En este mes de Abril cuando la Primavera
nos muestra la belleza de las flores
y nos brinda el cantar de ruiseñores
volando entre la brisa mañanera.
En este mes de Abril, de Sol radiante
impregnado de fuerza y de energía,
viene a mi mente aquel Solemne Día
cuando Dios fue Testigo, y al instante
serías ya de por siempre Esposa mía.
Cuarenta y siete años han pasado;
cuarenta y siete hermosas primaveras,
y seguimos los dos siempre avanzando
por un camino a veces con espinas.
Fue gran felicidad la que vivimos
cuando Dios nos mandó el primer retoño
y al correr de los años comprendimos
que Dios seguía amoroso bendiciéndonos.
Has sido Tú una esposa comprensiva,
dedicada a tu hogar y muy discreta,
no reniegas de nada y tu vida
la compartes conmigo en mi pobreza.
Yo al mirarte me siento complacido
porque das a tus hijos gran ternura
que aunada a tu amor han comprendido,
que el tenerte por Madre es gran ventura.
Quiera Dios, amada compañera,
que lo que hemos sembrado fructifique,
que los hijos y nietos un día comprendan,
y el amor que les dimos lo practiquen.
Nunca terminaría, jamás, de darle
las gracias al Señor, al Dios Divino
que nos llena de amor en nuestros hijos
y nos va acompañando en el camino.
Mientras tanto sigamos adelante
nuestra Misión cumpliendo cada día;
yo te amo en el Alma, Estela Mía
sé feliz y gracias por amarme,
y te pido perdón, por soportarme.
J.E R B.
nos muestra la belleza de las flores
y nos brinda el cantar de ruiseñores
volando entre la brisa mañanera.
En este mes de Abril, de Sol radiante
impregnado de fuerza y de energía,
viene a mi mente aquel Solemne Día
cuando Dios fue Testigo, y al instante
serías ya de por siempre Esposa mía.
Cuarenta y siete años han pasado;
cuarenta y siete hermosas primaveras,
y seguimos los dos siempre avanzando
por un camino a veces con espinas.
Fue gran felicidad la que vivimos
cuando Dios nos mandó el primer retoño
y al correr de los años comprendimos
que Dios seguía amoroso bendiciéndonos.
Has sido Tú una esposa comprensiva,
dedicada a tu hogar y muy discreta,
no reniegas de nada y tu vida
la compartes conmigo en mi pobreza.
Yo al mirarte me siento complacido
porque das a tus hijos gran ternura
que aunada a tu amor han comprendido,
que el tenerte por Madre es gran ventura.
Quiera Dios, amada compañera,
que lo que hemos sembrado fructifique,
que los hijos y nietos un día comprendan,
y el amor que les dimos lo practiquen.
Nunca terminaría, jamás, de darle
las gracias al Señor, al Dios Divino
que nos llena de amor en nuestros hijos
y nos va acompañando en el camino.
Mientras tanto sigamos adelante
nuestra Misión cumpliendo cada día;
yo te amo en el Alma, Estela Mía
sé feliz y gracias por amarme,
y te pido perdón, por soportarme.
J.E R B.
No hay comentarios:
Publicar un comentario