Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

domingo, 2 de febrero de 2014

Historia

Historia y Evolución de Salvatierra

La Vida Colonial Salvaterrense, 1644-1810 (continuación)

Escandaloso Litigio por la Hacienda de Santo Tomás entre Órdenes Religiosas en Salvatierra
(Agustinos vs. Franciscanos)

…continúa del número anterior

Tan crecida era ya la deuda con D. Antonio Esquivel y Vargas, que éste para recuperar su dinero llegó a la necesidad de embargar el total de las cosechas que producía la hacienda de Santo Tomás. Para llegar a un arreglo, el Provincial de la Cueva entregó a Esquivel y Vargas la hacienda de Santo Tomás, con la obligación de este último de devolver o retrovender la hacienda al Convento de Celaya, en cuanto los religiosos le pagaran el adeudo dentro de un plazo de cinco años. Este arreglo no fué aceptado por los Religiosos Agustinos del Convento de Celaya, en virtud de que no reconocían al Padre de la Cueva como Provincial, ya que en dicho convento existía igual número de religiosos mexicanos y españoles. El asunto se complicó aún más por las reclamaciones que hacía el Convento Agustino de Yuriria por un préstamo hecho por Esquivel y Vargas al Prior de dicho convento Fray Juan Luviano y que este había garantizado con un lote de plata labrada propiedad de la sacristía de dicho convento.

El 25 de marzo de 1707, cuando ya habían corrido los cinco años de plazo para que los Religiosos Agustinos del Convento de Celaya recuperaron la Hacienda de Santo Tomás. Don Antonio Esquivel y Vargas otorgó en Salvatierra su testamento en el que donaba y dejaba gratuita y piadosamente, para siempre jamás, su hacienda de Santo Tomás, con todos aperos y pertrechos y todo lo que en cuanto a derecho de tocaba y poseía al Convento de Nuestro Seráfico Padre San Francisco de la Ciudad de Salvatierra. Dicha donación sería destinada por los Religiosos Franciscanos para fundar en su convento un Colegio de Estudios Mayores para el lustre y bien de los hijos de esta Ciudad, en la misma forma, cláusulas y privilegios de los que la misma Orden tenía en Celaya, así como la fundación del Colegio de Estudios Menores de Gramática. Ya fallecido D. Antonio Esquivel y Vargas y previos trámites y consultas necesarias, el Convento de San Francisco de Salvatierra admitió la donación, bajo protesta de no vulnerar las reglas de sus constituciones.

Sus albaceas y herederos vendieron a Don Rodrigo Álvarez Sobrino la hacienda de Santo Tomás para obtener y destinar los recursos necesarios para dar cumplimiento a la voluntad del testador. La respuesta no se hizo esperar, los Agustinos de los conventos de Celaya y Yuriria demandaron al Convento Franciscano de Salvatierra y a los herederos y albaceas de Esquivel y Vargas, desconociendo el arreglo y convenio que éste tuvo con el Provincial de la Cueva, a quien incluso llamaron provincial intruso. Tan escandaloso litigio produjo entre los habitantes de Salvatierra serias desavenciencias al dividirlos en bandos que estaba de acuerdo con alguna de las partes. El pleito llegó y se resolvió en los tribunales de España, los más perjudicados fueron los Religiosos Franciscanos que quedaron muy adeudados con Álvarez Sobrino y con los Religiosos Agustinos del Convento de Celaya, y no llegaron a percibir las rentas de la antigua Capellanía fundada por Joao de Illanes. El fundamento de la sentencia del tribunal se sustentó al considerar este que la propiedad de la hacienda era del Convento de Celaya y no de la Provincia Agustiniana, por lo que dejaba sin efecto el convenio entre D. Antonio Esquivel y Vargas y el Provincial Fray Juan de la Cueva.

La hacienda de Santo Tomás siguió perteneciendo a los Agustinos hasta el año de 1856, en el que la tuvieron qué vender con motivo de la Ley de Desamortización de los Bienes en poder de Asociaciones Religiosas y Civiles (Ley Lerdo) a Don Manuel Godoy en la cantidad de 56 750 pesos.

