Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

domingo, 2 de febrero de 2014

Reflexiones

Viva Cristo Rey

Voy a cantar una vez más a Jesucristo
mi único Dios, mi Rey, mi Salvador,
quiero darle las gracias porque existo,
porque me ha creado así como yo soy.
Le alabaré el resto de mi vida,
le cantaré con todo el corazón,
porque me ha amado tanto sin medida,
porque me ha amado así como yo soy,
¡Que Viva Cristo Rey!,
¡Que viva el Señor de los Señores!,
hoy como ayer,
como mañana siempre serás Rey.
Quiero cantar aunque tenga problemas,
porque yo se que un día se acabarán
y me dará consuelo en mis penas
un Dios que vive una eternidad.
Quiero gritar que sólo un Dios existe:
es Jesucristo el único Señor
y por su gracia y su misericordia
Él me perdona aunque soy un pecador.
¡Que viva Cristo Rey!
¡Que viva el Señor de los Señores!
hoy como ayer:
como mañana siempre serás Rey,
hoy como ayer,
como mañana siempre serás Rey.

Letra y Música:
Raúl Hernández Ramos

María de la Luz

A los santos y ángeles del Cielo
nos unimos a alabar a María
a la Santa Madre de Jesucristo
es mi orgullo llamarla Madre Mía,
es mi orgullo llamarla Madre Mía.

Al hermano que quiera al fin salvarse
le propongo que hay una solución:
ve a María que por ser nuestra Madre
nos ha amado con todo el corazón,
nos ha amado con todo el corazón.

A las aves que vuelan por los aires
las invito a hacernos compañía,
ellas saben que no hay otra criatura
que sea pura como mamá María,
que sea pura como mamá María,

Si María es hija de Dios Padre,
si María es Madre de Jesús,
si es esposa del Espíritu Santo,
quien como ella, revestida de luz,
quien como ella, revestida de luz.

Con los santos y ángeles del Cielo
nos unimos a alabar a María,
a la Santa Madre de Jesucristo
es mi orgullo llamarla Madre mía,
es mi orgullo llamarla Madre mía.

Alabamos a la Madre del Cielo
y cantamos canciones en su honor,
si el Eterno la ha llenado de Gracia,
es muy cierto, la ha llenado de Amor,
es muy cierto, la ha llenado de Amor.

Canten todas criaturas a la Madre
los corderos, los peces y el gorrión,
las estrellas y las flores del campo,
los hermanos, también el mismo sol,
los hermanos, también el mismo sol.

Si María es hija de Dios Padre,
si María es Madre de Jesús,
si es esposa del Espíritu Santo,
es María quien nos lleva a Jesús,
si es esposa del Espíritu Santo,
es la Virgen María de la Luz,
es la Virgen María de la Luz.

Letra y Música:
Raúl Hernández Ramos

Historia

Historia y Evolución de Salvatierra

La Vida Colonial Salvaterrense, 1644-1810 (continuación)

Escandaloso Litigio por la Hacienda de Santo Tomás entre Órdenes Religiosas en Salvatierra
(Agustinos vs. Franciscanos)

…continúa del número anterior

Tan crecida era ya la deuda con D. Antonio Esquivel y Vargas, que éste para recuperar su dinero llegó a la necesidad de embargar el total de las cosechas que producía la hacienda de Santo Tomás. Para llegar a un arreglo, el Provincial de la Cueva entregó a Esquivel y Vargas la hacienda de Santo Tomás, con la obligación de este último de devolver o retrovender la hacienda al Convento de Celaya, en cuanto los religiosos le pagaran el adeudo dentro de un plazo de cinco años. Este arreglo no fué aceptado por los Religiosos Agustinos del Convento de Celaya, en virtud de que no reconocían al Padre de la Cueva como Provincial, ya que en dicho convento existía igual número de religiosos mexicanos y españoles. El asunto se complicó aún más por las reclamaciones que hacía el Convento Agustino de Yuriria por un préstamo hecho por Esquivel y Vargas al Prior de dicho convento Fray Juan Luviano y que este había garantizado con un lote de plata labrada propiedad de la sacristía de dicho convento.

El 25 de marzo de 1707, cuando ya habían corrido los cinco años de plazo para que los Religiosos Agustinos del Convento de Celaya recuperaron la Hacienda de Santo Tomás. Don Antonio Esquivel y Vargas otorgó en Salvatierra su testamento en el que donaba y dejaba gratuita y piadosamente, para siempre jamás, su hacienda de Santo Tomás, con todos aperos y pertrechos y todo lo que en cuanto a derecho de tocaba y poseía al Convento de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de la Ciudad de Salvatierra. Dicha donación sería destinada por los Religiosos Franciscanos para fundar en su convento un Colegio de Estudios Mayores para el lustre y bien de los hijos de esta Ciudad, en la misma forma, cláusulas y privilegios de los que la misma Orden tenía en Celaya, así como la fundación del Colegio de Estudios Menores de Gramática. Ya fallecido D. Antonio Esquivel y Vargas y previos trámites y consultas necesarias, el Convento de San Francisco de Salvatierra admitió la donación, bajo protesta de no vulnerar las reglas de sus constituciones.

Sus albaceas y herederos vendieron a Don Rodrigo Álvarez Sobrino la hacienda de Santo Tomás para obtener y destinar los recursos necesarios para dar cumplimiento a la voluntad del testador. La respuesta no se hizo esperar, los Agustinos de los conventos de Celaya y Yuriria demandaron al Convento Franciscano de Salvatierra y a los herederos y albaceas de Esquivel y Vargas, desconociendo el arreglo y convenio que éste tuvo con el Provincial de la Cueva, a quien incluso llamaron provincial intruso. Tan escandaloso litigio produjo entre los habitantes de Salvatierra serias desavenciencias al dividirlos en bandos que estaba de acuerdo con alguna de las partes. El pleito llegó y se resolvió en los tribunales de España, los más perjudicados fueron los Religiosos Franciscanos que quedaron muy adeudados con Álvarez Sobrino y con los Religiosos Agustinos del Convento de Celaya, y no llegaron a percibir las rentas de la antigua Capellanía fundada por Joao de Illanes. El fundamento de la sentencia del tribunal se sustentó al considerar este que la propiedad de la hacienda era del Convento de Celaya y no de la Provincia Agustiniana, por lo que dejaba sin efecto el convenio entre D. Antonio Esquivel y Vargas y el Provincial Fray Juan de la Cueva.

La hacienda de Santo Tomás siguió perteneciendo a los Agustinos hasta el año de 1856, en el que la tuvieron qué vender con motivo de la Ley de Desamortización de los Bienes en poder de Asociaciones Religiosas y Civiles (Ley Lerdo) a Don Manuel Godoy en la cantidad de 56 750 pesos.

Las primeras construcciones de la hacienda se remontan al año de 1604. Fué hasta 1696 cuando los naturales solicitaron tierras a las Autoridades y Justicias de Salvatierra en lo que había sido el antiguo pueblo de Huatzindeo, a lo que se opuso el Convento Agustino de Celaya. Para poner fin a esta contradicción, los naturales solicitaron las tierras ubicadas en las laderas del cerro de Tetillas, lugar al que llamaron Nuevo Huatzindeo o Huatzindeo de Arriba en lo que había sido la antigua labor de Antonio Ramos, hoy pueblo de Santo Tomás.

La Guerra de Independencia 1810-1821

El Periodo Insurgente de la Guerra en Salvatierra (1810-1815)

Las regiones del Bajío y los Valles Abajeños en este periodo insurgente de la Guerra de Independencia, fueron las más afectadas, no sólo porque aquí surgió la lucha armada, sino porque siendo regiones prósperas y ricas, se pudieron sostener ante las innumerables guerrillas que hostilizaron sin cesar a las guarniciones del gobierno virreinal y a los convoyes realistas. Se puede afirmar que en el empuje primero y extenso de Hidalgo, Salvatierra no sufrió grandes daños, los principales caudillos de la insurrección estuvieron aquí sólo de paso, pues tenían por meta las grandes ciudades, por su importancia y para mantener al numeroso e indisciplinado ejército que llevaban.

Los insurgentes de Hidalgo procedentes de Jaral, después de haber descansado en la hacienda de San Nicolás de los Agustinos, ocuparon la ciudad de Salvatierra por la tarde del viernes 12 de octubre de 1810, por tal motivo, huyeron algunos españoles, habiendo antes escondido sus valores y pertenencias en el convento de Capuchinas. Al día siguiente, salieron las huestes del iniciador de la Independencia a Valladolid.

Existen versiones de algunos historiadores que afirman que Hidalgo no estuvo en Salvatierra, los que estuvieron y se alojaron aquí fueron algunos jefes insurgentes, el Padre de la Patria se fué de paso. Otros, no mencionan ni siquiera a la ciudad en la ruta del libertador. Al respecto, existe documentación en autos del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, en donde el comisario de este tribunal en Salvatierra y capellán del convento de Capuchinas, Pbro. Sebastián Benito de la Fuente y Vidal, acusó al caudillo de traer en su compañía a su amasia apodada Natera, con quien habría llegado a Salvatierra y la había hecho hospedar en la casa del Dr. Mariano Servín de la Mora, mientras él pernoctaba en el mesón de la Luz.

Todo hace suponer que estas acusaciones tuvieron repercusiones en el juicio que le siguió este tribunal al Padre de la Patria, pues para el año de 1811, el Pbro. De la Fuente y Vidal avisó al tribunal que se encontraba radicado en la ciudad de Querétaro, por la gran cantidad de insurgentes que pasaban por Salvatierra procedentes de Acámbaro y Valladolid, y dijo temer por su vida.

