Historia de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz
Hay acontecimientos básicos que señalan las etapas y son como soportes en la Historia de los pueblos. Hay hechos tan gloriosos, que una vez que se han ido, dejan tras sí una estela interminable y aun de muy lejos se percibe el perfume que dejaron. Hay recuerdos, que por sí solos pueden endulzar toda una vida. De éstos ha sido para Salvatierra el gran acontecimiento de la coronación de la Madre Santísima de la Luz. Han pasado ya muchos días, y no se habla otra cosa en todos los hogares. Parece que aun resuenan en el aire las últimas notas de aquel himno glorioso. Por más que se hable de cosas diversas se va siempre a encontrar con el dulce recuerdo, como que no se resuelve el pueblo salvaterrense a dejar para siempre tan gratos días.
La coronación de Nuestra Madre Santísima de la Luz fue la glorificación de la Madre de todos y por ello todos los que se sienten sus hijos participan de su gloria. Fue la reunión en una gran familia de todos los nacidos en el amado terruño salvaterrense dispersos hacía muchos años y por eso tuvo calor de hogar. Y fue prenda de santas esperanzas, teniendo con ello todos los anhelos del amor y todas las dulzuras del consuelo. Imposible que en muchos años se borre su recuerdo.
La fecha del 24 de mayo de 1939, formará época y seguirá a la del 9 de febrero de 1644 en que la ciudad fue fundada. Se olvidarán otros acontecimientos: pasarán los hombres y las familias, como pasó el río por las mismas calles de Salvatierra, pero estos grandes acontecimientos quedarán firmes como las mismas rocas en que se asienta la ciudad, hablando a las generaciones futuras de los que vivieron en este tiempo, lo que éstos hicieron, de lo que amaron y de lo que gozaron.
Pbro. J E
RESÚMEN HISTÓRICO SOBRE LA IMAGEN DE
NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ
Los reverendos padres misioneros Franciscanos, que con apostólico celo trabajaron en el siglo XVI en la conversión de los indios que habitaban la parte que ahora es Estado de Guanajuato, establecieron una misión, con su respectiva ermita, a orillas del río Grande, llamado entonces de Toluca y actualmente de Lerma, en un punto denominado por los Tarascos, Guatzindeo, nombre formado de la palabra uatziri, que significa montón de piedras, y la final deo, que quiere decir lugar.
No se conoce el nombre del fundador, sólo se sabe que en ese pequeño convento vivió un lego, de quien aun se percibe el perfume de virtud, llamado Fr. Juan Lozano, conocido con el sobrenombre de "Gallina", según unos por la caridad con que cobijaba a los indios bajo su capa, y según otros, por el don de lágrimas de que estaba dotado, pues dícese que lloraba frecuentemente, porque en todo veía la Imagen de Cristo dolorido.
Como tenían costumbre los misioneros de ese tiempo, establecieron en Guatzindeo un hospital, y en la capilla de éste colocaron una imagen de la Virgen María, que representaba probablemente el misterio de su Inmaculada Concepción, pues ésta había sido la voluntad del fundador de los hospitales de indios, D. Vasco de Quiroga, y aunque nonos consta que haya sido fundado por el mismo Sr. D. Vasco, sí fue en su siglo y conforme a sus normas.
Abandonado por algún tiempo el poblado de Guatzindeo, tanto por disposiciones gubernativas sobre poblados inútiles dadas en 1600, como por haberse cambiado la residencia de los misioneros, se dejó la imagen en la solitaria capilla, de donde fue recogida por los señores Hernández, primeros dueños de la hacienda llamada San Buenaventura. Esto sucedía en el año de 1604 más o menos.
Pero dejemos que hablen personas más antiguas, dignas de todo crédito y que depusieron en la información que mandó levantar sobre la misma imagen, el Ilmo. Sr. Don Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, así como el Juez Eclesiástico y delegado para recibir la información, el año de 1765.
