Libro “Alma Latina”
La Embriaguez
Cuéntase que un día el genio del Mal se presentó a un pobre hombre bajo una forma que infundía pavor, y le dijo:
-Tú vas a morir; sin embargo, yo te puedo hacer una gracia, pero solamente bajo cualquiera de las siguientes condiciones; escoge: mata a su padre, maltrata a tu hermana o bebe hasta embriagarte.
- ¿Qué hacer? El pobre hombre se sentía atormentado. ¿Dar la muerte al que me ha dado el ser? ¡Es imposible! ¿Maltratar a mi hermana? ¿No es bajo y afrentoso? Prefiero tomar vino. Me embriagaré.
Y aquel hombre tomó el vino y una vez que estuvo en completo estado de embriaguez, maltrató a su hermana y mató a su padre.
Ningún remedio es tan eficaz contra la embriaguez como ver el lamentable y triste cuadro de cada ebrio.
Leyenda Árabe
El Conejo y el León
El conejo era un animal muy pequeño, pero tan astuto, que ni aun el león podía competir con él. Robó una vez el león un cervatillo a la cierva y no quería devolverlo. La cierva pidió ayuda a los grandes animales; pero éstos temían al león. Entonces acudió al conejo y éste dijo:
-Dí a todos los animales que se reúnan en consejo mañana delante de mi madriguera para juzgar el caso.
Entretanto, excavó un largo pasaje subterráneo desde su madriguera a otra salida escondida tras un arbusto distante. Los animales se reunieron en consejo y después de escuchar el caso, declararon que el cervatillo era hijo de el león. Ninguno de ellos se atrevió a decir la verdad, porque temían al león que los miraba con fieros ojos. Pero el conejo asomó la cabeza por su madriguera y gritó osadamente al león, con voz chillona:
-¡Pamplinas!, ¡el cervatillo es de la cierva! ¡El león es un malvado ladrón!
Lanzóse el león hacia él, pero el conejo retrocedió rápido y cruzando el pasaje salió por detrás del arbusto y escapó.
-Le mataré de hambre, rugió el león.
Y esperó cerca de la madriguera a que saliera el conejo. Día tras día se adelgazaba y debilitaba, pero quería seguir allí porque creía que si se retiraba para ir en busca de alimento, se escaparía el conejo. Así es que allí permaneció hasta que murió de hambre, entonces la cierva pudo recobrar su amado cervatillo.
¡El conejo venció con su astucia!
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