Fueron cuatro los salvaterrenses que en estas primeras acciones se incorporaron a la lucha armada: el brigadier Miguel Sánchez, el capitán Ignacio Centeno, don Miguel Borja y el Pbro. Mariano Abad y Cuadra. El nombre del insurgente Miguel Sánchez es casi desconocido, no obstante que fué uno de los primeros que se levantó en armas por la Independencia, y contribuyó a que ésta se propagase en la región que comprende los estados de México, Querétaro e Hidalgo.

Sánchez era oriundo del pueblo de San Nicolás de los Agustinos, en donde habría nacido en el último tercio del siglo XVIII, con el tiempo, se fué a radicar como labrador acomodado en la jurisdicción de Ixmiquilpan, dedicándose después al comercio en toda la región del valle por donde corre el río Moctezuma, extendiendo sus actividades hasta la Huasteca, Querétaro, Huichapan, y otros puntos de la comarca del río Lerma. En estas correrías, el Lic. Altamirano y otros conspiradores de Querétaro, le dieron algunas veces el encargo de que llevase cartas a Hidalgo, Allende y Aldama, lo que le hizo enterarse de los trabajos de los conspiradores, secundando la causa con entusiasmo.

Iniciada la revolución, recibió de Hidalgo, a quien se presentó en Celaya, el nombramiento de brigadier y lo mandó a insurreccionar las regiones de Huichapan Querétaro. La primera acción de Sánchez fué dirigirse a su pueblo natal de San Nicolás de los Agustinos, donde reunió y levantó a la peonada del pueblo y sus inmediaciones, con ellos y otros refuerzos que se le agregaron en el camino: tomó Huichapan y San Juan del Río; se apoderó y apresó al alcalde de corte Collado, que había ido a formar causa en contra de los conspiradores, obligándolo a decretar la libertad de la Corregidora; y amagó a la ciudad de Querétaro, que no pudo tomar, al ser rechazado por el comandante García Rebollo el 30 de octubre de 1810.

Ante la proximidad de Calleja, se internó en las serranías. Por diferencias con los Villagrán (Julián y Chito), fué asesinado por éstos en Alfajayucan, Hgo. a finales de noviembre de 1810.

El salvaterrense Ignacio Centeno, se incorporó a las filas del ejército insurgente de Hidalgo en esta ciudad, obtuvo el grado de capitán al levantar en armas a los peones de la hacienda de San José del Carmen. Hecho prisionero, fué enviado a México, donde fué ahorcado el 1 de febrero de 1811. El salvaterrense don Miguel Borja, se incorporó a las fuerzas del “Amo Torres” en 1811, en el sitio del fuerte de Los Remedios. Cayó prisionero en San Miguel el Grande, se le condenó a muerte, pero fué indultado. Se reincorporó a la lucha en el Plan de Iguala, estuvo en la cruenta batalla de Atzcapotzalco a las órdenes de Bustamante. Murió en 1824.

Otro salvaterrense que se incorporó a la lucha de Independencia en estos primeros momentos fué el Pbro. Mariano Abad y Cuadra, oriundo de esta ciudad. Se encontraba radicado en la ciudad de Valladolid, cuando Hidalgo entró en ella, abrazó la causa insurgente participando en las batallas del Cerro de las Cruces y en la de Aculco (1810), fué hecho prisionero en esta última, y confinado en la prisión de San Juan de Ulúa, donde murió en 1818. No iba a suceder lo mismo después, arrestados y fusilados los principales caudillos, aparecieron los guerrilleros que escogieron más bien las ciudades pequeñas como base de operaciones, en las que pudieran pasar más inadvertidos, para desde allí, atacar los puntos vulnerables y cortar las comunicaciones. Estas partidas insurgentes, batidas en un punto, se rehacían y establecían en otro; éste fué el caso de Salvatierra.

El teniente coronel realista Fernando Romero Martínez, de las tropas de Querétaro, con cien infantes del Regimiento de la Nueva España, setenta caballos, dos cañones y dieciséis artilleros, desbarató una partida de insurgentes en la hacienda de San José del Carmen. El temido insurgente Albino García, inundó el Valle de Santiago y las inmediaciones de Salvatierra de junio a septiembre de 1811, abriendo los canales de las acequias y excavando zanjas camufladas para impedir el paso de la artillería. Por su parte, en ese tiempo el jefe realista José de la Cruz informaba a Calleja que el guerrillero, se hallaba en Salvatierra con 3,000 hombres y dos cañones. En agosto de ese mismo año, el jefe realista Linares enviado por Trujillo a Cuitzeo, de regreso a Guanajuato batía al insurrecto Rafael Ruiz en las inmediaciones de la ciudad.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López

La Epopeya y la Leyenda
El Otro Rostro de la Historia
por: Jorge Ojeda Guevara

Libertar a una Patria
Sed de Justicia... (continuación)

Una de las columnas la comandaba Calleja, penetró la ciudad por el camino a Santa Ana hasta La Valenciana. El donde de la Cadena tomó camino hacia la Hierbabuena, sin tropezarse con grupo defensor ninguno. Los insurgentes asentaron en el cerro del Cuarto un cañón que bautizaron como “Defensor de América”, desde donde se dieron gusto disparando a las posiciones realistas. Ese cañón vivió poco, pues fué silenciado por la poderosa artillería enemiga, con lo que el terreno quedaba llano por donde los soldados avanzaron por varias direcciones como el de La Valenciana, rumbo a la Alhóndiga. Mediaba el día 25 de septiembre del imposible de olvidar 1810.

Al mirar aquello, los jefes insurgentes ordenaron abandonar la ciudad cuando se escuchaba el sonar de dos campanadas indicando la joven tarde. Así, los realistas avanzaron casi sin oposición. Pero, ante la confianza desplegada por las tropas virreinales, los insurgentes decidieron vengarse, aunque con inocentes, desatándose los diablos en las trojes de la Alhóndiga con una terrible carnicería contra 250 españoles, presos en ese edificio. Conocedor de estos hecho, Calleja ordenó a Flon fuera más severo, quien obediente, replicó con la fatal “degollina general”, violentando incluso las fincas de los lugareños para cumplimentar semejante atrocidad. En eso estaban, en el atrio del templo de San Diego, cuando apareció por ahí Fray José María Belaunzarán, reclamando airadamente al Conde de la Cadena, exigiéndole que “…en nombre de Dios parara aquel río de sangre.”

“Ciertamente cesó… momentáneamente, porque la idea ya como obsesión, era cobrar… aunque fuera con sangre inocente, venganza por la toma de la Alhóndiga de Granaditas, y mandar así recado de escarmiento, pues esas ejecuciones sumarias y crueles los hispanos no las cuestionaban ‘por estar en situación de guerra, ni requerir justificación superior de causa’.”

Los funcionario nombrados por Hidalgo fueron apresados de inmediato, y otros por delación fueron declarados culpables de ser independentistas. Para mejor ejemplificar su advertencia, Calleja ordenó levantar horcas en las plazas de Guanajuato: de la Alhóndiga, el Baratillo, El Ropero, La Compañía, San Fernando, Mexiamora, San Juan, San Roque, San Diego y más, donde colgaría a lugareños distinguidos. Solo en la plaza principal conocieron la horca 27 personas comunes. El zaguán trasero de la Alhóndiga tiñó de sangre su silente testimonio con tenebrosos multitudinarios fusilamientos.

No satisfecho con ello, Calleja envió tajantes mandatos a los frailes de la ciudad y la comarca, para que en todo acto religioso se lanzara advertencia a participantes o simpatizadores con la causa independentista. Apaciguada la sed oficial en la ciudad, y andando el 10 de diciembre de 1810, jefes y militares partieron a las villas de Silao y León, donde extendió nombramiento de subdelegado político a Manuel José Gutiérrez de la Concha, que ejerció cargo y poder hasta su deceso a consecuencia de un ataque guerrillero del imbatible salmantino Pedro García, en febrero 8 de 1811.
De guerrilleros y guerrillas

Una manera de avanzar una guerra, son las guerrillas, que usualmente se hilvanan por regiones, con gente que además de congeniar la causa, aparezca como profunda conocedora del rumbo, que le permita tiempo y espacio para atacar y huir, sin que el enemigo pueda ni rastrear sus pasos. Fué el modo de lucha por la independencia mexicana que enseguida a las acciones de Hidalgo, Allende y Aldama se ejerció. La guerra de guerrillas tuvo episodios dramáticos, triunfantes y heroicos por casi todo el suelo mexicano, en particular con Morelos, en los estados de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Puebla y el hoy llamado Morelos. Guanajuato brotó a gran puñado de casi imbatibles guerrilleros, que abrazados de cotidiana temeridad, cabalgaron muchos, como héroes anónimos, aunque de otros sí se conoce con suficiencia de sus hazañas…

Constancia en documentos hay, que en su paso por Salamanca hacia la toma de la Alhóndiga, Miguel Hidalgo, hizo especial encomienda a varios para tomar armas, señalando en particular a Albino García, mentado por el rumbo como “El Manco”, a Andrés Delgado (a) “El Giro”, a Tomasa Estevas y al padre “Garcilita”, para que guerrilla en mano mantuvieran en perpetuo jaque las armas realistas de Liñan e Iturbide, aquel oriundo de Valladolid… Así lo hicieron, con diligencia tal, que puede sostenerse que parte del éxito final en esa latitud se abonó sin duda a la tozuda persistencia guerrillera independentista de estos héroes emergidos del mero pueblo.

