Aztlán: origen y destino
Dios Migrante (continuación)
En esa época, hace mil ochocientos millones de años, se podría considerar el inicio de la verdadera Creación Humana. Eso somos nosotros, la combinación sistemática de cien billones de células eucariotas. En los siguientes mil doscientos millones de años, se perfeccionó la maquinaria genética molecular, permitiendo la asociación celular y el origen de los primeros invertebrados que aparecieron en los océanos de la tierra, así llegamos a 500 millones de años de distancia y nos encontramos en el periodo llamado Ordovícico; pero tienen que pasar otros 50 millones de años para que aparezcan las primeras plantas terrestres, hace 450 millones de años, en el periodo Silúrico, donde además ya tenemos peces y helechos gigantes.
Llegamos así al periodo Devónico, tras haber transcurrido otros 50 millones más, ahora estamos a 400 millones de años y se han agregado insectos, anfibios y exuberantes bosques. Pasaron otros 50 millones de años y hace 350 millones de años llegamos al periodo Carbonífero, donde esos exuberantes bosques se convirtieron en lo que hoy son las betas de carbón que se encuentran por todo el mundo. En los siguientes 50 millones se dan fuertes glaciaciones que provocaron la extinción del 90% de la vida terrestre. Estamos en el periodo Pérmico, a 300 millones de años, y tanto en este periodo como en el anterior, la tierra se ha estado reacomodando, dando lugar a los continentes; finalmente aparecen los Dinosaurios y los primeros mamíferos.
Cincuenta millones más y estamos a 250 millones de años; los próximos 50 millones de años son dominados por los dinosaurios, además, aparecen las aves, ahora estamos en el periodo Jurásico a 200 millones de años y éste es un periodo muy importante para la humanidad, ya que gracias a los dinosaurios, hoy tenemos los enormes yacimientos de petróleo distribuidos por todo el mundo, yacimientos que hoy son el principal energético del mundo, moviéndolo hacia el desarrollo, aunque desgraciadamente también a la guerra. Estos yacimientos han hecho que el país más poderoso (¿poderoso?) del mundo, EUA, se haya apoderado, o cuando menos tenga una fuerte influencia en los sitios de mayores reservas de hidrocarburos del mundo. Con ello pretende manejarlos a su antojo y a los precios que ellos determinen.
Dando el siguiente paso de 50 millones de años más, nos encontramos a 150 millones de años, la alimentación no es suficiente para los dinosaurios y, según se piensa, la supuesta aparición de un gran meteorito extinguió a los dinosaurios. En el periodo Cretácico, la Tierra se sigue reacomodando y se separan los continentes hasta quedar como hoy se encuentra, aunque con diferente geografía política. Ahora avanzamos 85 millones de años, nos encontramos a 65 millones de años, en el Paleoceno del Período terciario, el más temido por los conservadores de hoy, porque en este periodo aparecen (!Buuuuuu!) los primates: esos seres que algunos estudiosos dicen que son nuestros antepasados.
En los siguientes 63 millones de años, transcurre el Eoceno, Mioceno y Plioceno, todavía del periodo terciario, en el que aparecen y evolucionan la mayoría del los mamíferos que hoy conocemos, aparecen también, los antepasados de las aves modernas, nuevas plantas y éstas siguen evolucionando. También los primates están evolucionando. Así, según dicen los geólogos, llegamos a la vida reciente. Estamos en la era Cenozoica, periodo cuaternario, época del Pleistoceno, a solo 2 millones de años. Con las glaciaciones se han extinguido algunos mamíferos de gran tamaño y los primates, que llevan 63 millones evolucionando, han generado varias familias, entre ellas un grupo llamado homínido, compuesto por seres que caminan en dos patas: el Australopitecos erecto, de los cuales se han encontrado fósiles en Tanzania y que se calcula que tenían una capacidad cerebral de 500 centímetros cúbicos.
Hace un millón y medio de años, el Australopitecos erecto cohabitó con el Australopitecos habilis con la misma capacidad craneana de 500 centímetros cúbicos y también localizado en África. Hace un millón y hasta llegar al año 500,000 a.C., aparece el Homo erectus, con una capacidad craneana de 750 centímetros cúbicos. Éste ya se desplaza por África, Europa y Asia.
De esa fecha y hasta 300,000 años a.C., aparece el Homo Sapiens, el Neandertal en Alemania, el CroMagnon e Francia, con una capacidad craneana de mil doscientos centímetros cúbicos. Finalmente, hace 40,000 años, al final del Pleistoceno y comienzos del Holoceno (y final de la última edad del hielo), aparece el Homo sapiens sapiens, que es el prototipo del hombre actual, con una capacidad craneana de 1,400 centímetros cúbicos, y que ha protagonizado los cambios más importantes de los últimos 10,000 años, concibiendo la organización social y económica de las civilizaciones que existen hasta nuestros días.
