Nuestros Seres Queridos en el “Más Allá”
por : Rodolfo Mújica Pérez
Algunos predicadores religiosos en sus sermones, refiriéndose al “Más Allá” afirman a los fieles que allá en el Cielo no existe el reconocimiento recíproco de nuestros seres queridos, es decir; los padres no reconocen a sus hijos, ni sus hijos a sus padres, aunque se vean. Tampoco los esposos, los abuelos, los tíos y los amigos. Ello se debe a que en el Cielo seremos como Ángeles. Dicen también que en el Cielo solo se reconocerán “los compadres”, como cuando vivieron en la tierra.
Precisamente hace unas semanas, durante la misa, el padre oficiante leyó el contenido del capítulo 2º. versículos 27, 28 y siguientes del Evangelio según San Lucas de la Santa Biblia Cristiana que trata de “La Resurrección”, a la letra dice: “Se acercaron a Jesús algunos seduceos. Esta gente niega que haya resurrección y por eso le plantearon esta cuestión: “Maestro, Moisés nos dejó escrito: ‘Si un hombre tiene esposa y muere sin dejar hijos, el hermano del difunto debe tomar a la viuda para darle un hijo, que tomará la sucesión del difunto’. Había pues siete hermanos. se casó el primero y murió sin tener hijos. El segundo y el tercero se casaron después con la viuda. Y así los siete, pues todos murieron sin dejar hijos. Finalmente murió también la mujer. Si hay resurrección ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, puesto que los siete la tuvieron?
Jesús les respondió: “los hombres y mujeres de este mundo se casan, pero los que sean juzgados, dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. Además, ya no pueden morir, sino que son como los ángeles. Son también hijos de Dios por haber nacido de la resurrección...””
Con base en estos preceptos, el “padrecito” explicó muy claramente que en el otro mundo desaparece la facultad de reconocerse entre sí los seres queridos, amigos y santos de nuestra devoción, cosa que parece ser que ocurre lo contrario y tan es así que en la sagrada escritura no encontramos ningún término afirmativo en el sentido de que en el otro mundo desaparece la personalidad espiritual, porque es tanto como perder la individualidad de ese ente que somos cada uno de nosotros.
Analizando un poco mas a fondo esta cuestión, resulta ilógico e irrazonable la anulación de nuestro Yo. Eso implica imaginar a un ser espiritual, sin memoria, sin sentimientos de amor y dolor, sin afecto alguno; de tal manera que una resurrección en esa forma puede causar poco interés, ya que ¿de qué nos serviría nuestra resurrección si allá en el Cielo vamos a caminar o a volar como unos idiotas, como zombies con una mente en blanco y carentes de los más sublimes sentimientos como es el de el Amor, para que, como decía San Pablo: “Sin Amor, nada soy”.
Ahora vamos a ver qué nos dicen los mas grandes teólogos al respecto: en su hermosísimo libro titulado “EL MÁS ALLÁ” del Padre Engelbert Krebs, profesor de Teología escrita: “Pero cuando comience para el alma, que ha salido de este mundo la feliz realidad de verse en compañía de todos los santos; entonces iluminada por la luz de la gloria, verá las almas de sus hermanos no ya por medir de conceptos imperfectos, sino en la esencia divina y las conocerá como él mismo es conocido por Dios (CFR. I COR. 13 12). Entonces es cuando la madre conocerá tan íntimamente a su hijo que nada habrá en él oculto a sus ojos. El esposo verá entonces con toda claridad la verdadera hermosura y la profundidad del alma de su esposa, cuyos rayos dieron luz y calor a su alma durante su vida terrena.
Y siguen sus conceptos en torno a la visión que se tiene allá en el Cielo de nuestros seres queridos. De otros grandes autores de lo místico se pueden citar bellísimos conceptos semejantes.
Ahora vamos a hacer hincapié en las evidencias que se tienen en torno a la supervivencia recíproca. Por ejemplo, en Medugorie, Portugal y Rusia, la Santísima Virgen María se ha aparecido a niños videntes y recibido su mensaje. Los niños videntes declaran que han visto a la Virgen María con sus vestiduras hermosísimas, algunas veces con lágrimas en sus ojos por la perdición de tantas almas como ha estado sucediendo en Rusia, por la imposición del Comunismo Ateo al pueblo cristiano de Rusia.
Todos los días hay testimonios de enfermos terminales que afirman ver a su madre o santos de su devoción que lo visitan, platican con él y como que esperan la salida del mundo para acompañarlo en su viaje al más allá. Los investigadores científicos de la talla de Carlos Osis, Dr. Haralsson, Martín Ebon, la doctora Kübler Rosse y otros muchos de renombre; según sus amplios y minuciosos estudios que han realizado en varios hospitales de Estados Unidos, la India y otros lugares sobre personas que murieron y después de algunos minutos han vuelto a la vida. Relatan que vieron y sintieron durante ese lapso de tiempo que estuvieron en el otro mundo.
