Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

viernes, 15 de julio de 2011

Historia

Acarreo de Indios Othomíes a Tierra Adentro
por el Cazique Don Diego García de Mendoza Montezsuma.
Año de 1534
(Continuación)
En el lugar que llaman la Villa de Santa Fe y Minas de Guanajuato, fué el origen del descubrimiento porque vencieron a los infieles que habitaban en dichas tierras y pueblos a los que reformaron dejando moradores en ellas donde se descubrieron las minas y entre los naturales pobladores hubo dos mujeres que tuvieron por nombre Ysabel, y Ana que eran hermanas y que estas estuvieron allí diputadas, para el servicio de los primeros descubridores cuando los Españoles poblaron dicho lugar de Guanajuato; y después de dicha población y descubrimiento de Minas estando pacificada aquella tierra se volvieron Don Pedro Martín de Toro y los suyos a habitar los pueblos de chichimecas que es la advocación de San Lucas An mon tta de he que se interpreta Río con Abrevaderos, y el de San Francisco Chamacuero, San Lucas y San Agustín, Coroneo, San Miguel Tarimoro, y que estas fundaciones hicieron los españoles recién ganado este Reino a solicitud y trabajo de Don Pedro Martín de Toro el gran chichimeca fundador y caudillo que fué; y que los primeros habitadores que hubo en dichos pueblos de Tarimoro y los demás fueron los siguientes:

Don Francisco Martín, Ettzoni; que se interpreta “Lisiado”; y Don Gaspar Lucas; Don Miguel Hernández, Don Alonzo Martín, y Don Juan Ximenez, Pedro Martín, Eh matz hani que se interpreta “Tigre”, Don Juan Lucas E qua que se interpreta: “Pie“; Gabriel Enxj ni; y que se interpreta “Águila”; Alonso Lucas, y Juan Ec que ya; que se interpreta Culebra; Juan Thomas; Joseph E cho tti; que se interpreta “Poder”; Alonso Ed je cu; que se interpreta “Mota”; Martín E cu hu; que se interpreta “Cuña”; Miguel Lucas Etj di; que se interpreta “Ocote”; Pedro Martín Eq bua; que se interpreta “Conejo”; Juan Martín, Juan Ramos, Bernabé Esteva, Diego Hernández, y Diego Xuarez Galán, Juan Ramírez.

Estos fueron compartidos para pobladores de los dichos pueblos que se hace mención, que con disposición de dichos españoles, y la continua asistencia que tuvo con ellos Don Pedro Martín de Toro con los suyos que le acompañaban armados con las armas que acostumbraban de arcos y flechas y con esta prevención, listos para la guerra ayudaron en todas las funciones a los españoles a la pacificación que en aquel tiempo hubo de chichimecas; y llegaron otra vez a San Juan del Río que está confinante con Sombrerete, Guadiana, y Río, que llaman de mediana cordillera de Zacatecas, y el Fresnillo Santa Cruz, y Trujillos, en donde pusieron temor a los indios chichimecas que habitaban aquellas, tierras, y los hicieron retirar al parra, y otras partes quedando aquellos lugares pacificados, que es donde habitaban dichos chichimecas y que eran de la nación que llaman Mazconos, y Pames Negritos, y congos Caribes, y que en esta entrada y pacificación mostró dicho Don Pedro Martín de Toro su valor y esfuerzo donde tuvieron fuertes guerras con dichos infieles ayudando en todo a los españoles fueron a la pacificación de aquellas tierras.