Las primeras construcciones de la hacienda se remontan al año de 1604. Fué hasta 1696 cuando los naturales solicitaron tierras a las Autoridades y Justicias de Salvatierra en lo que había sido el antiguo pueblo de Huatzindeo, a lo que se opuso el Convento Agustino de Celaya. Para poner fin a esta contradicción, los naturales solicitaron las tierras ubicadas en las laderas del cerro de Tetillas, lugar al que llamaron Nuevo Huatzindeo o Huatzindeo de Arriba en lo que había sido la antigua labor de Antonio Ramos, hoy pueblo de Santo Tomás.

La Guerra de Independencia 1810-1821

El Periodo Insurgente de la Guerra en Salvatierra (1810-1815)

Las regiones del Bajío y los Valles Abajeños en este periodo insurgente de la Guerra de Independencia, fueron las más afectadas, no sólo porque aquí surgió la lucha armada, sino porque siendo regiones prósperas y ricas, se pudieron sostener ante las innumerables guerrillas que hostilizaron sin cesar a las guarniciones del gobierno virreinal y a los convoyes realistas. Se puede afirmar que en el empuje primero y extenso de Hidalgo, Salvatierra no sufrió grandes daños, los principales caudillos de la insurrección estuvieron aquí sólo de paso, pues tenían por meta las grandes ciudades, por su importancia y para mantener al numeroso e indisciplinado ejército que llevaban.

Los insurgentes de Hidalgo procedentes de Jaral, después de haber descansado en la hacienda de San Nicolás de los Agustinos, ocuparon la ciudad de Salvatierra por la tarde del viernes 12 de octubre de 1810, por tal motivo, huyeron algunos españoles, habiendo antes escondido sus valores y pertenencias en el convento de Capuchinas. Al día siguiente, salieron las huestes del iniciador de la Independencia a Valladolid.

Existen versiones de algunos historiadores que afirman que Hidalgo no estuvo en Salvatierra, los que estuvieron y se alojaron aquí fueron algunos jefes insurgentes, el Padre de la Patria se fué de paso. Otros, no mencionan ni siquiera a la ciudad en la ruta del libertador. Al respecto, existe documentación en autos del Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, en donde el comisario de este tribunal en Salvatierra y capellán del convento de Capuchinas, Pbro. Sebastián Benito de la Fuente y Vidal, acusó al caudillo de traer en su compañía a su amasia apodada Natera, con quien habría llegado a Salvatierra y la había hecho hospedar en la casa del Dr. Mariano Servín de la Mora, mientras él pernoctaba en el mesón de la Luz.

Todo hace suponer que estas acusaciones tuvieron repercusiones en el juicio que le siguió este tribunal al Padre de la Patria, pues para el año de 1811, el Pbro. De la Fuente y Vidal avisó al tribunal que se encontraba radicado en la ciudad de Querétaro, por la gran cantidad de insurgentes que pasaban por Salvatierra procedentes de Acámbaro y Valladolid, y dijo temer por su vida.

Fueron cuatro los salvaterrenses que en estas primeras acciones se incorporaron a la lucha armada: el brigadier Miguel Sánchez, el capitán Ignacio Centeno, don Miguel Borja y el Pbro. Mariano Abad y Cuadra. El nombre del insurgente Miguel Sánchez es casi desconocido, no obstante que fué uno de los primeros que se levantó en armas por la Independencia, y contribuyó a que ésta se propagase en la región que comprende los estados de México, Querétaro e Hidalgo.

Sánchez era oriundo del pueblo de San Nicolás de los Agustinos, en donde habría nacido en el último tercio del siglo XVIII, con el tiempo, se fué a radicar como labrador acomodado en la jurisdicción de Ixmiquilpan, dedicándose después al comercio en toda la región del valle por donde corre el río Moctezuma, extendiendo sus actividades hasta la Huasteca, Querétaro, Huichapan, y otros puntos de la comarca del río Lerma. En estas correrías, el Lic. Altamirano y otros conspiradores de Querétaro, le dieron algunas veces el encargo de que llevase cartas a Hidalgo, Allende y Aldama, lo que le hizo enterarse de los trabajos de los conspiradores, secundando la causa con entusiasmo.