D. Antonio de Estrada, a quien el Juez Eclesiástico D. Javier de Rivera, reconoce como muy versado en las tradiciones y papeles de la fundación de Salvatierra, dice en sus declaraciones: "que la sagrada Imagen de Nuestra Señora (que hoy se venera con el título de la Luz) en los tiempos antepasados se hallaba de la otra banda del río Grande que pasa por esta Ciudad, en una capilla de indios del pueblo y valle de Guatzindeo, donde se mantenía por la cortedad de éstos con poco ornato, y no correspondiente decencia, hasta que su hermosura, y repetidas maravillas, granjearon el que los dueños de la hacienda de San Buenaventura lindante a dicho pueblo se la trajesen a ella, colocándola en una capilla decente que le fabricaron para su mayor esmero, culto y asistencia.
De manera que por ser más notorio y públicos manifiestos sus repetidos prodigios y maravillas, no sólo ocurrían de circunvecina vecindad y jurisdicción pero aun venían de muy lejanas tierras personas cristianas y piadosas, convocadas por la fama a esta sagrada Imagen; experimentando todo consuelo y alivio en sus necesidades, cuyo efecto obligó a D. Agustín de Carranza Salcedo uno de los principales fundadores, y Primer Regidor Alguacil Mayor de esta ciudad, a que de las cuarenta y cuatro condiciones que por razón de privilegio pactó con su Majestad, una de ellas fuese el permiso, y concesión para que a esta santa Imagen se le fundase una Iglesia y Monasterio de Religiosas, en que pudiesen entrar todas las hijas y descendientes de dichos fundadores y demás que quisiesen, como es constante de la dicha condición, y cláusula a que se remite, como también en aquellos tiempos se juró por esta muy Honorable Ciudad la fiesta y solemnidad a esta Santa Imagen con las circunstancias y licencia necesaria, cuyo auto de Cabildo tiene presente el declarante haber visto en uno de los libros antiguos del Archivo de esta ciudad.
Y que desde aquellos hasta los presentes tiempos en los días de Carnestolendas, se celebra y ha celebrado la función de esta soberana Princesa con danzas y regocijos, empleándose antiguamente en servir a tan santa Señora en especie de Mayordomos aun las personas de mayor carácter y autoridad, así del clero como seculares; cuya relación manifiesta y da a conocer la gran veneración que esta santa Imagen tuvo, desempeñando con su divina clemencia el título de Protectora, Amparo y Refugio de esta ciudad; entonces conocida por Nuestra Señora del Valle, trayéndola desde su antigua capilla a esta dicha ciudad, todos los años en tiempo de aguas, de peste y otras calamidades, en las que sin duda ninguna inmediatamente se ha experimentado el remedio de todas ellas; siendo común tradición, y pública fama, y opinión de todos los antepasados, que esta soberana Imagen despedía muchas noches grandes luces y reflejos, así en su capilla como en las Iglesias.
De forma que en una ocasión que pasó por esta ciudad de Virrey o Arzobispo para la de México el Ilmo. Sr. Dn. Juan de Ortega Montañez Dignísimo Sr. Obispo de Valladolid, de feliz recordación, viéndose su Señoría Ilma. Gravemente accidentado, promovido por la devoción a esta santa Señora, le dijo misa en la Iglesia del Carmen donde a la sazón se hallaba, y luego subsecuentemente experimentó su Señoría la sanidad de su dolencia, quedando bueno y sin ningún impedimento para la prosecución de su viaje; y dando crédito a las maravillas que de la santa Imagen se referían, la bendijo por su misma persona poniéndole la advocación de NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ, que ha mantenido y conservado su Majestad desde aquel entonces hasta el presente".
