EL ÁGUILA, LA CORNEJA
Y LA TORTUGA
A una tortuga una águila arrebata:
la ladrona se apura y desbarata
por hacerla pedazos.,
ya que no con la garra, a picotazos.
Viéndola una corneja en tal faena,
le dice. "En vano tomas tanta pena:
¿No ves que es la tortuga, cuya casa
diente, cuerno ni pico la traspasa,
y si siente que llaman a su puerta,
se finge la dormida, sorda o muerta?"
"pues ¿qué he de hacer?"
"Remontarás tu vuelo,
y en mirándote allá cerca del cielo
la dejarás caer sobre un peñasco,
y se hará una tortilla el duro casco."
Él águila, porque diestra lo ejecuta,
y la corneja astuta,
por autora de aquella maravilla,
juntamente comieron la tortilla.
¿Qué podrá resistir a un poderoso,
guiado de un consejo malicioso?
De estos tales se aparta el que es prudente;
y así, por escaparse de esta gente,
las descendientes de la tal Tortuga,
a cuevas ignoradas hacen fuga.
EL PÁJARO HERIDO
DE UNA FLECHA
Un Pájaro inocente,
herido de una flecha
guarnecida de acero
y de plumas ligeras,
decía en su lenguaje
con amargas querellas:
"¡Oh crueles humanos!
más crueles que fieras,
con nuestras propias alas,
que la Naturaleza
nos dio, sin otras armas
para propia defensa,
forjáis el instrumento
de la desdicha nuestra,
haciendo que inocentes
prestemos la materia.
pero no, no es extraño
que así los bárbaros sean
aquellos que en su ruina
trabajan, y no cesan.
Los unos y otros fraguan
armas para la guerra,
y es dar contra sus vidas
Plumas para las flechas."
Y LA TORTUGA
A una tortuga una águila arrebata:
la ladrona se apura y desbarata
por hacerla pedazos.,
ya que no con la garra, a picotazos.
Viéndola una corneja en tal faena,
le dice. "En vano tomas tanta pena:
¿No ves que es la tortuga, cuya casa
diente, cuerno ni pico la traspasa,
y si siente que llaman a su puerta,
se finge la dormida, sorda o muerta?"
"pues ¿qué he de hacer?"
"Remontarás tu vuelo,
y en mirándote allá cerca del cielo
la dejarás caer sobre un peñasco,
y se hará una tortilla el duro casco."
Él águila, porque diestra lo ejecuta,
y la corneja astuta,
por autora de aquella maravilla,
juntamente comieron la tortilla.
¿Qué podrá resistir a un poderoso,
guiado de un consejo malicioso?
De estos tales se aparta el que es prudente;
y así, por escaparse de esta gente,
las descendientes de la tal Tortuga,
a cuevas ignoradas hacen fuga.
EL PÁJARO HERIDO
DE UNA FLECHA
Un Pájaro inocente,
herido de una flecha
guarnecida de acero
y de plumas ligeras,
decía en su lenguaje
con amargas querellas:
"¡Oh crueles humanos!
más crueles que fieras,
con nuestras propias alas,
que la Naturaleza
nos dio, sin otras armas
para propia defensa,
forjáis el instrumento
de la desdicha nuestra,
haciendo que inocentes
prestemos la materia.
pero no, no es extraño
que así los bárbaros sean
aquellos que en su ruina
trabajan, y no cesan.
Los unos y otros fraguan
armas para la guerra,
y es dar contra sus vidas
Plumas para las flechas."
EL LOBO Y LA CIGÜEÑA
Sin duda alguna que se hubiera ahogado
un Lobo con un hueso atragantado,
si a la sazón no pasa una Cigüeña.
El paciente la ve, hace la seña;
llega, y ejecutiva,
con su pico, jeringa primitiva,
cual diestro cirujano,
hizo la operación y quedó sano.
Su salario pedía,
pero el ingrato Lobo respondía:
¿Tu salario? Pues ¿qué más recompensa
que el no haberte causado leve ofensa,
y dejarte vivir para que cuentes
que pusiste tu vida entre mis dientes?"
Marchó por evitar una desdicha,
sin decir tus ni mus la susodicha.
Haz bien, dice el proverbio castellano,
Y no sepas a quién; pero es muy llano
que no tiene razón ni por asomo:
es menester saber a quién y cómo.
El ejemplo siguiente
nos hará esta verdad más evidente.
EL GORRIÓN Y LA LIEBRE
Un maldito Gorrión así decía
y una Liebre que una águila oprimía
"¿No eres tú tan ligera,
que si el perro te sigue en la carrera,
lo acarician y alaban como al cabo
acerque sus narices a tu rabo?
Pues empieza a correr, ¿qué te detiene?
De este modo la insulta, cuando viene
el diestro gavilán y lo arrebata.
El preso chilla, el prendedor lo mata;
y la Liebre exclamó: "Bien merecido,
"¿Quién te mandó insultar al afligido,
y a más, a más meterte a consejero,
no sabiendo mirar por ti primero?
EL ZAGAL Y LAS OVEJAS
Apacentando un joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
"¡Favor!, que viene el lobo, labradores."
Estos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a clamar, y temen la desgracia;
segunda vez los burla. ¡Linda gracia!
Pero ¿qué sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera;
entonces el Zagal se desgañita,
y por más que patea, llora y grita,
no se mueve la gente escarmentada,
y el lobo le devora la manada.
F. G. S.
Sin duda alguna que se hubiera ahogado
un Lobo con un hueso atragantado,
si a la sazón no pasa una Cigüeña.
El paciente la ve, hace la seña;
llega, y ejecutiva,
con su pico, jeringa primitiva,
cual diestro cirujano,
hizo la operación y quedó sano.
Su salario pedía,
pero el ingrato Lobo respondía:
¿Tu salario? Pues ¿qué más recompensa
que el no haberte causado leve ofensa,
y dejarte vivir para que cuentes
que pusiste tu vida entre mis dientes?"
Marchó por evitar una desdicha,
sin decir tus ni mus la susodicha.
Haz bien, dice el proverbio castellano,
Y no sepas a quién; pero es muy llano
que no tiene razón ni por asomo:
es menester saber a quién y cómo.
El ejemplo siguiente
nos hará esta verdad más evidente.
EL GORRIÓN Y LA LIEBRE
Un maldito Gorrión así decía
y una Liebre que una águila oprimía
"¿No eres tú tan ligera,
que si el perro te sigue en la carrera,
lo acarician y alaban como al cabo
acerque sus narices a tu rabo?
Pues empieza a correr, ¿qué te detiene?
De este modo la insulta, cuando viene
el diestro gavilán y lo arrebata.
El preso chilla, el prendedor lo mata;
y la Liebre exclamó: "Bien merecido,
"¿Quién te mandó insultar al afligido,
y a más, a más meterte a consejero,
no sabiendo mirar por ti primero?
EL ZAGAL Y LAS OVEJAS
Apacentando un joven su ganado,
gritó desde la cima de un collado:
"¡Favor!, que viene el lobo, labradores."
Estos, abandonando sus labores,
acuden prontamente,
y hallan que es una chanza solamente.
Vuelve a clamar, y temen la desgracia;
segunda vez los burla. ¡Linda gracia!
Pero ¿qué sucedió la vez tercera?
Que vino en realidad la hambrienta fiera;
entonces el Zagal se desgañita,
y por más que patea, llora y grita,
no se mueve la gente escarmentada,
y el lobo le devora la manada.
F. G. S.
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