Iniciada la revolución, recibió de Hidalgo, a quien se presentó en Celaya, el nombramiento de brigadier y lo mandó a insurreccionar las regiones de Huichapan Querétaro. La primera acción de Sánchez fué dirigirse a su pueblo natal de San Nicolás de los Agustinos, donde reunió y levantó a la peonada del pueblo y sus inmediaciones, con ellos y otros refuerzos que se le agregaron en el camino: tomó Huichapan y San Juan del Río; se apoderó y apresó al alcalde de corte Collado, que había ido a formar causa en contra de los conspiradores, obligándolo a decretar la libertad de la Corregidora; y amagó a la ciudad de Querétaro, que no pudo tomar, al ser rechazado por el comandante García Rebollo el 30 de octubre de 1810.

Ante la proximidad de Calleja, se internó en las serranías. Por diferencias con los Villagrán (Julián y Chito), fué asesinado por éstos en Alfajayucan, Hgo. a finales de noviembre de 1810.

El salvaterrense Ignacio Centeno, se incorporó a las filas del ejército insurgente de Hidalgo en esta ciudad, obtuvo el grado de capitán al levantar en armas a los peones de la hacienda de San José del Carmen. Hecho prisionero, fué enviado a México, donde fué ahorcado el 1 de febrero de 1811. El salvaterrense don Miguel Borja, se incorporó a las fuerzas del “Amo Torres” en 1811, en el sitio del fuerte de Los Remedios. Cayó prisionero en San Miguel el Grande, se le condenó a muerte, pero fué indultado. Se reincorporó a la lucha en el Plan de Iguala, estuvo en la cruenta batalla de Atzcapotzalco a las órdenes de Bustamante. Murió en 1824.

Otro salvaterrense que se incorporó a la lucha de Independencia en estos primeros momentos fué el Pbro. Mariano Abad y Cuadra, oriundo de esta ciudad. Se encontraba radicado en la ciudad de Valladolid, cuando Hidalgo entró en ella, abrazó la causa insurgente participando en las batallas del Cerro de las Cruces y en la de Aculco (1810), fué hecho prisionero en esta última, y confinado en la prisión de San Juan de Ulúa, donde murió en 1818. No iba a suceder lo mismo después, arrestados y fusilados los principales caudillos, aparecieron los guerrilleros que escogieron más bien las ciudades pequeñas como base de operaciones, en las que pudieran pasar más inadvertidos, para desde allí, atacar los puntos vulnerables y cortar las comunicaciones. Estas partidas insurgentes, batidas en un punto, se rehacían y establecían en otro; éste fué el caso de Salvatierra.

El teniente coronel realista Fernando Romero Martínez, de las tropas de Querétaro, con cien infantes del Regimiento de la Nueva España, setenta caballos, dos cañones y dieciséis artilleros, desbarató una partida de insurgentes en la hacienda de San José del Carmen. El temido insurgente Albino García, inundó el Valle de Santiago y las inmediaciones de Salvatierra de junio a septiembre de 1811, abriendo los canales de las acequias y excavando zanjas camufladas para impedir el paso de la artillería. Por su parte, en ese tiempo el jefe realista José de la Cruz informaba a Calleja que el guerrillero, se hallaba en Salvatierra con 3,000 hombres y dos cañones. En agosto de ese mismo año, el jefe realista Linares enviado por Trujillo a Cuitzeo, de regreso a Guanajuato batía al insurrecto Rafael Ruiz en las inmediaciones de la ciudad.

Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López

La Epopeya y la Leyenda
El Otro Rostro de la Historia
por: Jorge Ojeda Guevara

Libertar a una Patria
Sed de Justicia... (continuación)

Una de las columnas la comandaba Calleja, penetró la ciudad por el camino a Santa Ana hasta La Valenciana. El donde de la Cadena tomó camino hacia la Hierbabuena, sin tropezarse con grupo defensor ninguno. Los insurgentes asentaron en el cerro del Cuarto un cañón que bautizaron como “Defensor de América”, desde donde se dieron gusto disparando a las posiciones realistas. Ese cañón vivió poco, pues fué silenciado por la poderosa artillería enemiga, con lo que el terreno quedaba llano por donde los soldados avanzaron por varias direcciones como el de La Valenciana, rumbo a la Alhóndiga. Mediaba el día 25 de septiembre del imposible de olvidar 1810.

