Historia de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz
RESÚMEN HISTÓRICO SOBRE LA IMAGEN DE
NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ
(continuación)El Juez Eclesiástico y Juez de información D. José Javier Rivera, certifica que: "habiendo pasado la hacienda de San Buenaventura al Capitán Francisco de Ávila, y traídose la Señora de dicha hacienda a esta ciudad el año de setecientos y treinta y tres, hechos sus novenarios y pedido por dicho Capitán Ávila el regreso de la Señora a la Capilla de su hacienda, según la costumbre y posesión inmemorial, mandé como Juez Ecleasiástico que era en aquel tiempo se volviese la Sagrada Imagen a la hacienda de San Buenaventura y no faltando cavilosos que sugieran a los indios y falsamente clamorearan el que dicho Capitán Ávila, mancomunado con los reverendos Padres de San Agustín, querían llevarse la Sagrada Imagen a Querétaro, formaron su alboroto en la calle donde estaba la Imagen de Nuestra Señora que procesionalmente se conducía a Sn. Buenaventura, lo que dio motivo a sosegar los indios a que se depositase la Sagrada Imagen por decreto del Ilmo. Sr. Obispo D. Juan José de Escalona en la Iglesia Parroquial y que los contensores, el Capitán Francisco de Ávila, y los indios por el derecho de propiedad que estos alegaban a la Imagen siguiesen ante mí la causa, y rendida información sobre el derecho de propiedad a unos y otros, no probando, ni justificando dichas partes la propiedad, con vista de los autos mandó el Sr. Gobernador y Provisor D. Miguel Romero de Alvisu, el que así la Imagen de Ntra. Sra. De la Luz, como la del Santo Cristo de Buen Suceso, para que estuviesen a la pública veneración de todos, se pusiesen en la Iglesia Parroquial de esta ciudad por vía de depósito interin se le fabricaba capilla como pretendía por el vecindario de esta ciudad; lo que ejecuté como Juez Eclesiástico haciendo que el reverendo Padre Cura otorgase depósito en forma de dichas Sagradas Imágenes.
Con estos pasajes y autos seguidos ante mí supe, por D. Luis Ramírez del Olmo, D. Francisco Camberes, y sus mujeres Doña Micaela y Doña Margarita Tamayo, hijos todos de D. Nicolás Tamayo de Contreras dueño que fue de la hacienda de San Buenaventura, que en el hospital antiguo del pueblo de San Buenaventura que fue en dicha hacienda, varias noches D. Antonio Martín Tamayo, padre de D. Nicolás, y un Religioso Franciscano compadre o amigo de D. Nicolás, observaron que en un aposentillo de dicho hospital salía una luz resplandeciente que parecía que se quemaba aquel cuarto y que esto mismo observaron varias personas de esta ciudad, y mandando D. Nicolás Tamayo a ver qué luz o fuego era el que salía del cuarto iban y venían los enviados con razón de que no había fuego alguno en aquel cuarto por lo que una mañana se personó con dicho Religioso al dicho cuarto del hospital en donde hallaron mucha palizada y trastos viejos, y entre ellos la Imagen de Ntra. Señora maltratada que luego vista por Tamayo la tomó en sus manos, y se la llevó a su casa de dicha hacienda y después la mandó a la ciudad de Pátzcuaro donde se la retocaron".
