Historia de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz
PREPARACIÓN REMOTA DE LA CORONACIÓN
(continuación)Las peregrinaciones de la ciudad repartidas en los días del mes de mayo y octava de la festividad, fueron también muy entusiastas, no sólo por la asistencia numerosa al templo y magníficos obsequios florales, que presentaron, sino aún por los festejos exteriores que arreglaron en sus respectivos día, consistentes en serenatas y fuegos artificiales. –Los obreros de la fábrica de hilados y tejidos “La Reforma” se distinguieron en la abundancia de pólvora con que festejaron su día, tanto en cohetes, como en fuegos pirotécnicos.
Durante estos años ha sido el mes de mayo para Salvatierra, mes de regocijo, de consuelo y de esperanza.
La antigua fiesta de la Santísima Virgen de la Luz el 2 de febrero, adormecida y casi olvidada en el transcurso de los años, volvió a celebrarse con grande entusiasmo. En todos los años ya indicados hubo el día 2 de febrero misa pontifical, peregrinaciones y diversos cultos en honor de Nuestra Madre Santísima. La Corte de Honor, tomó a su cargo esta fiesta de febrero y se ha empeñado en que la iluminación, adorno y solemnidad, sean semejantes a los de la fiesta principal.
En este día, lo mismo que en las fiestas de mayo, los Caballeros y Damas de la Reina de Salvatierra acostumbran asistir a los actos religiosos, portando sendas bandas azules bordadas de oro, encargándose del orden y arreglo de la festividad.
La Asociación de Nuestra Señora de la Luz, establecida por el Excelentísimo Sr. Arzobispo Ruiz el año de 1912, y agregada poco después a la del Escapulario Azul, establecida en la Iglesia de San Andrés de Roma, recibió también notable impulso, extendiéndose no sólo en la población de Salvatierra, sino en otros lugares, y hasta en la misma Capital de la República, como luego se dirá.
Las Religiosas de la ciudad también cooperaron a los preparativos, confeccionando albas, cíngulos, casulla, dalmáticas y cotas para los sacerdotes que asistieran o desearan celebrar en los días de la fiesta, y también sotanas para los jóvenes que darían servicio en las misas pontificales.
Se pensó en arreglar un himno especial, que debería cantarse en el momento de la coronación y para que éste tuviera un carácter netamente popular, se abrió un concurso entre los conocedores de música que hay en la población, no aceptando algún ofrecimiento de connotados músicos de otro lugar. Firmadas con pseudónimos, fueron presentadas cinco composiciones, que a la postre resultaron ser de los Sres. J. Luz Rico, David Martínez, Adolfo Oviedo, Pedro Hernández y J. Rosario Sámano.
Antes de conocer los autores fueron sujetas estas composiciones a un Jurado el que no aceptó la del señor Oviedo porque pareció demasiado alta para el pueblo, es decir: difícil de que éste la cantara, aunque se reconoció su mérito. De las restantes, el Jurado se fijó en dos: la del Sr. David Martínez y la del Sr. J. Luz Rico. Se desechó la del señor Martínez porque se le encontró algún parecido con un himno que se canta en honor de la Virgen de Guadalupe, y se temió que fuera a confundirse, por más que no era el mismo y sólo accidentalmente tenía algún parecido y se vino a aceptar la del señor Rico que traía letra del señor D. Bruno Escandón, pues no había aceptado aquél la letra que se les había dado. En otra parte se copiará la letra.
En el coro se colocó sobre una gran tarima, un órgano tubular, sistema moderno, construido en la Capital de la República por el fabricante alemán Sr. Alfredo Wolburg. Su costo fue de $8,000.00.
Para perpetuar a toda hora el recuerdo de la coronación, se mandó fundir una gran campana que como un monumento perenne recordará con su sonido el magno acontecimiento. Desgraciadamente, aunque estuvo reunido el metal, faltó algún elemento y la campana no estuvo a tiempo para ser consagrada el día 19 de mayo, como estaba proyectado, siendo consagrada después de la coronación por el Excmo. Sr. Arzobispo Ruiz. Fue fundida por el Sr. D. Enrique López, en el taller de fundición de su padre, el Sr. D. Enrique López, en el taller de fundición de su padre, el Sr. Antonio López, de Acámbaro, Gto.
Igual cosa sucedió con el piso del presbiterio, cuyo pavimento de mármol de Carrara, no pudo ponerse sino después de la coronación.
También quedó pendiente una cripta que para depositar restos de difuntos se construyó debajo de la capilla del Refugio, anexa al templo parroquial.
PREPARACIÓN PRÓXIMA
Antes de pasar a narrar los acontecimientos del gran día de la coronación, es preciso hacer mención de lo que se hizo para prepararlos.