De un ayer para hoy, todo el territorio guanajuatense se vislumbró sembrado de una confrontación, andando la baja intensidad por la libertad. Hubo escaramuzas y combates en lugares distantes del centro como Xichú y San Luis de la Paz. Por los potreros de San Felipe, una tercia de consanguíneos apellidados Ortiz, aunque mentados popularmente como “Los Pachones”, también pusieron en aprietos a los monárquicos. Igualmente, con armas en mano amanecían y pernoctaban los habitantes de León, San Miguel el Grande, Manuel Doblado, San Francisco, Yuriria, Acámbaro, Valle, Salamanca, Santa Cruz, Celaya y prácticamente como un clamor, todos los poblados grandes, medianos y menores…

“El militar más feroz de los realistas, después de Calleja, fué Agustín de Iturbide, que teniendo asiento en Irapuato marcharía tras los pasos el Insurgente José María Liceaga, responsable del persistente guardado del fuerte en una de las islas de Yuriria, refriega que se prolongó hasta medio año en que el militar hispano venció y puso en retirada a los mexicanos… ello, cuando corría noviembre primero de 1812. Los prisioneros caídos que en esas refriegas cargaron sentencia sumaria y paredón, sumaron casi 200. Entre los fusilados con premura estaba fray Mariano Ramírez, Tomás Moreno, José María de la Cruz, Felipe Amador y un británico aventurero a quien nombraban Nelson”.

En los llanos del territorio llamado Cuerámaro, estaba alzado el lugareño Pedro García, que por vasto tiempo mantuvo ocupadas y preocupadas las tropas callejistas, hasta que su por de derrota y paredón el 25 de noviembre de 1814, por un tal Ángel Linares, capitán realista. Otro insurgente de la misma comarca fué el querido cura Torres, que se confrontó en desventaja con Iturbide, saliendo perdedor de la refriega. Huyeron fraile y camaradas del lugar rumbo a Yuriria donde prendió fuego al convento de ese lugar para que los invasores no pudieran ya guarnecerse entre sus pétreos muros; para mala fortuna el ígneo elemento además de ahuyentar a los realistas, también feneció a considerable número de obras de arte. Del cura, no se volvió a saber más…

“Salvatierra, fué también escenario de memorable batalla, ésta en el añejo Puente de Batanes donde chocaron Agustín de Iturbide y la gente de Ramón López Rayón. Venció finalmente aquel, aunque habiendo olvidado el español que era viernes santo, se echó encima el repudio popular tanto de salvaterrenses como de los gachupines devotos… Una placa al flanco del puente rememora tal hecho”.


Tomado del Libro: “La Epopeya y la Leyenda, el Otro Rostro de la Historia”
de Jorge Ojeda Guevara

Aztlán: Origen y Destino
España, Madre Patria o Patria Maldita (conclusión)

Hoy el control está dado y está en manos de la “Agencia Especial del Salario Mínimo”, con mejores resultados para el gobierno mexicano para la misma Iglesia Católica. Esta “agencia” ha sido capaz de mantener a casi cien millones, de los 105 millones que somos, con una sepereducación de dos años de kinder, seis de primaria y uno de secundaria, esto es, plastilina aprobada, silabario y aritmética avanzada y primer curso especializado de vicios y drogas. Con esta supereducación ya son capaces nuestros ciudadanos de contar los días de trabajo de la semana y poder conocer los 50 pesos diarios de salario que se ganan después de un duro día de trabajo.

Esta educación es más que suficiente para ser un buen cristiano y para ser un ciudadano ejemplar, de esos que no se meten en problemas, que nunca faltan al trabajo, que no discuten las ordenes, que nunca reclaman nada y que después de 30 años de rutinario trabajo, el IMSS los premia con una pensión y ya sin trabajar, sólo por su dedicación al trabajo y por la buena voluntad del IMSS, se les otorga una asignación de 30 pesos diarios para vivir: 10 pesos diarios para comer, 5 pesos para mantenimiento de la casa que le otorgó el INFONAVIT, 5 pesos para transportes, 5 pesos para vestuario y todavía le sobran 5 pesos diarios para recreación: Disneylandia, Cancún, Reino Aventura, Las Hadas, Las Vegas, Tierra Santa, donde quiera, don él sueñe y quiera ¿En qué parte del mundo hay empresas tan noble con sus trabajadores? No se trate de un burócrata del IMSS, que lo jubilan con 150% de su salario, el cual de por sí ya es alto y no se puede comparar con el salario mínimo del obrero común. Además, tienen tiendas de descuento para ropa y alimentos, disfrutan paquetes vacacionales especiales, que casi sólo ocupan querer ir.

Que bueno que nuestros burócratas tengan tan buenas prestaciones, pero no hay que ser abusivos, ni cínicos: hay que emparejar las pensiones y los salarios de los obreros con los salarios de los empleados de IMSS, no podemos olvidar que son los trabajadores quienes pagan y pensionan a los burócratas al fin de cuentas. Así como el petróleo es de todos, México es de todos los mexicanos; no solo de los burócratas. Barco tras barco, indígena tras indígena, como hormigas siendo usados para saquear su propia tierra, los cargaban de riquezas para ser llevados a España la Maldita, y la Maldita Patria, tenía prohibido toda clase de desarrollo dentro de nuestro país, desde instalar fábricas, acuñar monedas, etcétera, hasta comprar productos a otros países, aunque estos estuvieran más baratos y fueran de mejor clase y calidad.

También se nos esclavizó en las encomiendas, en las que a un español le era entregado un grupo de indígenas para que le trabajaran en actividades agrícolas, a cambio de alimentarlos y evangelizarlos. Quisiera saber si alguno de los españoles que vinieron estaba evangelizado, yo lo dudo mucho, no se diga de las primeras embarcaciones en que vaciaron las cárceles de España, obligando a los prisioneros a embarcarse en un viaje a lo desconocido. El español, representante fiel de la Maldita, explotó al indígena hasta la muerte, mal alimentándolo y sometiéndolo a jornadas extenuantes, por lo que pronto perecían. Los muertos no importaban, tan pronto se morían, eran reportados y al instante repuestos como cualquier objeto o mercancía. Ni siquiera existía un límite para estas reposiciones.

Cuando se inició el tráfico de esclavos negros a México, se empezaron a traer porque ya casi habían exterminado a los indígenas mexicanos y se ocupaba mano de obra en abundancia y estos no les costaban. Considerando que los esclavos negros eran más resistentes y mas fuertes que los indígenas, se les dió preferencia para muchos trabajos como: la minería, los obrajes y los ingenios. Una vez que aprendieron, los esclavos negros, fueron usados como capataces para manejar y someter a los indígenas. Así, el esclavo negro, con el poder en la mano concedido por los hijos de la Maldita, imitando a su amo, dió un trato brutal y salvaje a los indígenas. El salvaje se hizo más salvaje o el salvaje sólo dejó aflorar sus instintos. En ese tiempo había un dicho que se manejaba en la Nueva España: “Un negro puede hacer dar vueltas con un dedo a doce indios”.

Pronto, los esclavos negros, que ya no eran esclavos, aprendieron la brutalidad española y desquitaron todos sus viejos rencores contra la población indígena mexicana. Posteriormente, muchos esclavos negros fueron enlistados en el ejército español y si al final de una batalla, donde se les mandaba al frente, conseguían salir con vida, se les concedía su libertad, se les proporcionaban tierras para trabajar por su cuenta y se les hacía una encomienda de indígenas.

Que maldita la Maldita, hasta qué punto llevó al indígena mexicano, a terminar siendo esclavos de los esclavos, ésta es la más grande maldición que puede sufrir un pueblo y esta maldición es la que permitió, propició y favoreció la maldita patria de España.

España Patria Maldita

Los recibimos en Veracruz
a aquellos blancos bardados,
se les recibió a toda madre
y ellos nos hicieron esclavos.

¿Hermanos de Quetzalcóatl?
que anunciaron los toltecas,
llegaron partiendo madres
a gente y a reyes Aztecas.

Nos cambiaron baratijas,
por oro y plata labrados,
la ambición la traían de a madre
pronto todo nos saquearon.

De mil formas trataron
acabar la población.
Pueden ver ¡Qué poca madre!
Fué peligro de extinción.

De treinta millones de indios
quedó menos de un millón,
quedó, quedó pura madre.
¿y la evangelización?

Explorar y conquistar,
era la causa bendita;
pero el saqueo y la barbarie
fué el tenor de la patria Maldita.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán

Narraciones

El Cielo, ¿Realidad o Fantasía?
por : Rodolfo Mújica Pérez

En el número anterior, tratamos el tema sobre la existencia del Infierno a través de dos videntes de reconocida valía universal. Ahora vamos a presentar un relato tomado del libro titulado: “El Paraíso, el Purgatorio y el Infierno”, escrito por San Juan Bosco, además de una entrevista entre el reportero italiano Víctor Messori y el señor André Frossard, referente a la conversión del citado Sr. Frossard, de ateo a católico, apostólico y romano, la cual es formidable, pues fué muy parecida a la conversión de San Pablo.

