A la Hna. Juana María Cardona y sus Monjitas
Cuento de la niña azul
de nombre Juana María
honra y gloria de Santiago
en su sueño azul de niña.
Juanita soñaba hermosa
un cielo de margaritas,
estrellas en lago azul
y suave niebla mecidas.
Muchos ángeles cantaban,
la Virgen le sonreía
entre caricias y besos
y luego la bendecía.
Se acercó Jesús divino
y en el corazón traía
un traje blanco de gracia
y encajes de agua marina,
de Primera Comunión
para Juanita María,
bordado en hilos de luz
y soles de pedrería,
para que en su Cuerpo y Sangre
lo recibiera Juanita
quien soñaba entre azucenas
sueños de esposa divina.
Creció su amor y su sueño
e incontenible camina
entre azucenas y besos
y toda ella hecha sonrisas
al encuentro de su novio
que desde el cielo venía
vestido de trigo y uvas
cada día, en cada Misa.
Hoy fué a encontrarla hasta el río
de la gracia y de la vida
donde bañaba sus senos
de castidad y alegría,
de fidelidad y amor,
como la Virgen María.
El río se fué cantando
un blanco temblor de brisas
mientras el Divino Esposo
celebró desde aquel día
connubie de amor eterno
con Juanita de María.
El ave inmensa del cielo
azules alas abría
para velar el misterio
del amor y de la vida.
Tus ojos, Divino Esposo,
inventan la luz del día
para coronar de luz
a Juanita de María,
por ser virginal esposa
al consagrarte su vida
con votos de santidad
como una nueva María.
Feliz, feliz el camino
por el cual ella volvía
besó sus plantas doblando
en la esquina sus rodillas
y el Espíritu Divino
en secreto fecundiza
en su vientre virginal
un surco de nuevas vidas.
Su sueño se volvió cielo
y su corazón mantilla.
Arrullan al Niño Dios
las niñas de sus pupilas...
Puedes cantar este canto:
“Dios hizo en mí maravillas”.
Todo su ser es pesebre,
como la Virgen María,
como todas sus hermanas
que le consagran sus vidas.
de nombre Juana María
honra y gloria de Santiago
en su sueño azul de niña.
Juanita soñaba hermosa
un cielo de margaritas,
estrellas en lago azul
y suave niebla mecidas.
Muchos ángeles cantaban,
la Virgen le sonreía
entre caricias y besos
y luego la bendecía.
Se acercó Jesús divino
y en el corazón traía
un traje blanco de gracia
y encajes de agua marina,
de Primera Comunión
para Juanita María,
bordado en hilos de luz
y soles de pedrería,
para que en su Cuerpo y Sangre
lo recibiera Juanita
quien soñaba entre azucenas
sueños de esposa divina.
Creció su amor y su sueño
e incontenible camina
entre azucenas y besos
y toda ella hecha sonrisas
al encuentro de su novio
que desde el cielo venía
vestido de trigo y uvas
cada día, en cada Misa.
Hoy fué a encontrarla hasta el río
de la gracia y de la vida
donde bañaba sus senos
de castidad y alegría,
de fidelidad y amor,
como la Virgen María.
El río se fué cantando
un blanco temblor de brisas
mientras el Divino Esposo
celebró desde aquel día
connubie de amor eterno
con Juanita de María.
El ave inmensa del cielo
azules alas abría
para velar el misterio
del amor y de la vida.
Tus ojos, Divino Esposo,
inventan la luz del día
para coronar de luz
a Juanita de María,
por ser virginal esposa
al consagrarte su vida
con votos de santidad
como una nueva María.
Feliz, feliz el camino
por el cual ella volvía
besó sus plantas doblando
en la esquina sus rodillas
y el Espíritu Divino
en secreto fecundiza
en su vientre virginal
un surco de nuevas vidas.
Su sueño se volvió cielo
y su corazón mantilla.
Arrullan al Niño Dios
las niñas de sus pupilas...
Puedes cantar este canto:
“Dios hizo en mí maravillas”.