El viaje por estos 15,000 millones de años, donde aparece el Universo y el Hombre, ha sido puesto en duda por millones de personas, y en los últimos 2,000 años de nuestra era, mucha gente ha sido sojuzgada y hasta sentenciada a morir en la hoguera por no limitarse a las enseñanzas y concepciones cristianas. Hoy en día una corriente neofascista italiana, dirigida por Pietro Cerillo, se pronuncia por que se enseñe la Teoría Creacionista en las escuelas y que se borre de los libros de texto la Teoría de la Evolución de las especies, de Darwin. Todo mi respeto para la libertad de expresión y cada quien puede pensar y creer lo que quiera, pero es obligación de todo ser humano que sepa que dos más dos es igual a cuatro, decirlo, y así es como se ha formado la vida en nuestro planeta.
Curiosamente, fueron los romanos los que no creyeron en Jesús, los que lo mataron, y estos mismos romanos después usurparon sus enseñanzas para llevarla a todo el mundo, ¡pero a qué costo! Tomaron la Biblia, la mal utilizaron y hoy cobran por evangelizar al mundo, dejando de lado la humildad y sencillez de Jesús y estableciendo su Iglesia con ostentación y prepotencia: la evangelización se hizo negociación. Hoy, ésa es la forma como opera la Iglesia Católica Romana en casi todo el mundo. Juan Pablo II fué una de las personas más sabias que ha existido de los Homo sapiens sapiens y sin comprometerse, en 1996 afirmó: “el Evolucionismo es mucho más que una mera hipótesis”. Él, al igual que como un día lo hizo Copérnico, también se reservó sus comentarios.
Por diversas razones, ya sea por tener el control de la información (común o secreta) o porque su gente dispone del tiempo para prepararse y por tener los recursos económicos sobrados para dichos fines, la Iglesia Católica ha tenido entre sus filas a varios de los Homo sapiens sapiens más sabios de la historia. Estos Homo sapiens sapiens deben de buscar la concordia y de las necesidades de la gente, que hoy, además de las espirituales son también la solución de sus carencias materiales.
La gran acumulación de riquezas que ha hecho la Iglesia Católica a través de 1000 años de evangelio-negociaciones en todo el mundo, de despojos, rentas, usuras y ayudando al capitalista a acumular su riqueza a costa del pobre, debería quedar proscrita: esa no es ni debe ser la labor de la Iglesia.
Danos hoy nuestro pan de cada día
¿Quién va a hacer cumplir hoy esta máxima de la Iglesia, si los altos jerarcas de la Iglesia llevan una vida ostentosa y han cambiado el bastón de Jesús por sus lujosos autos, la túnica y sus huaraches por ropa y zapatos de diseñadores renombrados? Éstas no eran, ni la vida, ni la doctrina de Jesús. Así como se reparte la palabra, debería también repartirse el pan. Las riquezas están mal dirigidas, cuando éstas sólo llegan a manos de unos pocos, habiendo tantas bocas hambrientas.
Hoy la Iglesia debería de llevar pan a todo el mundo y llevarlo con ganas, porque durante más de un milenio, la gente le ha pagado, de buena voluntad, un diezmo que le era obligatorio y que significa el diez por ciento de sus bienes materiales. Con éste se llenaron las arcas de la Iglesia.
Hoy le correspondería a la Iglesia, llenar cuando menos las arcadas de la boca de la gente y mitigar el hambre que aqueja a más de la mitad de la población del planeta. Pero más allá de esta obligación moral de la Iglesia, ésta también debería mostrar más apertura a formas de pensamiento distinto al suyo, creemos que esto es inevitable, así como lo es la adecuación de sus preceptos.
Para nosotros fué una gran sorpresa encontrarnos, durante la realización de este libro, el texto religioso La Biblia Latinoamericana, (edición del Jubileo 2000), donde dedica tres de sus 1400 hojas a los hechos ocurridos antes de los primeros registros de la Biblia. Sitúa el inicio de la Creación, con la gran explosión, el Big Bang, hace 20 mil millones de años, habla de posibles seres vivos existentes varios millones de años antes del hombre actual, y de una posible evolución de plantas y animales.
Sólo los siglos venideros podrán ser testigos de las adecuaciones que las religiones tendrán que hacer a sus dogmas para perdurar a través del tiempo.
