Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

viernes, 7 de diciembre de 2012

Libro

HISTORIA DE LA MÚSICA POPULAR MEXICANA

El Apogeo de la Canción Romántica
La Inmortal Trova Yucateca

Los Cancioneros

En 1909 aparecieron publicados en Yucatán dos cancioneros: el Ruiseñor Yucateco y el cancionero conocido como de Chan Cil que contenía cuarenta canciones yucatecas con acompañamiento de piano. Compendio y suma de la inspiración peninsular, ofrecen al aficionado actual la posibilidad de observar el “romanticismo” que se cultivaba a principios de siglo, así como comprobar la continuidad de estilo y sensibilidad en los posteriores cancionistas yucatecos. A medio camino entre la poesía culta y la expresión sentimental o sensiblera, en sus letras se perciben las más variadas influencias, tanto de la poesía del resto de la república como de la zona del Caribe, Venezuela y Colombia. Todas demuestran la importancia de un “cantilenista” inspirado para los autores de canciones, y por la unicidad de sus temas amorosos, describen al recipiendario de las canciones: un idealizado y pasivo género femenino que no tenía más función que la de esperar eternamente la pleitesía, queja o declaración de amor apasionado del trovador o su contratante:


¿Quién como yo, mujer, te ha idolatrado?
¿Quién como yo, te amó con más anhelo?
¿Por qué me abriste con tu amor el cielo?
¿Para después rasgarme el corazón?

Porque te adoro y a tus pies me arrastro
que así vuelvan cual yo me vuelvo a ti
la aguja al norte, el heliotropo al astro,
la llama al cielo, mi esperanza a ti.


Otro conocido cancionero de la época fué Fermín Pastrana (1857-1925), mejor conocido como Huay Cuuc (ardilla diabólica). Pastrana gozó de la consideración de los conocedores y fué además un magnífico y fino guitarrista que contribuyó a crear el estilo de acompañamiento de la canción romántica posterior. En su estilo “culto” de canciones se nota la influencia cubana de Emilio Grenet, Sindo Garay y Sánchez de Fuentes. De su producción se recuerda “Que importa” con letra de Fernando Juanes G. Gutiérrez y “Fantasía” con letra del propio Pastrana, cuyas imágenes de tipo modernista comenzaban a privar entre los cancioneros de aquella época:


A través de Zafiria y densa bruma
contemplaba una imagen cual hurí
eras tú que con traje de alba espuma
junto a las olas como a Venus ví.


La Época de Oro de la Trova Yucateca, 1922-1928

Tras la desaparición de los estilos difundidos por Cirilo Baqueiro y Fermín Pastrana, empezaron a ser acogidos en Yucatán el bolero cubano y el bambuco colombiano. El bolero, como una transformación más rápida y viva de las antiguas danzas lentas, se adaptaba a las necesidades expresivas de los compositores. El bambuco, con sus alegres acentos rítmicos de origen negro, suavizados por la dulzura colombiana, cautivó el gusto de los trovadores yucatecos. Tocado con una guitarra sexta ejecutada al punteo, una guitarra triple al rasgueo y una bandola acompañadas de una o dos voces, constituía una novedad y un atractivo.

Aunque sólo fuese a título de creadores de una canción famosa, habría que incluir en esta generación de madurez de la canción romántica yucateca a Alfredo Tamayo Marín (1880) y Domingo Casanova Herrera. El primero, autor de la expresiva “Sueño”, mejor conocida como “Soñó mi mente loca”, logró la hazaña de su difusión inmediata, no sólo en el resto del país, sino aun en el extranjero. “Sueño” fué escrita entre los 14 y 15 años de edad (1895); la pureza de su melodía agradó tanto a Ponce que se sintió impulsado a hacer un arreglo especial de ella, lo que ocasionó que durante mucho tiempo se creyese que “Soñó mi mente loca” era producto de la inspiración del propio Ponce. Otra canción escrita en su adolescencia, “Cuando la noche tienda, es extrañamente similar a “La negra noche” de Uranga.


Cuando la noche tienda su negro manto
y no entonen las aves su alegre canto...


Domingo Casanova, peluquero de profesión y cuya peluquería constituyó en su época un curioso centro de estudio de trovadores, fué el creador de una irrepetible joya del género: la canción “Ella” (1925) basada en un poema del dominicano Osvaldo Bazil. Como modelo a seguir por multitud de autores posteriores, “Ella” destaca por su perfecto equilibrio tonal y la fluidez de una redonda melodía cuya naturalidad y modulaciones son insuperables.

Ambiente en Yucatán Durante los Años Veinte

Los nombres de los grandes de la canción yucateca, Ricardo Palmerín y Pepe Domínguez, permanecerán ligados en la historia de Yucatán al periodo del gobierno socialista de Felipe Carrillo Puerto. No tan sólo por la anécdota de sobra conocida del cortejo del gobernador a la periodista y peregrina estadunidense Alma Reed, a través de las lánguidas notas de la canción de Palmerín. Felipe Carrillo Puerto, el ardoroso creador de la “única y más pequeña utopía en el mundo real e imaginario”, quien se enorgullecía de haber realizado el reparto de 208 mil hectáreas de tierra entre los campesinos y de planear una efectiva “transformación de la demografía yucatanense” mediante el control de la natalidad, era algo más que el campeón de los ideales radicales o el generoso impulsor de un socialismo sui generis en el estado.

A principios de su gobierno, Felipe Carrillo Puerto había comprado un equipo transmisor que fué instalado en el local de la Liga Central de Resistencia; acto seguido, fundó la XEY, Voz del Gran Partido Socialista. Contra lo que pudiera suponerse, no sólo se hacían transmisiones de tipo político o social. Gran cantidad de trovadores encontraron en la estación un sitio de segura difusión. Desgraciadamente, al llegar la represión del centro de la república a principios de 1924, el general Ricárdez Broca, quien planeó y llevó a cabo el fusilamiento de Carrillo Puerto y doce de sus allegados mediante un juicio absolutamente amañado, destruyó la estación del Partido Socialista.

Carrillo Puerto, interesado en todas las manifestaciones del arte de su tierra, inició una época de difusión más amplia de la canción yucateca. Gracias a su iniciativa se envió a la ciudad de México una “misión cancionera” que colaboró en la celebración de las fiestas del Centenario de la Consumación de la Independencia. El éxito de la misión fué inmediato: los compositores de canciones de la capital y otras regiones de provincia reconocieron la redondez, el perfecto acabado de los bambucos, las claves y los boleros yucatecos.


(continuará…)

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