ya perfectamente dentro de la definición de canción para trío.

En general, los años cincuenta fueron dominados por los tríos y su repertorio especializado que crecía día con día. “El crucifijo de piedra” (1954) de los Hermanos Cantoral, “Espinita” (1954) de Nico Jiménez, “Historia de un amor” del panameño Carlos Almazán iniciaron otra serie de sentidas canciones para trío. Todos estos años fueron de una gran demanda para los tríos. La totalidad del repertorio romántico parecía impregnarse del estilo de Los Panchos.

Según Gustavo Prado, integrante de Los Diamantes, un importante grupo fundado en 1949, Los Panchos lograron dignificar la profesión y hacer posible que los tríos entraran en lugares que les estuvieron vedados por años. Antes de la aparición de Los Panchos, los tríos se dedicaban a dar serenatas y a cantar en los bares; después de ellos, adquirieron rango social y alta jerarquía dentro del ambiente. Las disqueras se lo disputaban, los más caros centro nocturnos les ofrecían trabajo.

No tardó el estiló romántico de los tríos en trascender y cruzar las fronteras. Los Panchos viajaron a Japón y abrieron un sorprendente, entusiasta y duradero mercado para los tríos mexicanos. A partir del primer viaje de Los Panchos al Japón, las plazas han estado siempre abiertas para los tríos románticos en el Medio y Lejano Oriente, Estados Unidos, Sudamérica y, por supuesto, en ese mercado natural para los artistas mexicanos que se localiza en Los Ángeles y en Chicago.

La vida musical, la creación de canciones en México giraron durante los años cincuenta en torno a los tríos, al grado que a los premios instituidos como el Disco de Oro hubo que añadirse la categoría trío. Nuevas canciones salieron a la luz; en 1956 Álvaro Carrillo dió uno de los últimos impulsos al bolero romántico con “Amor mío”. En 1958, Güicho Cisneros, el compositor oficial de Los Dandys, compuso “Gema” y Benjamín Correa del grupo Los Caballeros publicó “Invierno”. En 1959 Álvaro Carrillo compuso dos clásicas del género: “Luz de luna” y “Sabor a mí” sólo comparables en popularidad con “Alma de cristal” y “Tres regalos”, compuestas en el mismo año por Güicho Cisneros.

Al producirse la saturación del mercado provocada por el exceso de tríos, cada grupo inició una búsqueda de la originalidad a toda costa. Pero las posibilidades de variación eran muy limitadas. Como resultado, pronto se llegó a un exceso de barroquismo en el uso del requinto y a un amelifluamiento afeminado en las voces, que colocaron el estilo del trío en el margen entre la chabacanería y el sentimentalismo cursi. De esta manera, la decadencia del estilo de trío otorgó la razón a muchos de los críticos del género que veían en Los Panchos una amenaza a la pureza de la canción mexicana, en razón de su cursilería y amaneramiento.


Los años sesenta señalan la invasión del rock en México y el nacimiento de una nueva sensibilidad. La producción de boleros y canciones para trío disminuyó; pocas canciones tuvieron la calidad de “Mientes” (1961) de Daniel Pérez Arcaraz, “Cuando muere el sol” (1961) de Federico Baena, “MI amor por ti” (1962) de Miguel Pous y “Seguiré mi viaje” de Álvaro Carrillo.

La duración del estilo de los tríos podría totalizar más de treinta y cinco años, aunque en realidad la decadencia se hubiese iniciado a principios de los años sesenta, cuando aún seguían actuando los grupos más famosos. La creación de repertorio cesó, los grupos se dispersaron y se siguieron repitiendo hasta el cansancio los mismos patrones de ejecución. Actualmente, aun para los más famosos tríos sobrevivientes, el final está próximo; aunque una buena parte del público aún quisiera escuchar el repertorio habitual de los tríos, pocos empresarios se arriesgan a contratarlos.

Los Tres Ases

El trío Los Tres Ases se formó en 1952. Sus integrantes originales fueron Marcon Antonio Muñiz, Juan Neri y Héctor González. Marco Antonio Muñiz nació en Guadalajara, Jalisco y actuó desde los 15 años. Juan Neri es originario de la ciudad de México; Héctor González nació en Culiacán, Sinaloa. Fué el cantante de corridos y relatos más popular de su ciudad natal. Dentro del repertorio de este famoso trío se encontraban las canciones “Venganza” (Lupicinio Rodríguez), “La puerta” (L. Demetrio), “Sabrá que te quiero” (F. Fragoso), “Eres todo para mí” (L. Demetrio). “Un minuto de amor” (A. Carrillo). Ganaron el premio Disco de Oro durante dos años consecutivos, 1955 y 1956.

Los Tres Caballeros

El trío Los Tres Caballeros estuvo integrado por Roberto Cantoral, Benjamín Correa Pérez de León (requinto) y Leonel Gálvez Polanco. Actuaron por primera vez el primero de julio de 1952. Se han dedicado principalmente a la radio y el teatro de revista. Realizaron una gira de más de un año por Estados Unidos. A su regreso, el 5 de septiembre de 1956, grabaron para la casa disquera Musart. Las primeras canciones que grabaron fueron “El reloj” y “La barca”, ambas de Roberto Cantoral. Los hermanos Cantoral, Antonio y Roberto, formaron el grupo Los Cuatreros en el año 1947. En 1954 compusieron el son huasteco “Crucifijo de piedra”.

Roberto Cantoral se ha dedicado al bolero. Compuso “Te perdono” (1954, bolero), “El preso número 9” (1955, huapango) y muchas otras. Antonio Cantoral se dedicó al estilo ranchero, falleció el 4 de noviembre de 1964 a los 36 años de edad.

Los Tecolines

El trío Los Tecolines estuvo integrado por Sergio Flores M. (requinto), Jorge Flores M. (segunda voz y guitarra), Jesús Chucho García López (primera voz) y Lázaro Galindo (guitarra y voz). Hicieron su debut en la radiodifusora XFQ en el año 1951. En 1952 grabaron para la compañía disquera Peerles. Uno de sus más grandes éxitos fué la vieja canción de Alfredo Carrasco titulada “Adiós”, más conocida como “El adiós de Carrasco”. Por esta versión recibieron el premio Guitarra de Oro. Más tarde ganaron un Disco de Oro por “Cerezo rosa”. Dentro de su repertorio de más éxito se encontraban las siguientes canciones: “Ahora y siempre” de J. de Jesús Morales, “Flores Negras”, “Lágrimas del alma”, “Cosas del ayer”, “Sé muy bien que vendrás”.


(continuará…)

El Rincón para Niños

Un Rasgo de Amor Filial

“Tu madre está muy mala, sin esperanza de salvación: quiere verte; no piensa más que en ti”.

Al leer esta carta que le presentó un empleado del presidio, creyó Pedro que todo el edificio se desplomaba sobre su cabeza. ¿Cómo? Su madre, el único amor que le restaba en el mundo, se iba a morir y quería verle, y él no iba a poder cumplir su suprema y última voluntad. No, aquello no era posible de ningún modo.

Él necesitaba ver a su madre, recoger su beso postrero, estrecharla en sus brazos… y lo haría, vaya si lo haría! ¿Quién iba a negárselo…? No era posible que se lo negasen.

Pedro fué a ver al Director del presidio, y al llegar a su presencia exclamó con la voz enronquecida por la pena:

-¡Mi madre se muere, señor Director! Concédame usted licencia para verla.. Que me acompañen… Le juro a usted que volveré en cuanto me despida de ella.

-Si eso fuera posible, lo haría, -respondió el Director, que estimaba en mucho el carácter y la buena conducta de Pedro; -pero ya sabe usted que no puede ser.

-¿Que no puede ser?

-¡No!

Pedro salió del despacho del Director con las cejas fruncidas, y alguien le oyó murmurar por lo bajo:

-¡Que no puede ser!... Pues sí puede ser, ¡y será!

Al anochecer de aquel mismo día, terminadas las faenas en el arsenal, los presidiarios se alineaban en el muelle para el recuento. De pronto vieron un hombre que corría sobre las rocas hasta el punto en que éstas se encuentran con el mar: era un preso que intentaba fugarse. Algunos soldados corrieron en su persecución, pero el hombre les llevaba mucha delantera.

Llegó a la puerta del acantilado, dió un salto terrible y cayó de cabeza al mar. Viósele aparecer un momento y desaparecer después; los soldados descargaron sus armas en dirección del fugitivo, las lanchas del puerto se lanzaron en busca suya. Nada. NI el menor rastro. O al hombre se lo habían tragado las olas o había sido muy diestro para ocultarse.