Al mirar aquello, los jefes insurgentes ordenaron abandonar la ciudad cuando se escuchaba el sonar de dos campanadas indicando la joven tarde. Así, los realistas avanzaron casi sin oposición. Pero, ante la confianza desplegada por las tropas virreinales, los insurgentes decidieron vengarse, aunque con inocentes, desatándose los diablos en las trojes de la Alhóndiga con una terrible carnicería contra 250 españoles, presos en ese edificio. Conocedor de estos hecho, Calleja ordenó a Flon fuera más severo, quien obediente, replicó con la fatal “degollina general”, violentando incluso las fincas de los lugareños para cumplimentar semejante atrocidad. En eso estaban, en el atrio del templo de San Diego, cuando apareció por ahí Fray José María Belaunzarán, reclamando airadamente al Conde de la Cadena, exigiéndole que “…en nombre de Dios parara aquel río de sangre.”

“Ciertamente cesó… momentáneamente, porque la idea ya como obsesión, era cobrar… aunque fuera con sangre inocente, venganza por la toma de la Alhóndiga de Granaditas, y mandar así recado de escarmiento, pues esas ejecuciones sumarias y crueles los hispanos no las cuestionaban ‘por estar en situación de guerra, ni requerir justificación superior de causa’.”

Los funcionario nombrados por Hidalgo fueron apresados de inmediato, y otros por delación fueron declarados culpables de ser independentistas. Para mejor ejemplificar su advertencia, Calleja ordenó levantar horcas en las plazas de Guanajuato: de la Alhóndiga, el Baratillo, El Ropero, La Compañía, San Fernando, Mexiamora, San Juan, San Roque, San Diego y más, donde colgaría a lugareños distinguidos. Solo en la plaza principal conocieron la horca 27 personas comunes. El zaguán trasero de la Alhóndiga tiñó de sangre su silente testimonio con tenebrosos multitudinarios fusilamientos.

No satisfecho con ello, Calleja envió tajantes mandatos a los frailes de la ciudad y la comarca, para que en todo acto religioso se lanzara advertencia a participantes o simpatizadores con la causa independentista. Apaciguada la sed oficial en la ciudad, y andando el 10 de diciembre de 1810, jefes y militares partieron a las villas de Silao y León, donde extendió nombramiento de subdelegado político a Manuel José Gutiérrez de la Concha, que ejerció cargo y poder hasta su deceso a consecuencia de un ataque guerrillero del imbatible salmantino Pedro García, en febrero 8 de 1811.
De guerrilleros y guerrillas

Una manera de avanzar una guerra, son las guerrillas, que usualmente se hilvanan por regiones, con gente que además de congeniar la causa, aparezca como profunda conocedora del rumbo, que le permita tiempo y espacio para atacar y huir, sin que el enemigo pueda ni rastrear sus pasos. Fué el modo de lucha por la independencia mexicana que enseguida a las acciones de Hidalgo, Allende y Aldama se ejerció. La guerra de guerrillas tuvo episodios dramáticos, triunfantes y heroicos por casi todo el suelo mexicano, en particular con Morelos, en los estados de Oaxaca, Michoacán, Guerrero, Puebla y el hoy llamado Morelos. Guanajuato brotó a gran puñado de casi imbatibles guerrilleros, que abrazados de cotidiana temeridad, cabalgaron muchos, como héroes anónimos, aunque de otros sí se conoce con suficiencia de sus hazañas…

Constancia en documentos hay, que en su paso por Salamanca hacia la toma de la Alhóndiga, Miguel Hidalgo, hizo especial encomienda a varios para tomar armas, señalando en particular a Albino García, mentado por el rumbo como “El Manco”, a Andrés Delgado (a) “El Giro”, a Tomasa Estevas y al padre “Garcilita”, para que guerrilla en mano mantuvieran en perpetuo jaque las armas realistas de Liñan e Iturbide, aquel oriundo de Valladolid… Así lo hicieron, con diligencia tal, que puede sostenerse que parte del éxito final en esa latitud se abonó sin duda a la tozuda persistencia guerrillera independentista de estos héroes emergidos del mero pueblo.