Prosigue una relación que dice años de mil quinientos y treinta y cuatro se pobló el pueblo de Santiago de Querétaro que lo habitaron los chichimecas mansos, y se mudaron a la cañada de Pathe que se interpreta Agua caliente se pacificaron los huachichiles recibieron el Sto. (santo) Bap.mo (bautismo) se nombró la Villa de San Miguel el Grande, donde acudían a la Doctrina fué la primera población aunque sujeto a Querétaro y se fundó el pueblo de San Francisco Chamacuero y el de San Lucas, pueblos de huachichiles chichimecos mansos y San Agustín. En este tiempo quisieron congregarlos y juntarlos para que no carecieran de Doctrina, y no se pudo conseguir por entonces porque aunque vino un juez llamado Francisco Tamayo y Diego Betoran, juez escribano. Estos por tres veces quisieron juntar y congregar a dichos hecachichiles y no lo pudieron conseguir; el padre que les administraba los Santos Sacramentos y Doctrina venía de San Miguel el Grande que allá tocaba, y desde que sucedió la desgracia que los chichimecas mataron a los religiosos del orden de nuestro Padre San Francisco dejaron de bajar por temor de los indios, y con estas ocasión desmampararon los padres Doctrineros algunos de aquellos pueblos, y acudieron a su administración los religiosos de Apaseo, por estar más cercanos, y para sosegar la alteración de chichimecas ayudaron a los españoles Don Juan Martín y Don Pedro Martín de Toro, y Don Fernando de Tapia Natural que fué de la provincia de Tlaxcala el cual tuvo estrecha amistad con los indios huachichiles de la cañada, y en compañía de otros señores y caciques salieron a pacificar capitaneando los Don Pedro Martín de Toro y Don Nicolás de San Luis y Don Pedro Conejo, Don Marcos Jean, Don Agustín García estos en compañía de los españoles fundaron y poblaron los lugares y pueblos de Santiago de Querétaro, Zelaya y Salvatierra, Coroneo y Tarimoro, y los demás de los chichimecas; y que en dicho Querétaro procreó hijos el dicho Don Fernando de Tapia como primeros pobladores y entre ellos tuvo un hijo que se llamó Don Diego de Tapia y una hija que se llamó Da. Luisa de Tapia, y que fué monja de las primitivas y la primera Abadesa que hubo por haber sido la pobladora y fundadora del convento de monjas de Querétaro, y quedando los quisieron volver a congregar y juntar nunca éste pudo conseguir, porque se volvían luego a los puestos y lugares, de donde fueron nacidos.

Y que el dicho Don Diego de Tapia se mantuvo muchos años en el cargo de Gobernador de Querétaro porque fué tenido y conocido por Señor de los huachichiles en compañía de Don Pedro Martín de Toro y que Don Andrés Sánchez fué poblador y fundador y quien fabricó el templo del pueblo de Apaseo el Bajo y costeó el primer retablo que hubo en él, mandó hacer sedar para los padres, formó comunidad y casas reales, dispuso cementeras para los gastos de la Iglesia y pueblo y refiere el escrito que dichos indios caciques y caudillos ayudaron a los españoles a la pacificación de la Tierra Adentro y se nombraron sombrerete y se pobló la Nueva Vizcaya de chamela Santa Bárbara y Guadiana, y habiendo pacificado aquellas tierras volvieron al pueblo de Santa María que por ser habitación de los chichimecas le acomodaron el nombre de chichimequillas y que tuvieron muchas guerras con los infieles y que de allí pasaron al pueblo que llaman el Pinal Azul y de allí los españoles en compañía de dichos indios caudillos pasaron a pacificar el pueblo de San Pedro Tolimán y anduvieron todos aquellos lugares y serranías y el puesto que llaman Paxinequeya y las Palmas, y que pasaron a el Río que llaman de los Bagres, pacificaron todas aquellas tierras y que hubo muchas mortandades y hambres, y que de allí pasaron al puesto que llaman las Vigas y después de haber pacificado a pueblos y tierras poblaron y fueron a dar a un lugar puesto que llaman Quencame y el Río Verde, pacificaron aquellas tierras, y de allí pasaron a la Huaxteca conquistaron y pacificaron a los Totonacas que habían en aquellos lugares y que allí pasaron infinitos trabajos por la aspereza de la tierra y hombres en la ocasión las afligían quedaron pacificados