Todo su ser es pesebre,
como la Virgen María,
como todas sus hermanas
que le consagran sus vidas.
Grávida por los trigales
iba feliz y venía
y daba a luz testimonio
de Gracia, Verdad y Vida...
Hermana entre sus hermanos
sembraba paz y alegría,
mamá de todos los huérfanos,
de todos los ciegos guía,
donde posaba sus plantas
una aurora amanecía.
Era las manos de Dios
derramando amor y vida...
La sorprendieron sus sueños;
¡Detén tu furor, Dalila!
¡No me mates con puñales
afilados de la envidia,
de calumnias y desprecios!...
¡Las monjas eran Dalila!
Cinco puñales a una
le asestaron tres metidas
en tres mares de amapolas
deshojadas de agonía
para matarle su gracia.
Eran monjas asesinas...
Su sangre llenó los ríos
que nacieron de su herida,
grande como la conciencia,
como horizonte del día!...
El cielo miró aquel trance
y lloró a lágrima viva
lloraron todos los lirios,
lloró la Virgen María...
Y el Lerma secó sus aguas
por no llegar a la orilla
donde bañaba la gracia
de Juanita de María.
El sol del perdón brilló
en el cielo de Juanita.
¡Perdonó y rezó por ellas
con la boca de su herida!...
Cantaron todos los ángeles
y el Niño Dios respondía:
Así, te lleno de Gracia
como a la Iglesia-María.
Así, libre de rencores
en tu cruz hecha una víctima
te consagró nueva esposa
como a la Iglesia-María...
Y repitieron las rosas:
¡Como a la Iglesia-María!
Y los años luz de estrellas:
¡Como a la Iglesia-María!
Y la paz de su conciencia:
¡Como a la Iglesia-María!...
Y Juanita despertó
amamantando una niña
¡Y otro niño y otro niño
y otra niña y otra niña!...
Y sin saber realizó
el misterio de su vida,
de maternidad y amor,
de martirio y de alegría,
de ser esposa de Cristo
en el cielo todavía...
Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón
iba feliz y venía
y daba a luz testimonio
de Gracia, Verdad y Vida...
Hermana entre sus hermanos
sembraba paz y alegría,
mamá de todos los huérfanos,
de todos los ciegos guía,
donde posaba sus plantas
una aurora amanecía.
Era las manos de Dios
derramando amor y vida...
La sorprendieron sus sueños;
¡Detén tu furor, Dalila!
¡No me mates con puñales
afilados de la envidia,
de calumnias y desprecios!...
¡Las monjas eran Dalila!
Cinco puñales a una
le asestaron tres metidas
en tres mares de amapolas
deshojadas de agonía
para matarle su gracia.
Eran monjas asesinas...
Su sangre llenó los ríos
que nacieron de su herida,
grande como la conciencia,
como horizonte del día!...
El cielo miró aquel trance
y lloró a lágrima viva
lloraron todos los lirios,
lloró la Virgen María...
Y el Lerma secó sus aguas
por no llegar a la orilla
donde bañaba la gracia
de Juanita de María.
El sol del perdón brilló
en el cielo de Juanita.
¡Perdonó y rezó por ellas
con la boca de su herida!...
Cantaron todos los ángeles
y el Niño Dios respondía:
Así, te lleno de Gracia
como a la Iglesia-María.
Así, libre de rencores
en tu cruz hecha una víctima
te consagró nueva esposa
como a la Iglesia-María...
Y repitieron las rosas:
¡Como a la Iglesia-María!
Y los años luz de estrellas:
¡Como a la Iglesia-María!
Y la paz de su conciencia:
¡Como a la Iglesia-María!...
Y Juanita despertó
amamantando una niña
¡Y otro niño y otro niño
y otra niña y otra niña!...
Y sin saber realizó
el misterio de su vida,
de maternidad y amor,
de martirio y de alegría,
de ser esposa de Cristo
en el cielo todavía...
Tomada del Libro: “Mi Desierto, Poesías”
del Padre Rafael Alcántar Mondragón
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