Los resultados son sorprendentes porque coinciden casi en todos los casos. Lo curioso de asunto es que ya en aquel ambiente sienten tanta felicidad que ya no quieren volver a la Tierra. Dicen haber visto unos jardines hermosísimos. De pronto ven una luz que se les acerca; ellos no pueden dejar de verla, la cual se agranda hasta cubrir totalmente al visitante. Ya saturados de un amor inmenso oyen la voz del Señor que les dice: “regresa a la tierra, tu misión no la has terminado”, entonces es cuando despiertan en el quirófano con la gran sorpresa de médicos y familiares.
El Dr. Carlis Osis, en su importantísimo libro titulado: “A la Hora de la Muerte”, relata numerosos casos de personas que fallecieron y después de 10, 15 o 20 minutos de de muertos, volvieron a la vida. Ellos han dado su testimonio de lo que vieron. A continuación transcribo estos tres casos:
“No estaba recibiendo ningún sedante, su fiebre era escasa y parecía confuso; aunque era consciente del entorno y las personas que lo rodeaban, respondía con dificultad a las preguntas. Describió su experiencia mientras se estaba produciendo y la volvió a contar después. Dijo que sentía que flotaba y se movía en el aire hacia otro mundo, donde vió unos dioses que estaban sentados y el llamaban. Quería ir a allí y pidió a quienes le rodeaban que le dejaran hacerlo: “déjenme”, “estoy muriéndome”. Se sentía muy feliz al ver aquellas divinidades.
Tuvo la alucinación dos veces aunque insistió en que no era una alucinación, sino algo real. Tras la experiencia, estuvo alegre y dijo que aquel era el mundo donde deseaba vivir. No quería morir antes de la alucinación: estaba muy preocupado por la enfermedad y porque los doctores le ayudaran. Pero ya no le preocupó la muerte, una vez producida la alucinación; parecía mejorar y se sentía feliz por su experiencia. Al cabo de una o dos horas entró en coma profundo y ya no volvió en sí, muriendo dos días mas tarde.
Este otro caso es formidable: un hombre de veinte años que murió de diversas heridas abdominales causadas por disparos, vió a Jesús. “Si voy a ir ahí, no temo a la muerte”, dijo. De tener miedo pasó a sentir serenidad y aceptación . El Señor dijo “yo” le dió la suprema felicidad. El último caso es este otro:
Uno de nuestros encuestados nos contó la siguiente historia de una mujer de cincuenta años que padecía cáncer abdominal. Cuando entré en la habitación, estaba manteniendo una animada conversación con su esposo. Su hijo, que se hallaba sentado al lado de la cama, me dijo: “cree que está hablando con mi padre que murió hace diecisiete años”. Los ojos de la paciente estaban abiertos, pero parecían hallarse en trance. Hablaba con tono monótono “los muchachos están bien…”, “tenemos nietos”, parecía estarle poniendo al tanto de los acontecimientos de la familia producidos desde su muerte. También respondía a varias preguntas que le hacía su marido.
Hace más de cincuenta años que vengo yo interesándome en los estudios de la Psicología, Parapsicología y la Metapsíquica. Al respecto he platicado con muchas personas de mucha seriedad sobre las cuestiones de “la vida después de la muerte”, cosa que en todos los casos son coincidentes. Con esa experiencia yo sostengo que la persona humana no pierde sus facultades morales, intelectuales, afectivas, religiosas, etc., ni su faz ni su memoria, porque al morir “nuestro doble yo” o mejor dicho nuestro doble personalidad que es inmortal se saldrá de su molde físico al morir para entrar a un mundo nuevo que puede ser de infinita felicidad si se portó bien en este mundo, porque si estuvo lejos de Dios y sin buscar la reconciliación y el perdón de Dios. Entonces tendrá graves problemas en el más allá.
Por todo lo anterior, yo no puedo creer que en “El Más Allá” vamos a perder nuestros facultades que Dios nos dió desde un principio; yo más bien creo que esos dones o facultades se avivan más, es decir, se perfeccionan porque actúan ya en esencia, particularmente nuestra memoria y nuestra facultad de sentir EL AMOR por nuestro padre Dios y por nuestros seres queridos, a la luz de la gloria. Ahora, volviendo al asunto de la viuda y sus siete maridos, nada tiene que ver con el reconocimiento de nuestros seres más queridos ya finados, allá en el Reino Celestial, mas bien puede ocurrir que al vernos, lloraremos de gozo al volverlos a encontrar para no separarnos de ellos por toda la eternidad.
Es cierto, porque no puede ser de otro modo, que nosotros ya purificados y aceptados por el Señor, podemos ser semejantes a los ángeles en hermosura y perfección, ya que en el Cielo no hay lugar para la fealdad y la imperfección. Allá en aquella dimensión, todo es perfecto como lo es nuestro Padre Dios. Esta enseñanza la dió a sus hijos Nuestro Señor Jesucristo que es la segunda persona de la Santísima Trinidad.
Bueno, amigo lector, espero le haya gustado este tema, ahora debo decirte que yo te deseo “Una Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo”.
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