Y de vuelta que se vinieron caminando para Querétaro, pacificaron y poblaron el pueblo de San Gerónimo, San Sebastián y la Cañada, que llaman el Hovero y la Laguna Seca y Cerro Gordo, y que de allí pasaron al puerto de Ñeto, y de allí pasaron a Santa Catarina y Jurica donde descubrieron unas minas que están en aquellos cerros, refiere el escrito y dice que el dicho Don Pedro Martín de Toro fué valeroso; y que no hablaba bien en mexicano, ni en castellano que era de la nación Othomit, y que fueron de su linaje Don Xproval de los Ángeles, casado que fué con Da. Beatriz sin mentar apellido, y Don Pablo, Don Gerónimo de Abalos, Don Vizente y Don Diego de Granada, Gobernador que fué del pueblo de Tepexi; Don Matheo de la Barzena que fué de huig cha pa Don Nicolás de Barzena; y D. Juan Popoca que fueron del pueblo de Yzmiquilpa; y Don Xproval Don Nicolás de la Barzena que fueron del pueblo de San Juan del Río, y que dichos caudillos después de haber ayudado a los españoles en todas las entradas y pacificaciones que en aquellos tiempos se ofrecieron se volvieron de habitar cada cual a sus lugares Don Fernando de Tapia en Querétaro y Don Pedro Martín de Toro con los suyos, y Don Nicolás de San Luis quedando con el título de Capitanes de los Huachichiles, chichimecas mansos amigos y en particular el dicho Don Pedro Martín del toro.

Y este trasunto hecho de la lengua Othomit, a la castellana a todo mi leal saber, y entender sin fraude alguno y así lo juró a Dios Nuestro Señor y a la Señal de la Santa Cruz en forma de derecho y lo firme en la Ciudad de México; ante el presente escribano de este Superior Gobierno, en veinte y ocho días del mes de Julio de Mil Setecientos y tres años.

Don Diego Ga. de Mendoza Moteczuma Rúbrica.
Tomado del Libro “Acarreo de Indios Othomíes a Tierra Adentro”
de Manuel Serrano Carrillo

Historia de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz

PREPARACIÓN INMEDIATA DE LA CORONACIÓN
(continuación)

El Excmo. Sr. Arzobispo de Durango, Dr. D. José González Valencia, había aceptado con verdadero entusiasmo el cantar la misa el día 22 pero una enfermedad lo postró en cama impidiéndoselo a él y privando a la solemnidad de su presencia. Cantó la misa en su lugar el Excmo. Sr. Obispo de Tacámbaro y se dignó ocupar la Cátedra Sagrada el Excmo. Sr. Arzobispo de Morelia Dr. D. Leopoldo Ruiz, siendo muy tierno y afectuoso en los conceptos que emitió en su piadoso discurso. El coro fué desempeñado por el Orfeón de Querétaro y en el servicio figuraron las mismas personas, asistiendo mayor número de Sacerdotes, que día a día iban llegando.

La función estuvo a cargo de las Asociaciones del Templo del Carmen, las que ocuparon los lugares de distinción.

A las 12 de este día, en me dio de una gran multitud que llenaba los ámbitos del templo y parte del atrio, y con asistencia de los Excmos. Sres. Arzobispos D. Leopoldo Ruiz, D. J. Guadalupe Ortiz y D. José Garibi y del Excmo. Sr. Obispo D. Manuel Pío López, en medio de las aclamaciones delirantes del pueblo y acompañándola muchos sacerdotes, fué bajada la Imagen de la Santísima Virgen de la Luz siendo llevaba en seguida en procesión hasta la puerta del templo, donde se cantó la Salve Regina y en nombre de la Santísima Señor dió la bendición el Sr. Cura a toda su parroquia. Al regresar la Imagen al Altar, se cantó otra Salve y durante el trayecto el pueblo cantó las letanías lauretanas.

La misa pontifical del día 23 era la asignada el templo de San Francisco, pero quisieron los peregrinos México hacerla suya también. Asistieron en gran número, pues aparte de los que habían llegado en tren especial el día 21, siguieron llegando otros muchos en los trenes ordinarios. Iba creciendo también la multitud de peregrinos de todas partes de la República. Era casi imposible conseguir un coche para venir de la estación, y a la llegada de los trenes las calles se veían henchidas de gente que venía a pie. Todo esto hizo que la función del día 23 estuviera más concurrida que las anteriores.

Cantó la misa al Excmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara Dr. D. José Garibi, fungiendo de Presbítero Asistente el M. I. Sr. Abad de la Colegiata de San Juan de los Lagos. Don Juan Martín y de Diáconos de Honor otros señores Canónigos de la misma Colegiata. Estuvieron también presentes el Sr. Secretario de la Sagrada Mitra de Guadalajara y algunos otros sacerdotes de aquella Diócesis. El sermón estuvo a cargo del Excmo. Sr. Obispo de Tabasco D. Vicente Camacho, quien vino en aeroplano desde su lejana Diócesis, para asistir a estas fiestas. Pronunció un magnífico discurso desarrollado en tres puntos: “Qué era la coronación para cada individuo en particular, que era para la ciudad de Salvatierra y qué es para la Santísima Virgen”.

