Editado el contenido de la revista "Por Amor al Arte" del Maestro Mario Carreño Godinez

miércoles, 12 de octubre de 2011

Libro

La tradición oral

Las formas populares: el corrido (continuación)

Otro ejemplo interesante es el de la legendaria cantante vernácula Concha Michel (1889), exnovicia, prófuga del convento y comunista, quien dejó más de cuarenta corridos que cantó en ferias regionales, haciendo proselitismo político y crítica social, prefigurando en una dimensión más comprometida y realista a muchos de nuestros actuales cantantes de protesta.

Todo cabe en un carrido sabiéndolo acomodar; desde el aburrido progresismo cardenista y didáctico de Alfonso del Río...

Camarada campesino
que ya tienes tu parcela,
que tienes maíz y trigo
y que es tuya la cosecha,
vete con todos tus hijos
a estudiar a una escuela.

...hasta los corridos de inspiración lorquiana al estilo del “máximo Tepal” de Miguel N. Lira que pretenden retornar el corrido a su forma original de romance y cuya belleza de imágenes los coloca fuera del sentido y significación del género:

Ya viene Máximo Tepal
ya viene por el sendero;
el camino es viborita
que se enrosca en su sombrero.
Su caballo corre y corre,
su caballo va corriendo;
los ojos de su caballo
de noche se están cubriendo.
La noche venía a caballo
montada en silla de plata,
las estrellas que traía
eran pesos de Zapata.

Contrariamente a lo que pretendió el tratamiento “purista” de la canción mexicana durante el movimiento folclorista de los años sesenta, el corrido sufría ya el inevitable impacto comercializador de los medios de información. Actualmente es tan difícil como insólito escuchar un corrido ejecutado en alguna de sus formas tradicionales, prefiriéndose la adaptación de las formas musicales populares de la industria cinematográfica o televisiva.

Otra especie de corrido, el corrido chusco o de crítica, cuya historia se remonta al “Corrido de la pulga”, “Corrido de las pesetas” y el “Corrido de los trenes eléctricos”, y que en cierto modo recuperó el ingrediente picaresco del corrido original, ha encontrado continuadores en Salvador “Chava” Flores y Lalo González “Piporro”.

Flores, retratista urbano por excelencia, logró recuperar la extraviada esencia narrativa del corrido plasmando graciosamente en su inmenso legado de corridos el carácter y conducta del pueblo mexicano: “La esquina de mi barrio”, “Sábado D.F.”, “Los pulques del Apam”, “Voy en el metro”, “Vino la Reforma”, “¿A que le tiras cuando sueñas?”.

El Alma Viviente de la Música Mexicana

Música Regional de siempre

La música regional

Para poder aclarar lo que determina que una canción pueda clasificarse como “música regional”, primero se debe aclarar netamente cuál es la diferencia entre canto popular y canto folclórico.

El canto popular se refiere a las canciones que el pueblo maneja en su presente; es decir que son aquellas canciones que la sociedad acepta y canta, pero que en poco tiempo pueden olvidarse y sustituirse por otras similares o enteramente diferentes. Cuando una de estas canciones perdura por años en el repertorio popular, cantándose con menores o mayores variantes, dicho canto puede llamarse folclórico. En otras palabras, la canción folclórica es un fenómeno que se sustenta en la tradición, en tanto que la canción popular expresa casi por lo general una sensibilidad o una moda pasajera. La música regional o folclórica surge como expresión popular y, del mismo modo que las costumbres artesanales, se transmite de generación en generación.

Las diferentes regiones de nuestro país (la zona del Golfo, la península de Yucatán, la región del Bajío, la Huasteca, el norte, el Istmo, el sureste, etcétera) pueden identificarse tanto por sus características geográficas como por sus rasgos folclóricos particulares. México ha sido siempre un pueblo de artesanos y el arte folclórico un importante medio de expresión. Su música ha expresado y ha surgido de costumbres ancestrales. Sin embargo, es claro que a nosotros nos toca presenciar el ocaso del México Folclórico.

La artesanía pura se pierde poco a poco en su afán de comercialización. Los rehiletes cambian su papel multicolor por láminas de plástico con la figura de Supermán o algún héroe nuclear más de acuerdo con los tiempos que corren. Cada región del país va adaptándose a la nueva cultura unificadora y urbana, y el folclor deja de evolucionar, para desaparecer paulatinamente. El pueblo deja de expresarse con sus propios elementos, para sumirse pasivamente en el consumo que los medios de difusión le ofrecen. Los cantores e instrumentistas de tradición más acendrada confiesan que ya les es difícil lograr que los jóvenes se interesen por tocar los instrumentos y estilos de la región, ya que los seducen las promesas sonoras de un “Acapulco Tropical”, escuchan un Rigo Tovar o un Juan Gabriel que escuchan por la radio, la televisión o las rockolas.

La tradición oral se acaba y son pocos los músicos folclóricos que se preocupan por crear música propia o conservar la tradicional. Yucatán pierde sus trovadores y los ejecutantes de las diversas clases de arpa regional tienden a desaparecer. Actualmente se podrían contar solamente unos doscientos sones jarochos o huastecos y de éstos pocos han sido compuestos recientemente. El mariachi, sobreviviente de un género campesino, se modifica cada día para convertirse en un artículo de souvenir turístico.

Huapangos y Sones Jarochos

En la región occidental de México, el son es frecuentemente llamado Huapango. Diferentes teorías han pretendido aclarar la etimología de la palabra Huapango; la primera de ellas, afirma que el término deriva de la raíz náhuatl cuauhpanco y designa el lugar en donde se coloca un tablado de madera para bailar. Otra teoría supone que la palabra se usó para designar el arte de los indígenas huastecos que habitaban junto a las márgenes del río Pango o Pánuco, en tanto que una última afirma que huapango es simplemente una transformación de la palabra fandango.

(continuará…)

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