Tomada del Libro: “Aztlán: origen y destino”
de: Melquiades González Gaytán
Salvatierra, una Lectura Profana
Barrio de San Juan BautistaFué el indio Juan Miguel, hijo de Diego Hernández y de doña Catalina de la Cruz, vecinos que fueron del Valle de Guatzindeo, el principal poblador y fundador de la comunidad. Contrajo matrimonio con doña Catalina Ponce de León, natural y principal del pueblo de Cuitzeo de la Laguna, tuvieron por hijos a Juan Agustín, Gabriel Gaspar, Juana de la Cruz e Inés de la Cruz. Su juventud la pasó en la hacienda del Licenciado Francisco de la Raya, donde vivían algunas familias de indios, quienes nombraron patrono titular a San Juan Bautista, prometiendo celebrar su festividad cada año. Pasaron los años y la mayoría de los indios otomíes se encontraban congregados en un rancho que, en lengua purépecha, nombraron Tupátaro.
Después de la fundación de Salvatierra, donde se avecindaron españoles, Juan Miguel decidió ir en busca de una casa para vivir con su familia, y como no la encontró, adquirió un solar para edificarla. En aquel tiempo don Diego Serrano era Gobernador de los otomíes de la provincia de Acámbaro y Celaya, y acostumbraba hospedarse en la casa de Juan Miguel, cuando pasaba a cobrar los reales tributos.
Poco después, se trató de fundar un barrio de indios en los términos de la ciudad, y para el efecto se juntaron Pedro Alonso, Diego Martín, Nicolás Sánchez, Diego de Santiago, Juan Pascual, Juan de Soto, Juan Matusino, Nicolás Francisco y Juan Antón. Todos ellos se obligaron a reunir y poblar el barrio, por lo que nombraron alcalde a Juan Miguel, quien presentó en 1659 una petición al Cabildo, Justicia y Regimiento de la ciudad de Salvatierra, para que hiciera merced de una vecindad de 500 varas de tierra en cuadro para la comunidad.
La merced les fué concedida, por lo que tomaron posesión desde el puente grande hasta la acequia de agua de don Juan de Sámano, que actualmente se conoce como el Canal de Reforma; Juan Miguel edificó su casa en un solar que recibió en el repartimiento, y que hoy se localiza entre la iglesia del Señor del Socorro y la calle de Ignacio Ramírez.
El señor Obispo de Michoacán, fray Marcos Ramírez de Prado, en 1667 se presentó en Salvatierra con motivo de la visita general que estaba practicando en su diócesis; fué él quien concedió la licencia para edificar la capilla primitiva dedicada a San Juan Bautista, patrono titular del barrio. Juan Miguel fué nombrado mayordomo para la primera fiesta, que celebraron con vísperas, misa solemne y procesión.
Los autos y memorias que se hicieron con motivo de la fundación del barrio, los conservó Juan Miguel en su poder, y en compañía de Pedro Alonso y Juan Antón, fueron a la ciudad de México para que la Real Audiencia confirmara las diligencias.
Durante 10 años, Juan Miguel fué Alguacil Mayor de la doctrina del convento de San Francisco, por lo que recogía las limosnas para la construcción de la actual iglesia. Otorgó su disposición testamentaria el 21 de julio de 1672, y sus restos reposan en el sitio que ocupó la segunda iglesia que edificaron los religiosos franciscanos, donde actualmente se encuentra el templo de San Antonio.
Tomado del Libro: “Salvatierra, una Lectura Profana”
de Luis Montes de Oca y Sergio Hernández Saucedo
Historia y Evolución de Salvatierra
El Mundo Prehispánico de Salvatierra; Frontera de Culturas
La Sagrada Imagen de Nuestra Señora de la Luz y su llegada al Valle de Huatzindeo (continuación)
Desde el año de 1665, la Sagrada Imagen empezó a ser traída a la ciudad en procesión solemne desde la hacienda de San Buenaventura al templo Franciscano. Lo anterior se vino repitiendo hasta el año de 1733, cuando la hacienda pasó a ser propiedad del capitán Francisco de Ávila, quien pensó llevársela a Querétaro. Ese año, el pueblo amotinado no la dejó salir del templo Franciscano para su regreso a la hacienda de San Buenaventura, tanto los vecinos como el capitán Francisco de Ávila, alegaban tener derecho sobre la Imagen. Fué el obispo de Michoacán, don José de Escalona y Calayatud, quien dispuso que se quedara en depósito en el templo Franciscano. Don Miguel Romero de Arvizu Provisor y Gobernador del obispado, dictaminó la estancia definitiva en la ciudad de la Sagrada Imagen, a condición de que se le construyera su templo propio, y digno.
Su peregrinar continuó, pasó temporalmente al templo del Carmen, más tarde, a su primer santuario (el actual santuario de Guadalupe). Se colocó la primera piedra de su templo el 3 de mayo de 1743, la declaró Patrona y Protectora de Salvatierra el obispo de Michoacán, D. Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, el 22 de septiembre de 1766, del santuario, a la actual sacristía parroquial, y el 8 de septiembre de 1808, pasó a ocupar su trono en el actual Santuario Diocesano, después de peregrinar 258 años de Pátzcuaro a Salvatierra.