Concluyó diciendo que en los avisos fijados en los templos, había visto que se decía al calce: “Salvatierra de la Luz”, expresión que significa la unión que hay entre María y la ciudad de Salvatierra, pues al mismo tiempo había visto una inscripción al pie de una imagen que decía: “Nuestra Señora de la Luz de Salvatierra” cuya compenetración era lo más honroso y más útil para esta afortunada ciudad.

A la función asistieron no sólo todos los Prelados, que con el Excmo. Señor Arzobispo Coadjutor de Morelia, que había llegado, sumaban seis, sino muchísimos Sacerdotes procedentes de distintas diócesis. El coro estuvo desempeñando por el mismo Orfeón que en los días anteriores.

Llegó esta mañana el Excmo. Sr. Arzobispo de México Dr. D. Luis M. Martínez, siendo recibido en la estación por el respetable comisión que había recibido también a los demás Prelados.

FESTIVIDAD DE LA CORONACIÓN DE
NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ

Amaneció por fin el gran día, cuya memoria quedará para siempre fija en las generaciones que pasan por Salvatierra. Desde el amanecer un grupo de Caballeros, pertenecientes a la Corte de Honor de la Santísima Virgen, custodiaban las entradas del templo parroquial, cerradas todas con objeto de distribuir convenientemente a la multitud de personas que deberían asistir al acto de la coronación.

Entre tanto un buen número de sacerdotes celebraban misas en el interior del templo parroquial, de la misma manera que lo hacían otros muchos en los demás templos con objeto de estar expeditos a la hora de la gran solemnidad. Esta fué a las nueve, revistiéndose antes en la espaciosa sacristía los Prelados y unos doscientos sacerdotes que concurrieron.

El altar estaba severamente adornado con solo cuatro grandes tibores orientales, que mantenían ramos de hermosísimas gladiolas de diversos colores; cuatro candelabros con foquillos eléctricos en forma de velita, dos de ellos muy grandes y dos más pequeños, y doce candeleros muy finos de metal, de más de un metro cada uno, con ceras. Había en el centro otra cera más por razón de la Pontifical del Prelado propio. Repartidas en las bóvedas y paredes del templo, había como dos mil lamparillas incandescentes.

En el presbiterio grandemente ampliado y cubierto de alfombras, estaban preparados un gran sillón tallado en madera para el Oficiante y hermosos taburetes para sus acompañantes y ministros. El pórtico del templo lucía un artístico adorno de flores naturales, y el enverjado del atrio se engalanó con palmas y tiras de lienzo azul.

A la hora indicada, y estando ya el templo henchido de personas distribuidas en los numerosos asientos que llenaban el templo y otras muchas en las graderías que se habían levantado a los lados, se organizó una procesión, la que en orden inverso estuvo formada por las siguientes personas: Excmo. Sr. Arzobispo de Morelia, Delegado Apostólico para la coronación, Dr. D. Leopoldo Ruiz y Flores; Excmo. Sr. Arzobispo de México y Encargado de los negocios de la Santa Sede en la República Mexicana, Dr. D. Luis M. Martínez; Excmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara, Dr. D. José Garibi; Excmo. Sr. Arzobispo de Monterrey, Dr. D. J. Guadalupe Ortiz; Excmo. Excmo. Sr. Arzobispo de Bizia y Coadjutor de Morelia. Dr. D. Luis M. Altamirano y Bulnes; Excmo. Sr. Obispo de San Luis Potosí, Dr. D. Guillermo Tritschler; Excmo. Sr. Obispo de Tabasco, Dr. Don Vicente Camacho; Excmo. Sr. Obispo de Tacámbaro y actualmente de Veracruz, Dr. D. Manuel Pío López; M.I. Sr. Abad de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud de Pátzcuaro; M. I. Sr. Abad de la Colegiata de San Juan de Los Lagos; Comisión del V. Cabildo Metropolitano de Morelia; Comisión del V. Cabildo de la Basílica de Nuestra Señora de la Salud; Comisión del V. Cabildo de la Colegiata de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos; Sres. Canónigos D. José Ríos y D. Federico Escobedo, de las Catedrales de Monterrey y Puebla. Unos doscientos sacerdotes entre los que figuraban gran parte de los Párrocos de la Arquidiócesis, varios Párrocos de otras diócesis, principalmente de
las de Jalisco y México, y un buen número de Religiosos de diversas Ordenes y Congregaciones, con sus hábitos respectivos, precedidos por un numeroso grupo de niños y jóvenes destinados al servicio llevando por delante la Cruz alta y los ciriales. Una doble fila de Caballeros de la Santísima Virgen de la Luz, con su banda azul que les cruzaba el pecho, prestaban fácil paso a la procesión entre la multitud de personas elegantemente vestidas que llenaban el sagrado recinto. Esta procesión saliendo por el patio de la casa cural, fué a preceder al Excmo. Sr. Arzobispo D. Leopoldo Ruiz, quien revestido con capa magna, hizo su entrada en el templo por la puerta del costado.