De un ayer para hoy, todo el territorio guanajuatense se vislumbró sembrado de una confrontación, andando la baja intensidad por la libertad. Hubo escaramuzas y combates en lugares distantes del centro como Xichú y San Luis de la Paz. Por los potreros de San Felipe, una tercia de consanguíneos apellidados Ortiz, aunque mentados popularmente como “Los Pachones”, también pusieron en aprietos a los monárquicos. Igualmente, con armas en mano amanecían y pernoctaban los habitantes de León, San Miguel el Grande, Manuel Doblado, San Francisco, Yuriria, Acámbaro, Valle, Salamanca, Santa Cruz, Celaya y prácticamente como un clamor, todos los poblados grandes, medianos y menores…

“El militar más feroz de los realistas, después de Calleja, fué Agustín de Iturbide, que teniendo asiento en Irapuato marcharía tras los pasos el Insurgente José María Liceaga, responsable del persistente guardado del fuerte en una de las islas de Yuriria, refriega que se prolongó hasta medio año en que el militar hispano venció y puso en retirada a los mexicanos… ello, cuando corría noviembre primero de 1812. Los prisioneros caídos que en esas refriegas cargaron sentencia sumaria y paredón, sumaron casi 200. Entre los fusilados con premura estaba fray Mariano Ramírez, Tomás Moreno, José María de la Cruz, Felipe Amador y un británico aventurero a quien nombraban Nelson”.

En los llanos del territorio llamado Cuerámaro, estaba alzado el lugareño Pedro García, que por vasto tiempo mantuvo ocupadas y preocupadas las tropas callejistas, hasta que su por de derrota y paredón el 25 de noviembre de 1814, por un tal Ángel Linares, capitán realista. Otro insurgente de la misma comarca fué el querido cura Torres, que se confrontó en desventaja con Iturbide, saliendo perdedor de la refriega. Huyeron fraile y camaradas del lugar rumbo a Yuriria donde prendió fuego al convento de ese lugar para que los invasores no pudieran ya guarnecerse entre sus pétreos muros; para mala fortuna el ígneo elemento además de ahuyentar a los realistas, también feneció a considerable número de obras de arte. Del cura, no se volvió a saber más…

“Salvatierra, fué también escenario de memorable batalla, ésta en el añejo Puente de Batanes donde chocaron Agustín de Iturbide y la gente de Ramón López Rayón. Venció finalmente aquel, aunque habiendo olvidado el español que era viernes santo, se echó encima el repudio popular tanto de salvaterrenses como de los gachupines devotos… Una placa al flanco del puente rememora tal hecho”.


Tomado del Libro: “La Epopeya y la Leyenda, el Otro Rostro de la Historia”
de Jorge Ojeda Guevara

Aztlán: Origen y Destino
España, Madre Patria o Patria Maldita (conclusión)

Hoy el control está dado y está en manos de la “Agencia Especial del Salario Mínimo”, con mejores resultados para el gobierno mexicano para la misma Iglesia Católica. Esta “agencia” ha sido capaz de mantener a casi cien millones, de los 105 millones que somos, con una sepereducación de dos años de kinder, seis de primaria y uno de secundaria, esto es, plastilina aprobada, silabario y aritmética avanzada y primer curso especializado de vicios y drogas. Con esta supereducación ya son capaces nuestros ciudadanos de contar los días de trabajo de la semana y poder conocer los 50 pesos diarios de salario que se ganan después de un duro día de trabajo.

Esta educación es más que suficiente para ser un buen cristiano y para ser un ciudadano ejemplar, de esos que no se meten en problemas, que nunca faltan al trabajo, que no discuten las ordenes, que nunca reclaman nada y que después de 30 años de rutinario trabajo, el IMSS los premia con una pensión y ya sin trabajar, sólo por su dedicación al trabajo y por la buena voluntad del IMSS, se les otorga una asignación de 30 pesos diarios para vivir: 10 pesos diarios para comer, 5 pesos para mantenimiento de la casa que le otorgó el INFONAVIT, 5 pesos para transportes, 5 pesos para vestuario y todavía le sobran 5 pesos diarios para recreación: Disneylandia, Cancún, Reino Aventura, Las Hadas, Las Vegas, Tierra Santa, donde quiera, don él sueñe y quiera ¿En qué parte del mundo hay empresas tan noble con sus trabajadores? No se trate de un burócrata del IMSS, que lo jubilan con 150% de su salario, el cual de por sí ya es alto y no se puede comparar con el salario mínimo del obrero común. Además, tienen tiendas de descuento para ropa y alimentos, disfrutan paquetes vacacionales especiales, que casi sólo ocupan querer ir.