La Fundación de la Ciudad de San Andrés de Salvatierra, 1644
Los antecedentes inmediatos a la fundación de la ciudad y los principales personajes que en ella intervinieron.
A finales del siglo XVI, los poblados de Huatzindeo y Chochones iban cada vez, de más a menos, por la hostilidad constante de los propietarios de las haciendas, también, por carecer los indígenas de medios propios de vida, y por las enfermedades y epidemias sufridas estos los naturales, que vieron diezmada su población. Sin embargo, la intensificación rápida de la producción agrícola y el aumento de la población española y criolla, hacía cada vez más necesaria la fundación de una ciudad en el valle.
Desde los primeros años del siglo XVII, los pobladores del valle por estar asentados en los linderos de tres jurisdicciones; Zelaya, Acámbaro y Yuririapúndaro, tenía que hacer tramitaciones y gestiones de índole civil o eclesiástica, según el caso, en alguna de estas poblaciones, este problema hacía cada vez más imperiosa la necesidad de tener autoridades propias. Al tiempo que, el hospitalillo y convento de Huatzindeo empezaba a quedarse solo, algunos de sus pobladores se mudaron a Yuririapúndaro, y otros cruzaron el río para asentarse en el pueblo de Chochones por el año de 1615.
Hubo al menos dos intentos serios para fundar una ciudad en valle. A finales del siglo XVI, los agricultores ricos habían intentado fundar una población en tierras pertenecientes a la hacienda de San Nicolás, los religiosos de la orden de San Agustín en un principio estuvieron de acuerdo y conformes con la iniciativa, pero todo quedó en nada, por el temor de éstos a sufrir pérdida de tierras para la fundación. El segundo intento fué para fundar en el sitio de lo que hoy es nuestra ciudad, una nueva población que llevaría por nombre Villa Madrid, para tal efecto, el 4 de diciembre de 1636, se otorgó un poder a favor de don Juan Martínez, procurador de la Real Audiencia para llevar a cabo tal empresa, obligándose los vecinos a pagar la cantidad de 2,500 pesos en oro común por cada uno de los oficios, sin embargo, las contradicciones que presentó don Pedro Arizmendi Gugorrón, sobre las afectaciones que sufrirían sus tierras con esta fundación, obligó a la Real Audiencia a disponer su suspensión, en tanto se resolvía el caso en definitiva.
A partir de 1630, comenzó a trabajar en Huatzindeo como Escribano Real auxiliar del de Zelaya, don Agustín de Carranza y Salcedo, congregó, alentó, e indujo a los pobladores a reunirse en el pueblo de San Andrés Chochones, construyendo allí sus casa y prestándose mutuamente servicios de protección y buena vecindad. En ese mismo año, el alcalde mayor de Zelaya, nombró a don Juan Izquierdo como teniente de alcalde mayor, para que lo representara en Huatzindeo y Chochones. En 1632, los vecinos solicitaron al virrey autorización definitiva para congregarse en el pueblo, la ubicación más probable de la congregación de Chochones, parece haber sido lo que hoy ocupan las manzanas que quedan al Norte del actual convento de San Francisco, hasta las que quedan al sur y oriente del templo de Santo Domingo.
En estos antecedentes encontramos que de hecho existía ya una nueva población, faltaba la autorización real para su existencia legal, la regularización de su vida, y la imposición de un nombre, así como, independizarse de la jurisdicción de Zelaya en lo político, y de Acámbaro en lo eclesiástico. Las tierras donde se estableció esta congregación, eran de las mercedadas por los virreyes a don Gabriel López de Peralta, dueño de la hacienda de Tarimoro, perteneciente al Mayorazgo del mismo nombre fundado por su padre, don Jerónimo López de Peralta.
Todo hace suponer que existió un completo acuerdo, entre don Agustín de Carranza y Salcedo y don Gabriel López de Peralta, así como, el beneplácito del virrey de la Nueva España, don García Sarmiento de Sotomayor, en el que cada uno tenía sus propios intereses muy particulares. Don Agustín de Carranza y Salcedo, vería incrementarse su fortuna, ya que era pobre y de escasos recursos; don Gabriel López de Peralta, estimaba que sus tierras podrían resultar beneficiadas con el asentamiento de una nueva ciudad, y buscar a través de ella el poder político; y el virrey, se ilusionó con la existencia de una ciudad que llevara su nombre y lo perpetuara.
Estos fueron pues, los principales personajes que intervinieron en la fundación de la ciudad de San Andrés de Salvatierra, don Agustín de Carranza y Salcedo, fué el principal gestor ante las autoridades del virreinato, don Gabriel López de Peralta, proporcionó las tierras para la fundación. Y el virrey don García Sarmiento de Sotomayor, firmó la Cédula Real por la que se le dió vida como ciudad.