El fugitivo era Pedro. ¿Cómo pudo sustraerse a la investigación y pesquisas de sus perseguidores? Ni él mismo ha podido explicárselo luego. Sólo se sabe que permaneció toda la noche, una noche lluviosa y terrible de enero, detrás de unas rocas, tiritando de frío, bajo sus vestidos empapados de agua, oyendo al mar romper sus olas estruendosamente a sus plantas, al trueno rugir en las nubes y al huracán en el espacio, con bramido ronco y salvaje.

Así pasó horas y horas, con el pensamiento puesto en su madre; así, a nado unas veces, otras desgarrándose los pies contra las erizadas puntas de los peñascos que bordean a la costa, consiguió ganar una casuca donde se facilitan vestidos y disfraces a los presidiarios. Cambió en ella la ropa, hizo durante tres o cuatro horas
ese camino ruinoso, hipócrita, incierto, que hace el preso para despistar a sus acechadores, y al cabo de tres días, muerto de hambre, de frío, de sed, con los pies sangrando, la ropa hecha jirones y los ojos llorosos, llegó a la puerta de la casita blanca con que soñaba todas las noches al dormirse contra el camastro del presidio.

En la alcoba, desfigurada por la fiebre, próxima a lanzar el último suspiro, acompañada por una vecina compasiva, estaba su madre, con los ojos clavados en el techo, las manos en cruz, murmurando por lo bajo como si dialogara con su esperanza: “¡Hijo mío!”

Pedro, que levantaba su cabeza pálida y febril por entre las cortinas de la alcoba, oyó que aquellas palabras, y sin poderse contener:

-¡Aquí me tienes, madre, aquí me tienes!, gritó avanzando hacia la anciana y estrechándola en sus brazos… Fué un beso largo, muy largo. La eternidad de un amor y el fin de una vida, confundiéndose sobre dos bocas temblorosas…

Luego, la viejecita abrió los brazos y cayó muerta sobre la cama, y Pedro rompió en ahogados sollozos.

A los seis días entraba un hombre por las enrejadas puertas del presidio. Era Pedro. Cuando fué presentado al director, dijo:

-He ido a despedirme de mi madre; aquí me tiene usted. No pensaba escaparme y he vuelto.

-El Director había dado parte de la fuga y el penado sufrió cuatro años de recargo en su condena.

Pedro decía, hablando con sus compañeros:

-Bien vale cuatro años de presidio el último beso de una madre.

Joaquín Dicenta

Tomado del Libro “Alma Latina”

Añoranzas

Quiero rendir un humilde y respetuoso homenaje a un gran forjador y formador de varias generaciones de estudiantes por sus aulas recibiendo de Él toda su sabiduría y experiencia como educador y profesor de educación primaria. Me estoy refiriendo al inolvidable profesor Francisco Bombela Ramírez. Hombre bueno y capaz a quien nosotros sus alumnos quisimos y respetamos. Diré que allá a principios de los años 40’s fungía como párroco de Salvatierra el Sr. Pbro. José Ma. Chávez y que el Señor Cura por esas fechas formó una pequeña escuelita a la que llamaban “la escuelita del Sr. Cura”. Se encontraba en un saloncito situado detrás de la Notaría actual al subir las graditas, ahí estaba la puerta a mano derecha donde está ahora una ventana; sólo recuerdo a dos compañeritos ahí: Pablito Herrera Granados y al Chino Parra.

Pues bien, el profesor Bombela llegó a Salvatierra también por los años cuarenta de Pénjamo, Gto. Recuerdo que comenzó sus funciones como profesor en el salón San Andrés dentro del curato siendo aún el párroco el Sr. Cura José Ma. Chávez de feliz memoria; se le llamaba “la escuela del Sr. Cura”. A los pocos días también la Srta. María Bombela Ramírez también maestra, impartía clases ahí mismo. Luego de algún tiempo de estar en el salón San Andrés pasamos por muy poquito tiempo a una casa ubicada en la calle Madero casi esquina con Ocampo, acera norte; ahí estaba un maestro apellidado Cortés, no recuerdo su nombre, sólo sé que le decíamos “el Sr. Cortés”.

Posteriormente nos pasamos a una casa situada entre las calles de Madero y Leandro Valle, casa que habitó recientemente el padre Adancito q.e.p.d. De ese lugar pasaríamos al lugar en donde actualmente se encuentra; se le llama desde hace setenta años. “Colegio José María Morelos”. El Colegio antes llamado “la escuela del Sr. Cura”, al llegar al exconvento de Capuchinas comenzó a funcionar de acuerdo a los grados de estudio de cada alumno contando con un salón de clases para cada grado.

El profesor Bombela y la maestra María Bombela impartían clases en sus diferentes salones; otra de las maestras que yo recuerdo era la maestra María García, hermana de los doctores García: Antonio y Alfonso García Álvarez. Ahí nos visitaba con frecuencia el Sr. Cura José Ma. Chávez, entraba a nuestro salón y sentado en una silla platicaba con nosotros así como también el maestro Bombela. Se dió cuenta por uno de mis compañeros de que algunas veces salíamos un poco más tarde de clases por algún imprevisto, y este mismo compañero se dedicó todos los días desde luego por poco tiempo a decirnos a todos: repitan conmigo: “El Sr. Cura insiste e insiste en las salidas temprano”, eso era todos los días cuando se acercaba la hora de la salida.

Al terminar nuestra primaria, “nos llevó el tren”; sí, nos llevó el tren a Morelia, ya que algunos de nosotros le manifestamos al Sr. Cura Chávez nuestra intención de ingresar al seminario de esa ciudad y de muy buena gana Él nos acompañó en el tren y en Acámbaro nos invitó a desayunar un sabroso chocolate ahí en el restaurancito de la estación. Fuimos unos seis compañeros, entre ellos recuerdo a Francisco Rogelio Navarrete Ruiz, que luego sería un gran sacerdote y un predicador muy elocuente; al güero Rafael Jiménez, a José Pérez Zamora q.e.p.d, a Manuel Carmona y a otros más que ya no recuerdo.

Quiero mencionar con el permiso de ustedes a algunos de mis compañeros de salón con los que cursé mi sexto año de primaria: Gonzalo Guerrero Mtz., Antonio Guerrero Mtz., Paulino Castanedo, J . Trinidad Albor A., Jorge Gordillo, Antonio Sandi, Ricardo Tena, Adolfo Ruiz, Luis Serrano, José Pérez Zamora, Francisco Rogelio Navarrete Ruiz, Ricardo Navarrete Ruiz, Amado Navarrete, Rafael Jiménez, Manuel Carmona, Miguel ó Víctor Pérez, su papá tenía una zapatería en Federico Escobedo esq. con Hidalgo lado sur, Alfredo Martínez, Luis Cerda, y otros que lamentablemente no recuerdo.

Quiero rendir este pequeño homenaje pues a quienes pusieron toda su vida y esfuerzo a la fundación del Colegio José María Morelos hace ya más de 70 años. Los venerables Sres. Curas, José Ma. Chávez y Ruperto Mendoza, así como nuestro inolvidable profesor Francisco Bombela Ramírez. TRES GRANDES PILARES DE LA EDUCACIÓN QUE VIVIRÁN EN NUESTROS CORAZONES. Gracias.

J. E R B

Villancicos

El Niño del Tambor

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón;
rompom pom pom, rompom pom pom.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.

Yo quisiera poner a tus pies,
algún presente que te agrade, Señor,
Más Tú ya sabes que soy pobre también
y no poseo más que un viejo tambor,
rompom pom pom, rompom pom pom.

El camino que lleva a Belén
lo voy marcando con mi viejo tambor,
nada mejor hay que yo pueda ofrecer;
su ronco acento es un canto de amor
rompom pom pom, rompom pom pom.



Campana sobre Campana

Campana sobre campana
y sobre campana una,
asómate a la ventana,
verás al Niño en la cuna.

Belén, campanas de Belén,
que los ángeles tocan
¿qué nuevas me traéis?

Recogido tu rebaño
¿a dónde vas pastorcito?
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino.

Belén, campanas de Belén…

Campana sobre campana
y sobre campana dos,
asómate a la ventana,
verás al Hijo de Dios.

Belén, campanas de Belén…

Campana sobre campana
y sobre campana tres,
en una cuna a esta hora
acaba Dios de nacer.

Belén, campanas de Belén…


Duerme no Llores

Os anunciamos un gozo inmenso
hoy ha nacido el Salvador.
En un pesebre sobre las pajas
entre pañales lo encontraré.

Duerme no llores
Jesús del alma
Duerme no llores,
mi dulce amor.

Duerme no llores
que esas tus lágrimas
parten el alma de compasión.

Duerme no llores...

Duerme no llores
que estas tus lágrimas
parten el alma de compasión.