Parece ser que ya en un número anterior de esta revista, publiqué esta misma entrevista, así que en caso de haber sido presentada, no hace mal volver a leerla. Su contenido siempre es fresco como el aire del amanecer. Así pues, siéntate cómodamente, arrímate tu “coca” y empieza la lectura de esta insólita y dramática conversión, única de su siglo. ¡Vamos adelante! Yo te aseguro que al terminar su lectura te sentirás ser un católico de verdad y mucho mejor preparado para hacer frente a las sectas protestantes y a los ateos. Empieza pues, con Don Bosco.

Aparición de Domingo Savio

Para los que suelen decir que nadie ha venido del más allá para decirnos que existe el Paraíso, relato un hecho histórico narrado y comprobado por la autoridad de un gran Santo de la Iglesia: San Juan Bosco, fundador de los Salesianos. Santo Domingo Savio, alumno salesiano, muerto en 1857 y santificado en 1954, después de su muerte se apareció a San Juan Bosco. Éste narraba así la aparición a su jóvenes y a los superiores de la Congregación:

“Me encontraba en Lanzo y estaba en mi habitación. Improvisadamente me encontré en la cumbre de una colina. Mi mirada se perdía en la inmensidad. La llanura que estaba delante de mí era azul y estaba dividida por amplias avenidas en jardines muy vastos. Las flores, los árboles, los frutos eran hermosísimos, y todo lo demás correspondía a tanta hermosura.

Mientras admiraba y contemplaba tanta belleza, he aquí que escuché difundirse una música muy suave. Eran cientos de miles de instrumentos y todos daban un sonido distinto el uno del otro. A éstos se unían los coros de los cantores. Mientras escuchaba estático la celestial armonía, he aquí que vi aparecer una cantidad inmensa de jóvenes que venían hacia mí. A la cabeza de todos, estaba Domingo Savio. Todos se detuvieron delante de mí a una distancia de ocho o diez pasos… Entonces brilló un relámpago de luz, cesó la música y se hizo un gran silencio. Domingo Savio avanzó solamente algún paso todavía y se detuvo delante de mí.

¡Cómo era de hermoso! Sus vestidos eran singulares; la túnica blanquísima, que le bajaba hasta los pies, estaba llena de diamantes y estaba tejida en oro. Una amplia cinta roja ceñía su cintura, adornada completamente de perlas preciosas. Desde el cuello le bajaba un collar de flores jamás vistas, parecía que fueran todas diamantes. Estas flores resplandecían de luz. La cabeza estaba ceñida con una corona de rosas. Los cabellos le bajan ondulados por los hombros y le daba un aspecto tan maravilloso, tan afectuoso, tan atractivo que parecía… parecía un ángel.

Yo estaba callado y tembloroso. Entonces, Domingo Savio dijo:

-¿Por qué estás callado y asombrado?.
-No sé qué decir, contesté. Tú eres pues Domingo Savio?.
-¡Sí, soy yo! ¿Ya no me reconoces?.
-¿Y cómo es que te encuentras aquí?
-He venido para hablarte, hazme alguna pregunta.
-¿Son naturales estas maravillas que estoy viendo?
-Sí, embellecidas sin embargo por el poder de Dios.
-¡A mí me parecía que esto fuera el Paraíso!
-¡No, no! Ningún ojo mortal puede ver las bellezas eternas.
-Y vosotros pues, ¿qué es lo que estáis gozando en el Paraíso?
-Decírtelo es imposible. Lo que se goza en el Paraíso no hay hombre mortal que pueda saberlo, hasta que no haya salido de esta vida y se haya reunido con su Creador”.
-Ahora bien, mi querido Domingo Savio, dime, ¿qué es lo que más te consoló en el momento de la muerte?
-Lo que más me causó consuelo en el momento de la muerte fué la asistencia de le poderosa y amable Madre del Salvador, María Santísima. Y esto dícelo a tus jóvenes: ¡Que no se olviden de suplicarla mientras viven! («Vida de San Juan Bosco, Lemoyne»)

Mamá Margarita

Margarita Occhiena, madre de San Juan Bosco, moría en 1856. En agosto de 1860 el Santo la encuentra no muy lejos del santuario de la Consolata, mientras él volvía al Oratorio.

-¡Pero cómo! ¿Vos aquí?, le dijo. ¿No habéis muerto?
-Estoy muerta, pero vivo, contestó Margarita.
-¿Y sois feliz?
-¡Muy feliz!

Y entre otras cosas, le preguntó, si después de muerta había ido enseguida al al Paraíso. Margarita contestó que no. Le preguntó también si Luis Comollo, Domingo Savio y otros piadosos jovencitos gozaban ya del premio celestial. Ella contestó que sí. Finalmente le suplicó para que le hiciera conocer qué es lo que estaba gozando en el Paraíso y le diera una prueba de su felicidad, le hiciera probar una chispa de la misma.

Margarita entonces se mostró toda resplandeciente, adornada de un vestido hermosísimo, con un aspecto de majestad maravillosa y rodeada por un coro de Ángeles. Ella se puso a cantar. Su canto de amor a Dios, de una dulzura difícil de expresar, iba directo al corazón, lo llenaba y lo extasiaba, nos atreveríamos a decir, sin forzarlo. Parecía la armonía de mil voces que desde los bajos más profundos subían a los agudos más altos, con una variedad de tonos y de diferencias de modulaciones, hacia vibraciones más o menos fuertes, y a veces imperceptibles, combinadas con tanto arte, delicadeza y acorde, que formaban una armonía inefable.

El Santo, frente a esa melodía paradisíaca, quedó tan estático que le pareció estar fuera de sí y ya no supo qué decir o pedir a su madre, la cual, antes de desaparecer, le dijo: “¡Te espero, en el Paraíso!”.

André Frossard

Mientras espero mi turno para la entrevista ya concertada, noto el vaivén de gente de todo tipo que llega a consultar a Frossard: hombres, damas, ancianos, jóvenes, sacerdotes, monjas, grandes personajes del laicismo y del ateísmo.
-Frossard me desconcierta –comenta un escritor ateo de País-; si lo que él vió fué tan sólo imaginación ¿cómo han podido sus efectos durar medio siglo y seguir todavía? Lo que Frossard aprendió en aquellos diez minutos él sigue viviéndolo después de más de 50 años; lo cual comprueba que Frossard no se equivocó. Durante la entrevista llego a saber que la abuela de André Frossard era hebrea; la madre, protestante; el padre, un socialista ni siquiera bautizado, fundó en 1920 el Partido Comunista Francés, del que fué el primer secretario general.

André, ateo, a los veinte años de edad, entró una noche en una humilde capilla católica situada en el centro de París en busca de un amigo.
-Entré –él me cuenta- por pura casualidad; no fué por ninguna pesadilla filosófica, ni por problemas personales, ni por alguna decepción afectiva.

Yo era una ateo tranquilo, marxista, despreocupado y superficial. Mi amigo y yo aquella noche teníamos programada una cita galante. Dentro de la capilla tuve una experiencia inexplicable: se me “rasgó ese velo” que son las cosas materiales, y vi a Dios “cara a cara”; vi el Más Allá, la Vida Eterna.
-A las diez de la noche –sigue contándome Frossard- salí de la capilla, tan sorprendido de ser ya “católico” como si, al salir del zoológico, me viera convertido en cebra o en jirafa.
-En las calles yo veía –sigue diciéndome Frossard- con toda claridad a los transeúntes caminar distraídos en la orilla del “Infinito”; tarde o temprano uno tras otro caerían todos en aquella “Luz Inapagable”, de “Inmensa Transparencia y Dulzura”, aquella Luz que los cristianos llamamos “Padre Nuestro”.

Seguro de que nadie me iba a creer, guardé silencio durante treinta años. Trabajé duramente como periodista y escritor, esperando que así nadie me tomaría por loco cuando yo le pagara a Dios mi deuda, gritando a los cuatro vientos lo que me había pasado.
-¿Y cómo le pagó usted a Dios?
-Comencé a pagarle en 1960, publicando el libro “DIOS EXISTE; YO LO HE ENCONTRADO”. Yo no hablo de Dios usando teorías y razonamientos, sino demostrando que yo lo había “visto y tocado”; Dios es una ‘evidencia’, un hecho, ‘palpable’, una ‘Persona’ a la cual hallé inesperadamente en la calle.

Más tarde, André Frossard publicó otro libro: ‘HAY OTRO MUNDO’, y un tercero: ’36 PRUEBAS DE QUE EL DIABLO EXISTE’. Para los ateos la presencia y la actividad de Frossard son un fenómeno inquietante. Muchos se preguntan: -¿Y si fuera cierto?... ¿Y si Frossard tuviera razón?...