Llegados al presbiterio, ampliado con madera para dar cabida a todos los eclesiásticos, los Prelados tomaron asiento en el centro en sillones que tenían al frente reclinatorios cubiertos con sendos pellices y almohadones; los Sacerdotes ocuparon sillas que estaban colocadas detrás de los Prelados.

Principió enseguida la tercia. Entre tanto se revestía en su trono con los ornamentos pontificales, el Excmo. Sr. Arzobispo Ruiz, quien con autoridad Pontificia debía coronar a la Sagrada Imagen.

La misa fué cantada por unas cien voces, en su mayor parte del Orfeón de Querétaro que tan acertadamente dirige el Sr. Canónigo Don Cirilo Conejo, y que ya había desempeñado las funciones anteriores.

Después del Evangelio ascendió a la cátedra el Excmo. y Revmo. Sr. Arzobispo de México, Dr. D. Luis M. Martínez, quien con brillantes palabras enalteció primero la grandeza de la Santísima Virgen, Reina de cielos y tierra, y enseguida habló de la gran significación del acontecimiento que iba a verificarse. Para entenderlo había qué remontarse con los recuerdos al año de 1932, en que ocupando también la cátedra Sagrada el día de la festividad de mayo, el mismo Excmo. Sr. Martínez, entonces Doadjutor de Morelia, tomó por texto aquellas palabras de Salomón: “VENI DE LIBANO ET CORONAVERIS” “VEN DEL LIBANO Y SERÁS CORONADA”, y durante el desarrollo, hizo en su nombre y en el del Excmo. Sr. Arzobispo Ruiz, que cantaba la misa, la promesa a la Sma. Virgen de la Luz de coronarla tan luego como alcanzara de su Smo. Hijo para la Iglesia siquiera la paz indispensable para llevar a cabo la coronación, pues aquellos días la persecución religiosa había intensificado su furor.

Ahora, sin que la persecución haya terminado, pero cuando se tiene a lo menos la libertad pedida; ahora que en toda la nación se ha restablecido el culto, el Sr. Martínez hizo mención de aquel otro sermón suyo y de aquella promesa, diciendo que ya ese día anhelado por tantos motivos había llegado y que una aurora de paz empezaba a vislumbrarse; que en el mismo acto de la coronación comenzaba ya a sentirse y que la coronación sería la aurora de paz no sólo para Salvatierra, sino para la Nación entera. Fué tan fácil su palabra, tan conmovedor su sermón y de tal manera electrizó al auditorio, que al terminar de hablar un aplauso espontáneo, impensado y nutridísimo hizo resonar las bóvedas. del templo, continuando la misa en medio del místico recogimiento que reinó entre la numerosísima concurrencia.

Terminada la misa, el Sr. Pbro. D. Fernando Ruiz, Prosecretario de la Sagrada Mitra y ahora Canónigo de la Catedral, que no sólo escribió las preces que se enviaron a Roma, sino que tradujo el Breve Pontificio y trabajó en todo lo relativo a la coronación con verdadero empeño y devoción, subió al púlpito a leer el expresado Breve, primero en latín y luego en castellano.

(continuará…)

Tomado del “Álbum de la Coronación de
Nuestra Señora de la Luz”

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