Quienes colaboramos para la revista “Por Amor al Arte” les deseamos:
Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo

Poesías

Otro Año ha Pasado

Otro año ha pasado,
y muchas sorpresas me he llevado,
nuevos sobrinos han nacido,
y otros primos han crecido.

He pasado alegrías,
pero también amarguras y tristezas,
muchas personas se han ido,
y con eso, un hueco en mi corazón ha salido.

Año de amistades,
de valores y de amores,
de cambios y emociones,
un año de esfuerzos y dedicaciones.

Triunfos y victorias,
fué lo que en este año pude cosechar,
¡Qué vengan muchos más!,
para ir mejorando y mis logros alcanzar.

Fué un año de bendiciones,
y eso fué gracias a Dios,
se cumplieron algunos anhelos,
y también unos que otros deseos.

Doy gracias a Dios por tantas dichas,
por haberme abierto los ojos
y contemplar tantas maravillas,
por resguardarme de las malas vibras,
por aconsejarme y guiarme
en donde plasmo mis huellas.

G T R R

Cien Publicaciones

Cien publicaciones,
de poesías, narraciones y reflexiones,
han hecho lo que hoy en día es,
la revista “Por Amor al Arte”.

Una obra maestra
del Sr. Mario Carreño,
desde hace 10 años
se le ha cumplido su sueño,
de una revista cultural ser el dueño.

Publicaciones describiendo los sentimientos,
y también ir narrando algunas historias,
es lo que hoy en día encuentras,
en una revista de 29 hojitas.

Que esto sea sólo el comienzo,
de unas creaciones hermosas y bellas,
que más jóvenes y adultos se motiven
por los cuentos y las fantasías
y empiecen a trazar sus huellas
en las letras y las poesías.

Recordemos que iremos siempre adelante,
todo por lo que sentimos,
vamos acompañados “Por amor al Arte”,
plasmando en unas cuantas letras
nuestros sentimientos y deseos.

(Poema dedicado a la Revista “Por Amor al Arte”
por su publicación No. 100, que esta cifra sea
solamente el comienzo de la revista cultural de Salvatierra)

G T R R


El Grano de Trigo

“Y si el grano de trigo no muere
queda infecundo” dice tu Palabra.
Es fecundo morir día tras día
entre luces y cantos como el alba,
como muere la tarde,
como muere el rocío de la mañana.

Morir como los mártires para triunfar
con su túnica blanca,
lavada con la sangre redentora
en el mar de tu gracia.

Morir como las almas vírgenes
en un martirio que no acaba
hasta que la sonrisa de Dios
convierta en gloria su perseverancia.

Morir en la oración,
en vida consagrada,
morir en la obediencia,
en el servicio humilde de las almas…

Morir como la aurora
para que nazca
en todas las conciencias
el Día de la Gracia.

¡Qué fecundo es morir, oh Primavera,
para que vengan las fecundas aguas!
¡Qué fecundo es morir, lirios y rosas,
para que dé fruto la rama!

Morir como Jesús en el Calvario
y en la blanca mañana
vestirse de azucenas y de nardos
en una vida nueva, resucitada.
Qué divino es morir a mis instintos
que me hieren el alma.

Morir a la hermosura femenina
de sublime nostalgia...

Muévete, montaña de mi herencia,
y arrójate a los mares de la gracia,
con tu panal de mieles virginales,
con tus vírgenes nieves invioladas
y temblores de votos sublimados
que tu volcán oculto me desgarra.

Tírate al océano de los brazos
del que es blancura inmaculada
muriendo con la muerte de los mártires
en el surco divino de la gracia,
pues si el grano de trigo no muere
queda infecundo dice tu Palabra.


En Memoria del Padre Rafael Alcántar Mondragón
(1927-2013)
Descanse en Paz

Gran Vacío

Ya no tengo el motivo, que inspiraba
mis versos discordantes.
Voló la musa que llenaba aquellos instantes;
al partir aquella presencia, que me sustentaba,
quedé sumergida, me siento perdida,
como en la nada.

Volátil silueta percibo distante,
a mi visión y para siempre.
Mis manos no alcanzan, se fué a otro sitio,
es otra creatura.
Quédate conmigo de alguna manera,
que estés presente,
no me sienta sola, aunque ya no mire
tu hermosa figura.

I S J.

Ángel de Luz

Bella ilusión que yo forjé
tan sólo eso fué.
Vi su mirar como una luz
y sólo fué una cruz.

No fué amor, no existió,
jamás se declaró.

Tristeza es realidad
y solo falsedad
dejó ese ser
ángel de obscuridad.

Bella ilusión como razón
llevo en el corazón
para existir debo cuidar
la esencia del amor.

Lo principal es siempre dar,
amar y recibir.

Se debe consumar
esa visión mortal,
debe existir si da su luz
ángel de claridad.

I S J.

Ilusión

Pasaste en mi vida
como una esperanza,.
como un dulce sueño,
como una ilusión.

Ilusión que me diste
de vivir un ocaso,
gozando las mieles
de dicha y amor.

Dejaste en mi alma
grabado el recuerdo,
de bellos momentos,
momentos de amor.

J B

El Niñito Jesús, Nuestro Salvador

Fué hace más de dos mil años,
cuando un profeta vino a salvarnos,
donde en una cruz nos perdonó los pecados,
y que al tercer día resucitó de entre los muertos.

Fué una persona muy especial,
donde en nuestra vida Él es lo primordial,
donde yo me atrevo a decir que como Él no hay igual
y que para vivir, su cuerpo y su sangre en vosotros es esencial.

Hablo de Jesús, nuestro Salvador,
que día tras día nos da su amor,
que para mostrarnos la humildad,
decidió nacer en una sencilla ciudad.

No nació en castillos ni en torres,
tampoco lo arroparon con ropones elegantes,
Él nació al lado de unos corrales,
y su vestido fué la luz de la luna y unos pañales.

Fueron hasta el lugar los pastores,
o adorar al Rey de reyes,
que con su Luz Divina nos ilumina,
y con su bendición nos persigna.

También fueron tres reyes magos,
que le obsequiaron hermosos regalos,
fueron también a adorarlos,
y Jesús les sonrió a cambio.

Niños y más adultos,
a sus padres fueron a felicitarlos,
¡Bendita sea la Virgen María!,
que en sus ojos se le notaba la alegría.

¡Bendito sea su padre San José!
que en sus años fué su protector,
los ángeles cantan hermosas melodías,
¡Qué bonito fué ese día!

¡Bendito sea el niñito Jesús!,
hijo de nuestro poderoso y bondadoso Dios,
que vino al mundo a salvarnos,
de los grandes e innumerables pecados.

G T R R

Algo mío

Viva la Alegría

De aquel bohemio solitario y amargado
ya nada queda,
todo ha pasado.

Ahora soy el más feliz de los mortales
porque a mis males
ya por fin logré vencer.

Escucho al mundo preguntar con insistencia:
¿Qué es lo que pasa
en mi existencia?

Porque me han visto sonreír alegremente,
y dulcemente
canturrear esta canción:

¡Qué viva la vida!
¡Viva la alegría!
¡Vivan nuestras penas que son fuente
que amorosa lava nuestra frente!

Pájaros y flores,
campos, sol y viento,
olas de los mares,

todo vive cantando
el himno a la belleza,
a la naturaleza
y a su creador.

Todo vive cantando:
¡QUE VIVA LA ALEGRÍA!
¡Y que viva la vida,
y viva el amor!

Saber que me ama la mujer que tanto quiero,
que compartimos
nuestros anhelos.

Salir al campo contemplar el firmamento,
oír del viento
lo que dice en su rumor.

Amar la risa candorosa de los niños,
llorar de dicha,
saber que existo,
son estas cosas las que inspiran mi alegría,
y noche y día
siempre canto esta canción:

¡Qué viva la vida!
¡Viva la alegría!
¡Vivan nuestras penas que son fuente
que amorosa lava nuestra frente!

Pájaros y flores,
campos, sol y viento,
olas de los mares,

todo vive cantando
el himno a la belleza,
a la naturaleza
y a su creador.

Todo vive cantando:
¡QUE VIVA LA ALEGRÍA!
¡Y que viva la vida,
y viva el amor!

Mario Carreño

Canciones

Gracias a la vida

Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me dió dos luceros
que cuando los abro
perfecto distingo
lo negro del blanco
y en el alto cielo
su fondo estrellado,
y en las multitudes
al hombre que yo amo.

Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me ha dado el oído;
que en todo su ancho
graba noche y día,
grillos y canarios,
martillos, turbinas;
ladrillos, chubascos
y la voz tan tierna
de mi bienamado.

Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me ha dado el sonido
y el abecedario,
con él las palabras
que pienso y declaro,
madre, amigo, hermano
y luz alumbrando
la ruta del alma
del que estoy amando.

Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me ha dado la marcha
de mis pies cansados;
con ellos anduve
ciudades y charcos,
playas y desiertos,
montañas y llanos,
y la casa tuya,
tu calle y tu patio.

Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me dió el corazón
que agita su marco,
cuando miro el fruto
del cerebro humano;
cuando miro el bueno
tan lejos del malo,
cuando miro el fondo
de tus ojos claros.

Gracias a la vida
que me ha dado tanto,
me ha dado la risa
y me ha dado el llanto,
así yo distingo
dicha de quebranto,
los dos materiales
que forman mi canto
y el canto de ustedes,
que es el mismo canto,
y el canto de todos
que es mi propio canto.

Gracias a la vida
que me ha dado tanto.

V P

A pesar de todo

A pesar de todo
me trae cada día
la loca esperanza,
la absurda alegría.

A pesar de todo,
de todas las cosas
me crece la vida,
me brotan las rosas.

A pesar de todo
me llueven luceros,
invento un idioma
diciendo, te quiero.

Un sueño me acuna
yo me acomodo
mi almohada de dudas
a pesar de todo.

A pesar de todo,
la vida que es dura
también es milagro
también aventura.

A pesar de todo
irás adelante,
la fe en el camino
será tu constante.

A pesar de todo
dejándola abierta,
verás que se cuela,
el sol por tu puerta.

No hay mejor motivo
si encuentras el modo
de sentirte vivo
a pesar de todo.

A pesar de todo
estoy aquí puesta,
los pájaros sueltos,
el alma de fiesta.

A pesar de todo
me besa tu risa,
el duende y el ángel,
el vino y la brisa.

A pesar de todo,
el pan y la casa,
los niños que crecen
jugando en la plaza.

A pesar de todo
la vida que hermosa
siempre y sobre todo
de todas las cosas.

EB

Qué Suerte he Tenido de Nacer

Qué suerte he tenido de nacer,
para estrechar la mano de un amigo
y poder asistir como testigo
al milagro de cada amanecer.

Qué suerte he tenido de nacer,
para tener la opción de la balanza,
sopesar la derrota y la esperanza
con la gloria y el miedo de caer.

Qué suerte he tenido de nacer
para entender que el honesto y el perverso,
son dueños por igual del Universo
aunque tengan distinto parecer.

Qué suerte he tenido de nacer,
para callar cuando habla el que más sabe,
aprender a escuchar esa es la clave,
si se tiene intenciones de saber.

Qué suerte he tenido de nacer,
y lo digo sin falsos triunfalismos,
la victoria total, la de uno mismo,
se concreta en el ser y en el no ser.

Qué suerte he tenido de nacer
para contarle a la gente y a la rosa
y al perro y al amor y a cualquier cosa
que puede el sentimiento recoger.

Qué suerte he tenido de nacer,
para tener acceso a la fortuna,
de ser río en lugar de ser laguna,
de ser lluvia en lugar de ver llover.

Pero sé, bien que sé...
que algún día también me moriré.
Si ahora vivo contento con mi suerte,
sabe Dios qué pensaré, cuando mi muerte,
cuál será en la agonía, mi balance,
nunca estuve en ese trance.
Pero sé, bien que sé...
que en mi viaje final escucharé
el ambiguo tañir de las campanas,
saludando mi adiós y otra mañana,
y otras voz, como yo, con otro acento.
cantará a los cuatro vientos…

Qué suerte he tenido de nacer.

A C

Agradecimiento

Al llegar a la edición número Cien de nuestra revista “Por Amor al Arte”, quiero manifestar a todo el mundo la satisfacción tan grande que siento de poder compartir y disfrutar los deliciosos y abundantes beneficios que a través de mas de siete años ininterrumpidos (desde octubre del 2005) ha producido generosamente dicha revista.

Ella ha sido el árbol rico en frutos que bondadosamente nos brinda para enriquecer conocimientos, nuestro vocabulario, nuestra creatividad y sobre todo, nuestro espíritu.

Agradezco a todos los compañeros que han hecho posible con sus inspirados y valiosos trabajos que nuestra publicación siga vigente y llena de vida para seguir derramando y repartiendo amorosamente la inmensa riqueza que guarda cada una de sus páginas.

Agradezco también al público que con su preferencia y apoyo nos alienta y nos impulsa a seguir con más brío y más ánimo en la noble empresa que nos hemos trazado.

Mil gracias también a los camaradas que ya se fueron a casa de Dios Padre y dejaron plasmados en nuestra revista sus versos, sus reflexiones, su sapiencia y sus sentimientos y con ellos su amor a la Patria, al terruño y a la cultura.

Y sobre todo, agradezco al Señor por el venero inagotable de su bondad, la cual me ha iluminado y fortalecido, no sólo en la realización de esta labor cultural, sino también a lo largo de toda mi existencia y en cada aspecto de mi vida.

Y sabiendo que Él jamás nos abandona, confío y deseo que “Por Amor al Arte” siga viva más fuerte que nunca por muchos años.

Atentamente:

Mario Carreño

viernes, 1 de noviembre de 2013

El Rincón para Niños

Los Regalos de los Gnomos

No todos los gnomos de que nos hablan las leyendas son perversos. Los hay bondadosos y que saben hacer el bien a los hombres cuando les han prestado algún servicio; pero los gnomos no aman a aquellos que tienen una sed insaciable de riquezas y saben castigar a quienes abusan de su generosidad. Esto es lo que van ustedes a saber. El sastre y el platero de quien se va a tratar son dos obreros que siguiendo una añeja costumbre, emprendieron un viaje a pie para conocer el país y para instruirse y mejorar cada uno en su oficio.

Un sastre y un platero que viajaban de compañeros, oyeron una tarde una música lejana que venía desde la montaña. No se parecía a ninguna música oída, pero era tan armoniosa, que olvidando su fatiga y su cansancio, fueron hacia ella. La luna aparecía cuando llegaron a una colinda en donde un grupo de seres pequeños, hombres y mujeres, tomados de la mano, bailaban en alegre ronda.

En el centro de la rueda había un anciano, mayor que los otros. Vestía una túnica orlada de colores extraños y tenía una larguísima barba gris. Los dos amigos asombrados, miraban de lejos a los bailadores, pero notaron que el anciano les hacía señas para que se aproximaran y que el pequeño pueblo de seres diminutos que formaba la ronda, se abría gustosamente para dejarlos pasar.

El platero era jorobado, y los jorobados por lo general son astutos, -así es que él fué el primero en arriesgarse. El sastre estaba un poco atemorizado, pero viendo la alegría de los bailadores, procuró calmarse y siguió a su amigo. La ronda volvió a cerrarse y todos continuaron cantando, bailando y haciendo las figuras más ocurrentes.

De repente, el anciano sacó de su cintura un larguísimo cuchillo y comenzó a afilarlo; cuando le pareció lo suficientemente afilado, se acercó hacia los dos extranjeros, dirigiéndoles miradas poco tranquilizadoras. No les dió tiempo a éstos ni para consultarse: el anciano asió al platero y con una destreza extraordinaria le cortó los cabellos y le rasuró la barba. Después hizo sufrir la misma suerte al sastre.

Terminada la operación, el anciano les dió golpecitos cariñosos en la espalda, como indicándoles que habían hecho muy bien al no poner resistencia, y les mostró con el dedo un recipiente de carbón que estaba cerca, haciéndoles comprender con gestos que debían llenar sus bolsillos con ese carbón.

Nuestros amigos obedecieron sin saber el empleo que deberían dar a ese carbón, e inmediatamente que pudieron se fueron para seguir su camino y encontrar un asilo donde pasar la noche. Al ir internándose en el bosque, la campana de un reloj dió las doce de la noche. Los cantos cesaron, todo desapareció y la colina quedó desierta bajo la claridad lunar. Los dos viajeros encontraron una cabaña; se acostaron vestidos y el cansancio les hizo olvidar vaciar sus bolsillos, que habían contenido carbón.

La sensación de tener sobre sus miembros un eso demasiado grande, les hizo despertar antes de la hora de costumbre. Metieron la mano a sus bolsillos y no podían creer lo que sus ojos veían; en lugar de carbón, contenían oro, y sus cabellos y sus barbas habían reaparecido aún con mayor abundancia. ¡Por fin eran ricos! Pero el platero, ambicioso por naturaleza, instintivamente habían llenado más sus bolsas que el sastre y ahora estaba dos veces más rico que éste. Sin embargo, el buen sastre no sentía envidia.

Y como un avaro, mientras más tiene, más quiere, el platero propuso al sastre que pasaran el día en esa cabaña para poder regresar en la noche a la montaña y obtener del anciano gnomo mayor cantidad de oro. El sastre rehusaba.