Don García Sarmiento de Sotomayor, Conde de Salvatierra y Marqués de Soboro; nación en Galicia a finales del siglo XVI, y murió en Lima, Perú en el año de 1659, fué el decimonoveno virrey de la Nueva España, del 23 de noviembre de 1643 al 13 de mayo de 1648, después fué trasladado al virreinato del Perú para desempeñar el mismo cargo, de 1648 a 1655. En la Nueva España, sustituyó al Marqués de Villena, de quien Felipe IV sospechaba podía tener vinculación con los revolucionarios portugueses, le tocó un periodo difícil en la vida de la Colonia. Durante su gobierno, ocurrió la gran inundación de la ciudad de México en 1645; estableció el presidio de Cerro Gordo en el camino de México al mineral de Parral; y se celebraron en su gestión, dos autos de fe del Santo Oficio de la Inquisición en 1647 y 1648.
Tomado del Libro: “Historia y Evolución de Salvatierra”
de Miguel Alejo López
Historia de la Revolución Mexicana
La Revolución Zapatista
Desde la época colonial, en los valles de Amilpas (Cuautla) y Cuernavaca, existieron graves conflictos entre las comunidades campesinas y las grandes haciendas azucareras, las que, además de apoderarse de las tierras comunales de los pueblos, privaban a éstos de sus medios de subsistencia y los obligaban a trabajar en las labores más arduas. Este estado de cosas se agravó en el siglo XX, sobre todo a partir de las Leyes de Reforma, que convirtieron las tierras comunales en parcelas y propiciaron que los hacendados se apoderaran de ellas.
Los conflictos entre comunidades y hacendados se recrudecieron durante el Porfiriato; en este periodo se implementaron las Leyes de Colonización de Tierras Baldías, que proporcionaron armas supuestamente legales a los hacendados para usurpar las pocas tierras que aún poseían las comunidades.
Del centenar de pueblos campesinos que había en el estado de Morelos en 1910, no existía uno solo que no estuviera envuelto en una disputa legal con alguna de las haciendas de su contorno. Las comunidades de Morelos siempre estuvieron a la defensiva con sus reclamos y luchas, ya que únicamente pretendían ajustarse a niveles de supervivencia e intentar que los cambios propiciados por la industrialización en las haciendas azucareras no las afectaran tanto; por ello, antes de la Revolución, a los ojos de hacendados y funcionarios del gobierno porfirista, los campesinos de Morelos aparecían como enemigos del progreso, pues se oponían a la acelerada industrialización del campo: con ella se propiciaba el aumento de la riqueza de las élites a costa del empobrecimiento de sus pueblos.
Zapata nació en agosto de 1879. A los dieciocho años participaba ya en la defensa de los intereses de su pueblo, Anenecuilco, que tenía el problema de colindar con las tierras que supuestamente pertenecían a las haciendas de Coahuixtla y el Hospital. Esa colindancia hizo que se repitieran constantemente los despojos de tierra, pues los hacendados siempre eran apoyados por jueces corruptos y aun por los mismos gobernantes, que también eran hacendados. Ante esa intolerable situación Emiliano Zapata, encabezando a los principales de su pueblo, fué a Cuernavaca, la capital de estado, en busca de justicia que le fué negada. Indignado, exhortó a los pobladores de Anenehulco a defender sus tierras con las armas en la mano.
La actitud de rebeldía de Zapata alarmó e indignó a los hacendados, y de manera muy especial al gobernador del estado (el hacendado Manuel Alarcón), quien recurrió al sistema de “leva” para eliminar a un incipiente enemigo político. En el año de 1908, Zapata llegó a la capital del estado en calidad de recluta del Noveno Regimiento de Caballería, donde permaneció alrededor de seis meses. Se dice que gracias a la intervención de Ignacio de la Torre, propietario de la Hacienda de Tenextepango, quedó libre de este servicio.
Para estas fechas, el ambiente político del estado, se encontraba más que caldeado con motivo de la renovación de los poderes del Ejecutivo estatal, ya que se preparaba la elección del nuevo gobernador después de la muerte de Manuel Alarcón. Por una parte se presentaba “la candidatura oficial” del coronel Pablo Escandón, dueño de la Hacienda de Atlihuayan, apoyada por los hacendados de la región y Porfirio Díaz; por otro lado, estaba el candidato de oposición Patricio Leyva, a quien apoyaba el pueblo de Morelos. Naturalmente, Zapata y sus compañeros apoyaron a Leyva, a sabiendas de que perdería y de que todo esfuerzo sería inútil en contra de la voluntad del “gran dedo”.