Que bueno que nuestros burócratas tengan tan buenas prestaciones, pero no hay que ser abusivos, ni cínicos: hay que emparejar las pensiones y los salarios de los obreros con los salarios de los empleados de IMSS, no podemos olvidar que son los trabajadores quienes pagan y pensionan a los burócratas al fin de cuentas. Así como el petróleo es de todos, México es de todos los mexicanos; no solo de los burócratas. Barco tras barco, indígena tras indígena, como hormigas siendo usados para saquear su propia tierra, los cargaban de riquezas para ser llevados a España la Maldita, y la Maldita Patria, tenía prohibido toda clase de desarrollo dentro de nuestro país, desde instalar fábricas, acuñar monedas, etcétera, hasta comprar productos a otros países, aunque estos estuvieran más baratos y fueran de mejor clase y calidad.

También se nos esclavizó en las encomiendas, en las que a un español le era entregado un grupo de indígenas para que le trabajaran en actividades agrícolas, a cambio de alimentarlos y evangelizarlos. Quisiera saber si alguno de los españoles que vinieron estaba evangelizado, yo lo dudo mucho, no se diga de las primeras embarcaciones en que vaciaron las cárceles de España, obligando a los prisioneros a embarcarse en un viaje a lo desconocido. El español, representante fiel de la Maldita, explotó al indígena hasta la muerte, mal alimentándolo y sometiéndolo a jornadas extenuantes, por lo que pronto perecían. Los muertos no importaban, tan pronto se morían, eran reportados y al instante repuestos como cualquier objeto o mercancía. Ni siquiera existía un límite para estas reposiciones.

Cuando se inició el tráfico de esclavos negros a México, se empezaron a traer porque ya casi habían exterminado a los indígenas mexicanos y se ocupaba mano de obra en abundancia y estos no les costaban. Considerando que los esclavos negros eran más resistentes y mas fuertes que los indígenas, se les dió preferencia para muchos trabajos como: la minería, los obrajes y los ingenios. Una vez que aprendieron, los esclavos negros, fueron usados como capataces para manejar y someter a los indígenas. Así, el esclavo negro, con el poder en la mano concedido por los hijos de la Maldita, imitando a su amo, dió un trato brutal y salvaje a los indígenas. El salvaje se hizo más salvaje o el salvaje sólo dejó aflorar sus instintos. En ese tiempo había un dicho que se manejaba en la Nueva España: “Un negro puede hacer dar vueltas con un dedo a doce indios”.

Pronto, los esclavos negros, que ya no eran esclavos, aprendieron la brutalidad española y desquitaron todos sus viejos rencores contra la población indígena mexicana. Posteriormente, muchos esclavos negros fueron enlistados en el ejército español y si al final de una batalla, donde se les mandaba al frente, conseguían salir con vida, se les concedía su libertad, se les proporcionaban tierras para trabajar por su cuenta y se les hacía una encomienda de indígenas.

Que maldita la Maldita, hasta qué punto llevó al indígena mexicano, a terminar siendo esclavos de los esclavos, ésta es la más grande maldición que puede sufrir un pueblo y esta maldición es la que permitió, propició y favoreció la maldita patria de España.

España Patria Maldita

Los recibimos en Veracruz
a aquellos blancos bardados,
se les recibió a toda madre
y ellos nos hicieron esclavos.

¿Hermanos de Quetzalcóatl?
que anunciaron los toltecas,
llegaron partiendo madres
a gente y a reyes Aztecas.

Nos cambiaron baratijas,
por oro y plata labrados,
la ambición la traían de a madre
pronto todo nos saquearon.

De mil formas trataron
acabar la población.
Pueden ver ¡Qué poca madre!
Fué peligro de extinción.

De treinta millones de indios
quedó menos de un millón,
quedó, quedó pura madre.
¿y la evangelización?

Explorar y conquistar,
era la causa bendita;
pero el saqueo y la barbarie
fué el tenor de la patria Maldita.

Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán

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