“Lo que tengo me basta. –le decía al platero. –Con esto yo, que soy obrero, me convertiré en patrón; me casaré con aquella a quien amo, y seré un hombre feliz”. A pesar de eso, por complacer a su amigo, convino en esperar hasta el día siguiente.

En cuanto se avecinó la noche, el platero se proveyó de dos sacos, a fin de poderse traer todo el oro que pudiera, y se dirigió hacia la colina. Como en la noche anterior, el pequeño pueblecito de los gnomos se disponía a cantar y a bailar. El gnomo anciano le rasuró de nuevo los cabellos y la barba y le hizo señal de que tomara carbón. El platero se supo a llenar sus sacos y sus bolsillos con desmesurada avaricia.

Después se fué a la cabaña y se acostó vestido sobre sus sacos, con el alma rebosante de contento. Con el peso de todo este carbón, se decía: “¡ya puedo darme idea de lo que tendré de oro!” Y se durmió con la deliciosa alucinación de que al siguiente día despertaría entre innumerables riquezas.

En cuanto abrió los ojos, registró apresuradamente sus bolsas y cuál no sería su sorpresa y su desencanto al ver que no contenían mas que el carbón que había puesto en ellas. Vió los sacos, registró hasta el fondo y no encontró también mas que carbón. Se pasó la mano por la cabeza y después por la cara: ni su cabellera ni su barba habían vuelto a aparecer como en la primera ocasión. Estaba completamente calvo y rasurado. Y hasta el oro que había guardado la víspera se había tornado nuevamente carbón.

Pero aún no era esta toda su desgracia; a la joroba que tenía en la espalda se había agregado otra más voluminosa en el pecho. El avaro platero lloraba su nueva deformidad y entonces comprendió que había sido un verdadero castigo a su insaciable ambición.

El buen sastre, que había despertado con el ruido y los sollozos de su amigo, procuraba consolarle lo mejor que podía:

“Tú has sido mi compañero de viaje, le dijo; ya que juntos hemos corrido aventuras, tú continuarás a mi lado y yo partiré contigo mi tesoro”.

Y el sastre noble y generoso, cumplió su palabra; pero el platero, víctima de su avaricia y de su ambición, se vió condenado a llevar toda su vida sus dos jorobas y a esconder bajo una gorra su cabeza, en donde nunca volvió a crecer el cabello.

Así castigaron los gnomos el engaño y la ambición del platero y premiaron la honradez y la virtud del sastre.

Esperanza Velázquez Bringas
Tomado del Libro “Alma Latina”


Reflexiones

Credo

Yo soy así y nunca cambiaré,
tan convencido estoy de la verdad,
sólo hay un Dios, Él es Jesús,
tan poderoso, como Él no hay dos.
Amo a mi madre, la madre de Jesús,
Él nos la ha dado, estando en una cruz,
es la más bella criatura que Dios creó.
Ella nos ama como lo hace Jesús.
Yo soy católico, les digo la verdad,
creo en la Iglesia que Dios quiso fundar,
sobre los hombres de Pedro el pescador
y de aquel Papa que sea su sucesor.
Creo en los santos y ángeles de Dios,
nuestros hermanos mayores en la fe,
ellos ya gozan de la felicidad
y nos enseñan a seguir la verdad

Letra y Música:
R H R


Dios de Luz

Dios de luz, Dios de amor,
ven a mi alma y llénala
con el fuego de tu amor,
Espíritu santo, espíritu santo,
llena mi corazón de amor.
Dios de luz, Dios de amor
mírame enfermo, sufriendo
por este tan cruel dolor.
Espíritu Santo, Espíritu Santo,
misericordia, por tu amor,
misericordia, por tu amor.

Letra y Música:
R H R


Consejos para un Matrimonio Feliz

- No dejarse vencer por la ira.
- Nunca gritarse
- Dirigirse con moderación, educación y respeto ante todo.
- Ofrecer disculpas y admitir los errores.
- Señalar las faltas con amor.
- No dar cabida a la negligencia, descuido o apatía.
- No dejar un problema sin resolver.
- Mostrar humildad para hablar y aceptar la culpa que nos corresponde en cada desacuerdo.
- Olvidar los resentimientos y rencores.
- Confiar en la pareja y prepararse para el perdón.
- Todos los días decirle algo cariñoso a nuestro cónyuge.
Anónimo


“La razón de que haya tan pocos matrimonios felices consiste en que las jóvenes casaderas consagran su tiempo a tejer redes, en lugar de construir jaulas.”
Anónimo


Matrimonio Unido

Señor, y sucedió una vez que sobre la tierra desnuda y virgen brotó de improviso una flor hecha de nieve y fuego. Fué llama que encendió un puente de oro entre las dos riveras, guirnalda que engarzó para siempre en nuestras vidas y nuestros destinos.

Señor, señor, fué el amor con sus prodigios, ríos esmeraldas e ilusiones.

¡Gloria a ti, horno incandescente de amor!

Pasó el tiempo, y en el confuso esplendor de los años la guirnalda perdió frescor, y la escarcha envolvió a la llama por los cuatro costados; la ruina, sombra maldita, fué invadiendo, sin darnos cuenta, y penetrando todos los tejidos de la vida.

Y el amor comenzó a invernar.

Señor, fuente de amor; sé tú en nuestra casa lámpara y fuego, pan, piedra y rocío, viga maestra y columna vertebral.

Restaña las heridas cada noche y renazca el amor cada mañana como fresca primavera. Sin ti nuestros sueños rodarán por la pendiente. Sé tú para nosotros escarlata de fidelidad, espuma de alegría y garantía de estabilidad.

Mantén, Señor, alta como las estrellas, en nuestro hogar la llama roja, del amor, y la unidad, como río caudaloso, recorra e irrigue nuestras arterias por los días de los días.

Sé tú, Señor Dios, el lazo de oro que mantenga en nuestras vidas incorruptiblemente entrelazadas hasta la frontera final y más allá.

Tomadas del Libro: “Reflexiones y Pensamientos
para lograr un Matrimonio Feliz”

Biografía

Manuel Madero, Poeta de la Intimidad

Este poeta nació en Zinapécuaro (16-jun-1873); en este humilde poblado pasaría los primeros años de su vida. Estudió después en el Seminario de Morelia y en el Colegio de San Nicolás, sin poder concluir sus estudios. Ya en su desempeño laboral, logró cargos modestos en la Administración Pública.

Como poeta, formó parte de los grupos literarios de su tiempo, y en las redacciones de los periódicos y revistas de mayor renombre en la ciudad de Morelia. Se le ha considerado siempre como un poeta de intimidad; poeta que sabe cantar al amor y que deja ver los afectos más cercanos. En un bello poema rinde homenaje a su padre, quien falleciese en 1879. Manuel Madero muere en el año de 1925.

¡Oh cuán pronto la torva amargura
clavó su alevoso puñal en mi seno!
¡Qué temprano vinieron las lágrimas!
Las horas de luto… ¡qué pronto vinieron!

Y en el otro le dice a su hermana María:

¡Quiero que llores mucho, hermana mía!
Los vulgares ignoran
que hay un llanto impregnado de poesía
¡qué bienaventurados los que lloran
lágrimas de ternura y alegría!
¡Pero que nunca desengaño impío
-siniestro desencanto-
te llegue a herir, y con el alma ansío
que si algún día derramas ese llanto
lo derrames unido con el mío!

Manuel Madero siempre usó como pseudónimo en su obra literaria X y Z. Aquí, otros hermosos poemas de este autor con el grande anhelo de que los disfruten y puedan conocer un poco más de él a través de su obra.

Amarte
Amarte es mi consuelo.
Cuando me inunda tenebroso duelo
con ansiedad te busca el alma mía.
Es mi amparo tu amor –mi santo anhelo-
¡en qué sombras tan densas viviría
si adorarte no fuera mi consuelo!
Amarte es mi esperanza.
Hay en cada bendita remembranza
de tu cariño, sin igual ternura:
cuando mi mente al porvenir avanza,
en mis blancos ensueños de ventura
eres la luz de mi única esperanza.
Amarte es mi delirio.
Tú dedicas palidez de lirio
se aparece en las olas intranquilas,
y cuando quiero huir de mi martirio,
pensando en el fulgor de tus pupilas
me sumerjo en dulcísimo delirio…
Amarte es mi ventura.
Para ti es el caudal de mi ternura,
es mi mente a tu recuerdo asida,
es mi ideal tu cándida hermosura,
eres todo el encanto de mi vida,
eres toda la luz de mi ventura.
Amarte es mi destino.
Eres mi adoración. ¡Que grato sino
el que me hizo nacer para quererte!
Ante tu casto amor el alma inclino,
vencerá mi pasión aún a la muerte,
porque amarte es mi único destino.