Después de que la dictadura derrotó a los leyvistas, éstos aprovecharon la situación para formar un grupo numeroso de disidentes en donde participaban Pablo Torres Burgos, Zapata y otros morelenses que llegado el momento apoyarían el movimiento revolucionario de Francisco I. Madero en contra de Porfirio Díaz.
El grupo de disidentes leyvistas jefaturado por Pablo Torres Burgos se levantó en armas en marzo de 1911, fecha en que se reunieron en Villa de Ayala al grito de !Viva Madero! Pocos días después tomaron la plaza de Jojutla; en ese lugar Torres Burgos se separó del grupo por una serie de diferencias e intentó regresar a la Villa de Ayala; muy cerca de allí, las tropas gobiernistas lo atraparon y lo mataron. A la muerte de Torres Burgos, Zapata asumió el mando de las fuerzas revolucionarias y se convirtió en el jefe.
El sitio y la toma de la histórica ciudad de Cuautla fué la primera acción de guerra que le daría notoriedad a nivel nacional y fuerza política a nivel regional al entonces jefe principal de los maderistas morelenses: Emiliano Zapata. La plaza de Cuautla estaba defendida por la policía de la localidad, por un cuerpo de policía rural y sobre todo por lo más selecto del ejército porfirista: el famoso Quinto Regimiento, también llamado “Quinto de Oro”, al mando del coronel Eutiquio Munguía. El 13 de mayo se abrió fuego sobre la ciudad de Cuautla y después de seis días de furiosos combates cayó el último reducto del régimen porfirista en el estado de Morelos; la plaza fué evacuada el día 20 de mayo de 1911.
Es evidente que en un principio los contingentes zapatistas establecieron su lucha revolucionaria en un nivel muy regional, pero esta lucha, por lo que significaba nacionalmente, tanto para los campesinos como para otros sectores, permitió que se fueran integrando a ella comuneros, peones de hacienda, arrieros, artesanos, pequeños agricultores y asimismo otros grupos políticos disidentes. A pesar de esto, en las tropas revolucionarias zapatistas predominaban los campesinos, que vivían en la ambivalencia: cultivaban sus campos para poder sobrevivir y al mismo tiempo participaban en la lucha.
Zapata personificó la lucha de pueblos y comunidades campesinas en contra de las haciendas e ingenios azucareros. Se unió a la lucha maderista atraído por el artículo 3º del Plan de San Luis; sin embargo, a causa de las traiciones y malos entendidos que surgieron durante el interinato de Francisco León de la Barra, Zapata acabó rebelándose contra Francisco I. Madero y promulgando El Plan de Ayala el 28 de noviembre de 1911. Zapata fué también uno de los primeros jefes revolucionarios que no reconocieron el gobierno de Victoriano Huerta. Huerta trataba de atraer a Zapata para lograr su reconocimiento; al no lograrlo desató una ofensiva cruel y despiadada contra todos los pueblos de Morelos y arrasó, exterminó e incendió.
Los revolucionarios se empezaron a dividir desde antes de que llegaran a alcanzar la victoria sobre el régimen huertista, tanto por las diferencias y rivalidades personales de sus tres jefes principales, Carranza, Villa y Zapata, como por los enfoques que tenía cada uno de los problemas nacionales e internacionales. Esto ocasionó que se establecieran fundamentalmente dos grupos revolucionarios: los convencionistas, donde predominaban Zapata y Villa, y los constitucionalistas, donde sólo “tronaban los chicharrones” de Venustiano Carranza. Ambos grupos llegaron a colaborar y a tener contactos, hasta que hubo un momento en que acabaron rechazándose.
Los Villistas y zapatistas se aliaron oficialmente en la Convención de Aguascalientes de 1914, donde se aceptaron los principios del Plan de Ayala; la Convención aprobó también cesar a Carranza como primer jefe y encargado del Poder Ejecutivo, y enseguida se eligió como presidente provisional a Eulalio Gutiérrez. Para comunicar esta decisión a Carranza fueron designados Obregón, Villarreal y Eduardo Hay. Obviamente, Carranza no aceptó la propuesta de los delegados convencionistas. La unión zapatista-villista culminó a principios de diciembre de 1914 con el pacto de Xochimilco; posteriormente la Convención, personificada por ambos caudillos, hizo su entrada triunfal en la ciudad de México.
En enero de 1915, el gobierno de la Convención se había refugiado con Zapata en el estado de Morelos. Salir de la capital y regresar al sur le costó a Zapata aislarse de los villistas. Así, mientras Villa y las fuerzas de Obregón se enfrascaban a muerte en las grandes batallas del Bajío, Zapata trataba de hacer su propia revolución en Morelos; se retiró a Tlaltizapán, lo hizo su cuartel general y durante más de diez meses el estado de Morelos permaneció en paz y llevó a cabo sus propios planes revolucionarios.