El promotor Fiscal del Obispado, Pbro. D. Joaquín de Cuevas, al rendir su dictamen en 1766, dijo "que con igual ternura y admiración ha visto estas diligencias, condoliéndose que por el dilatado tiempo hayan vivido sepultados en el sepulcro del olvido, el origen, prodigios y maravillas de aquella Soberana Imagen, que con tanta evidencia y tan portentosas señales tiene acreditado y desempeñado el título de la Luz; porque si la Luz fue la primer criatura en que se ensayó la Divina Omnipotencia, para la formación del Universo, así proporcionalmente fue esta Soberana Imagen la que primero sirvió de firme y resplandeciente Base al a fundación de Salvatierra, y por eso según consta de las diligencias desde que se trató de su creación, se estipuló con su Majestad el que diese su real permiso, para que se le fundase una Iglesia y Monasterio de Religiosas, en que pudiesen entrar las hijas y descendientes de los fundadores; creyendo, que con la protección, y asistencia de aquel sagrado simulacro, sería perfectamente feliz aquella ciudad; y en verdad que les salieron errados sus pensamientos, pues como lo acredita la experiencia, y lo publica la piedad, a aquella portentosa Imagen se el debe el origen, conservación y progresos de la sobre dicha ciudad. Y ¿quién duda que por la intercesión de tan Soberana Protectora se ha libertado de innumerables peligros, con que en varios tiempos se han visto amenazados sus moradores, ya por la escasez de las aguas, ya por lo maligno de las pestes, y ya por los rigores del hambre, en cuyas aflicciones se ha manifestado amorosa Madre, enjugándoles las lágrimas a aquellos miserables vecinos, con proveerlos de remedio oportuno?
–De lo cual puede ser testigo el Promotor, pues le consta de vista que cuando la soberana indignación de la Majestad Divina ha descargado el azote de su Divina Justicia, sobre este Reino, y sobre los lugares comarcanos a dicha ciudad castigándolos o con la escasez de semillas o con el contagio de la peste, de suerte se veían asolados los campos y despobladas las ciudades, contándose diariamente un abultado número de cadáveres; luego que moradores de Salvatierra han ocurrido con fervorosas súplicas, y tiernas aclamaciones al Asilo, y protección de la Soberana Imagen de la Luz, se ha serenado la Justicia Divina, quedando un solo amago, la que se tenía como estrago irreparable.
-Esto con especialidad se verificó en la epidemia y Mazlazagual, en la que se observó, con admiración de todos que distando la ciudad de Celaya solo nueve leguas de la de Salvatierra, cuando en aquella se conducían en carros los cadáveres a sepultarlos todos los días, (el número era hasta de noventa y muchas veces ciento) no llegaban en ésta a sepultarse nueve o diez.. También se observó el año de cincuenta, y no sin admiración, con la inopia de las semillas, el que cuando en otras partes andaban en cuadrillas los pobres aclamando por alimento, vivían en Salvatierra tan quietos y satisfechos, como si los años hubiesen sido abundantes, atribuyendo esta felicidad a María Santísima de la Luz, quien siempre ha manifestado serlo con iluminar a todo aquel territorio, que quizá por eso se deja ver con el Rostro medio elevado al cielo, como para dar a entender, que está intercediendo en el Empíreo por aquellos desdichados vecinos; pero de modo que no quiere ni por un instante perderlos de vista; y ¿qué otra cosa es esto, si no es estar acreditando continuamente ser verdadera Madre de la Luz?
Y que solo su aspecto es bastante para fertilizar los campos, vivificar las plantas, alentar los ánimos, alegrar los corazones, ahuyentar las pestes y llenar de júbilo aquella ciudad; y por eso (no sin misterio), en varias ocasiones y en los tiempos más calamitosos (según se percibe de las diligencias, y comprueba la tradición de casi un siglo) ha esparcido portentosas luces, para que se conozca que su patrocinio no lo entibian ni opacan las oscuras sombras de aquellos moradores, sino siempre se mantienen con la misma claridad, con que se dejó ver desde el principio, en que se constituyó columna refulgente aquella demarcación (aquí está roto el original y luego se lee:) en el juicio al Promotor que por tan dilatado tiempo se han podido ocultar tan prodigiosas luces, y tan singulares maravillas, que si se hubieran trasladado al papel, se formaría de ellos un completo volumen, y lo que discurre es que sólo pudo ser causa de tan culpable omisión lo frecuente de los prodigios, por ser tan fatal la constitución de los hombres, que no admiran lo que ocurre continuamente, por estupendo que sea, sino lo que rara vez acontece, y así se han familiarizado con las maravillas de esta Soberana Imagen, por tan cotidianas que casi las han dado al desprecio; mas lo cierto es, que aunque cierren los ojos a la evidencia, no podrán negar la singularidad de ella, y confiesa ingenuamente que con esta materia no lo desempeña el dulce amor de la patria, ni tampoco lo arrebata el tierno afecto, con que desde su infancia ha venerado y adorado a dicha Soberana Imagen, sino lo que únicamente lo impele a publicar sucintamente sus prodigios es la mayor honra y gloria de Dios, y la constancia y certidumbre, con que se han hecho patentes".