Sueños
Bella, fugaz, aérea, misteriosa,
entre las brumas de la mente mía,
contemplo tu figura luminosa
y mi alma se extasía.
Dame tu amor. Mi espíritu te llama
¡oh de mis sueños fúlgida visión!
Nadie es capaz de amarte como te ama
mi herido corazón.
En el encanto de quimera vana,
escuchar he creído de improviso
tu dulce voz, cual música lejana
de ignoto paraíso.
Dame tu amor, desfallecer me siento
y benditos recuerdos te reclamo;
quiero escuchar el ritmo de tu acento
que me diga: “te amo”.
Mentido instante de ventura lleno,
en una de mis noches intranquilas,
brillo el fulgor purísimo, sereno,
de tus claras pupilas.
Dame tu amor. Mi fúnebre amargura
aparte ya de tu clámide enlutada:
que me dé un océano de ternura
tu límpida mirada.

Historia

Aztlán: Origen y Destino

El Saqueo de México por España (conclusión)

Para darnos una idea de las riquezas que se llevó España de América durante la Colonia, baste recordar que esto la convirtió en la primera potencia del mundo, con un ejército como ninguno, que le permitió tanto defender sus tierras ganadas, como realizar nuevas conquistas. Su ejército estaba formado por 240 mil efectivos, lo que actualmente equivaldría a tener un ejército de cuatro millones de soldados, es decir, tres veces más que los soldados que tiene hoy Estados Unidos, el país más poderoso del planeta y que cuenta con un millón 414 mil militares activos. También equivaldría a que México tuviera 20 ejércitos como el que tiene hoy.

Ese gasto y muchos más, fueron cubiertos con la inmensa riqueza que saqueó España de nuestro continente sin darle nada a cambio. Impusieron su religión, pero nosotros teníamos la nuestra; impusieron su lengua, pero nosotros teníamos las nuestras, prohibieron el desarrollo del país, pero sí extrajeron todo el oro y toda la plata que pudieron. A cambio de las bondades que les dió América, la esclavizaron, la torturaron, la explotaron, la violaron, la enfermaron y sádicamente la vieron agonizar y morir mientras que Europa sólo cruzó los brazos y contemplaron su muerte, supliendo las manos indígenas con manos negras para el trabajo, la explotación y el saqueo, que era lo único que les importaba.

Del año 1506 al año 1600 (tan sólo 94 años), enviaron de México a España, 6500 embarcaciones con distintos productos: esclavos, oro, plata, cobre, maderas preciosas, cacao, azúcar, especies, pieles, etcétera. En esos primeros 94 años de saqueo, se enviaron 180 mil kilogramos de oro y 17 millones de kilogramos de plata. De la recaudación de los diferentes impuestos, se juntaban cada año 20 millones de pesos, de los cuales: diez millones de pesos, se empleaban en la administración de la Nueva España (en manos de españoles); tres millones de pesos, para ayudar a otras colonias de España en América; y siete millones de pesos, se enviaban para el tesoro de la corona española, aparte de todo lo que saqueaban en productos. Estos tesoros saqueados del pueblo y de las tierras mexicanas, sirvieron para dar fuerza a una de las más grandes vergüenzas del clero y de la humanidad, la Santa Inquisición. En diabólica complicidad, en 1798, la Corona Española asignó un impuesto al clero, a cambio de todos los privilegios que tenía, con ese impuesto se financiarían todas las guerras que tuviera que llevar a cabo el gobierno español para preservar sus dominios.

Así, por 300 años, saquearon todo cuanto pudieron del país. Uno de los hombres más crueles y sanguinarios que ha dado la humanidad, perdido u oculto en la historia escrita por españoles y algunos mexicanos conservadores, comparado quizá con Hitler, es el español y abogado, Nuño Beltrán de Guzmán, a quien la abogacía no lo educó y mucho menos lo humanizó. Hombre soberbio, ambicioso, traidor, abusivo y cruel, que fué nombrado presidente de la primer Audiencia en la Nueva España, institución que utilizaba España para gobernar sus colonias.

Esta primera audiencia entró en funciones en 1529, tiempo en que Cortés ya había consumado la conquista y se encontraba fuera del país. Pero aquella primera Audiencia, al mando de Nuño Beltrán de Guzmán, se dedicó a robar, despojar y asesinar, trastornando el país. Esto propició que la Corona buscara establecer un virreinato en la Nueva España. Antes de establecerse el primer virreinato, se mandó una segunda Audiencia, la que traía la orden de arrestar a Nuño Beltrán de Guzmán, pero éste huyó de la ciudad de México hacía el occidente del país. Partió con 300 españoles y seis mil guerreros indígenas, con los que pretendía colonizar el occidente y norte del país y conseguir hazañas más grandes que las conseguidas por Cortés al conquistar México.

Pero a su paso sólo fué dejando saqueo, muerte y desolación. Asesinó comunidades enteras que se negaban a entregar sus riquezas, capturó comunidades completas con hombres, mujeres y niños, que hacía llegar hasta La Española, desde donde eran embarcados a Europa para ser vendidos como esclavos. Se sabe que cuando menos enviaba diez mil indígenas, entre hombres, mujeres y niños, cada año. Muchos de estos cargamentos de esclavos indígenas, eran negociados en alta mar con piratas, que posteriormente los revendían en Europa, porque siempre estuvo prohibido el tráfico de esclavos, aunque en realidad, siempre lo hicieron los españoles, incluyendo al mismo Cristóbal Colón, quién lo llevó a cabo en las Antillas, despoblando las islas en menos de 50 años.

Cometiendo todo tipo de atrocidades, Nuño Beltrán de Guzmán, pasó por Jalisco, Zacatecas, Nayarit, Sinaloa y Sonora y en premio a su ruindad, la Corona Española lo hizo gobernador de todas las tierras que descubrió y que fueron llamadas “Reino de la Nueva Galicia”. Pero un título, o un puesto del gobierno, no iban a cambiar su forma de ser y continuó con su brutalidad, su crueldad y su sanguinaria forma de ser. España lo dejó hacer cuanta barbaridad pudo, hasta que por fin se dieron cuenta del ser maldito que los representaba en la Nueva España. Y fué entonces que lo mandaron buscar para enjuiciarlo, pero logró burlarlos por segunda vez, escapando a la misma España donde murió en la miseria.

Es necesario remarcar que este tráfico de esclavos, llevado a cabo por Nuño Beltrán de Guzmán, fué otra de las principales causas que diezmaron la población indígena mexicana, la persecución y crueldad española con que se capturaba a los indígenas fué tan salvaje que muchas veces preferían morir, antes que ser atrapados por los salvajes católicos europeos: hubo quien mató a sus hijos para evitar que fueran esclavizados. Se practicó el suicido familiar y colectivo en las comunidades, muchas mujeres se practicaron abortos, muchas parejas detuvieron la procreación por varios años por medio de la abstinencia sexual, muchos otros se aislaron de la sociedad a lugares desolados donde morían de hambre, enfermedades o por picaduras y mordeduras de animales venenosos, o por ataques de animales salvajes; pero evitaban a toda costa ser esclavizados por los españoles.

Fué de tal magnitud el saqueo, que la misma cama de Moctezuma II fué embarcada para España, aunque en el camino el convoy que la llevaba, fué atacado y la cama fué robada por el corsario francés, Juan Florentín, pirata italiano cuyo nombre original era Giovanni de Verrazano, contratado por el gobierno francés para dedicarse a robar los embarques españoles, cargados de mercancías que saqueaban de México y Centroamérica. Giovanni de Verrazano, se inició en la navegación trabajando con españoles y portugueses en los primeros viajes e exploración de América y fué el primero que, trabajando para Inglaterra, llegó a las costas de Norteamérica en 1524, pero aquellas tierras del norte de América, fueron consideradas por él y por los ingleses; muertas y desoladas. Pasó casi un siglo para que los ingleses volvieran a intentar venir a América, convirtiéndose en los primeros ilegales indocumentados en Norteamérica en 1607, al invadir tierras que correspondían en propiedad a España.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán


Historia y Evolución de Salvatierra

La Vida Colonial Salvaterrense, 1644-1810 (continuación)

El Beaterio del Carmen (conclusión)

El prestigio de los religiosos Carmelitas en Salvatierra originó que las beatas encargadas del cuidado de la imagen de la Virgen de la Luz, escogieran una forma de vida inspirada en la regla carmelitana, bajo la dirección espiritual de los frailes carmelitas. Cuando se inició la construcción de la capilla de la Virgen de la Luz en 1744, se verificó también la fundación del beaterio provisionalmente asentado a un costado de la capilla en construcción. El terreno que ocupó en definitiva fué un solar de 60 varas en cuadro ubicado en la parte oriente de la Plaza Mayor, adquirido a don Miguel Valenzuela, el 9 de junio de 1755, teniendo en ese momento cimientos para doce cuartos y lindando al Norte precisamente con la capilla de Ntra. Sra. de la Luz.