Ante esta nueva situación las familias campesinas, pobres y desposeídas de sus tierras, aguas e independencia personal, aparte de recuperar sus bienes recrearon una sociedad con criterios más democráticos en los municipios: comunidades rurales en las que cada familia llegó a ejercer influencia real para utilizar los recursos locales. Políticamente se habían iniciado las elecciones de gobernador, autoridades municipales y judiciales con carácter provisional; toda esta acción política dio como resultado la reconstitución de las autoridades de los pueblos y se abrió la posibilidad de restablecer “democracias locales” donde a Zapata se le consideraba el “juez supremo”.
Se les dió también a los campesinos de Morelos el dominio sobre la propiedad agrícola ya que para ellos esto era fundamental, uno de los principales puntos de su lucha. La repartición de las tierras se llevó a cabo de acuerdo con las costumbres y usos de cada pueblo. Se transfirió a Tlaltizapán la administración de los ingenios azucareros, que fueron manejados por varios jefes zapatistas.
Después de la toma de la capital de la República por los constitucionalistas, Venustiano Carranza encargó la campaña del sur al general Pablo González. La toma de la ciudad de Cuernavaca por las fuerzas carrancistas inició la época de latrocinio más escandalosa que se registró en Morelos. El ejército carrancista se portó como si fuera la reencarnación del antiguo ejército federal. Sus tropas no entraron como libertadoras, sino como conquistadoras de la población local, que era su enemigo.
La gente pacífica, aterrorizada, huyó de los pueblos que se encontraban en la línea de avance de Pablo González. Finalmente, a mediados del mes de agosto de 1916, las tropas de González tomaron el cuartel de Tlaltizapán, se apoderaron de un enorme botín y dieron muerte a 283 personas. A estas alturas, el movimiento zapatista se estaba desgastando a gran prisa, ya que varios jefes locales de los estados de Puebla y México habían empezado a amnistiarse; por otro lado los secretarios zapatistas tendían a volverse más intransigentes. Una de las víctimas más importantes de esta “grilla” fué Otilio Montaño.
Para eliminar a Emiliano Zapata, Carranza y el general Pablo González le hicieron creer que el coronel Jesús Guajardo trataba de aliarse a él. Se estableció una doble correspondencia para que Zapata creyera en la buena fe de Guajardo y entrara en negociaciones con él. Convencido de que éste se pasaría a sus fuerzas le ordenó que se declarara su partidario y que comprobara su fidelidad atacando la plaza de Jonacatepec. Esta acción fué ficticia: Guajardo sólo simuló el ataque, pues se hallaba de acuerdo con los defensores, que entregaran la plaza.
Convencido Zapata, tuvo su primera entrevista personal con Guajardo en la estación de ferrocarril de Pastor. El recibimiento fué cordial por parte del general Zapata, y los dos salieron para Tepalcingo, donde pasaron la noche. Al día siguiente Zapata ordenó a Guajardo que se concentrara en la Hacienda de Chinameca. La mañana del fatídico 10 de abril, ya en Chinameca, Guajardo hizo correr la voz de que se presentaba el enemigo; Zapata ordenó inmediatamente que se cubrieran determinados puntos y él personalmente se situó en la Piedra Encimada. Allí se encontraba cuando recibió una invitación de Guajardo a comer en la hacienda, y acompañado poco más o menos de diez hombres se dirigió hasta allá.
Colegio Guadalupe Victoria
Con motivo del Centenario de su fundación el próximo 26 de Enero
MODELO EDUCATIVO
Definición del Centro Educativo
El Colegio Guadalupe Victoria, con el nombre fiscal “Guadalupe Victoria, A.C.”, incorporado al sistema de la Secretaría de Educación Pública (SEP) y posteriormente ala Secretaría de Educación de Guanajuato (SEG), ofrece sus servicios a la comunidad desde el año de 1913, bajo la dirección de la Congregación de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe (HMIG). La oferta educativa de la Institución a la sociedad de Salvatierra y sus alrededores es de Jardín de Niños, Primaria y Secundaria, con grupos mixtos.