Es que Frossard es un periodista-escritor de fama internacional, y sus libros han sido publicados por las más grandes editoriales del mundo.
-Señor Frossard ¿Por qué recibe usted tantas críticas y reacciones, y tan contradictorias? Pues recibe aplausos y admiración por parte de algunos, y a la vez estallidos de ira e indignación por parte de otros.
-¿Qué más puedo hacer yo si Dios existe, si la Iglesia Católica es la verdadera, si existe el Más Allá, si existe la ‘Verdad-Persona’: Jesús, el cual nos quiere y quiere que lo conozcamos? Hablo así porque yo, yo lo he visto. Soy testigo de lo que hay detrás de este mundo; este mundo no es una realidad, sino tan sólo una apariencia.
-¿No será que a algunas personas no les conviene que haya Dios, ni menos Más Allá?
-Existe Dios; Jesús es su Hijo; alguien nos espera después de la muerte; en este mundo no hay esperanza fuera del Evangelio. Yo debo gritar todo esto hasta cuando yo vaya a disfrutar para siempre lo que vi en aquellos diez minutos en que el tiempo se quedó para mí ‘en suspenso’. Yo vi el Más Allá, que se encuentra detrás del ‘velo’ que son las cosas.
-Señor Frossard, ¿por qué no escogió usted a alguna de tantas iglesia cristianas protestantes, sino precisamente a la Iglesia Católica como su religión?
-Yo nada escogí; sólo ‘sentí’ que de ahí en adelante mi verdadero, único ‘hogar’ sería para siempre la Iglesia Católica. Más tarde un sacerdote católico me explicó el catecismo; y descubrí con asombro que lo que yo había visto aquella noche, la Iglesia Católica ya lo está enseñando desde hace casi veinte siglos; sin darme cuenta yo lo había aprendido antes de estudiarlo; antes de buscarlo, yo lo había encontrado aquella noche.
-Señor Frossard, ¿Qué opina usted de la Biblia?
-En la Biblia hay algunas palabras que Dios inspiró ‘especialmente’ para cada uno de nosotros.
-Señor Frossard ¿seguirá usted hablando de su extraordinaria experiencia y dándola a conocer a todo el mundo?
-Nunca entendí por qué Dios me escogió a mí para que fuera testigo ocular de lo que se oculta detrás de las ‘apariencias’ que son este mundo; pero tengo el deber de seguir testimoniando. Estoy ‘condenado’ a hablar. Alguien me impulsa suave y tenazmente a repetir lo que Dios me enseñó en aquel desconcertante encuentro, que tuvo lugar en el verano de 1935 en aquella humilde capilla del centro de París. (André Frossard, ex-ateo y ex-marxista, integra actualmente el Comité Editorial del gran diario parisino ‘LE FIGARO’) (Entrevistó Víctor Messori).

Salvatierra, Primera
Ciudad de Guanajuato

El origen de este histórico asentamiento se remonta hasta antes de la presencia española; del periodo prehispánico llegan hasta nuestros días algunas zonas arqueológicas, un buen número de cerámica prehispánica y la toponimia que se advierte en el nombre de algunas de las poblaciones del Municipio. Asentada sobre el fértil Valle de Huatzindeo, son parte constante del paisaje Salvaterrense el perenne verdor de sus campos, la transparencia de su cielo, la gala innegable de su arquitectura y la afortunada presencia del Río Lerma que prácticamente cruza la ciudad de Sur a Norte.

Es parte también del conjunto urbano, la presencia de un singular sistema de canales para irrigación que es considerado por algunos historiadores como el más antiguo de la América hispana; a su paso pueden admirarse aún interesantes vestigios de la arquitectura del agua, e incluso persisten algunos importantes complejos de lo que se daba en llamar “Molinos de Pan Moler”.

Fundada en Febrero de 1644, bajo Cédula Real, corresponde a Salvatierra ser la primera en ostentar el título de Ciudad en el actual estado de Guanajuato; sus primeros pobladores, un grupo casi exclusivo de españoles inició la edificación de muchas de las señoriales casonas que aún pueden admirarse y que convierten a Salvatierra en uno de los Centros Históricos más bellos e importantes de Guanajuato. La historia de Salvatierra está muy íntimamente ligada a la presencia religiosa en la zona; la existencia de sus conjuntos conventuales es sólo una muestra más de la importancia alcanzada por esta ciudad durante el Virreinato.

Con una vocación eminentemente agrícola, surge paralelamente a la ciudad una cantidad importante de haciendas de carácter agrícola; la producción de éstas dió a Salvatierra por mucho tiempo el título de “El granero del Bajío”. Destacan entre ellas las Haciendas de Sánchez, Guadalupe, San Juan, Santo Tomás Huatzindeo, San Nicolás de los Agustinos, y de manera especial, la espectacular Hacienda de San José del Carmen.

El siglo XIX concluye en Salvatierra con la bonanza y prosperidad de sus haciendas agrícolas; éstas quedaron desintegradas de manera drástica y definitiva tras el movimiento revolucionario de 1910 que una vez concluído, otorga a la ciudad una calma y tranquilidad tal, que su fisonomía y modo de vida, apenas si se transformaron permitiendo la conservación casi íntegra de su vasto patrimonio histórico, arquitectónico y cultural, que hoy por hoy, convierte a Salvatierra en uno de los centros históricos más valiosos y bellos del Bajío y de México.

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

Los Inmortales de la Canción Ranchera

El Rescate de las Esencias Nacionales

La canción campirana originada en el siglo XIX pareció sufrir un proceso de revitalización: se trataba de un nacionalismo que desembocaba en una canción añorante al estilo de la “Canción Mixteca” (1916) de José López Alavez, “La Pajarera”, “El Desterrado” (1917) y “La Borrachita” (1918) de Tata Nacho. La acogida que tuvieron esas canciones elaboradas por músicos con preparación académica fué tan grande y tanta la demanda que en 1919 la RCA grababa en Nueva Jersey toda una serie de canciones con esas características: “Paloma Blanca”, “Juan Soldado”, “A la Orilla de un Palmar”, “El Abandonado”, “La Pajarera” y “Perjura”, ejecutadas por los intérpretes triunfadores de aquellos años: Carmen García Cornejo, Ángel R. Esquivel, Mario Talavera, Felipe Llera y los duetos Ábrego-Picazo y Ovando-Rosete.

Nuevas canciones vinieron a afirmar el naciente género de recreación ranchera, que pronto se convertiría en un producto citadino con color campirano. Tal es el caso de “Adiós Mariquita Linda” (1925) de Marco Antonio Jiménez, “La negra noche” (1926) de Emilio D. Uranga, “Allá en el rancho grande” (1927) en arreglo de Silvano Ramos y “El Limoncito” (1928) en arreglo de Alfonso Esparza Oteo. En los años veinte, el género conocido como “Canción ranchera” estaba muy distante del estilo inseparable del mariachi que ahora se conoce. Por lo general, se le acostumbraba cantar acompañada por piano, orquesta de alientos (maderas) o de cuerdas.

En 1926 se formó en el puerto de Tampico un grupo que iba a ser un eslabón imprescindible en la evolución del género ranchero: Los Trovadores Tamaulipecos. El primer conjunto fué constituido por el agente vendedor de autos, Ernesto Cortázar, el mecanógrafo de Veracruz, Lorenzo Barcelata; el feje de la oficina de bienes nacionales de Tampico, Alberto Caballero; el fotógrafo de una compañía petrolera, Antonio García Planes, y el chofer Andrés Cortés Castillo. La carrera del grupo fué relámpago. En 1927 se encontraban ya en Nueva York y a su retorno a México, después de la trágica muerte de García Planes y Caballero, incluyeron en el grupo a José Agustín Ramírez y Carlos Peña.

En los cortos años de su asociación lograron establecer un estilo de canciones y de ejecución que pronto tuvo muchos imitadores. En 1935, Barcelata y Cortázar se separaron del grupo y gracias a su amistad con Emilio Portes Gil fueron nombrados directores musicales de la XEFO, Radio Nacional. A pesar de las buenas intenciones del futuro presidente y protector de la canción mexicana, los dos compositores no lograron en la radio la influencia definitiva y definitoria de la canción mexicana que se esperaba de ellos, acaso por la poca simpatía que la difusora proyectaba en su auditorio.

La verdadera trascendencia del binomio Barcelata-Cortázar se hizo patente en sus creaciones del género ranchero para el cine nacional. Barcelata y Cortázar fijaron los moldes y el estilo de la canción posterior dentro y fuera del cine nacional. La nueva canción ranchera ya había sido prefigurada por el trío Garnica-Ascencio en 1927 y por infinidad de intérpretes del teatro de revista que contribuyeron a crear el género. Entre ellos podría mencionarse hasta a los yucatecos Guty Cárdenas y Pepe Domínguez, el primero por sus grabaciones de “Albur de Amor” en arreglo de Adolfo Estrada (1929) y “Caminito de la Sierra” de Joaquín Pardavé (1927), y el segundo por sus “Aires del Mayab”, que tenía todo el corte de una canción campirana.

La nueva canción ranchera se manifestaba sobre todo en la modalidad de son alegre, campirano y bucólico-ranchero de “Atotonilco” (1933), de Juan José Espinosa;
“Flor Silvestre” (1929) de los Cuates Castilla o “Soy Virgencita” (1929) en arreglo de Armando Rosales, pero también en el estilo de evocación triste de “La Negra Noche” (1926) de Emilio D. Uranga y en el más popular de todos, el nuevo estilo bravío representado por la cancionera Lucha Reyes cuando se retiró del trío Reyes Ascencio, al perder su voz de soprano, y se dedicó a cantar de garganta.

La Canción Ranchera y el Cine

El estilo ranchero bravío fué el resultado de una conjunción de elementos. La nueva forma de ejecución daba una nueva impostación a la voz o prescindía por completo de ella, utilizando directamente la garganta, aunque esto significara en ocasiones una enunciación rasposa y poco musical (por lo tanto más bravía). Otro elemento determinante fué la incidencia de las actitudes cinematográficas en la aparición de los nuevos temas de la canción ranchera. La canción bravía, escrita en tono mayor, era agresiva, afirmativa y reivindicativa. Si el tema era amoroso, adoptaba un tono exigente y fanfarrón. Estamos aún lejos del lloriqueo hiposo de años posteriores.

