Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

viernes, 17 de diciembre de 2010

Poesia: Mi noche (continuacion)

tras la oveja perdida,
con la esperanza
de volver con ella
sobre los hombros
como Tú, Buen Pastor.

Me alegra pensar que muchas veces dije,
que muchas veces te pedí:
"Quiero ser como Tú
otro crucificado";
pero ¡que locura!
después de mis fatigas
empiezo a sentir los espejismos...

Presiento que a pesar de todo
llegué a la cúspide
de esta cadena de montañas,
pero la noche continúa
sin el gozo del titilar
de una estrella en el firmamento.
Sólo con el consuelo de la
música del aire, del grillo
y de los gallos que se oyen
todavía muy lejos.

Me dormí,
no supe si transcurrieron muchas horas,
cuando de pronto me levanté;
di torpemente unos cuantos pasos...
la vida es siempre
un misterio en la obscuridad de mi noche.
Me topé con el dintel
de una puerta,
toqué, mas nadie abrió;
la empujé débilmente,
ya no tenía fuerzas.

Y se operó el milagro
en aquella parte de la montaña;
la aurora empezaba
a iluminar el horizonte
pregonera del sol naciente;
dentro de unos momentos
encontraría al sol
y, detrás de él, a mi Dios y mi todo.

En toda noche oscura
Dios está siempre con nosotros;
pero para darnos nuevas experiencias
el Señor se esconde,
recordemos que el Señor está
del otro lado de la puerta;
basta abrirla con fuerte
acto de fe
para luego estrecharlo sin dejarlo ir,
repetirle con la esposa
de los cantares:
"Bésame con el beso de su boca..."
Eres justicia,
también eres perdón;
eres justicia
también gracia, misericordia,
amor...

Sigue
mi alma, destruída y desolada,
arrastrándose
en la playa azul y transparente
de mi aurora.

Sueño
en la mano amiga que me ayudará
mañana,
en la barquilla misteriosa
del amanecer
que llegará a mi orilla.

Agonía.
Sufro delirios,
quimeras,
me muero,
¡Señor, misericordia!

Dibujé
una cruz en la arena,
caí
desvaneciéndome en ella.
Ilusiones.
Mi verdad.

Luego,
se borró aquella cruz,
desapareció aquel hombre oscuro
entre las aguas azules y transparentes
de mi aurora.

Este,
fué mi sueño
de ayer,
esta fué mi pesadilla,
mi agonía.

del Padre
Salvador Rivera O.C.D.
tomado del libro:
"El Sonido de un Silencio Ligero"

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