El 11 de junio de 1756, la hermana mayor de las señoras recogidas en el beaterio con advocación de Ntra. Sra. del Carmen, solicitó al Cabildo de la ciudad, la construcción de un coro para no salir a la calle y tener acceso directo a la capilla, para tener el beneficio de oír la Santa Misa y un mejor cuidado y celo para la Soberana Imagen de Ntra. Sra. de la Luz. La contestación que se dió a la petición fué de anuencia por parte de la autoridad civil, en virtud de que ya la había manifestado la autoridad eclesiástica. Además de las limosnas que recibían las beatas, tenían varios bienhechores que las ayudaban, algunos les llegaron a otorgar varios donativos testamentarios para la ayuda y sustento de su gasto diario.

Lo más probable, es que en el beaterio se impartieran las clases para la formación de doncellas virtuosas en la modalidad muy propia de la Colonia de “Casa de Amiga”, teniendo la protección del cura párroco y juez eclesiástico, del prior del convento de los Carmelitas y del Cabildo, logró su máximo esplendor entre los años de 1760 a 1810, pues estaba considerado el principal centro docente femenino de la ciudad. Vino después su declive por varias causas: el Ayuntamiento tomó a su cargo la construcción del templo Parroquial y el traslado de la Sagrada Imagen a él; la llegada de las religiosas de las religiosas Capuchinas como una orden más formal y completa; la secularización del curato, cuando la autoridad religiosa determinó que ya no eran necesarias; y la guerra de Independencia que limitó los recursos para su sostenimiento. Para el año de 1822, sólo quedaba una pobre mujer de aquellas beatas.

Posteriormente, después de varios pleitos y litigios, en el año de 1841, el Ayuntamiento logró la adjudicación del sitio para construir la Casa Municipal, previo pago por indemnización al clero, por el cual el Cabildo tuvo que hipotecar los ejidos de la ciudad. Otro inmueble que se compró por parte de la autoridad junto con el del beaterio, fué la casa de la alhóndiga en la calle de Madero.

Las Religiosas Capuchinas en Salvatierra

El 11 de octubre de 1767, el rey Carlos III firmó la Real Cédula autorizando la fundación del convento de Capuchinas, teniendo en cuenta el ofrecimiento de don Santiago Ginés de la Parada, de realizar los trabajos para la obra material. Finalmente, el 13 de agosto de 1798, fué la ceremonia de la dedicación del convento presidida por el obispo Abad y Quipo, las religiosas fundadoras, procedentes de Querétaro, pernoctaron en el beaterio para salir en procesión solemne a su nueva casa.

No fué fácil lograr para Salvatierra es establecimiento de un monacato femenino, eran éstos, símbolos de importancia y prosperidad de una ciudad. Religiosas Capuchinas en la región, sólo las había en Valladolid y Querétaro. Dentro del obispado de Michoacán sólo se establecieron en Valladolid y Salvatierra. En la intendencia de Guanajuato, monacatos femeninos los hubo sólo en las ciudades de Irapuato, San Miguel de Allende y Salvatierra, de los que perduran los dos últimos.

Los problemas para su establecimiento fueron muchos: D. Santiago Ginés de la Parada no fué bien visto en la ciudad y hasta fué amenazado de muerte, tuvo que buscar refugio en la ciudad de Querétaro y pedir la protección del virrey; los terrenos que el Cabildo se había a comprometido a proporcionar para asentar el convento, no fué posible proporcionarlos por estar embargados por los religiosos Carmelitas, por la vieja querella sobre la deuda que este tenía con los frailes por la construcción del puente de Batanes. Ante esta situación, D. Santiago tuvo que adquirir de los mismos religiosos, un solar en 300 pesos de oro común, el 27 de septiembre de 1770.

El convento ha tenido un total de 24 abadesas, siendo la primera la R.M. Sor María Serafina Manuela. Una vez establecido llegó a tener entre religiosas y novicias hasta treinta hermanas. El monasterio se dedicó a la Purísima Concepción y el templo al Seráfico Padre San Francisco. Fué hasta la primera mitad del siglo XIX, cuando se terminaron de construir las celdas de la planta alta y los últimos detalles del edificio, así como los altares de la iglesia y el acondicionamiento del coro bajo.

Descripciones Coloniales de la Ciudad de Salvatierra

Seculares y religiosos, propios y extraños, que nos describieron durante la época colonial nos han dejado ricos testimonios documentales sobre la ciudad, complementando nuestro conocimiento de la misma con de las fuentes primarias. Las descripciones en cuestión son: la que hace el canónigo de la catedral de Valladolid D. Francisco Arnaldo de Ysassi, en 1649; la del año de 1746, que hace D. Joseph Villaseñor y Sánchez, en su obra: Theatro Americano; la del canónigo Salvaterrense D. Agustín Francisco Esquivel y Vargas en 1764, en su obra: El Fénix de Amor; y la del religioso Capuchino Fray Francisco de Ajofrín, en el mismo año de la anterior, en su obra: Diario de Viaje que hizo a la América en el siglo XVIII.

Don Francisco Arnaldo de Ysassi describe de esta manera la ciudad en 1649:

“Fundose habrá cuatro años, o cinco, en tiempos que gobernaba la Nueva España y era su virrey el Excelentísimo Señor Don García Sarmiento Conde de Salvatierra. Está fundada en el valle y pueblo de Guasindeo a orillas del río Grande, quince leguas de Valladolid hacia el nordeste y treinta y dos leguas de México. Tiene hoy de cuarenta a cincuenta vecinos a quien se han de repartir tierras de sus ejidos. Hay en ella cuatro regidores, Alférez Real y Depositario General, que son oficios vendibles. Solía ser este valle y pueblo de la jurisdicción de el Alcalde Mayor de Salaya, y desde que se hizo ciudad tiene Corregidor que provee el virrey y pone teniente en Acámbaro que es otro pueblo que dista de la ciudad, de buena comarca y vecindad.

Han traído algunos pleitos los regidores y fundadores sobre el asiento que hicieron con su majestad. Administran a los indios y españoles de esta ciudad y otros pueblos, los frailes franciscos, que tienen allí un convento no de los mejores de provincia sino de los más pobres: dales Su Majestad el salario ordinario para vino, cera y aceite y tienen sus obvenciones. Los indios son tarascos y hay en las labores de otras naciones; son todos más de quinientos. (continúa en el próximo número)


Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López


La Epopeya y la Leyenda
El Otro Rostro de la Historia

por: Jorge Ojeda Guevara

Libertar a una Patria
Sed de Justicia... (continuación)

Sonaban las 11 de la amanecida del 28 de septiembre de aquel memorable 1810, y el tumulto popular hervía de impaciencia por lanzarse al luchar por la libertad. Los penitentes civiles y militares enclaustrados en le Alhóndiga llamaban a los frailes buscando perdón, expiación y preparación pues ya asomaba lo inevitable; absoluciones se escuchaban a diestra y siniestra, ahora sin penitencia.

Peninsulares y criollos acaudalados con sus familias, caminaban nervioso andar de un lado para otro su mortal encierro, en sepulcral silencio, alerta y musitando una oración tras otra. Medio centenar de mujeres del pueblo fueron obligadas a preparar alimentos para los involuntarios habitantes de la Alhóndiga. La verdad cruda era que solo 300 hombres de los allí enjaulados, sabían manejar un arma de fuego, con lo que el paisaje y el mañana se divisaban más sombríos. También se custodiaba con celo al interior, además de gran cantidad de carne y verduras, millonadas de pesos oro y plata, producto del quinto real, usufructuado lo mismo por peninsulares y criollos acomodados, que por sacerdotes que fuerte resistían a perder sus terrenales haberes, pero…

De igual manera, los insurgentes dispuestos en la Hacienda de Burra, a ciertas millas de distancia entre Guanajuato e Irapuato, como a noventa minutos andando a buen paso, movilizaban sus preparativos diferentes, volteando su acerada mirada de vez en cuando hacia el rumbo de su presa inmediata: Guanajuato. Ignacio Camargo y Mariano Abasolo partieron al galope desde Burras, documentos en mano, signados por el mando insurgente, solicitando rendición de la ciudad, con promesa de respetar a los españoles, aunque los haberes materiales de oro, plata y demás serían confiscados.

Los manuscritos que el cura Hidalgo despachó con esos personajes rezan:.