El descubrimiento del charro cantor en la película Allá en el Rancho Grande representaba a Tito Guízar como un “charro rosa” y fué la mejor afirmación exitosa del nuevo estilo. “Guadalajara” (1937) de Pepe Guízar puede considerarse como un modelo del género. El afianzamiento definitivo de la canción ranchera ocurrió en los años cuarenta. El nuevo binomio Esperón-Cortázar inició la producción en serie con las canciones de ¡Ay, Jalisco no te Rajes!, la película cumbre de Jorge Negrete. Sin detenerse a hacer las obvias consideraciones sociológicas acerca del macho de la cine-opereta mexicana, habría que señalar que las producciones de Esperón y Cortázar tenían una factura fuera de lo común.

Francamente emparentadas con el tradicional son jalisciense, pero con mucha mayor sofisticación, hacían gala de una invención y una frescura que mantenía en los oídos del oyente del nexo cada vez más lejano con la provincia campirana. Durante los años comprendidos entre 1940 y 1949 dominaron el panorama los intérpretes ya clásicos del género ranchero: Jorge Negrete, Lucha Reyes, el trío Tariácuri con Juan Mendoza a la cabeza, Tito y Pepe Guízar, el trío Calaveras y Matilde Sánchez. La producción de canciones rancheras se concentró en firmas ya conocidas y nuevos epígonos del género: Manuel Esperón, Ernesto Cortázar, Lorenzo Barcelata, Chucho Monge, Pepe Albarrán, Gilberto Parra, Víctor Cordero y Felipe Valdés Leal.

“La Tequilera”, el gran éxito de Alfredo D’Orsay en la voz de Lucha Reyes, inauguró y difundió los nuevos temas e inspiraciones de la canción ranchera: el alcohol, el corrido de nota roja, el abandonado, el desdén y el elogio de provincia al lado del machismo y la afirmación nacionalista o localista. En 1942, Víctor Cordero publicó “Juan Charrasqueado” y en 1945 aparecieron “Así semos en Jalisco” de Pepe Albarrán, “Tequila con limón” de Esperón-Cortazar y “México lindo” de Chucho Monge.

Pepe Guíza

(continuará…)

El Rincón para Niños

Fiel Hasta la Muerte

Sucedió que un muchacho y un perro, los dos vagabundos y los dos abandonados, se hallaron un día juntos e hiciéronse amigos. El chico era pequeño y débil; el perro, en cambio, era grande, vigoroso, lanudo y negro. Corrían por la ciudad, jugaban, repartíanse los mendrugos amigablemente, y por la noche acurrucábanse en un rincón cualquiera y dormían juntos. Así conseguían matar el tiempo y remediar el frío.

Hasta que una noche de invierno, no bastando las lanas del can para amortiguar el intenso frío de la madrugada, el chico, sin darse cuenta de ello, pasando dulcemente de la vida a la muerte, se quedó helado en un rincón. Entonces el perro, comprendiendo la desgracia de su compañero, salió al medio de la calle y comenzó a aullar con toda su fuerza.

Oyendo aquel aullido lastimero e insistente, todos los seres que andaban desde el alba en la ciudad buscando su pan, los albañiles, los traperos, los barrenderos, acudieron hacia el niño y pusiéronse a comentar el suceso.

-¡Pobrecito niño!

-¡Infeliz angelito!

-¡Cuánto habrá sufrido!

Y un hombre de cara torva, que tiritaba bajo su raída manta, exclamó iracundamente:

-¡En cambio, los señorones tendrán a sus chicos bien abrigados en sus camas, mientras los pobres se hielan en la calle!

Entretanto, el perro, plantado en mitad del arroyo y con el hocico mirando al cielo, lanzaba unos aullidos lastimeros, unos aullidos interminables y desgarradores. Tan lastimeros y tan quejumbrosos eran aquellos aullidos, que los traperos y los albañiles, los barrenderos y los guardias se volvieron hacia el perro y trataron de espantarlo. A todos, pobres seres vencidos y derrotados a quienes amagaba la desgracia y el hambre, a todos les producía el quejido del perro una impresión tétrica y aterradora.

-Está oliendo la muerte, dijo una vieja trapera.

Una beata que allí había, acudió, se santiguó y dijo:

-Está oliendo la muerte, sí, y quiera Dios que no sea únicamente el chico quien muera hoy entre nosotros.

-¡Maldito perro!

Pero el albañil de la cara torva, irritado por aquel lamento desgarrador, agarró su cuchilla de trabajo y se la arrojó al perro. El perro entonces gimió, corrió algún trecho atrás y se calló.

Cogieron, pues, al chico y se lo llevaron al cuarto de socorro. Allí colocaron el cadáver sobre una mesa y aguardaron a que viniese el médico; los guardas y los practicantes de servicio, aburridos y helados, pateaban el suelo y se soplaban las manos para calentarlas. Pero nadie sabe cómo el perro se coló dentro del cuarto, olió el cadáver, la lamió la mano y el rostro, y al fin se plantó en el centro de la estancia, levantó el hocico y comenzó a aullar lastimeramente.

-¡Maldito perro!
En aquel instante llegaba el doctor refunfuñando de su suerte; tropezó con el perro y le dió un puntapié. El perro, sin embargo, continuó quejándose más tristemente que nunca, y su aullido lastimero se hizo completamente desesperado.

-¡Echad ese perro de allí!… gritó el médico irritado.

Y vino un guardia con el sable y le pegó al perro un golpe formidable en la cabeza. El perro gimió, agachó la cabeza y se calló. Después cogieron al chico y lo metieron en una camilla; dos hombres cargaron con ella y se alejaron camino al cementerio.

Hacía un frío espantoso en aquella madrugada de diciembre. Camino adelante, con su carga liviana en las manos, los dos hombres marchaban a compás. El perro les seguía y a veces se acercaba a la camilla y olía a su amigo y corría al centro del camino y aullaba desgarradoramente.

-¡Toma, toma!, dijo uno de los hombres, ese perro huele a muerte.

-Dicen que es mala señal, añadió el otro.

Entonces uno de los camilleros cogió un gran pedrusco y se lo arrojó al perro con toda la fuerza de su brazo. El pedrusco cayó sobre el can y lo derribó en tierra; después el perro se levantó callado y siguió desde lejos a su amigo muerto. Y enterraron al chico en un hoyo, apisonaron la tierra, se fueron todos, y todo quedó arreglado. Salió el sol y calentó la tierra. Los gorrioncillos picoteaban por el contorno, bullían y cantaban alegremente.

Se marcharon todos y quedó el cementerio vacío. Sólo permanecía allí el perro, que saltó la cerca y se plantó sobre la fosa de su amigo. Levantó el hocico al cielo y aulló; en todo el día no cesó de aullar un momento. Ya por la tarde su voz se había hecho ronca, su aullido era siniestro; apenas si podía quejarse. Pero al entrar la noche profunda, recobró el perro nuevo vigor y arreció en su aullido. Su voz era más siniestra que nunca; su lamentación tenía un tono de infinita, de imponderable amargura.

Tan grande era el terror que inspiraba aquel aullido siniestro en medio de la profunda noche, que los niños del enterrador, que comían castañas junto a la lumbre, empezaron a llorar de miedo.
-¡Mamá, mamá, ese perro!

La madre los acariciaba y procuraba consolarlos, pero los niños se asustaban más cada vez, y lloraban al oír aquella fúnebre lamentación.
-¡Mamá, mamá, ese perro!

Por último, el enterrador se levantó y descolgó la escopeta que tenía en la alcoba; salió y fué corriendo por entre los sepulcros. Y, agachándose paso a paso, llegó a diez pasos del perro y apuntó. El perro tenía el hocico vuelto al cielo, los ojos húmedos, el cuerpo tembloroso; aullaba y gemía, llamaba a su amigo, miraba la noche profunda, veía las estrellas que parpadeaban en el cielo; interrogaba el gran misterio de la vida, al misterio de la muerte…

En aquel momento, sonó un escopetazo y el perro enmudeció súbitamente; dió una vuelta en el aire, cayó, quedó tieso, muerto. Luego todo enmudeció, todo quedó tranquilo y silencioso, como si bajo el cielo estrellado nada, ninguna cosa hubiese ocurrido.
J. M. Salaverra


Tomado del Libro “Alma Latina”

Canción

Salvatierra y la Virgen de la Luz

Salvatierra la venera
con todo su corazón,
a la reina de los Cielos,
la madre del Salvador.
Salvatierra sólo espera
de la Madre y de Jesús
Nuestro Señor Jesucristo
y la Virgen de la Luz,
Nuestro Señor Jesucristo
y la Virgen de la Luz.


Salvatierra, Guanajuato,
ahora y siempre confiará
en la virgen soberana
patrona de la ciudad
Salvatierra, Salvatierra,
preferida de Jesús,
Nuestro Señor Jesucristo
y la Virgen de la Luz,
Nuestro Señor Jesucristo
y la Virgen de la Luz.


Salvatierra, tierra fértil,
el granero del país,
productora de alimentos,
de verduras y maíz.
Salvatierra, gente noble
seguidores de Jesús.


Nuestro Señor Jesucristo
y la Virgen de la Luz,
Nuestro Señor Jesucristo
y la Virgen de la Luz.

Letra y Música David Hernández
(incluida en el Disco: “Viva Cristo Rey”)

Biografía

P. José Luz Ojeda

José Luz Ojeda nació el 27 de septiembre de 1899. Estudió sus primeras letras en Salvatierra, y sus estudios profesionales los hizo en la ciudad de Morelia, en el Colegio Seminario, donde se ordenó sacerdote. El P. Ojeda siempre se distinguió por ser un amante de las letras y por producir poesía de una eximia calidad.