El Presbítero D. Antonio Ramos, en un párrafo de sus declaraciones juradas, dijo: "ser corriente que habiendo un ladrón atrevióse a robar esta sagrada Imagen, después de haberle despojado varias de las alhajas que tenía la Señora, queriendo llegar a su cabeza para quitarle la corona, la retiró la Señora, como huyéndola; que es el motivo porque hasta hoy se mantiene esta Imagen con la cabeza inclinada a un lado, lo cual declaró el mismo ladrón, viéndose en el suplicio en donde murió ahorcado y su cuerpo fue puesto en uno de los términos del puente que sirve de paso en el río de esta ciudad.
También dice haber oído que en una de las ocasiones que traían esta sagrada Imagen para hacerle novenario y deprecaciones, al tiempo de entrar en la Iglesia, por ser de cuerpo muy alto los sujetos que llevaban en sus hombros a la Señora, topó la cabeza en el extremo de la puerta lastimándose el rostro en sumo grado para cuyo remedio se vieron apurados los vecinos de este lugar, hasta que apareció un mancebo, que dijo ser de oficio escultor, y ofreció con facilidad componer la Imagen sin asignar premio por su trabajo, y aunque al principio no daban crédito a su promesa, hubieron de admitir instados por la necesidad.
Al día siguiente vino el dicho escultor que comenzando a hacerse su aliño, le ofrecieron chocolate para su desayuno el que no admitió; después de algún rato le ofrecieron que tomaría algún almuerzo, lo que tampoco aceptó siguiendo siempre su ejercicio: llegado el medio día se salió diciendo: que ya quedaba compuesta la Imagen, que sólo restaba que estuviera un rato al sol; no admitió cosa alguna de comer, ni volvió aquella tarde como se esperaba, antes sí, se desapareció sin demandar cosa alguna por su trabajo y aunque después se hicieron varias diligencias en solicitud del citado oficial, no se encontró ni hasta hoy se ha sabido quién fue".
El Presbítero D. Antonio José García, declara: "que lo que sabe por las informaciones de algunas personas de todo crédito que han oído decir a sus antepasados, es que la Imagen de Ntra. Señora, que se venera en esta ciudad es muy antigua aun después que esta fuera ciudad la que tiene fundada más de cien años, y que en aquellos tiempos se llamaba Nuestra Señora del Valle, por estar en la otra banda del río, en el Valle de Guatzindeo… que esta Santísima Señora era de una india, aunque el declarante ha oído decir también que vino de España, pero lo anterior tiene por mas cierto según relación que ha visto el Bachiller Dn. Francisco Javier Tamayo, descendiente de los Hernández cuyo padre fue dueño de la hacienda en que se mantenía la Señora…
Y que estos Hernández, dueños muy antiguos de la hacienda nombrada San Buenaventura, pretendieron con súplicas, instancias y ruegos, que les diesen esta santa Imagen, para fabricarle una capilla en donde estuviese con más culto y veneración en su hacienda de San Buenaventura; y aunque la india se resistió, hubo de condescender con lo prometido y dicha promesa movió a hacerla a los Hernández por varias luces que de la capillita de la india se decía veían salir. Que lo mismo había oído anteriormente decir que antiguamente aconteció el caso: una noche estando la santísima Señora en el Convento del Carmen, se iluminó la Iglesia de modo que juzgaron los que la veían, que se quemase, que ocurrieron a la portería a avisar, registraron la Iglesia, y no hallaron nada; pero un Religiosos de virtudes ejemplares, nombrado Fr. Felipe, se decía que había visto salir la Luz de debajo de la Señora.
Que ha oído decir que este nombre de LA LUZ se lo puso un Sr. Obispo, quien consiguió la salud, diciéndole una misa en el Convento del Carmen, pasando por esta ciudad a la de México… Que los mismo sucedía en las pestes; y que así sucedió en el año de sesenta y uno, pues habiendo sacado a la Divina Señora por enfermedad, andando en las calles todo el día el Señor Sacramentado para los enfermos, se verificó que desde el momento en que comenzó el novenario, en todos los nueve días, no salió su Divina Majestad sino una vez para una persona anciana".
(continuará…)
Tomado del "Álbum de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz"
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