El día 28 de octubre de 1938, una llamada telefónica del Sr. Prosecretario de la Sagrada Mitra, Pbro. D. Fernando Ruiz, dio a conocer al Párroco de Salvatierra, que en aquel momento (doce y media del día) era recibido en la Secretaría del Episcopado, el Breve Pontificio concediendo la coronación y el Sr. Arzobispo, al dar aviso, insinuaba la idea de que fueran echadas a vuelo las campanas. Así se hizo con júbilo, por tres veces repartidas en media hora, reuniéndose mucha gente atraída por la novedad de tan alegres repiques. Estas tres llamadas precedieron al canto del Te Deum, con que se dio gracias a Dios, que así se complacía en llenar los anhelos de los salvaterrenses.
No fue, sin embargo, sino hasta el día 25 de diciembre, cuando se dieron los primeros pasos hacia el arreglo de la solemnidad. Era preciso dar tiempo al Prelado para que hiciera sus insinuaciones y aprobara los proyectos que se tenían, antes de dar paso a su arreglo.
El mencionado día de la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo, se tuvo, en el templo parroquial, una junta a la que fueron citados la mayor parte de los vecinos de la ciudad, por medio de elegantes esquelas. La junta estuvo muy concurrida, acordándose en ella distribuir el trabajo en comisiones, como se hace anualmente para la fiesta principal, bajo en comisiones, como se hace anualmente para la fiesta principal, agregando a las acostumbradas, dos comisiones de varones: una de propaganda y otra de recepción. A las señoras, por su parte, se les encomendó otras dos comisiones: la del banquete y la de la velada.
Para coordinar los trabajos de todas las comisiones se nombró una Mesa Directiva General, de la cual fue puesto a la cabeza el Sr. Pbro. Don Salvador Rodríguez, ayudado por sus respectivos Secretario y Tesorero.
La comisión de Propaganda acordó hacer un tiro litográfico de estampas de la Santísima Virgen; invitar a todos los Salvaterrenses residentes en diversos lugares y dar la noticia a todos los periódicos que fuere posible, para que sirvieran darle cabida en sus columnas.
La impresión de las Imágenes se hizo en los Talleres Litográficos “La Enseñanza Objetiva”, de México, y para afrontar los primeros gastos se cotizaron gustosos los miembros de la comisión y proporcionando sus firmas se repartieron la responsabilidad del resto del costo los Sres. D. Félix Almanza, D. Vicente Soriano, D. Rafael Albarrán y Dr. Rafael Flores.
Se hizo un tiro de diez mil estampas de un tamaño de 40 x 20 centímetros. Muy hermosas quedaron y se tuvo la satisfacción de que fue el primer trabajo en su género hecho en México. Se acordó darlas muy baratas buscando únicamente el mayor culto a la Sagrada Imagen por el conocimiento de la misma.
Pasados unos día, fue invitado nuestro Excmo. Prelado el Sr. Arzobispo D. Leopoldo Ruiz a venir personalmente para darse cuenta del desarrollo de los proyectos, antes de empezar a trabajar en realizarlos.
El Excmo. Señor tuvo la amabilidad de venir en coche el día 13 de enero de 1939.
Se tuvo desde luego la idea de que el acto de la coronación tuviera lugar fuera del templo, en el atrio; pero hubo qué desecharse este proyecto, tanto por evitar dificultades con la Autoridad, como porque en este caso, todas las personas que asistieran a la misa pontifical en el interior correrían riesgo de no poder salir, y se quedarían sin presenciar la coronación. Para evitar estas dificultades se tomó un término medio: coronar la Imagen en la puerta mayor del templo y así se hizo.
Se levantó a corta distancia del dintel una gran plataforma que serviría de presbiterio en el acto de la coronación; quitadas las hojas del cancel, se levantó sobre la plataforma un altar, bajo un cortinaje de terciopelo rojo y tisú de oro, con doble vista por ambos lados; la mesa del altar mayor, y en la parte posterior, que veía a la calle, había una escalinata forrada de paño rojo y protegida por barandilla de madera primorosamente tallada y dorada, que por medio de otras dos más pequeñas permitiría a los Prelados colocarse convenientemente para el acto de la coronación.
En medio de estas dos escalinatas más pequeñas, estaba colocado un artístico pedestal, en el que descansaba una nube de plata cincelada, que sostenía a la Imagen y que girando sobre un eje vertical permitiría, estando la Imagen dando frente al interior del templo, volverse hacia la calle y plaza, en el momento de ser coronada: como al fin se hizo.
No siendo suficiente la plataforma en que descansaba el altar, para contener al V. Clero asistente, separose una parte del templo destinada a recibirlo frente a la puerta, en el momento de la coronación, aislando esta parte por medio de una barandilla y cubriéndola con alfombra.
Cosa parecida se hizo para ampliar el presbiterio del altar mayo, nada más que allá no sólo hubo separo del terreno, sino elevación del nivel del suelo, igualándolo a la altura del presbiterio, por medio de madera. En esa ampliación habrían de colocarse los Sres. Obispos y Sacerdotes. Ambos lugares se cubrieron totalmente con alfombras nuevas.
(continuará…)
Tomado del “Álbum de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz”
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