La Relación entre Hombre y Mujer
Tú y yo vivimos en una relación que valoro y quiero conservar. Sin embargo, cada uno de nosotros es una persona diferente, con sus propias necesidades y el derecho de satisfacerlas. Cuando tú tengas dificultades, trataré de escucharte y ayudarte para que encuentres tus propias soluciones, en lugar de depender de las mías.
Cuando tu actividad interfiera con lo que debo hacer para la satisfacción de mis necesidades, te comunicaré abierta y honestamente cómo me afecta, confiando en que tú me comprenderás y ayudarás en lo que puedas.
En las ocasiones que descubramos que ninguno de los dos puede cambiar su conducta para satisfacer las necesidades del otro, reconozcamos que tenemos un conflicto que requiere solución. Comprometámonos, entonces, a resolver cada uno de estos conflictos.
Yo respeto tus necesidades, pero también quiero respetar las mías. Esforcémonos siempre para encontrar una solución que sea aceptable para los dos. Así venceremos y ninguno quedará derrotado.
Y podremos continuar relacionándonos el uno y el otro con respeto, amor y paz mutuos.
Anónimo
Sin Peleas
Una pareja fué entrevistada en un programa de televisión, llevaban cincuenta años de casados y asombrosamente nunca habían peleado. El conductor, lleno de curiosidad, le preguntó a la mujer:
-En los cincuenta años que llevan casados, nunca han peleado, ¿verdad?
-No –respondió la mujer con firmeza.
-¿Y cómo es eso?
-Pues verá, cuando nos casamos, mi marido tenía una yegua que apreciaba muchísimo. Era la criatura que él más quería en la vida. El día de nuestra boda fuimos de luna de miel en nuestro carro tirado por la yegua. Andamos algunos metros y la yegua tropezó. Mi marido le dijo con voz firme a la yegua:
“Uno”.
Pero unos metros más adelante, la yegua tropezó de nuevo. Mi marido miró a la yegua y dijo:
“Dos”.
La tercera vez que se tropezó, sacó su pistola y le pegó cinco tiros a la criaturita. Yo totalmente sorprendida le recriminé:
-Pero ¿por qué has hecho semejante cosa?
Mi marido me miró y dijo:
-Uno...
Anónimo
Para ello, los esposos tienen que diferenciar cuándo una acción es de buena voluntad y cuándo no lo es. De esta manera se evitarán resentimientos y rencores mal fundados, porque el vivir por siempre recatado(a) no es sinónimo de felicidad.
Tomadas del Libro: “Reflexiones y Pensamientos
para lograr un Matrimonio Feliz”
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