“Sr. Cura del pueblo de Dolores, Don Miguel Hidalgo:

No reconozco ninguna otra autoridad, ni me consta que haya establecido, ni otro capitán general de Nueva España, que el Exmo. Sr. Don Francisco Javier Venegas, Virrey de ella, ni más legítimas reformas que acuerde la Nación entera en las Cortes Generales que van a verificarse. Mi deber es pelear como soldado cuyo noble sentimiento anima a cuantos me rodean. Guanajuato, 28 de septiembre de 1810. Juan Antonio Riaño

Muy Señor mío: no es compatible el ejercicio de las armas con la sensibilidad: ésta exige de mi corazón la debida gratitud a las expresiones de Ud. en beneficio de mi familia, cuya suerte no me perturba en la presente ocasión.

Dios guarde a Ud. muchos años.
Guanajuato, 28 de septiembre de 1810. Riaño”.

RUMBO A LA ALHÓNDIGA.
 La suerte estaba echada; las palabras daban paso al drama. Este echó a andar al medio día, sonando la una, con un tumulto de 25 mil almas, que el rumbo de Marfil fué testigo de su arribo en tropel. Amplios conocedores de la tierra que pisaban, como ráfaga se agazaparon estratégicamente en los cerros cercanos a la Alhóndiga, en particular el colindante del Cuarto… a la espera de la voz que comandaba. Como de esperar era, mineros y población blandiendo hondas, machetes y odio, de inmediato secundaron a los insurgentes.

La cuesta de Mendizábal, calle que sube al actual mercado Hidalgo, fué el sitio para disparar los primeros perdigonzazos, flanco que correspondía defender precisamente a don Gilberto Riaño. Luego, por el rumbo llamado Positos, lugar al que imprudentemente el intendente dirigió sus pasos para defenderlo, y cuando se paró en los escalones del edificio, un fusilero de Celaya, le disparó certera y mortal bala. Al mirar muerto a Riaño, don Gilberto volteó la boca de su fusil hacia sí mismo con intención suicidarse ahí mismo, aunque fué interrumpido y persuadido por sus camaradas de armas de no hacerlo, reincorporándose aunque con su pesar, a la encarnizada refriega.

Los alzados superaban en número por mucho a los hispanos, y casi para cumplirse las tres de la tarde, los fueron obligando a retroceder, hasta topar con las mismas barricadas que presurosamente tuvieron que introducir en el pétreo edificio, para finalmente cerrar sus portones, que fugazmente protegerían a los europeos. Ahora solo dos caminos se divisaban: vencer o morir. Los realistas se daban gusto disparando desde las alturas a la muchedumbre de modo tal que cada tiro disparado era un insurgente muerto.

Pero los alzados igual abonaban a su causa, y a base de una lluvia de piedras lanzadas a la azotea por infalibles honderos, obligaron a que la soldadesca retrocediera de la misma. La gente del interior al ver su evidente fatal inmediato, y con ausencia de comando militar, miró a los ajos su mortal destino. El pánico y la confusión echaron a correr por todo el edificio: unos sacaban banderas blancas en señal de rendición, otros arrojaban azogue, aquellos disparaban a donde fuera, los muchos rezando e implorando ayuda divina y de la Virgen de los Remedios… mientras que la Guadalupana plasmada en estandarte de Atotonilco tremolaba suavemente en lo alto del cerro del Cuarto, testigo involuntario de semejante carnicería del día 28, que parecía porfiado en no terminar.

“Sin embargo, la pétrea fortaleza parecía no ceder por flanco cual ninguno o rincón, hasta que los mineros aguzando pensar e ingenio decidieron tantear por donde se miraba como la parte frágil de la construcción: el maderamen de la puerta de entrada a la alhóndiga”.

Las filas de Hidalgo saturadas de pueblo y mineros, peleaban con furia, ante la mirada fija de cientos de cadáveres de mexicanos, abatidos por la lluvia de balas disparadas desde las azoteas por los guarnecidos… De pronto, de entre los mineros, un dieciochoañero de recia complexión nombrado Juan José de los Reyes Martínez, apodado por sus camaradas como “El Pípila”, pidió a mineros y honderos lo cubrieran con una lluvia de piedras mientras se arrastraba pegado al muro y al suelo cargando bote, botella y candela… Hízose así, y, llegado al portón, untó toda la brea y aguarrás que pudo, mientras que balas y maldiciones le retumbaban los oídos, aquellas rebotando en la loza, solo le rozaban el ánimo… El minero, mirando con ojos fieros la pesada puerta de madera, le prendió fuego.

Al mirar aquella simple pero valerosa e ingeniosa maniobra, la muchedumbre irrumpió en gritos. Se retiraron a un sitio para prudenciar las balas, solo a la espera de que la lumbre hiciera su parte en la batalla. Los hispanos palidecieron al ver aquello, sabedores que todo estaba por liquidarse y sus instantes además de cortos, estaban ya contados…

Cayó el portón y 298 largos años de orgullo hispano, sangre y vida sería la moneda de cobro por la imprudente incursión hispana en tierra mexicana, que pagarían los ahí encerrados. Los independentistas saltaron sobre el agónico portón que sin caer a cabalidad seguía ardiendo, aunque fueron recibidos con cerradas descargas de fusilería, fulminando a quienes iban por delante gritando consignas, lo que enardeció más a la multitud de mineros y pueblo. Pero los que venían detrás lo hacían empujando a sus compañeros que al caer heridos eran pisados involuntariamente por los demás… La batalla cuerpo a cuerpo se generalizó sin pedir ni dar cuartel. Pasillos, patios, escaleras, troje y azoteas eran escenarios de maldiciones, gritos y ayees de dolor. En la bola murieron lo mismo mujeres que niños y clérigos, quienes fueron sin piedad degollados. Solo se salvaron las mujeres del pueblo aquellas que habían sido obligadas a permanecer ahí para servir a los españoles.

Para las 5 de la tarde, el sol caía ya, como apenado por el ambiente teñido de sangre..

“Al hacer recuento de bajas, se supo que 650 fieles al rey y 1500 independentistas habían pasado a mejor vida”.

Ya sin impedimento enfrente, la multitud volteó afanes y furia al saqueo, arrebatando lo mismo oro, plata, maíz, joyas, armas, municiones y ropa, tropelías que no hicieron distingo para todas las casas de los peninsulares. Esos saqueos se alargaron el resto del día 28, todo el siguiente, y fué hasta el tercero que fué domingo, que por tajante orden del alto mando insurgente con amenaza de severas penas, paró aquel atropello popular, por ser una inútil orgía de sangre, beber sin freno, revanchismo, y no justicia social.

“Sin embargo, el bando insurgente aseguró sobrados bienes y enseres que serían imprescindibles para mantener semejante gentío, como ejército popular para la libertad”.

Sería hasta el sucesivo lunes en que el alto mando insurgente abocó tiempo e ideas a conformar al novicio gobierno de la ciudad, cargos que los principales criollos ahí afinados desdeñaron; Hidalgo, para avalar un buen gobierno, coaccionó a aceptarlos a José Miguel de Rivera Llorente y a José María Hernández Chico para los principales, y para otros, a Francisco Montes de Oca, Francisco Robledo y Francisco Gómez. Ellos no eran insurgentes e intuían los nublosos días que se cernían sobre el montañés Guanajuato.

A diferentes villas bombardeaban los correos desde la intendencia, con mensajes que evidenciaban contento por el movimiento, aunque la organización que ella mostraba, movía mucho en qué pensar. De entrada, no se miraba discriminación y, así como en las acciones bélicas de Guanajuato concurrieron criollos, mestizos e indios de San Miguel el Grande, también empuñaron armas y malestar poblaciones menudas o amplias como Chamacuero, Dolores, Celaya, Irapuato, Silao, Salamanca y por supuesto el ya mentado rumbo cerril guanajuateño.

La primera mirada movería a extrañar que los leoneses no aportaran a la reyerta de Guanajuato y Granaditas; sin embargo, apareció un documento que señala que el alcalde de la villa, José Ramón de Hoyos tuvo contacto misivo con el cura Hidalgo desde el tronido de las movilizaciones. Es más, luego se supo que el 27 de septiembre, el previo a la toma, el comandante militar de la villa de León, Manuel de Austri, incorporaba gente y armas al movimiento insurgente y así lo enteró a la población, maniobra que aparece manuscrita en epístola que Juan de Dios Recacho envió a Calleja en septiembre 29. Ya rayando octubre 4, y luciendo grado de coronel, irrumpió en paz en la leonés villa don José Rafael Iriarte, que fué bien acogido por José Ramón de Hoyos y Juan Manuel Austri, autoridades de la villa, después renombrada como “León de los Aldama”.

Tomado del Libro: “La Epopeya y la Leyenda, el Otro Rostro de la Historia”
de Jorge Ojeda Guevara

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