Le P. José Luz Ojeda publicó algunos libros de poemas, en los cuales fué manifestando su grandioso don de poeta, de entre ellos mencionó: Claridad, del cual se han hecho varias ediciones; y Agua que corre. Además trasladó al verso los libros bíblicos de Job y El Cantar de los Cantares, los cuales se publicaron en España.

La obra poética del P. José Luz Ojeda está marcada por un encanto suave y hermoso, por ello vale la pena profundizar en sus poemas, tarea que queda a cada uno. Cuán grande y hermoso poema dedicado a la Virgen del Carmen venerada en Tlalpujahua, Michoacán, y recitado por su autor el 15 de octubre de 1942, con motivo de su Coronación Pontificia. Les presentamos esta joya de la literatura; disfrútenla.

Poema Secular

Un rincón de verdura,
perdido entre ramales seculares.
Muy arriba, opulencia de pinares;
muy abajo, el misterio de la hondura;
y en el pinar la música del viento,
y en la hondura el acento
del lamento
del agua.
Eso era Tlalpujahua:
rinconcillo sin gloria.
Escondido a los ojos y a la historia.
Pero en aquella tierra exuberante
cada palmo de monte, bajo el pinar sonoro,
guardaba el misterioso temblor alucinante
de una veta de oro.
¿Qué estupor en el alma del primero
que, en la hondura ignorada,
de un golpe de su pico de minero,
descubrió la primera llamarada.
¡Qué pasmo de la tierra!
Cómo luego se abrieron los caminos
a través de la sierra,
y el lugar se llenó de gambusinos.
Y se alzó la ciudad adormecida
por el golpe que en todas sus montañas
rasgaba las entrañas,
como un himno de vida.
Entre tanto, en el muro de una ermita olvidada,
en donde no se escuchan ni voces, ni rumores
una mano ignorada,
va combinando sombras y colores.
¿Qué pinta aquella mano tan segura,
si en el adobe frágil y grosero
ni hay trazo duradero,
ni esplende la belleza, ni figura?
¡Es una dulce imagen de María!
En la cara de guindas y azucenas
tiene el frescor del despertar del día;
en las pupilas claras y serenas,
un inefable encanto;
en los brazos abiertos, y en el manto,
un asilo de paz y de dulzura,
con suavidad de flores y calor de ternura,
encima de la frente
-campo de nieve con rubor de rosa-
la luz del sol naciente
y una regia corona esplendorosa.
Pobre artista ignorado,
que pintas las paredes en humildes capillas,
¿Sabes lo que has pintado…?
Dichoso pintorcillo enamorado,
deja el pincel, y…ponte de rodillas…
Mas la obsesión del oro
prende en los ojos su fulgor extraño,
y en los oídos su clamor sonoro.
Y el minero se olvida, por su daño,
de la Imagen divina,
para seguir la sombra de un engaño,
por el negro agujero de la mina…
Fueron corriendo los años
como las aguas de un río,
que no parecen pasar,
y van dejado el manantío,
y van camino del mar…
Y una fresca alborada
los mineros hallaron el techo derruido,
por el viento y la lluvia que azotan la quebrada,
el bardal, como un bosque florecido,
y por toda la ermita abandonada,
la huella del silencio y del olvido.
Tan sólo una pared de la capilla
resistió los zarpazos de los vientos y el agua:
¡aquella que el artista de alma ingenua y sencilla
pintó la maravilla
de la Virgen que adora Tlalpujahua!
Al rumor del prodigio se alzaron otros muros;
la pared se hizo altar, y el altar, esplendores,
y las almas, mejores,
y los labios, más puros.
Y de las manos bellas y amorosas,
cayeron los milagros como lluvias de rosas.
Y de las manos bellas y amorosas,
cayeron los milagros como lluvias de rosas…
Pero en torno del templo venerado
no todo era cantares de las almas sencillas:
el torvo Sembrador había sembrado
su maldito puñado de semillas,
que llenaba de negras floraciones
el camino, el hogar, los corazones.
En tanto, por el cielo,
una nube ligera, breve como una huella,
se alzaba lentamente, como aquella
que subió desde el más hasta el Carmelo.
¿Iba a caer en lluvia bienhechora,
o en terrible tormenta vengadora…?
No muy lejos de ahí, se mira apenas
una inmensa muralla,
como un monte de arenas
que las olas hubieran aventado a la playa.
Es el residuo que abandona el oro:
basura despreciable,
escoria de la escoria miserable
en que cifran los hombres su tesoro.
Una alborada trágica y sangrante…
-¿Quién empujó, Dios mío…?-
la tierra se cimbró por un instante,
se movió la montaña y… se lanzó al vacío…
Un estruendo se alzó de la hondonada,
como el tumbo de inmensa marejada…
Tras el choque gigante,
aquella masa enorme cayó al río,
y, hecha fango espumante,
restallante,
se lanzó, como tromba, al caserío,
que arrasó, como arrasa las mieses la metralla,
y subió a las laderas,
como el mar al candil de las riberas,
cuando el tifón estalla.
Ya baja, y hacia atrás se precipita.
¿Y a dónde va, más rápida y más fuerte?
¿No es esa la cañada que conduce la ermita…?
Madre, ¡detén la ondada de la muerte!
Y más largo y más hondo que el rugido
que produjo, al vaciarse, la espantosa avenida,
se escuchó el alarido
que lanzó la ciudad, estremecida…
No causa tanto daño la tormenta,
cuando azota implacable,
como causó la cólera sangrienta
del lurte formidable.
Dondequiera el lamento, dondequiera el estrago…
“ubique pavor, et plurima mortis imago”…
Y, por ninguna parte, las manos amorosas,
que regaban milagros, como lluvia de rosas…
¡Cómo no has de llorar llanto de mares,
ciudad de los destinos,
si lloran, en la cumbre, tus pinares,
si lloran, en la hondura, tus caminos…!
Pero olvida un instante tus pesares;
deja tu llanto, y ven: bajemos a la ermita.
¡Mira! ¡Sobre las ruinas y la escoria,
se ha quedado tu dulce Virgencita,
y la torre del templo, para cantar su gloria!
Aparta los escombros, y mira tu tesoro;
mira ese dulce rostro que olvidaste,
¡y dile a todo el mundo que encontraste
aquella veta espléndida de oro
que cuatro siglos, con amor, buscaste!
Y la ciudad en medio de todos sus dolores,
tuvo un sueño de audacia y maravilla:
llevar el bloque inmenso de la pared de arcilla,
para alzarlo en un trono de esplendores.
Y allá va, por el piélago cubierto
del fango de la muerte, y por el fango avanza:
¡Es Israel que va por el desierto,
y que conduce el Arca de la Alianza…!
Ya está la Virgen pura
sonriendo a su ciudad desde la altura.
Y es su ciudad el trono de esplendores,
que quiso conquistar con sus favores
y el divino fulgor de su hermosura.
Pero en sus sienes bellas,
donde tiemblan las gotas de luz de las estrellas,
falta el sol encendido
del amor de su pueblo agradecido.
Porque el artista y Dios, una mañana,
la hicieron Reina, Reina soberana.
Y ahora, Tlalpujahua, ponte en pie, reverente,
levanta las dos manos a María
¡y que todos sus oros se vuelvan pedrería
sobre la albura intacta de su frente!
Y después, junta en una todas tus notas vivas:
las voces de cristal de tus mañanas,
el rubor de tus pinos y tus aguas furtivas,
el son de tus campanas,
el cantar de oro y plata de tus minas
y el grito de Rayón en tus colinas.
¡Y entonces, toda entera, en tu grandeza,
en nombre de tus vivos y tus muertos,
saluda a tu Princesa,
y cae ante la anchura de sus brazos abiertos…!

Poesía

Amigo Mío

Permite que te tome de la mano,
que vaya caminando junto a ti,
que sienta yo la fuerza de tu mano,
que palpe tu existencia en mi vivir.

Dejadme junto a ti yo te lo ruego,
no importa la distancia a donde vas,
extiende la mano que es consuelo,
segura a la meta he de llegar.

Así caminaré mi fiel amigo
buscando me acompañes al final,
mi paso ya cansado del camino,
tu mano para siempre he de buscar.

I S J.

¿Qué Busco?

¿Qué busco? Me pregunto, ¿Qué deseo tener?
No entiendo, nada tengo, sólo tengo mi ser.
¿Qué desea mi alma que no logro saber?
No hay cosa que me agrade, no lo puedo creer.

Ya mucho he caminado, de todo conocí
y sigo tan vacía, que no sé qué decir.
Mi alma se acongoja, pregunto: ¿Qué es vivir?
Y sola me contesto: vivir para morir.

No siento en la respuesta la firme convicción,
la duda me molesta, no tengo la razón,
yo siento desconfianza, ¿Qué he hecho en mi existir?
Mis manos tan vacías hoy eso me hace sufrir.

Quizá si en este tiempo hallara al hacedor,
pidiera otro tiempo, para darme en amor,
para estar de rodillas, para pedir perdón
y en ese nuevo tiempo… vivir en oración.

I S J.

A mi Hija Rosa María

Quien pudiera llegar hasta tu alma
y descubrir lo que tu mente anida
para sentir lo que sientes, y con calma
ayudarte a sufrir, ayudarte en tu vida.