El decreto aprobatorio del Ilmo. Sr. Obispo D. Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, dice:- "En la Ciudad de Valladolid en veinte y dos días del mes de Septiembre de mil setecientos sesenta y seis años. El Ilmo. Sr. Dr. D. Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, Obispo de este Obispado de Michoacán, del Consejo de S. M.&., mi Señor: Habiendo visto estas diligencias practicadas a pedimento de la muy noble ciudad de Salvatierra en comprobación del hermoso nombre y título de la Luz, su origen y antigüedad con que ha venerado a la Imagen de María Santísima colocada en su propia capilla de dicha ciudad y de las especiales asistencias, y maravillas que de su piedad Soberana ha recibido en las comunes aflicciones, hambres y enfermedades, atendiendo a la veracidad de los testigos que sobre estos asuntos se han examinado y a la del informe, y certificación del Vicario Juez Eclesiástico de la misma ciudad con lo expuesto por el Promotor Fiscal de este Obispado, en su conformidad S. Ilma. Dijo:
Que aprobaba y aprobó las enunciadas diligencias (aquí el original está roto, y continúa así;) en cuanto a juzgar porque aceptaba y confirmaba y confirmó la piadosa advocación y título de NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ con que la vecindad común de aquella ciudad y el vecindario de su distrito han venerado la predicha Imagen de María Santísima, invocándola y ofreciendo sus votos en sus mayores aflicciones y necesidades, para que en mayor honra y gloria de la Sma. Virgen desde ahora y en lo de adelante la adoren y dirijan las súplicas como a especial Protectora, dando aquella racional, esplendente y piadosa fe a la experiencia con que según las referidas informaciones han recibido de la Soberana intercesión, repetidos favores y gracias, las que en lo futuro deberán esperar si como corresponde a la gratitud de tantos beneficios las procuran merecer con el arreglamento a las buenas costumbres y con aquella devoción y fervor, y limpieza de conciencias que los haga dignos de la beneficencia de la Soberana Reina de los Ángeles, lo que Su Ilma. Excesivamente encarga a todos los habitantes de aquella ciudad y su distrito, y para que así lo observen, y cumplan, y juntamente sirva de resguardo y conste auténticamente a la posteridad se dará por el infrascrito Secretario el testimonio…"
En el año de 1743, a petición del H. Ayuntamiento, y con permiso del Virrey Conde de Fuenclara, empezó a levantarse el magnífico templo en que hoy se venera la Sagrada Imagen, pero previendo que su construcción tardaría largo tiempo, se edificó para albergar entre tanto a la Santísima Señora, otro pequeño templo, a un lado, que aún se conserva con la nueva dedicación de Guadalupe, y que estuvo desde fines del siglo XVIII y parte del XIX sirviendo de capilla al Beaterio de Religiosas Carmelitas que le estaba anexo.
La construcción del templo en honor de Nuestra Señora de la Luz, había sido tenida en cuenta y hasta cierto punto decretada por el Ilmo. Sr. D. Juan José Escalona en 1733, como en su lugar se dijo. El plano del Templo fue trazado en la Academia de Bellas Artes de México, y probablemente arreglado por el Arquitecto Don Manuel Tolsa, aunque después de principiada la construcción y llevada ésta a cabo por el Profesor de Arquitectura F. Montañés. La bendición y traslado de la Sagrada Imagen fue el 8 de septiembre de 1808. Dieciocho años más tarde construyó el altar mayor y los de los cruceros el Arquitecto Tresguerras. Se hace mención en los escritos antiguos de innumerables beneficios impartidos por Nuestra Señora de la Luz, entre ellos algunos que son verdaderos milagros de primer orden. (continuará…)
Tomado del "Álbum de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz"
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