El plantel educativo con los tres niveles se encuentra ubicado en la calle Morelos No. 520, entre las calles Guillermo Prieto y Colón, en la ciudad de Salvatierra, Gto. La plantilla del personal que laboró en la institución en el ciclo escolar 2005-2006 estuvo integrado por: Jardín de Niños; 3 docentes, Primaria: 7 y Secundaria: 15; 4 secretarias, 4 intendentes y 7 religiosas, dando un total de 42. Hay maestros que prestan sus servicios en más de una sección. El Colegio Guadalupe Victoria cuenta con los departamentos de Pastoral y Psico-pedagógico para brindar un mejor servicio y orientación a la comunidad educativa. Además, se imparten las clases especiales de Inglés y Computación para Jardín de Niños y Primaria.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Fundación de la CongregaciónEl 2 de febrero de 1879, José Antonio Plancarte fundó la Congregación de Religiosas Hijas de María Inmaculada. En 1885, cambia su nombre por el de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe. De aquí en adelante, la Santísima Virgen de Guadalupe es la Patrona principal de la Congregación. La Congregación surge en momentos de gran conmoción en la vida de México: el periodo de la República restaurada, durante el cual se aplican las Leyes de Reforma; se dictan disposiciones para el abandono de los conventos de mujeres, la expulsión de los jesuítas y de las hermanas de la caridad.
El contexto histórico de esta congregación era realmente muy difícil; sin embargo, el arrojo y la fortaleza característicos de José Antonio le impulsaron a formar esta congregación netamente mexicana. A lo largo de los años, las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe han luchado por continuar y acrecentar la obra educativa iniciada por este extraordinario hombre de Dios, permaneciendo siempre fieles a su herencia pedagógica.
Fundación del Colegio
El Sr. Pbro. Don Ramón Aguilar tuvo la inspiración de fundar en la ciudad de Salvatierra, Gto. un colegio para la educación y formación cristiana de la niñez y juventud, el cual estuviera bajo el patrocinio de N.S. del Refugio de quien era ferviente devoto. Una vez obtenida la autorización de sus superiores, se dirigió a la R.M. Antonia Mayllén, Superiora General de la Congregación de Hijas de María Inmaculada de Guadalupe (HMIG) y ella aceptó la fundación del colegio. Un grupo de religiosas llegaron a Salvatierra en enero de 1913, comenzando a trabajar el 16 de enero de ese año. La casa del P. Aguilar, ubicada en Morelos fué destinada para este fin; posteriormente cedida a la congregación.
En plena época revolucionaria, el colegio fué clausurado por el presidente municipal, no impidiendo este hecho, que las religiosas continuaran su labor, pasando por distintas casas donde siguió funcionando el colegio. El 14 de febrero de 1936, llega otra etapa importante en la historia de México, la persecución de los cristeros, en la que expulsaron a sacerdotes y religiosas, incluyendo a las Hijas de María Inmaculada de Guadalupe, pero, en los años de duración de este conflicto, no claudicaron en su empresa, bajo el amparo de Dios, volviendo a la tranquilidad al país.
El colegio “Guadalupano” celebró el vigésimo aniversario de haberse fundado en medio de un ambiente de paz el 25 de enero de 1938. La comunidad religiosa se viste de gala nuevamente para festejar el 50 aniversario del Colegio, el 12 de octubre de 1963, siendo superiora la R.M. Ma. del Carmen Pérez Pérez.
En estos 50 años, el Colegio contaba con los niveles de preescolar, primaria y comercio, de este último egresaban secretarias capacitadas y con gran nivel en su desempeño en los diversos lugares de trabajo donde eran contratadas. En enero de 1965, la R.M. Timotea Matsuí Vera, funda la Secundaria Técnica, iniciando labores con 38 alumnas el 8 de febrero del mismo año. En abril de 1966 se dió la autorización de incorporación de la misma.
En el año de 1967, el colegio asume el cambio del calendario escolar. Al inicio del curso escolar 1969-1970, se inaugura la preparatoria, siendo ésta la primera incorporada a la Universidad de Guanajuato en la ciudad, con un alumnado de 60 miembros, respondiendo a iniciativa del Padre Jesús Navarrete y con el apoyo económico de la fábrica “La Reforma”. El 7 de octubre de 1986, se empezó a construir el terreno destinado para integrar al edificio el Jardín de Niños, que anteriormente se encontraba en la casa de las religiosas.
El Colegio celebra sus bodas de diamante del 10 al 16 de enero de 1988, a cargo de la R.M. Fredeswinda Gómez (q.e.p.d), acontecimiento que fué de gran alegría para toda la comunidad educativa y para la sociedad salvaterrense.
En el año de 2004, la preparatoria dejó de funcionar.
A lo largo de estos años, EL COLEGIO ha sufrido cambios, pues en un principio era sólo para niñas y señoritas, sin embargo, en la actualidad los tres niveles con los que cuenta, jardín, primaria y secundaria son mixtos, con el fin de brindar a la sociedad un mejor servicio.
El nombre “Guadalupe Victoria” se debe a la persecución de que han sido objeto las escuelas y asociaciones religiosas, en un principio era conocido como el Colegio Guadalupano o Guadalupe, pero en 1915 se agregó Victoria, para hacer referencia al primer presidente de México independiente, Don Guadalupe Victoria. Durante esa fecha queda totalmente incorporado a la SEP.
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