Quién pudiera orientar todos tus pasos
y de la mano servirte como un guía.
Quién pudiera encontrar lo que tú buscas
para entregarlo como ofrenda mía.

Si yo pudiera llenar esos ocasos,
si yo pudiera llenar esos vacíos,
mas me siento morir cuando me mira
porque veo tu sufrir en tus ojazos
porque veo tu morir en tus pupilas.

I S J.

El Tiempo

La espina que tenía clavada
el tiempo ya la sacó,
pero ha quedado el dolor
que dejó aquella pasión
y que el tiempo no se llevó.

Pasión que ardió en el corazón
de dos enamorados y que el
destino apartó, aunque se
siguen amando con toda su
devoción.

Amor que perdurará
por toda la eternidad,
aunque el tiempo halla acabado,
el de ellos seguirá.

J B

La Fuerza Brutal

Las olas impetuosas
parecen enojadas
y con un gran estruendo,
se adentran en las playas
destruyéndolo todo
y sembrando el terror.

Son momentos fatídicos,
llenos de un gran temor,
los que habitan sus casas
ahí en derredor,
ven como el viento
sin tener compasión,
derriba sus hogares
con un fuerte estertor.

Con pánico y zozobra
vagan ya desolados,
buscando proteger
a sus hijos amados.

Naturaleza cruel,
estamos tan inermes,
nos ves ya derrotados,
nos ves languideciendo
y, ¿no te importa nada
el que estemos muriendo?

Furia de mar abierto;
te falta un corazón
para tener al menos,
del débil, compasión.

Las olas impetuosas
parecen enojadas
y con un gran estruendo
se adentran en las playas
destrozándolo todo
y sembrando el terror.

Cuidemos nuestros entornos;
no tiremos la basura
en donde no deberíamos
a los ríos no arrojemos
jamás las aguas podridas

Nunca lancemos al aire
partículas, pesticidas,
no talemos nuestros bosques
en forma tan desmedida,
y así habremos logrado
recomenzar nuestras vidas
habitando un mundo nuevo
donde se aprecie la vida.

J. E R B.

Mi Gran y Querida Bandera

¡Qué bonita bandera tenemos los mexicanos!
Con ella nos identificamos como hermanos,
a la cual todos los días la veneramos y honramos,
y por ser parte de ella, la cuidamos y salvaguardamos.

Sus tres bellos colores motivan a los mexicanos,
a cada día ser mejores ciudadanos,
a los jóvenes y niños, a superarse y a estudiar,
y a los adultos y empresarios a ponerse a trabajar.

Esa águila devorando a la serpiente,
me recuerda ¡que debo ser valiente!,
que los mexicanos tenemos qué salir adelante,
por amor a nuestra tierra, nuestro México, nuestra gente.

¡Qué orgullo ver a mi bandera ondear por los aires!,
donde abajo quedó la delincuencia y los fraudes,
¡Vuela muy alto bandera mía!,
que mi sueño es verte crecer a ti y a México día a día.

Verte a ti, bandera mía, ondear en los países extranjeros,
me hace pensar que nos olvidaremos de los malos acuerdos,
que vamos con ella de la mano hacia la prosperidad,
y no al de los peligros, la pobreza y la maldad.

Yo siempre de ti, mi querida bandera, estaré orgulloso,
ya que para mí, tú eres lo más hermoso,
me despido diciéndote que siempre te voy a respetar,
y como buen hijo que quiere a su madre, siempre te voy a amar.

G T R R


Eres Tú lo que Más Quiero

Hoy me he enamorado,
de una persona de la cual nunca lo había imaginado,
porque con su forma de ser me ha cautivado,
y porque ella siempre está a mi lado.

Ella es una niña muy especial,
por su hermosa sonrisa angelical,
ella es mi chica ideal,
porque nadie ni nada ante el mundo es igual.

Tus dos hermosos ojitos,
son como dos pequeños pero hermosos luceritos,
que son complemento de una obra de arte,
como las que pintaba Javier Eduarte.

Tú angelical y esplendorosa sonrisa,
es un arte, como la Mona Lisa,
y tus hermosos y sedosos cabellos,
son como tus suaves dedos.

Tú eres tan preciosa,
y tu nombres es sinónimo de belleza,
sin duda alguna eres una gran princesa,
por ser una tan excelsa.

Nunca vayas a cambiar,
porque solamente contigo quiero estar,
eres todo lo que yo deseo,
y también todo lo que más quiero.

G T R R
13 años de edad


Ven con el Alma y Corazón Desnudos…
al Excmo. Sr. Suárez en su Venida

Ven con el alma y corazón desnudos
como el pequeño que nació sin nada
buscando los cuidados maternales
con llantos y pavor dentro del alma.

Ven con el corazón arrodillado
ante la fuente de la gracia,
totalmente atenido a los auxilios
de Aquel que es la Palabra…

Después de muchos años hemos visto
por qué nuestra desgracia:
Hemos confiado solo en nuestras fuerzas,
en nuestra pequeñez ciega y opaca.
Quiso el barbecho dar mucha cosecha
sin las lluvias fecundas y tempranas.

Somos unos pollinos que llevamos
nuestras ánforas llenas de Agua
para dar de beber a los sedientos,
pero nosotros no bebemos nada.

Somos de aquellos que Jesús decía:
“Hagan lo que ellos dicen,
mas no lo que ellos hagan”.
Estamos muy cansados de “maestros”.
Los cetros y los tronos no nos dicen nada.
¡Qué urgente es convertir nuestros abrojos
en azucenas y sedeñas dalias!

En mil sonrisas de mazorcas
nuestras parcelas áridas.

En anuncio sublime de su Verbo
la muda lobreguez de nuestras almas.
Necesitamos tus divinas manos
para que cures nuestras viejas llagas.
Necesitamos un ejemplo
de verdadero amor,
un contagio de paz y confianza,
una mano de amigo en nuestras penas
y hasta en nuestras caídas y desgracias,
un corazón de padre compasivo,
un hermano mayor con tino y gracia
que nos ponga los ojos en Jesús
con el poder de toda la esperanza.

Así cultivaremos con la vida
la siembra más feliz de la Palabra
y llevaremos santamente alegres
contigo nuestra cruz en las espaldas…

Ven con el corazón arrodillado
ante la fuente de la gracia…

Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón

La Candelaria

¡Ah! Tiempos de mi niñez
cuando era dos de febrero,
ocasión para estrenar
vestido y zapatos nuevos.

Subir a todos los juegos
en una y otra ocasión,
aunque luego nos tumbara
el mareo y la indigestión.

Haber ahorrado en el año
nos permitía disfrutar
un hot cake, churros y papas
o un perro sin vacunar.

El corazón de la gente
latía fuerte sin para
y los árboles bailaban
al compás de nuestro andar.

El tiempo sin descansar
nos llevó a la adolescencia,
la fiesta era otro cantar,
era tiempo de ligar
checando la concurrencia.

¡Qué tiempos aquellos tiempos!
de candidez y emoción
donde una simple mirada
volvía loco al corazón.

Y guardando las miradas
que atrapaba en cada esquina
del brazo nos atrapaban
con bastón de serpentina
que en sus colores buscaba
le mirara en cada esquina.

Hoy en plena madurez
casi pasa inadvertida,
mucha gente ya no ves,
ya no le atrae la venida.

El centro se siente solo,
pareciera estar dormido,
tan solo entrada la noche
a lo lejos se oye ruido.

A veces bandas de viento
o grupos de no sé que,
pero mi jardín no late
tan jocoso como ayer.

Y no quiero ni pensar
que esa algarabía soñada,
sólo se pueda lograr
cuando en aras de ganar,
los vicios te vuelvan nada.

¡aaaay tiempos!, ¡tan bellos
tiempos!,
¿cómo hacerlos regresar?
Tal vez cantando canciones
que los hagan despertar
o que el grupo de escritores
del brazo de sus lectores
rujan fuerte, como el mar.

M J L

sábado, 1 de febrero de 2014

Algo mío

Salvatierra Mía

¡Ay! Salvatierra mía,
tierra de mis amores,
le doy gracias al cielo
porque en este suelo
un día yo nací.

Para vivir gozando
tantas cosas bellas
que sólo hay en ti.

Quienes aquí vivimos,
todos te veneramos,
lo mismo los paisanos
que lejos se encuentran
soñando en volver.

Cada dos de febrero,
día de la candelaria,,
luces, traje de fiesta,
alegre y risueña,
llena de esplendor.

Igual que tus mujeres
donde “Dios” pusiera
toda la grandeza
de su inspiración.

Tienes templos hermosos
y tu jardín grandioso,
tu puente de Batanes
tan lleno de historia
nobleza y valor.

Tú Lerma majestuoso
que cual un coloso
canta triunfador.

Tienes, tierra querida
como tu fiel patrona,
la madre soberana
siempre venerada,
Virgen de la Luz.

La que cuida con celo
tus hijos, tu suelo,
tu dulce quietud.

Lindas son tus colonias,
como La Guanajuato,
lo mismo La Angostura,
San Buenaventura
y Álvaro Obregón.

También Santo Domingo,
División del Norte,
Y el incomparable
barrio de San Juan.

Por eso le canto
al raro encanto
que guardas Tú.

A tu sol, tu campo,
tu río, tus calles,
tu cielo azul.

Por algo te llaman
el Paraíso
de la región.

Salvatierra mía
te entrego mi vida
con esta canción.

Letra y Música:
Mario Carreño

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